La vuelta de Martín Fierro

La vuelta de Martín Fierro Citas y Análisis

He visto rodar la bola
Y no se quiere parar,
Al fin de tanto rodar
Me he decidido a venir
A ver si puedo vivir
Y me dejan trabajar.

Martín Fierro, canto 1, vv. 133-138.

En el primer canto del poema, Martín Fierro retoma el relato que, de acuerdo con lo sucedido en El gaucho Martín Fierro, había interrumpido para irse al territorio de los indios. Según explica, el motivo por el cual ha decidido volver es para ser de nuevo un trabajador del campo. Después de “tanto rodar”, es decir, de haber vivido tanto tiempo como un gaucho errante, Fierro quiere recuperar la vida que tenía antes de que lo mandaran a la frontera, cuando tenía su rancho, trabajaba en el campo, y vivía feliz con su familia. Pero Fierro plantea un interrogante cuando dice que quiere ver si lo “dejan” trabajar, porque sabe que el gaucho sufre la exclusión de una sociedad que lo despoja de sus bienes, lo explota tratándolo como un esclavo y lo marginaliza al discriminarlo y considerarlo un criminal. Su historia, la de sus hijos y la de Cruz confirman estas injusticias y maltratos. El hecho de que, en el final del poema, resuelven que no pueden vivir juntos porque, para empezar de nuevo, tienen que abandonar sus nombres y sus identidades, confirma de alguna forma que al gaucho de regreso no se le permitirá trabajar ni vivir pacíficamente en sociedad.

El indio pasa la vida
Robando o echao de panza-
La única ley es la lanza
A que se ha de someter-
Lo que le falta en saber
Lo suple con desconfianza.

Martín Fierro, canto 3, vv. 379-384.

Esta estrofa del canto 3 sintetiza bien el modo en que Martín Fierro construye la tipología del indio, al que podemos caracterizar como uno de los personajes antagonistas en el poema. Para el gaucho de regreso es necesario demostrar que no es posible vivir junto a los indios, que, según su relato, no actúan ni se rigen bajo ninguna norma social. El indio no trabaja, sino que vive de lo que roba en los malones en los que ataca a la población circunscrita a los límites del territorio argentino. No tiene ninguna ley, salvo la de la “lanza”, objeto con el que el indio hace sus ataques y que simboliza su violencia y su barbarie. El hecho de que sea desconfiado también indica su imposibilidad de componer un orden social basado en el respeto y la confraternidad.

Ahí meso me despedí
De mi infeliz compañera-
“Me voy, le dije, ande quiera,
Aunque me agarre el gobierno,
Pues infierno por infierno,
Prefiero el de la frontera”.

Martín Fierro, canto 10, vv. 1545-1550.

Cuando en la Ida Martín Fierro decide irse con los indios, asegura que quiere “salir de este infierno” (Ida, 13, v. 2186), refiriéndose no solo a la frontera, a la que también caracteriza como un espacio infernal, sino a todo lo que ha sufrido como gaucho en el mundo civilizado. Por eso, cuando regresa toma la decisión de cambiar un infierno por otro, porque sabe que puede ser enviado de vuelta a la frontera, donde comenzaron todos sus males. Es posible establecer una relación entre todos los espacios que son nombrados como un “infierno” en el poema. Fierro utiliza esta palabra para referirse a los indios (dice que el indio “viene a tierra de cristianos / como furia del infierno”, vv.627-628); su hijo mayor describe como un infierno el espacio de la Penitenciaría (“esa prisión / es un infierno temido”, vv. 1871-1872); y Picardía también nombra a la frontera como un espacio infernal (“Y sufrí en aquel infierno / Esa dura penitencia”, vv. 3597-3598). De esta manera, el gaucho establece una equivalencia entre el infierno de vivir con los indios y el infierno de someterse a los espacios de explotación y castigos que son propios del mundo civilizado. Aunque Fierro dice que prefiere el infierno de la frontera, es evidente que, en cualquier caso, para el gaucho solo existen espacios de condena y de dolor.

No es en grillos ni en cadenas
En lo que usté penará,
Sinó en una soledá
Y un silencio tan projundo,
Que parece que en el mundo
Es el único que está.

El hijo mayor de Fierro, canto 12, vv. 1839-1844.

En su descripción de la Penitenciaría, el hijo mayor de Fierro remarca que lo peor de aquel castigo –que recibe por un delito que no cometió– es el padecer la incomunicación y el aislamiento. No es tanto el encierro, que igual le aqueja por haber vivido hasta entonces en libertad, sino tener que soportar el silencio y, en especial, la ausencia de voces, porque al preso no se le permite siquiera hablar con las rejas. Es tal la tortura del silencio y de la soledad que el gaucho pierde noción del paso del tiempo y termina siendo presa de “calenturas y delirios” (v. 1998) provocados por sus pensamientos apesadumbrados. Por todo esto el hijo mayor de Fierro concluye que el castigo es peor que el delito, y denuncia que la ley es muy severa al castigar con la privación de la palabra al hombre que “un crimen o un vicio” (v. 2026) cometió.

“No te debés afligir
Aunque el mundo se desplome-
Lo que más precisa el hombre,
Tener, según yo discurro,
Es la memoria del burro
Que nunca olvida ande come”.

Vizcacha, canto 15, vv. 2349-2354.

Este consejo que Vizcacha le dio al hijo segundo de Martín Fierro ejemplifica bien que las suyas son las enseñanzas de un pillo, que aprende a hacer lo que es más ventajoso para salir bien parado. Vizcacha no cree que sea necesario tener preocupaciones en el mundo, salvo las más vitales para subsistir. Por eso le recomienda al hijo de Fierro que no se aflija aunque el mundo se desplome –lo que implica, también, que no muestre empatía con los infortunios ajenos– y que actúe como el burro que sabe dónde tiene para comer. De esta forma, para Vizcacha, el animal que convencionalmente se asocia a la falta de inteligencia tiene la astucia suficiente para recordar qué le conviene.

La echaba de guitarrero
Y hasta de concertador:
Sentao en el mostrador
Lo hallé una noche cantando-
Y le dije: -co.. mo.. quiando
Con ganas de oir un cantor.

Picardía, canto 23, vv. 3277-3282.

Esta situación que relata Picardía, en la que provoca a un oficial que se ensaña con él, se parece mucho a una escena de la Ida en la que Martín Fierro busca pelearse con un moreno por medio de un juego de palabras. Así como Fierro había dicho entonces “va.. ca.. yendo gente al baile” (Ida, canto 7, vv. 1154), para decirle “vaca” a la compañera del negro, aquí Picardía cuestiona las habilidades cantoras del oficial diciéndole indirectamente que está “moqueando”, tratándolo así de “mocoso” o de “poco experimentado”. También el “moquear” hace una alusión a la nariz del oficial, de la que se burla llamándolo “ñato” por la forma achatada de su nariz, que conlleva un tono despectivo hacia su condición de mulato. Esto explica por qué repite la provocación llamando a una tal “Doña Toribia” diciendo “Ña.. to…ribia” (v.3292) cuando el oficial está presente. Esto demuestra, entre otras cosas, que Picardía es el personaje más parecido al Martín Fierro de la Ida del poema (ver “Resumen y análisis Cantos 20-28”).

A un cantor le llaman bueno,
Cuando es mejor que los piores-
Y sin ser de los mejores,
Encontrándose dos juntos
Es deber de los cantores
El cantar de contrapunto.

Martín Fierro, canto 30, vv. 3929-3934.

La payada de Martín Fierro y el Moreno inicia con unas estrofas en las que Fierro presenta la situación, dando a entender que acepta el desafío del Moreno porque el “cantar de contrapunto”, es decir, realizar una competencia entre dos payadores, es un deber que debe asumir todo cantor que se tenga por bueno. Dado que el duelo poético y musical les va a permitir demostrar cuál de los dos es el mejor cantor, la payada se define así como una instancia en que los gauchos pueden medir su valor y su honor de una forma menos violenta que con el enfrentamiento a cuchillo.

A pregunta tan escura
Trataré de responder-
Aunque es mucho pretender
De un pobre negro de Estancia.
Mas conocer su inorancia
Es principio del saber.

El Moreno, canto 30, vv. 4187-4192.

Con este tipo de estrofas, el Moreno demuestra que es menos habilidoso que Fierro en el arte de payar, porque necesita improvisar estos versos sobre la dificultad de responder y así ganar tiempo para hacerlo. Asimismo, esta afectación de humildad es constitutiva del estilo de payar del Moreno, que desde el inicio de su canto apela a la inferioridad de su condición, que tiene que ver con el hecho de que es una persona negra. De esta forma, exhibe en su canto la discriminación que sufre por ser negro y las limitaciones que padece para adquirir saberes, algo de lo que se aprovecha Fierro, que gana el contrapunto aprovechándose de la ignorancia de su adversario. El Moreno no esconde que no sabe leer y escribir, y Fierro, a pesar de no ser un “cantor letrao”, como afirma en la Ida, lo vence pidiendo un conocimiento del mundo letrado: que le diga qué labor se realiza los meses que tienen la letra “r”.

Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria en su afán
De perseguir de mil modos.
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragán.

Martín Fierro, canto 32, vv. 4655-4660.

Este consejo que Fierro le da a sus hijos funciona dentro de la lógica del gaucho de regreso, que ya no quiere vivir de matrero, sino trabajar para ganarse el pan. Aquí plantea que el que es haragán recibirá sin dudas la “visita” de la miseria, que puede alcanzar a todos, pero más al que no se aboca al trabajo. Martín Fierro es un hombre trabajador y si vive errante y sin empleo no es por holgazanería, sino porque no le “dejan” trabajar. En este sentido, la enseñanza de Fierro no tiene tanto que ver con su experiencia vivida como gaucho, sino con un deber moral que quiere inculcar a su descendencia. Ni él ni sus hijos cuentan en su relato que han conseguido un empleo después de tanto sufrir, y el final del poema no augura nada respecto de las condiciones laborales de estos gauchos sin trabajo.

Al pobre al menor descuido
Lo levantan de un sogazo-
Pero yo compriendo el caso
Y esta consecuencia saco-
El gaucho es el cuero flaco
Da los tientos para el lazo.

Voz sin nombre, canto 33, vv. 4847-4852.

La voz anónima que cierra La vuelta de Martín Fierro –y que podría ser un remedo ficticio de la voz de José Hernández– no se olvida de reforzar en sus estrofas la crítica social y el cuestionamiento a la autoridad del poema como denuncia del maltrato que sufre el gaucho. El poder abusa del gaucho como abusa del pobre, lo que estos versos describen por una descripción entre literal y metafórica de su explotación. Al decir que al pobre se lo levanta de un “sogazo” no solo insinúa que se lo maltrata como a un animal, sino que también podría estar denunciando un sometimiento por tortura corporal. Del mismo modo, al decir que el gaucho es como el cuero que se utiliza para armar un lazo, que se prefiere de animal flaco porque es mejor para el trenzado, está sugiriendo no solo que la autoridad utiliza al gaucho como herramienta de trabajo, sino también que lo empobrece –lo deja flaco– para hacer mejor provecho de él en su miseria.