La naranja mecánica

La naranja mecánica Temas

La necesidad del libre albedrío

F. Alexander y el capellán de la prisión expresan repetidamente la idea principal de la novela: sin elección y libre albedrío, el hombre ya no es humano sino una "naranja mecánica", es decir, un autómata, un mecanismo con respuestas condicionadas. El libre albedrío es necesario para mantener la condición humana, tanto individual como social.

Sin embargo, el libre albedrío se vuelve problemático cuando lo extendemos a la comunidad. El libre albedrío de Alex viola lo que el filósofo John Stuart Mill denominó el “principio del daño”, que dicta que cualquier acción es permisible siempre y cuando no perjudique a terceros. Burgess presenta una evidencia inequívoca de que los actos inmorales de Alex hacen daño a otros, por lo que la pregunta de La naranja mecánica es si es mejor permitir el libre albedrío dañino o frenarlo de manera segura. Burgess sostiene que debemos permitir el libre albedrío aún si es dañino, ya que la bondad es auténtica solo si se la elige. Si la bondad es forzada, como la que pretende imponer el gobierno implementando la técnica de Ludovico con Alex, es inhumana.

Burgess también refuta el argumento de que la bondad ética tiene alguna relación con la belleza estética. Alex se ríe de un artículo periodístico que propone moralizar a la juventud a través de las bellas artes. Alex ha refinado su gusto por la música clásica, especialmente en comparación con los otros adolescentes, amantes de la música pop. Pero la hermosa y sofisticada música solo reaviva su instinto hacia la violencia y el sexo y, finalmente, queda asociada a la inmoralidad de Alex, de manera determinante, a través de la técnica de Ludovico.

Burgess complica aún más las cosas al sugerir que la inclinación de Alex hacia el mal también es algo mecanicista. Si bien Alex obtiene satisfacción al cometer actos violentos, esta tendencia se muestra tan irreflexiva como su opuesta, luego de la aplicación de la técnica de Ludovico. Alex tiene una tendencia natural hacia la violencia, y esa condición implica una falta de elección. Además, la novela también muestra que esta predisposición está presente en muchos hombres, incluidos los médicos que pretenden revertirla y otros funcionarios estatales. Todos ellos tienen tanto sadismo e intenciones malvadas como la pandilla de Alex. Sin embargo, una persona con tendencias violentas ciertamente posee más libre albedrío que un sujeto transformado por la técnica de Ludovico. Finalmente, Burgess cree que es posible la redención para estos sujetos. En el capítulo final, Alex elige, de hecho, la bondad, una vez que madura y puede ir más allá de la impetuosidad de la juventud.

Conductas innatas vs conductas determinadas por el contexto

P.R. Deltoid, como casi todo el resto de la sociedad, cree que el contexto es de alguna manera responsable de la inmoralidad de la juventud. Cree que con la disciplina académica y parental adecuada, además de una fuerza policial aumentada, los jóvenes se comportarán de manera más apropiada.

Esta forma de pensamiento determinista ignora la idea cristiana, abrazada particularmente por el catolicismo (Burgess era un católico no practicante), de que hay en el hombre un pecado original. Desde la caída de Adan y Eva, toda la humanidad ha perdido su santidad. Y así como existe un impulso para hacer el bien, existe un impulso igualmente poderoso para hacer el mal que no se puede razonar. Como dice Alex: “la maldad es cosa del yo, del tú o el mí en el odinoco de cada uno, y así es desde el principio para orgullo y radosto del viejo Bogo” (28), y agrega: “lo que hago lo hago porque me gusta” (28). No culpa de su maldad al contexto. Él no es una consecuencia de su entorno, sino que, por el contrario, el entorno es una consecuencia de sus actos. Hacer el mal como lo hace él, entre otras personas, es lo que ha creado un ambiente cuasi-apocalíptico en su ciudad.

Al final de la novela, Alex expresa su opinión en términos más abiertamente religiosos: mientras Dios siga dando vueltas por la Tierra, los hombres jóvenes continuarán actuando inmoralmente. Al equiparar el pecado original con el control de Dios sobre la Tierra, Burgess señala que el pecado original implica una cierta falta de libre albedrío: no elegimos actuar inmoralmente; es así como resultan las cosas desde el principio de los tiempos. Sin embargo, está en el individuo el poder para superarse. La maduración de Alex, en el capítulo 7 de la tercera parte, proporciona una esperanza de redención: con el tiempo, podemos borrar los efectos del pecado original, eligiendo la bondad.

La opresión del gobierno totalitario

El gobierno de La naranja mecánica es totalitario por varios motivos. Ejerce el poder de manera opresiva sobre los ciudadanos, sobre todo a partir de la segunda parte de la novela. Las libertades de los ciudadanos se ven limitadas. Más aún, el gobierno ha llagado a pretender acabar con el libre albedrío de algunos ciudadanos, como Alex, mediante la técnica de Ludovico. Además, ha reforzado sus fuerzas policiales y mantiene a los ciudadanos atemorizados. Joe y Alex han sido golpeados por la policía sin motivos y de forma abusiva. Y también el gobierno ha censurado a su opositor F. Alexander, ya que lo ha encarcelado con el pretexto de que lo hizo por la seguridad de Axel, lo cual es absurdo.

Si bien la novela critica el capitalismo en algunos momentos, en general el gobierno se parece más al de los sistemas socialistas totalitarios. El gobierno parece poseer todos los bienes y los ciudadanos están obligados a trabajar por ley: “por esa ley según la cual los que no eran niños, o no tenían hijos pequeños o no estaban enfermos tenían que salir a rabotar. Mi eme trabajaba en uno de los mercados estatales, como los llamaban” (26).

El gobierno también controla los medios de comunicación. Alex menciona la “Cinematográfica del Estado” (17), el cine producido por el gobierno, y describe brevemente su desdén por la televisión y su efecto entumecedor en las masas. Respecto a la televisión, no está claro que los programas sean producidos por el gobierno, pero sí que han conseguido sedar a la población. Por otra parte, están las pinturas municipales en los vestíbulos de todos los edificios, que representan trabajadores exhibiendo su fuerza y dignidad, muy características del arte soviético.

La novela termina de forma pesimista, con el opositor del gobierno, F. Alexander, encarcelado, y la proyección de que el gobierno, cada vez más totalitario, ganará la reelección.

La inmadurez de la cultura juvenil

Burgess parodia la cultura juvenil británica de los años 50 y 60, contemporánea al momento de escritura de la novela, a través de una proyección aterradora de ella. En lugar de la jerga juvenil convencional, los adolescentes han adaptado un lenguaje casi completamente nuevo con el que Alex narra la novela, el “nadsat”. Influenciado por el ruso, que complementa la ambientación soviética de La naranja mecánica (ver "La opresión del gobierno totalitario", más arriba), el nadsat también es a veces infantil. Alguna palabras como “uco” (para “oreja”), “moloco” (para “leche”) y “tuflos” (para “pantuflas”) suenan como si salieran de la boca de un bebé. Los matones adolescentes, además, beben continuamente leche, símbolo de la infancia, mezclada con drogas.

Por otro lado, Alex se comporta de manera inmadura en toda la novela: nunca ofrece una disculpa sincera y voluntaria, así como tampoco elige completamente sus acciones, sino que se dirige hacia ellas de manera inmadura e imprudente. Sin embargo, el personaje madura al final de la novela, en el capítulo 7 de la tercera parte (o capítulo 21). Ese número es simbólico, pues la edad para votar en Inglaterra es 21 años, y se considera esa edad como un rito de pasaje a la edad adulta.

La transición de la juventud a la edad adulta

Es el tema de las novelas de aprendizaje, también conocidas como "bildungsroman". En ellas se retrata la evolución del protagonista hasta que llega a la vida adulta (algunas empiezan desde la niñez). Esta novela comienza cuando Alex y su pandilla de amigos son adolescentes y se deleitan robando, golpeando y violando a otras personas de su ciudad. Luego, su protagonista pasa dos años en la cárcel y dos semanas en una institución en la que lo someten a la técnica de Ludovico para eliminar sus conductas violentas. Alex intenta suicidarse y, al poco tiempo, los médicos revierten los efectos de esa técnica. Entonces, Alex vuelve a ser un sujeto malvado. Su vida vuelve al punto de inicio, de manera que no hay evolución alguna hasta entonces. Recién en el capítulo final se produce la evolución del personaje. Es significativo que la transformación ocurra en el capítulo 21 (capítulo 7 de la tercera parte), puesto que 21 es el número simbólico del ingreso a la edad adulta. Alex, sin embargo, tiene 18 años cuando ocurre la transformación.

Al convertirse en adulto, el protagonista deja de sentir placer por la violencia y quiere transformar su vida. Además, piensa que recién ahora es capaz de tomar una decisión, porque antes se había comportado como, según él, se comportan todos los jóvenes: como un juguete a cuerda, que hace cosas sin pensar y se tropieza continuamente.

La edición estadounidense eliminó el capítulo final de la novela, con lo cual está transición no puede verse concluida. Lo mismo ocurre con la película de Stanley Kubrick, que se basó en la versión norteamericana del libro. Con la eliminación de este capítulo, la maduración de Alex queda trunca y su maldad parece irreversible.

El futuro distópico

El futuro que se retrata en La naranja mecánica es una distopía, es decir, muestra una sociedad del futuro indeseable (es lo contrario a una utopía). El futuro que se presenta es distópico porque exhibe un panorama oscuro para la sociedad. Eso se debe principalmente a que, en muchos sentidos, las libertades de los individuos se ven cada vez más reducidas. El gobierno ha aumentado la fuerza policial y los ciudadanos viven atemorizados. La policía golpea brutalmente y sin justificación. El tratamiento que el gobierno le aplica a Alex, la técnica de Ludovico, lo deja reducido a un mecanismo de relojería o a una naranja mécanica, en el sentido de que no tiene capacidad de elegir sus acciones y sus comportamientos están condicionados. Además, el gobierno ha encarcelado al opositor F. Alexander, lo que demuestra su capacidad de censura y represión.

Este retrato pesimista de la sociedad del futuro es propio de las novelas llamadas "distópicas" justamente por eso. Ellas muestran un panorama desalentador para hacernos tomar conciencia de los peligros que tenemos que prevenir como sociedad. En el caso de La naranja mecánica, el principal peligro es dejar avanzar a un gobierno que reprime a las personas y aplica la censura.

La dualidad del Bien y el Mal

El Bien y el Mal en esta novela aparecen como una dualidad problemática. Si bien es cierto que la conducta de Alex es mala, la obra desacredita la bondad de las instituciones sociales destinadas a "corregirlo" o "curarlo". Por un lado, la fuerza policial demuestra tener tanta tendencia a la violencia como él, puesto que lo golpean brutalmente en varias oportunidades. El Asesor Postcorrectivo, P. R. Deltoid, un asistente social que lo vigila después de que Alex sale del correccional, lo escupe en la cara cuando la policía lo detiene. Alex ironiza sobre las actitudes de él y de la policía un momento después, diciendo: "Entonces los militsos se dedicaron a preparar una larga declaración que yo tendría que firmar; y yo pensé, infierno y basura, si ustedes bastardos están del lado del Bien, me alegro de pertenecer al otro club" (43). Por otro lado, también los médicos destinados a "curar" a Alex tienen comportamientos tan sádicos como los de él, pues disfrutan de su sufrimiento cuando lo exponen a ver las películas del tratamiento, así como cuando comprueban el malestar que le produce la violencia.