La naranja mecánica

La naranja mecánica Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos 1 - 4

Capítulo 1

Resumen

En una ciudad del futuro, Alex, de quince años, bebe leche con drogas junto a sus tres amigos, Pete, Georgie y el Lerdo, en el bar lácteo Korova. Tres chicas en la barra llaman la atención de Alex, al igual que un hombre drogado cerca de él. Una vieja canción popular en el estéreo le produce desagrado y le grita en el oído al hombre drogado antes de salir del bar con sus amigos.

Los jóvenes ven afuera a un anciano con aspecto de profesor, una rareza en esos tiempos, ya que la escasez policial y la preponderancia de las pandillas ha hecho inseguras las calles. Fingiendo disgusto por el contenido supuestamente lascivo de los libros de cristalografía y otras ciencias que tiene el hombre, los rompen. Luego, desnudan al anciano y lo golpearon antes de dejar que se vaya. El botín con el que se quedan, unas cartas de amor y poco dinero, es intrascendente. El Lerdo comienza a leer jocosamente una carta, pero Alex lo detiene y dice a "basta" a su pandilla.

Deciden hacer algo generoso con su dinero para tener un incentivo para robar nuevamente, y prepararse además una coartada para más adelante. Así, en el bar Duque de Nueva York gastan todo su dinero en bebidas y comida para unas ancianas pobres. Luego van a una tienda de golosinas y cigarrillos y, con máscaras de figuras populares, roban y golpean al dueño y a su esposa. Vuelven al bar para confirmar la coartada con las ancianas. Dos policías entran más tarde preguntando por el ataque en la tienda cercana y las mujeres aseguran que los jóvenes estuvieron todo la noche en el bar.

Análisis

La primera oración de la novela, “¿Y ahora qué pasa, eh?”, se repite cuatro veces en este capítulo y comienza cada una de las partes que componen de la novela. Aunque en diferentes contextos, en cada caso la frase hace hincapié en el libre albedrío, la capacidad de elegir por sí mismo qué hacer.

La importancia del libre albedrío para el individuo es el tema principal de La naranja mecánica, pero Burgess inmediatamente ofrece al lector una serie de eventos que sugieren que este puede resultar peligroso. Sin verse obstaculizados por la aplicación de la ley, Alex y sus amigos son libres de hacer lo que quieran, incluso dañar a otros.

Burgess explorará este tema con mucha mayor profundidad a lo largo de la novela. Por otra parte, Alex es un personaje mucho más complicado de lo que sus acciones sugieren. Si bien su comportamiento no respeta ley alguna, es casi respetuoso con la privacidad del profesor cuando el Lerdo lee en voz alta sus cartas de amor. Además, expresa desdén por la música pop que escucha en el bar Korova, lo que indica que tiene intereses más sofisticados que sus amigos adolescentes. Su nombre también es una alusión a Alejandro Magno, lo que indica su capacidad de liderazgo.

Burgess pasa gran parte de la novela parodiando a los jóvenes británicos de los años 50 y 60 a través de una proyección aterradora de ellos. Además de su inclinación por la violencia y las drogas, los adolescentes de la novela se visten según modas ridículas y hablan en la extraña jerga llamada “nadsat”, que tiene influencias del idioma ruso. “Nadsat” en ruso es equivalente a “teen” en inglés: los números del 11 al 19, en ruso, terminan en “nadsat”, como los números del 13 al 19 terminan en “teen" en inglés ("trece" es "thirteen"; "catorce" es "fourteen", etc). Además “teen” en inglés significa “adolescente” y “nadsat”, en la jerga inventada, significa lo mismo. Sin embargo, Alex no es un simple loro; usa el nadsat en combinaciones más creativas e incluso poéticas que sus amigos (otra asociación que puede hacerse con su nombre es que “lex” es la abreviatura de “léxico” o “diccionario” en inglés). Su bebida favorita, la leche, dice mucho sobre su comportamiento infantil y, al igual que el uso del nadsat, refuerza su inmadurez.

Capítulo 2

Resumen

Alex y sus amigos salen del bar y golpean a un anciano ebrio que canta viejas canciones. Se detienen para dejar que el anciano se queje del mundo, que ya no tiene leyes y permite que los jóvenes hagan daño. Les dice que lo maten, ya que estará mejor así. Ellos lo golpean hasta que está sangrando mucho. Luego lo dejan y encuentran a su pandilla rival, liderada por Billyboy, que está violando a una niña. Se enfrentan armados con una cadena, cucuchillos y una navaja y, a pesar de ser superados en número (son seis contra cuatro), la pandilla de Alex sale vencedora, principalmente gracias al Lerdo. Llegan los policías, probablemente alertados por la niña violada, y ambas pandillas se escabullen. Alex y sus amigos se esconden en un callejón iluminado por el brillo de los televisores de los apartamentos. El Lerdo se pregunta sobre la vida en la luna y las estrellas.

Roban un automóvil y se dirigen a las afueras de la ciudad, aterrorizando a los peatones en el camino. Conducen hasta una casa con la palabra “HOGAR" en la entrada, Alex pone voz de "un auténtico caballero" (18) y logra convencer a la mujer que vive allí de que necesita llamar a una ambulancia para su amigo enfermo. Cuando le abre la puerta, él y sus amigos enmascarados entran corriendo y riendo. El marido de la mujer es un escritor y también está dentro de la casa. Alex inspecciona su manuscrito titulado "La naranja mecánica” y lo rompe mientras los otros golpean al hombre y comen la comida de la casa. Los jóvenes se turnan para violar a la mujer mientras sujetan al hombre. Finalmente, destrozan los objetos de la casa y dejan a los ocupantes gimiendo en el suelo.

Análisis

El manuscrito de “La naranja mecánica” que encuentran los protagonistas en la casa del escritor establece la tesis principal de la novela: que cualquier restricción del libre albedrío convierte a los humanos en máquinas o, según la imagen del título, hace de su carnoso, dulce y anaranjado cuerpo un mecanismo de relojería. El título también sugiere la imagen de un orangután, un ser casi humano que no tiene nuestro grado de libertad. El texto fue escrito, según las palabras del autor, para oponerse al intento de imponerle al hombre “leyes y condiciones sólo apropiadas para una creación mecánica” (19). Aunque esta idea parece ser defendida por el mismo autor de esta novela, Burgess también presenta una gran evidencia a favor de la opinión contraria, mostrando que el libre albedrío sin trabas puede resultar destructivo. Esto lo muestran los aullidos del anciano ebrio contra la falta de ley en mundo y las continuas acciones horrorosas de los jóvenes protagonistas.

La sed de violencia de Alex no es tan grosera como la de sus amigos. De hecho, los reprende por comer descuidadamente en la casa del escritor. A Alex la violencia le provoca una emoción estética; la aprecia como si se tratara una obra bella. Como vemos, la belleza estética está divorciada de la ética. Volveremos sobre este tema en los próximos capítulos.

Burgess también describe un estado aparentemente totalitario en la ciudad del futuro. El paisaje es sombrío, las películas del cine están producidas por la “Cinematográfica de Estado” (17) y la televisión es un medio adormecedor que calma a las masas:

“(…) por las ventanas podía videarse un bailoteo de luces azules. Seguramente la tele. Esa noche pasaban lo que solían llamar un programa mundial, porque todos los habitantes del mundo podían ver si lo deseaban el mismo programa; y el público era casi siempre los liudos de edad madura de la clase media. Presentaban a algún famoso cómico, un cheloveco perfectamente estúpido, o una cantante negra, y todo esto, hermanos míos, lo soltaban al espacio exterior usando satélites especiales para la tele.” (17).

Estas características son solo pequeñas exageraciones de la sociedad capitalista, y Burgess demuestra, especialmente en el ejemplo de la televisión, cómo condicionan insidiosamente el libre albedrío de la ciudadanía.

Los muchachos obligan al hombre a ver la violación de su esposa presagiando lo que le sucederá a Alex en la segunda parte de la novela. En ambos casos, la persona obligada a mirar tiene restringido su libre albedrío y debe experimentar algo desagradable, aunque en el segundo caso se trata solo de una película.

Capítulo 3

Resumen

El auto robado se queda sin gasolina y lo empujan hacia un canal de agua cercano. Toman el tren de regreso al centro de la ciudad y causan algunos daños en el viaje. Regresan al bar Korova, donde el el hombre drogado todavía balbucea. En una pausa entre canciones, una mujer canta una pieza de una ópera que Alex conoce y le afecta profundamente. El Lerdo se burla de ella y Alex lo golpea. El Lerdo amenaza con golpearlo, y Georgie y Pete afirman que él tiene derecho a estar molesto. Planean reunirse al día siguiente y cada uno se va a su casa.

Alex vive en el departamento de sus padres, en el bloque municipal 18A. Come la cena que su madre le dejó y luego se retira a su habitación. Escucha un concierto para violín en su estéreo, imaginándose a sí mismo golpeando a hombres y mujeres y violando a chicas jóvenes. Eyacula en el clímax de la pieza musical. Después, escucha a Mozart y luego a Bach. Piensa en las personas de la casa que decía “HOGAR” en la entrada y desea haberlas golpeado con más fuerza.

Análisis

El amor de Alex por la música ocupa un lugar central aquí cuando defiende a la mujer en el bar, así como cuando escucha piezas clásicas en su habitación. En ambos casos, su aprecio por el arte se corresponde con su deseo de violencia. En el primero, sale del estremecimiento por la belleza de la voz de la mujer golpeando al Lerdo. En este segundo, su genuino aprecio estético por la música es rápidamente superado por su deseo de violencia y sexo.

Aunque Alex es un matón, también es sofisticado. No es una naranja mecánica, ya que tiene el potencial de una gran sensibilidad y humanidad. Aún así, la pregunta sigue siendo si sería mejor convertirlo en una naranja mecánica y restringir su libre albedrío. El hombre drogado del bar, en cambio, se convierte en una naranja mecánica por el abuso de las drogas, volviéndose insensible a los golpes y los gritos. Pero incluso en este caso, ha sido una elección libre.

La descripción de la pintura municipal de trabajadores, en el pasillo del departamento de Alex, se asemeja a obras de arte comunistas soviéticas que representan trabajadores estatales sanos y orgullosos, exhibiendo la dignidad del trabajo. Este pasaje puede ser interpretado como una crítica al comunismo, por la pérdida de libertades para sus ciudadanos que han implicado históricamente sus regímenes. Esa pintura, y la mención de la productora de cine llamada “Cinematográfica de Estado”, a la que nos referimos más arriba, pueden aludir a que la ciudad del futuro inventada por Burgess está bajo ese régimen, y que el gobierno controla las expresiones artísticas, como en la Unión Soviética. También los habitantes de la ciudad de la novela serían, en alguna medida, “naranjas mecánicas”, ya que trabajan como herramientas del Estado y están privados de algunas libertades. Por otro lado, los adolescentes del edificio han intervenido la pintura con formas obscenas típicas y palabras groseras. Ese acto rebelde es una manera de negarse a convertirse en “naranjas mecánicas” y perder su libre albedrío.

Capítulo 4

Resumen

Alex se despierta a la mañana siguiente cansado y sin ganas de ir a la escuela. Sus padres se van a trabajar, como lo exige el gobierno. Su madre le deja el desayuno en el horno. Él sueña que Georgie está al mando de un ejército y que el Lerdo lo persigue golpeándolo con un látigo. Se despierta para abrir la puerta de P. R. Deltoid, su "Asesor Postcorrectivo". Deltoid le advierte que su nombre está relacionado con la pelea con la pandilla de Billyboy acontecida la noche anterior, y que la próxima vez que se meta en problemas lo enviarán a la cárcel. Alex lo aplaca pero, en privado, justifica sus acciones, por malas que sean.

Luego, Alex lee un típico artículo periodístico sobre la “juventud moderna” que habla de “la falta de disciplina de los padres y la escasez de maestros auténticos” (29). Artículos de este tipo se publican todos los días, y el que más le ha gustado a Alex es uno que condenaba a los adultos por crear un mundo violento. Enciende la radio y escucha música clásica, y recuerda haber leído otro artículo que argumentaba que una apreciación de las artes domesticaría a los jóvenes; Alex, sin embargo, sabe que la música clásica siempre lo incita a la violencia.

Alex toma el autobús a su tienda de discos favorita, donde dos niñas se pasean entre discos de pop. Alex calcula que las chicas no tienen más de diez años. El empleado le vende a Alex la Novena sinfonía de Beethoven, que él estaba esperando. Alex invita a las dos chicas, Marty y Sonietta, a ir a su casa a escuchar música. Después de invitarlas a almorzar, las lleva al departamento donde vive. En su habitación escuchan los discos pop que ellas compraron mientras beben whisky escocés con drogas. Luego viola a las niñas mientras escucha Beethoven. Al principio, las chicas están borrachas y no entienden lo que sucede, pero luego se enojan con Alex y se van, lastimadas y enfadadas. Alex se duerme.

Análisis

Alex afirma su creencia en el pecado original, la idea bíblica de que el mal es natural en el hombre y no producto del enterno: “la maldad es cosa del yo, del tú o el mí en el odinoco de cada uno, y así es desde el principio para orgullo y radosto del viejo Bogo.” (28). Su afirmación tiene puntos de coincidencia con el artículo que condena a los adultos, que dice que: “EL DIABLO ANDABA SUELTO, y comenzaba a insinuarse en la carne joven e inocente” (29).

Si bien la idea del mal que acá se presenta implica una cierta falta de libre albedrío, dado que Dios o el diablo han sembrado las semillas del pecado y el individuo no lo ha elegido, tiene un grado mayor de libre albedrío que la creencia de que el entorno ha determinado el comportamiento de cada uno, como cree Deltoid. Esta última idea también es la que sostienen habitualmente otros artículos periodísticos como el que lee Alex, que culpa a los padres y a los maestros de la falta de disciplina en los jóvenes: “decía las cosas habituales, acerca de la falta de disciplina de los padres, y de la escasez de maestros auténticos y joroschós que zurraran sin piedad los inocentes traseritos y obligaran a gritar bujujujú clamando compasión” (29).

En cambio, Alex afirma que hace el mal porque quiere: “lo que hago lo hago porque me gusta” (28). Él es completamente responsable de sus acciones. También afirma que la historia moderna es la historia “de los bravos y malencos yoes peleando contra esas enormes maquinarias” (28) de la sociedad represiva. Esto reafirma el argumento de él, y también de Burgess, de que el libre albedrío es a toda costa necesario.

Aún así, hay una lógica defectuosa en el razonamiento de Alex. El mal comportamiento viola lo que el filósofo John Stuart Mill llamó el “principio del daño” en su obra Sobre la libertad. En él, Mill argumenta que cualquier acción es permisible siempre que no cause daño a otros. Alex dice que no interferiría con las acciones de aquellos que hacen el bien y espera lo mismo a cambio: “Si los liudos son buenos es porque les gusta, y ni se me ocurriría interferir en sus placeres, así que lo mismo deberían hacer en el otro negocio” (28). La diferencia, por supuesto, es que el mal comportamiento perjudica a los demás, mientras que el buen comportamiento los beneficia.

Luego, para satirizar el contenido de los artículos periodísticos, Alex menciona uno en el que se habla de las artes como medio de “civilizar” al hombre:

“Pero no pude menos que smecar, recordando lo que había videado cierta vez en uno de esos artículos sobre la Juventud Moderna, sobre cómo ella estaría mucho mejor si pudiese fomentarse Una Viva Apreciación de las Artes. Se decía que la Gran Música y la Gran Poesía tranquilizarían a la Juventud Moderna y conseguirían Civilizarla. Civilización de mis yarboclos sifilíticos. La música siempre me excitaba, oh hermanos míos, haciéndome sentir como si fuera el propio y viejo Bogo en persona, listo para descargar rayos y centellas y tener a los vecos y las ptitsas crichando en mi ja ja ja poder.” (29).

Él se ríe de lo que dice el artículo y de que las grandes Artes, puestas con mayúscula (“Gran Música”, “Gran Poesía”), puedan mejorar a los hombres. Como ya dijimos, la belleza estética no está relacionada con la ética desde la perspectiva de Alex. Por ejemplo, cuando él escucha las bellas sinfonías clásicas, eso no lo conduce a un crecimiento personal -ni siquiera le trae pensamientos éticamente aceptables- sino todo lo contrario: le inspira violencia. Y es que, como se ve, los efectos de la apreciación de las artes pueden ser totalmente adversos. A continuación, para demostrarlo con toda la evidencia, y de manera irónica, viola a las dos niñas que conoce en la tienda de discos mientras escucha, eufórico, la Novena sinfonía de Beethoven.