La Celestina

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El amor

El amor es un tema central en La Celestina. Se presenta bajo la forma del "amor cortés", tópico característico de la literatura de la Baja Edad Media en distintas regiones y lenguas de Europa. Se trata de historias de amor entre un caballero y una doncella, ambos jóvenes, ricos y elegantes. La ficción sentimental propone reglas de cortesía para regular esos enamoramientos. Así, aunque la pasión de los amantes sea muy intensa, deben mantener su vínculo en secreto. Las reglas de la época indican que las jóvenes deben mantenerse vírgenes antes del matrimonio. Las doncellas de la literatura sentimental, entonces, deben rechazar propuestas atrevidas o encuentros físicos. Además, los enamorados suelen elaborar largos parlamentos en los que narran sus sentimientos, sufrimientos y deseos.

La Celestina es una gran parodia de esa forma literaria del amor; se escribe para burlarse de esas reglas y comportamientos. Para los universitarios de la época, como Fernando de Rojas, es claro que el amor cortés es un invento de los libros, un género literario, un código inventado para contar historias. Es por ello que lo ridiculiza y lo contrasta con formas más realistas del amor. Para lograr la parodia retoma algunos de los aspectos centrales de la novela sentimental, como la visión trágica del amor, pero los presenta de modo exagerado o ridículo. Los recursos principales de esta burla son el lenguaje grosero (Celestina y Sempronio brindan buenos ejemplos); la mención explícita de la prostitución y otras cuestiones sexuales; los sentimientos exagerados, caprichosos y egoístas de Calisto, y su muerte absurda al caer de una escalera.

La historia de amor entre Calisto y Melibea es paródica justamente porque toma algunos elementos del amor cortés, pero se desvía en otros. Así, Melibea al principio parece la doncella ideal, de belleza perfecta y casta. Sin embargo, en el transcurso de las escenas y gracias al trabajo de Celestina, abandona esa postura, comienza a sentir pasiones muy fuertes y pierde su virginidad. Por su parte, Calisto es un caballero patético, un seductor torpe, desmesurado, impulsivo; su torpeza es tal que termina muriendo.

Es importante señalar que, a pesar del tono paródico, todos los personajes tienen la certeza de que el amor es una entidad muy poderosa. Celestina asegura que el amor "todas las cosas vence" (Auto I, p. 81), por ejemplo, e incluso Pleberio reconoce que su hija ha muerto por culpa del amor.

La lujuria

La lujuria y el deseo sexual son temas explícitos en esta tragicomedia y ese es uno de sus aspectos novedosos. Se trata de impulsos humanos que los personajes no niegan (por el contrario, los ponen muy de manifiesto), pero la obra comunica que deben ser regulados. De lo contrario, son peligrosos, fatales. De hecho, el autor se encarga de avisar que las cuestiones sexuales y vulgares están en la obra para mostrar ejemplos de buena conducta, opuestos a los de Calisto y Melibea, y acordes a los valores cristianos. Esta advertencia es necesaria para evitar confusiones y lecturas de la obra como si fuera obscena. Es decir que el autor usa la lujuria para darle fuerza a la función didáctica de La Celestina.

Calisto es el personaje que más condensa estos impulsos lujuriosos y parece no tener ningún interés en regularlos. Desde la primera escena se pierde en el enamoramiento exagerado que siente por Melibea y esto lo lleva a comportarse de modo desajustado, irrespetuoso e incluso violento tanto con la chica como con sus criados. Como se ha mencionado, es un mal seductor, un mal caballero. Su lujuria egoísta, narcisista e ilimitada permite parodiar la imagen de los varones enamorados del amor cortés. Aunque en ciertas ocasiones intenta hablar como un caballero, no tiene éxito. La intensidad de su pasión es tal que no puede ser elegante, sofisticado, elevado. Por el contrario, resulta burdo, torpe y se muestra impulsivo, desesperado. Así, le habla a Melibea de manera demasiado directa al comienzo y hacia el final avanza en su contacto físico aunque ella le dice que no quiere perder la virginidad. La sumatoria de todas estas actitudes decanta en la muerte ridícula que sufre Calisto, poco después de haber tenido relaciones sexuales con Melibea.

La doncella, por su parte, tiene un poco más de conciencia y pretende regular su lujuria. De todos modos, es importante destacar que gracias al trabajo de Celestina, la propia Melibea reconoce que "arde en amores", que no ha resistido la fuerza del amor-pasión. En ese punto, la manifestación del amor es extremadamente corporal, sexual. La joven, preocupada, recurre a la alcahueta y esta, siempre lujuriosa, sugiere un encuentro sexual entre ambos enamorados como cura para sus sufrimientos. Aunque Celestina lo presente como un remedio, la obra demuestra que darle curso a los impulsos de la lujuria lleva a los protagonistas a la muerte. La falta de regulación e incluso el estímulo que Celestina genera de estos impulsos sexuales es el gran desencadenante de la tragedia.

Las clases sociales

La Celestina ofrece retratos de personajes populares de la Baja Edad Media española. La diferencia entre dos clases sociales es un tema central en la obra. Todos los personajes viven en el mismo espacio, una incipiente ciudad castellana. Sin embargo, unos pocos (Calisto, Melibea y su familia) tienen una buena posición económica, grandes casas y riquezas, mientras que todos los demás pertenecen a un sector trabajador, que debe esforzarse para cubrir sus necesidades básicas. Esa diferencia entre ricos y pobres es el origen de todo el conflicto: Sempronio y Celestina, personajes pobres, buscan obtener beneficios económicos aprovechando el enamoramiento de Calisto, un hombre rico.

La representación de los personajes ricos es amplia. Por un lado, Calisto es egoísta, caprichoso y autoritario. Estas características sirven para parodiar la figura del caballero ideal. La ridiculización es tan explícita que incluso sus criados se ríen de él, y lo consideran loco o tonto. Por el otro, Pleberio representa la figura de un hombre mayor y burgués, moderado, respetuoso y amable. Sin embargo, el padre de Melibea tampoco tiene honor, ya que su hija pierde la virginidad y se suicida sin que él pueda impedir las desgracias; es un personaje impotente. En la clave paródica de la obra, los personajes ricos no son idealizados, sino todo lo contrario.

Los personajes de los sectores más bajos tampoco están idealizados: algunos son groseros, otros son débiles y otros, traidores. Entre las figuras pobres se presentan muchas variaciones. Sempronio y Pármeno son los ejemplos típicos de los criados masculinos, deben servir a Calisto, atender todas sus necesidades materiales y emocionales. El primero es codicioso y falso, solo busca ventajas económicas. El segundo es leal y siente cariño genuino por su amo. Las prostitutas, Elicia y Areúsa, son jóvenes que no pueden cumplir con los mandatos impuestos a las doncellas porque son pobres y necesitan trabajar para obtener dinero. Ellas mismas se consideran más libres que las sirvientas, como Lucrecia, que es totalmente dócil y sometida a los deseos de Melibea.

Celestina, por su parte, es un personaje muy rico y complejo. Pertenece a los sectores pobres, sus ropas están viejas y arruinadas. Ha sido prostituta y tiene muchos oficios poco nobles. Sin embargo, es dueña de su propia casa y tiene poder sobre casi todos los demás: organiza el trabajo de las jóvenes prostitutas, manipula a los criados y engaña a los ricos para obtener ganancias.

La diversidad y amplitud de retratos que ofrece La Celestina permite pensar que tiene características realistas. Esto se debe a que construye personajes populares que encarnan los conflictos sociales y económicos de la época. Un ejemplo claro de ello es el planteo que Celestina le hace a Pármeno: a un criado no le conviene defender los intereses de su amo, sino preocuparse por su propio bienestar junto a amigos de su misma clase social.

Verdad vs. mentira

Los conflictos entre la verdad y la mentira, el ser y el parecer, la realidad y los sueños, son fundamentales en esta obra. Tal como anuncia el autor en los textos preliminares, el objetivo de la tragicomedia es mostrar los engaños que pueden tramar los sirvientes falsos y las alcahuetas para evitar que los jóvenes enamorados caigan en la trampa. En otras palabras, la función didáctica de la obra es mostrar las formas en que se presenta la mentira y los peligros que esta implica.

La mentira se encuentra en muchísimos elementos: en los engaños de Sempronio y Celestina, en sus manipulaciones, en las lisonjas falsas que hace la alcahueta para persuadir a los demás y en los secretos que prácticamente todos los personajes van guardando para protegerse. Melibea, por ejemplo, es honesta y pura al comienzo, pero oculta sus conversaciones con Celestina y más tarde mantiene en secreto su relación con Calisto porque sus padres no la aprobarían. Pleberio y Alisa la consideran pura y virgen hasta el último momento, lo cual es mentira. Por su parte, Calisto tiende a confundir la realidad con sus sueños y se comporta como un loco. Todos estos engaños, confusiones, falsedades y secretos tienen valores muy negativos en la obra y llevan al final trágico: la muerte de los protagonistas.

La verdad, por el contrario, tiene valores positivos. Por ejemplo, al comienzo, cuando Pármeno intenta ayudar a Calisto para que no confíe en Celestina, se comporta como un buen criado, porque intenta mostrarle la verdad. Por otra parte, el suicidio de Melibea contribuye con el final trágico, pero al mismo tiempo revela la verdad, y así le devuelve dignidad al personaje. Esto se debe a que la chica le cuenta todo lo ocurrido a su padre antes de tirarse de la torre. Esa confesión la coloca de nuevo en el lado de la verdad.

En su lamento final, Pleberio reflexiona sobre el "mundo falso" que engaña con pequeños placeres y hace que los humanos cometan errores tremendos. De ese modo, enuncia la importancia del conflicto entre ser y parecer para la naturaleza humana. También cree que la justicia es muy difícil de encontrar porque el mundo es engañoso. Así, desde el comienzo hasta el final, la obra resalta el tema de la tensión entre la verdad y la mentira.

Juventud vs. vejez

Los contrastes entre la juventud y la vejez son otro tema importante y constante en La Celestina. La juventud está conectada con la liviandad, la inocencia y el espíritu aventurero; la vejez, con la sabiduría y la experiencia. Sin embargo, ambas etapas de la vida también tienen sus riesgos. De modo general, Celestina engloba todas las características de la vejez, mientras que los elementos de la juventud se observan en diferentes personajes que contrastan con ella.

En primer lugar, desde las perspectivas de Calisto y Melibea, la vejez de Celestina indica una virtud. Es decir que la toman como señal de sabiduría, bondad y sensatez. Tanto es así que el joven le confía la seducción de su enamorada y le paga grandes fortunas, mientras que la muchacha recurre a la anciana para aliviar los dolores provocados por su intensa pasión.

La propia anciana aprovecha esos valores adjudicados a la vejez (experiencia, buen criterio, sensatez) para mostrarse confiable ante otros personajes. Dice que "la prudencia no puede ser sino en los viejos" (p. 86), y que "el buen consejo mora en los viejos" (p. 152). Y al elaborar estas afirmaciones propone los valores de la juventud como contraste. Entonces, incita a Pármeno, que es muy joven, a acostarse con Areúsa porque debería ser aventurero, atreverse más, entregarse a los placeres de la vida.

En segundo lugar, particularmente en las mujeres, la juventud se relaciona con la belleza y la sensualidad y la vejez, con la fealdad. En ese sentido, Celestina se diferencia y hasta compite con las figuras femeninas jóvenes. La anciana se compara tanto con Melibea, que tiene una belleza pura y elegante, como con Areúsa y Elicia, más sensuales y lujuriosas. Así, asegura que ha sido hermosa de joven, como ellas, pero ahora su descripción es absolutamente contraria: es barbuda, tiene canas, la piel áspera, es gorda y sus vestimentas están estropeadas.

Finalmente, otro modo en que Celestina usa su propia condición de vieja es la victimización. Según su conveniencia, se muestra débil, dice que le falla la memoria, que tiene enfermedades y dolores. Sempronio no cree en esta descripción de la anciana y se mantiene alerta porque ella puede traicionarlo. Él sabe que Celestina es, sobre todas las cosas, muy inteligente. De hecho, cuando discuten por la división del pago, el criado afirma: "No es esta la primera vez que yo he dicho cuánto en los viejos reina este vicio de codicia" (Auto XII, p. 231). Celestina se hace la distraída, finge fragilidad y despiste, y por eso la matan.

La naturaleza de las mujeres

La naturaleza de las mujeres es otro tema central de la obra. Desde el comienzo, encontramos en los parlamentos de casi todos los personajes afirmaciones sobre los modos de ser de las mujeres y comparaciones entre el carácter masculino y el femenino. De modo general, la esencia de las mujeres se percibe en términos negativos.

Según el crítico Beltrán Llavador, tanto quienes colaboran con los amores de los protagonistas como aquellos que se oponen tienen una misma concepción de la mujer. La obra parece decir que hagan lo que hagan, las mujeres engañan, mienten, guardan secretos y son falsas. Celestina, la figura protagónica, trabaja de engañar a los demás de diversas maneras. Melibea es honesta al comienzo, pero cae en la trampa de la alcahueta y también miente. Areúsa y Elicia, buenas discípulas de la vieja, aprenden de ella y usan sus estrategias para manipular y engañar a los hombres. Alisa es falsa con Celestina y Lucrecia mantiene todos los secretos de Melibea aunque sepa que eso la llevará a la tragedia. En suma, todas las figuras femeninas mienten de algún modo. A través de ellas, Fernando de Rojas muestra que la retórica se puede usar para engañar, ocultar y seducir. En palabras del crítico citado, "El hombre tiene el poder, pero la mujer tiene la palabra" (Beltrán Llavador, 2).

Varias de las figuras femeninas hablan sobre su propia naturaleza en la obra. Celestina afirma que, a diferencia de los hombres, las mujeres aman mucho u odian completamente a sus pretendientes (Auto III, p. 105). Areúsa enumera los temas de conversación típicos entre amigas: las comidas, los enamorados, los embarazos, las vecinas (Auto IX, 190-191). Y Melibea se lamenta porque las muchachas no pueden expresar sus pasiones con tanta libertad como los varones (Auto X, p. 197).

Por su parte, los personajes masculinos se encargan de describir las características de las mujeres para señalar que son engañosas, que no se puede confiar en ellas. Por ejemplo, al comienzo de la tragicomedia, cuando Calisto le habla a Sempronio de su amor, este se preocupa y le señala "la imperfección de la flaca mujer" (Auto I, p. 60). Varios coinciden en señalarlas como chismosas, habladoras, creadoras de rumores. A su vez, las consideran poco inteligentes y desconectadas de la realidad y el sentido común.

Es interesante observar el doble planteo del padre de Melibea al respecto. Pleberio es un personaje moderado dentro de esta obra y aporta dos comentarios singulares sobre las mujeres. En cierto punto, cree que la muchacha tiene derecho a elegir con quién casarse, o al menos a opinar. Esto destaca en la obra, ya que le concede a la hija un importante poder de decisión. Sin embargo, tras el suicidio de la chica, termina considerando a las mujeres como seres irracionales, al igual que los otros personajes. Esto se debe a que afirma que las mujeres pierden el sentido o se vuelven locas cuando sienten una gran tristeza.

La justicia

Considerando que su autor es un estudiante universitario de Derecho, no es sorprendente que las reflexiones sobre la justicia constituyan un tópico fundamental de La Celestina. Todo el argumento permite preguntarse qué es justo y qué es injusto. Del mismo modo, los conflictos despiertan la cuestión de qué penas y castigos corresponde aplicar a aquellos personajes que cometen delitos, engañan o quiebran la ley. A su vez, hay ideas sobre la justicia en los parlamentos de tres personajes: Calisto, Pleberio y la propia alcahueta.

En primer lugar, es posible pensar que toda la obra es un ejemplo de la naturaleza humana como contienda, discusión o conflicto de intereses. Desde el prólogo, se afirma que todas las cosas son creadas con la lógica de la guerra, de las fuerzas contradictorias. Por ejemplo, en el transcurso de las estaciones del año, el calor del verano pelea contra el frío del invierno. Los seres humanos comparten la misma lógica y por eso hay diferentes opiniones. Así, se producen los litigios y las discusiones que pueden resolverse aplicando la justicia. En la obra, todos los diálogos aparecen como debates sobre qué corresponde hacer, cuáles son los comportamientos válidos y cuál es la división justa de la riqueza, el poder, la belleza. Al igual que en los juicios, parecen sacar ventaja quienes mejor manejan la retórica y las argumentaciones.

Celestina es el personaje que mejor usa las palabras para defender sus intereses. Entre varias ideas sobre la justicia, destaca el consejo que comparte con Pármeno: no conviene ser fiel a los señores, porque estos son traicioneros. La anciana le anticipa que Calisto será injusto, no honrará su fidelidad y solo se aprovechará de sus sirvientes para explotarlos. Desde esta perspectiva, la justicia se relaciona con la cuestión de las clases sociales: no es justo que los pobres defiendan los intereses de los ricos. Si bien Celestina está manipulando a Pármeno para que contribuya con su negocio, esta parte de su discurso parece genuina, parece un consejo sincero.

Contrariamente, Calisto es torpe en el uso de la palabra y siempre deja ver sus intereses egoístas. Cuando se entera de que Pármeno y Sempronio han muerto, se lamenta profundamente por los criados, pero sobre todo se preocupa por sí mismo. Entonces emite un largo parlamento en el que reflexiona sobre el paso del tiempo y su propio destino, al que considera un "cruel juez". Piensa que los delitos privados son menos importantes que los públicos "según las leyes de Atenas" (Auto XIV, p. 247), y que degollar a sus criados ha sido demasiado. Pero rápidamente recuerda que la ley debe ser igual para todos. Si ellos asesinaron a Celestina, les corresponde la pena.

Por su parte, Pleberio se muestra siempre respetuoso de las leyes. Por ejemplo, cuando piensa que es buen momento para que Melibea se case, cree que la muchacha tiene derecho a elegir con quién, "Pues en esto las leyes dan libertad a los hombres y mujeres, aunque estén so el paterno poder, para elegir" (Auto XVI, p. 263). Por ese motivo, tras el suicido de la chica, sumido en un profundo sufrimiento, muestra su decepción y afirma: "Inicua es la ley, que a todos igual no es" (Auto XXI, p. 298). Es decir, le parece injusto sufrir esta tragedia porque la muerte parece un castigo demasiado grande y él siempre ha cumplido las reglas.