La Celestina

La Celestina Símbolos, Alegoría y Motivos

El hilado de Celestina (Símbolo)

El hilado es un objeto central para el proceso de seducción que lleva a cabo Celestina. Se trata de un símbolo del engaño que fabrica la alcahueta. Desde el momento en que planea la trampa junto a Sempronio asegura que usará un hilado como excusa para entrar a la casa de Pleberio y comenzar el trabajo. Luego, durante su "Conjuro a Plutón" unta el hilado con un aceite que parece tener propiedades mágicas y le pide al dios de los infiernos que la ayude para que "Melibea, con aparejada oportunidad que haya, lo compre y con ello quede enredada" (Auto III, p. 108). Comprar el hilado es quedar atrapada en el engaño de la alcahueta.

Como se ha mencionado, Celestina tiene muchos oficios. Entre ellos, está el de costurera, es decir que tanto los engaños como los hilados y tejidos son familiares para ella. De alguna manera, ambos rubros se conectan entre sí, como si funcionaran del mismo modo. De hecho, a lo largo de toda la tragicomedia hay referencias a "urdir", "tejer" o "tramar" engaños. Se utilizan palabras del campo semántico de la costura para hablar de las mentiras de la anciana. Por ejemplo, cuando Sempronio y Pármeno le reclaman su parte del dinero y ella se niega a dividirlo, les asegura muy confiada: "os he de tener toda vuestra vida atados y cativos con Elicia y Areúsa" (Auto XII, p. 232). En otras palabras, la propia Celestina piensa su trabajo de manipulación como enredo, como atadura, como amarre: atrapa a los demás personajes en su trama, en su hilado.

El cordón de Melibea (Símbolo)

El cordón de Melibea tiene una participación destacada en el proceso de seducción que lleva a cabo Celestina. Se trata de un cordón que ha estado en contacto con lugares y objetos sagrados de Roma y Jerusalén, es decir, ciudades santas para la religión cristiana. Celestina se lo pide a la doncella como signo de que está dispuesta a calmar el dolor de Calisto, y lo usa como evidencia de que su trabajo está saliendo bien.

También se lo llama "ceñidero" porque la muchacha lo usa para ceñir su cintura, como cinturón. El joven se alegra muchísimo al saber que Melibea lo ofrece en el intento de aliviar el dolor que siente por amarla con tantísima intensidad. Calisto cree que el cordón es santo, pero no por su contacto con las reliquias cristianas, sino por su contacto con el cuerpo de Melibea. Se refiere a él como "aquel santo cordón, que tales miembros fue digno de ceñir" (Auto VI, p. 144). Para el joven enamorado, las propiedades sagradas del objeto provienen de la doncella. Este es otro ejemplo del desvío de Calisto respecto del cristianismo: el amor-pasión hace que considere que Melibea es Dios.

Otro ejemplo claro de que el cordón funciona como símbolo del cuerpo y el amor de Melibea se encuentra en las palabras que la muchacha pronuncia al confesar que arde en amores por Calisto. En esa oportunidad le dice a la anciana: "En mi cordón le llevaste envuelta la posesión de mi libertad" (Auto X, p. 204).

La muerte igualadora (Motivo)

El motivo de la muerte igualadora es un tópico central de la literatura medieval y se relaciona directamente con el tema de las clases sociales. Esto se debe a que permite afirmar que tanto los ricos como los pobres, sin importar sus condiciones ni modos de vida, terminarán falleciendo. Si bien las desigualdades entre los distintos sectores resultan insalvables en la vida terrenal (sobre todo en la Edad Media, que tiene una estructura social muy fija), la muerte trae una suerte de justicia imparcial, ya que les llega a todos por igual. En La Tragicomedia de Calisto y Melibea, mueren tanto Sempronio, Pármeno y Celestina, personajes populares, sin dinero y desafortunados en vida, como Calisto y Melibea, jóvenes que pertenecen a familias adineradas y de alto linaje. Todos pagan con sus vidas las traiciones, los engaños y los delitos que han cometido.

La obra manifiesta explícitamente la presencia de este motivo en palabras de Elicia. La joven prostituta cree que es bueno disfrutar de los placeres cotidianos y afirma "También se muere el que mucho allega como el que pobremente vive, y el doctor como el pastor y el papa como el sacristán y el señor como el siervo y el de alto linaje como el bajo, y tú con tu oficio como yo sin ninguno" (Auto VII, p. 170).

La mujer angelical (Motivo)

La Celestina combina rasgos de la literatura medieval con aspectos de la creación renacentista. El motivo de la mujer angelical es característico de esa combinación. La amada del protagonista se describe como la mujer perfecta; tiene una belleza ideal, absoluta. Tanto es así que es como un ángel, como una mediadora entre la tierra y Dios. Es posible identificar muchos pasajes que comparan a Melibea con un ángel o hablan de su hermosura angelical, tanto en palabras sinceras de Calisto como en lisonjas de Celestina. Esas comparaciones se completan con las referencias a su blancura, su liviandad y su brillo. Además, para el enamorado, la belleza de Melibea es de carácter divino.

El amor como enfermedad (Alegoría)

La literatura medieval usa muchas alegorías para explorar una visión trágica del amor. En La Celestina se lo presenta como enfermedad a través de una serie extensa de metáforas que lo vinculan a dolores, malestares y diversos síntomas. Esta enfermedad ataca a Calisto desde el inicio de la obra y se "contagia" a Melibea cuando el trabajo de seducción empieza a surtir efecto. Se trata de dolencias del cuerpo y también de la mente (bajo la forma de la locura, la "pérdida de seso").

Calisto sufre la enfermedad del amor en ese plano más mental, más relacionado con su cabeza. Desde las primeras escenas, Sempronio y Pármeno lo tratan de loco; lo ven atontado y confundido y creen que ha perdido la razón. Esto se combina con otros síntomas: cambia de humor repentinamente, duerme a cualquier hora, no registra bien el paso del tiempo y tiene problemas de memoria. A su vez, Celestina lo presenta como enfermo para generar una primera empatía de la muchacha cuando conversan sobre él por primera vez; dice que tiene dolor de muelas.

Por su parte, Melibea experimenta una forma más corporal del amor como enfermedad. A diferencia de Calisto, además, se percibe a sí misma como enferma. Siente un dolor en el corazón que se manifiesta en su pecho y lo describe como serpientes comiéndola por dentro. Desde allí se extiende por todo su cuerpo: es un dolor absoluto. Y al igual que su enamorado, siente que ha perdido el seso: no quiere comer, dormir ni reír. El dolor es tal que está dispuesta a cualquier cosa con tal de calmarlo.

Celestina aprovecha esta presentación del amor como enfermedad en ambos enamorados para recomendar el contacto, las relaciones sexuales, como remedio. De ese modo, la alegoría del amor como enfermedad es aprovechada por la alcahueta para profundizar su manipulación y llevar a cabo su engaño.