La Celestina

Proceso de composición e historia editorial

La Celestina es una obra que ha conocido varios estados redaccionales. Aunque no pocos estudiosos proponen una cronología diferente,[1]​ se suele considerar que los hitos en la composición de La Celestina son los siguientes:

Los «papeles del viejo autor»

Tanto en el texto preliminar «El autor a un su amigo» como en el poema acróstico que preceden al texto de La Celestina propiamente dicho en las ediciones impresas se afirma que el autor encontró un esbozo de la obra, que adoptó sin cambios y que constituye el primer acto de su propio texto:

[...] las cuales hallé esculpidas en estos papeles, no fabricadas en las grandes herrerías de Milán, mas en los claros ingenios de doctos varones castellanos formadas. [...] Y por que conozcáis dónde comienzan mis mal doladas razones acordé que todo lo del antiguo autor fuese sindivisión en un acto o cena incluso, hasta el segundo acto, donde dice: «Hermanos míos», etc. La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011. Pp. 6-8

Aunque se ha discutido sobre la veracidad de esta afirmación,[2]​ existe cierto consenso al respecto y estudios que apoyan la independencia del primer acto de La Celestina, particularmente desde el punto de vista de las fuentes.[3]​ Sobre su origen o autoría no existe unanimidad ninguna, si bien los autores a los que con mayor recurrencia se les ha atribuido este primer acto han sido Rodrigo Cota[4]​ y Juan de Mena, a raíz de su mención en el acróstico de las ediciones de la Tragicomedia:

Si fin diera en esta su propia escritura / Cota o Mena con su gran saber La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011. Pág. 12, vv. 63-64

El «manuscrito de Palacio»

Manuscrito de Palacio (fol. 93v)

Testimonio manuscrito de la Comedia, su redacción parece ser anterior a la de la versión impresa. Se conserva en el ms. 1520 de la Biblioteca de Palacio (Madrid) y apenas abarca el título, el argumento general de la obra y parte del primer acto. Sin embargo, parece demostrado que se trata de una primera redacción de la Comedia y no de los «papeles del antiguo autor», en función sobre todo de que en el argumento general se alude ya al final trágico de los protagonistas, que el manuscrito encontrado no habría conocido.[5]​ El texto conservado difiere notablemente del de la Comedia impresa, por lo que se sabe que el autor alteró su modelo y no se limitó a construir con él el primer auto de La Celestina.

Comedia de Calisto y Melibea

Comedia de Calisto y Melibea. Fadrique de Basilea, Burgos, 1499 (pero 1500-1502).

Primera versión impresa del texto. Se caracteriza por tener dieciséis actos y un número y distribución de los textos preliminares («El autor a un su amigo», octavas acrósticas, incipit y argumento general) y posliminares (Octavas Proaza) diferente del de la Tragicomedia. Solo se le conocen tres ediciones, de las cuales se conservan ejemplares únicos en la Hispanic Society (Fadrique de Basilea, Burgos, 1499 pero, en realidad, 1500-1502), la Biblioteca Bodmeriana (Pedro Hagenbach, Toledo, 1500) y en la Biblioteca Nacional de Francia (Estanislao Polono, Sevilla, 1501).

Desde que las manipulaciones a las que había sido sometido el ejemplar único de la Hispanic Society of America salieron a la luz, la credibilidad de la edición de Fadrique de Basilea, Burgos, 1499 como editio princeps e incluso como edición más antigua ha quedado en entredicho y, en la actualidad, son pocos los que la siguen defendiendo.[6]​ Estas manipulaciones pasan por la modificación de la signatura de la primera página conservada para ocultar la pérdida de, al menos, una hoja anterior y hacerla parecer la portada original del libro, y la reproducción fotoestática moderna de una marca del impresor con fecha de 1499 en la última hoja del ejemplar conservado, no se sabe si para recuperar una hoja original desprendida o con la intención de fechar el ejemplar y, tal vez, de hacerlo parecer más antiguo y/o de ocultar la pérdida de la última hoja. En los últimos años se ha puesto en duda que dicha marca sea una reproducción pero, incluso en el caso de que fuera legítima, Fadrique de Basilea la utilizó sin cambiar el año de 1499 hasta 1502, por lo que no sirve para fechar exactamente esta edición.[7]​ Por otra parte, estudiosos del libro antiguo han argumentado que en las hojas que faltan en el ejemplar conservado de la edición de Burgos podrían haber estado impresos los mismos textos preliminares y posliminares que en las ediciones de Toledo y Sevilla, por lo que su estructura textual no sería diferente, como se ha defendido en muchas ocasiones para apoyar su precedencia cronológica. Asimismo, el hecho de que se trate de una edición ilustrada apunta a que se trata de una edición realizada cuando el texto ya era una apuesta segura para los impresores y la inversión en grabados no resultaba arriesgada, es decir, cuando su éxito editorial ya estaba asegurado, lo que entraría en conflicto con que fuera la editio princeps, en tanto hacía falta que los potenciales compradores conocieran ya el texto para motivar la publicación de una versión con estampas. Finalmente, la pura métrica del colofón en verso invita a fechar esta edición más bien entre 1500 y, como tarde, 1502.[8]​

Ninguna de las otras dos ediciones, sin ilustrar, parece ser tampoco la editio princeps. Desde el punto de vista ecdótico, ambas provienen de un mismo arquetipo, por lo que tuvo que existir, al menos, una edición anterior.[9]​ En favor de esta posibilidad se ha alegado también que la portada de la edición de Estanislao Polono, Sevilla, 1501 señala como novedad la adición de los argumentos antes de cada acto, lo que sabemos ser una innovación de los impresores a partir del «Prólogo en prosa» a la Tragicomedia, por lo que probablemente hubiera una edición de la Comedia sin argumentos previos, tal como sugiere el prólogo en prosa a la Tragicomedia y apoya el hecho de que exista una edición de la Tragicomedia, Jorge Coci, Zaragoza, 1507, sin tales argumentos:

Que aun los impresores han dado sus punturas, poniendo rúbricas o sumarios al principio de cada acto, narrando en breve lo que dentro contenía; una cosa bien escusada según lo que los antiguos escritores usaron. La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011. Pág. 20

En consecuencia, se ignora la fecha exacta de la primera edición de la Comedia, si bien resulta evidente que no pudo ser posterior a 1500 y, probablemente, sea muy cercana a esta fecha.

Tragicomedia de Calisto y Melibea

Tragicomedia de Calisto y Melibea. Jorge Coci, Zaragoza, 1507.

Segunda versión impresa del texto. Se caracteriza por tener veintiún actos, sumar a los textos preliminares «El autor a un su amigo» y las octavas acrósticas el llamado «Prólogo en prosa», y las octavas «Concluye el autor» al posliminar de las octavas de Proaza. Respecto a la versión de la Comedia, los textos preliminares y posliminares sufren, asimismo, algunas modificaciones de importancia y, además de los cinco actos adicionales insertos entre el acto catorce y diecinueve, el texto también sufre algunas interpolaciones y alteraciones muy evidentes. Su éxito editorial fue enorme, hasta el punto de que se conocen más de cien ediciones en castellano hasta su prohibición en 1792.

La edición más antigua de la Tragicomedia con ejemplares conservados es la de Jorge Coci, Zaragoza, 1507. Sin embargo, necesariamente hubieron de existir varias ediciones anteriores, no ya solo en consonancia con el éxito editorial que había conocido la Comedia, sino porque en 1506 aparecía en Roma una traducción de la Tragicomedia al italiano que, por supuesto, tiene como modelo una edición desconocida del texto en castellano. La fecha que se ofrece como más probable es la de 1502, pues no se conocen ediciones de la Comedia de ese año y es posible que hubiera dejado de imprimirse para dejar paso a la nueva redacción. Asimismo, existe toda una serie de ediciones que, aunque impresas en otras fechas, reproducen un colofón con fecha de 1502 que, tal vez, fuera el de la editio princeps de la Tragicomedia.

La gran interpolación entre los actos catorce y diecinueve es denominada, tradicionalmente, «Auto de Centurio» y, según el «Prólogo en prosa», responde a los deseos de los lectores de que la pareja de amantes protagonistas disfrutara más tiempo de sus amores:

Así que viendo estas conquistas, estos dísonos y varios juicios, miré a donde la mayor parte acostaba y hallé que querían que se alargase en el proceso de su delite destos amantes, sobre lo cual fui muy importunado, de manera que acordé, aunque contra mi voluntad, meter segunda vez la pluma en tan estraña labor y tan ajena de mi facultad, hurtando algunos ratos a mi principal estudio, con otras horas destinadas para recreación, puesto que no han de faltar nuevos detractores a la nueva adición. La Celestina, ed. Francisco J. Lobera et al., Real Academia Española, Madrid, 2011. Pág. 21

Sin embargo, en realidad ofrece un retrato más detallado de la vida prostibularia y rufianesca, haciendo intervenir a las prostitutas, Elicia y Areúsa, y a Centurio, el fanfarrón amante de la última, y al cojo Traso, amigo de este, en la muerte de los protagonistas. Esta versión fue la que popularizó el texto en Europa. La traducción italiana de Alphonso Hordognez fue impresa por primera vez como la Tragicocomedia di Calisto e Melibea por Eucario Silber, Roma, 1506. A partir de esta se realizaron las traducciones al hebreo de Joseph ben Samuel Tsarfati (1507), al alemán de Christof Wirsung (1520) y al francés (ca. 1527). Otras traducciones al francés (Jacques Lavardin, 1578), al neerlandés (1550), al latín (Kaspar von Barth, 1624) y al inglés (James Mabbe, 1631) se hicieron a partir del texto en castellano.

El Auto de Traso

Tragicomedia de Calisto y Melibea. Ramón de Petras, Toledo, 1526.

El impresor Ramón de Petras imprime en Toledo en 1526 una versión de la Tragicomedia con veintidós actos. El nuevo acto añadido recibe el nombre de Auto de Traso y se convierte en el acto diecinueve de la nueva versión. Según el argumento previo a este nuevo acto, se trata de un extracto de una comedia escrita por un tal Sanabria y, por lo tanto, no pertenece al plan general de la obra.

Entre Centurio y Traso, publicos rufianes, se concierta una leuada por satisfazer a Areusa y a Elicia. Ydo Centurio a ver a su amiga Elicia, Traso passa palabras con Tiburcia su amiga; y entreuiniendo Terencia, tia de Tiburcia, mala y sagaz muger, entre ellos trayciones y falsedades de una parte y otra se inuentan, como parece en el processo deste auto. El qual fue sacado de la comedia que ordeno Sanabria. Tragicomedia de Calisto y Melibea, Ramón de Petras, Toledo, 1526. Argumento al acto XIX.

Aun así, existen al menos seis ediciones con el texto en veintidós actos (Juan de Ayala, Toledo, 1538; Medina del Campo, 1530-1540; Juan de Junta, Salamanca, 1543; Adrián de Anvers, Estella, 1557 y 1560, y otra sin indicaciones tipográficas conservada en Leningrado).[10]​

Versión en verso de Juan Sedeño

La Celestina de Juan Sedeño. Pedro de Castro, Salamanca, 1540 (fol. 4v).

Aunque no se trata de un nuevo estado redaccional propiamente dicho, conviene señalar que Pedro de Castro publicaba en Salamanca en 1540 la versión en verso de la Tragicomedia de Juan Sedeño. No es ésta la primera versificación de la Tragicomedia, que conoció adaptaciones teatrales en verso (Égloga de Calisto y Melibea, Pedro de Urrea, 1513) y romances sobre los amores de Calisto y Melibea, pero sí la única que metrifica el texto completo y se esfuerza por ceñirse a la formulación del original. De hecho, resulta ser una edición muy apreciada por los críticos para corregir algunos errores de transmisión del texto los cuales pertenecen a Villanueva , ya que deriva de una edición de La Celestina ubicada en la parte alta del stemma hoy desconocida, pero con muchas buenas lecturas.

La Celestina comentada

De nuevo no se trata de un nuevo estado redaccional propiamente dicho, pero sí de un documento fundamental para la recepción de la Tragicomedia en el siglo XVI. Se trata de un manuscrito de la segunda mitad del siglo XVI, conservado en la Biblioteca Nacional de España con la signatura ms. 17631, en el que un comentarista anónimo analiza la Tragicomedia en detalle, proporcionando información fundamental sobre las fuentes de la obra y sobre la interpretación de la misma en la época.[11]​

Censura inquisitorial de La Celestina

Desde muy temprano los moralistas atacaron a La Celestina como libro que, lejos de lo que indicaba en el sequitur «Compuesta en reprehensión de los locos enamorados que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su dios», antes incitaba y enseñaba a tener amores ilícitos que a rehuirlos. El primero en desaconsejar la lectura de La Celestina fue Juan Luis Vives, quien en su libro Instrucción de la mujer cristiana (1524, primera edición en latín) la igualaba a los libros de caballerías en su capacidad de corromper las costumbres.

Assi que las leyes y los oficiales reales devrian no solo mirar en las causas, y pleytos particulares; mas aun en las costumbres publicas, de donde nascen los pleytos y barajas, y que se mandasse con pregon general, y determinadamente se executassen las penas, que nadie ossase imprimir ni tener tales libros. [...] Lo mismo devrian hazer destos otros libros vanos; como son en España, Amadis, Florisando, Tirante, Tristan de leonis, Celestina madre de maldades. [...] los quales libros todos fueron escriptos por hombres ociosos; y desocupados, y sin letras, llenos de vicios y suziedad; enlos quales yo me maravillo como puede aver cosa que deleyte a nadie si nuestros vicios no nos truxessen tan al retortero; porque cosa de doctrina ni de virtud como la daran los que jamas la vieron de sus ojos. Instruccion de la muger christiana (trad.), Miguel de Eguía, Alcalá de Henares, 1529. Ff. 10v, 11r-11v y 12r

Aunque estas críticas se dieron con regularidad,[12]​ La Celestina no apareció en el Index hasta 1632, y aun entonces únicamente fue sometida a expurgo. Los pasajes censurados no se revisaron en las sucesivas ediciones del Index sino que, finalmente, en 1792 se tomó la decisión de prohibirla.[13]​

La denominación de La Celestina

La Celestina. Cesare Arrivabene, Venecia, 1519.

Aunque la costumbre de denominar a la obra como La Celestina estaba muy extendida en la península ibérica desde los inicios de su tradición editorial, como demuestra gran variedad de documentos de principios del siglo XVI,[14]​ la tradición de utilizar el nombre de la alcahueta en portada se origina en Italia, más concretamente en la edición de la traducción italiana de la Tragicomedia de Cesare Arrivabene, Venecia, 1519, en la cual la palabra «La Celestina» aparece como una especie de titulillo sobre el título propiamente dicho, en una tipografía menor y separado por un gran espacio en blanco de este. Por influencia de la edición veneciana, este titulillo se contagia a las portadas de las ediciones en francés y de la traducción flamenca, que acaban reinterpretándolo como parte constituyente del título o, al menos, de la portada.

En cambio, las ediciones españolas del texto mantienen durante casi un siglo el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea, excepción hecha de la edición de Jacobo Cromberger, Sevilla, 1518-1520, que lleva por título Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, y de la edición de Juan de Villanueva, Alcalá de Henares, 1569, donde se adopta el esquema de la portada de la edición de Arrivabene, incluida la tipografía menor y el aspecto de titulillo independiente de «La Celestina». Solo en 1595 se publicará en Amberes la primera edición del texto en castellano con el nombre de «La Celestina» en la portada donde este parece pertenecer realmente al título.[15]​


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