Historia de dos ciudades

Historia de dos ciudades Resumen y Análisis Libro Segundo, Capítulos 10-14

Resumen

Capítulo 10: Dos promesas

Un año después, Charles Darnay está de vuelta en Inglaterra, trabajando felizmente como profesor de francés. Ha estado enamorado de Lucie desde que la conoció, y por fin le pide permiso a su padre para confesar su amor. A pesar de las dudas del doctor Manette, Darnay lo convence de que sus intenciones son honorables y sinceras y que no quiere interponerse entre Lucie y él; que desea, si es posible, hacer que padre e hija estén más unidos.

El doctor Manette siempre ha manifestado algo de reserva en la acogida de Darnay, reparo que se hace evidente en su expresión de temor, y aunque le da su bendición, algo no está del todo bien. Darnay le confiesa que usa un nombre falso y trata de decirle por qué está en Inglaterra y cuál es su verdadero nombre, pero el doctor lo detiene. Le dice que si Charles se casa con Lucie, deberá contarle estos secretos la mañana de la boda. Cuando Lucie regresa a la casa por la noche, oye a su padre trabajando en zapatos por primera vez desde que regresaron de París y se siente muy angustiada. Pero cuando llama a su puerta, él se detiene.

Capítulo 11: Una conversación entre amigos

El señor Stryver y el señor Carton beben juntos mientras este último prepara los documentos legales del abogado. Luego de afirmar que es más galante que su amigo, Stryver anuncia que tiene la intención de casarse con Lucie Manette. Esto hace que Carton beba su ponche con más rapidez, aunque afirma no tener ninguna objeción. Stryver siente que le haría un bien a Lucie y se maravilla de su propio desinterés económico en su elección. A continuación, le recomienda a Carton que busque una mujer con algo de dinero o propiedades y se case con ella.

Capítulo 12: Un caballero delicado

De camino a la casa de Lucie en Soho para declarar sus intenciones, el señor Stryver pasa por delante del Banco Tellson y decide entrar para pedir la opinión del señor Lorry sobre el asunto. El señor Lorry se muestra sorprendido, pero no gratamente, entonces Stryver le pregunta qué puede haber de malo en su propuesta; después de todo, él es un hombre próspero que ha sabido avanzar en su profesión, y considera que si Lucie, conociendo estas cualidades, lo rechaza, sería una tonta.

A pesar de que se encuentran en el banco y que, por ello, deben actuar correctamente, el señor Lorry se enfada por la forma insultante en que el señor Stryver se refiere a Lucie. Sugiere entonces que, dado que podría ser doloroso tanto para Lucie como para el doctor y el propio Stryver, si este hiciera una solicitud inoportuna, tal vez él debería ir a Soho y tantear el tema. El señor Stryver acepta y regresa a su casa.

Cuando el señor Lorry llega a la casa de Stryver más tarde esa noche, con la confirmación de que una propuesta de matrimonio no sería bienvenida, obtiene una extraña respuesta del pretendiente. Stryver finge haber olvidado el tema y, cuando Lorry se lo recuerda, dice sentirse apenado tanto por el doctor como por Lorry, insinuando que Lucie se ha metido en problemas y que ya no es apta para ser su esposa. Lorry está tan sorprendido que se limita a marcharse.

Capítulo 13: Un caballero sin delicadeza

El señor Carton nunca había hablado bien ni se había mostrado agradable en la casa de los Manette, pero solía rondar su calle por las noches, soñando con Lucie. Un día visita la casa y se encuentra a solas con ella. Carton le dice que su estado deplorable no tiene remedio, pero que el contacto con el ambiente familiar de los Manette le ha dado el deseo de volver a ser un buen hombre. Lucie intenta convencerlo de que eso es una posibilidad, pero Carton declara que solo es un sueño, por muy feliz que sea. Su única intención es ser sincero con Lucie para que ella sea la última persona a quien abrió su corazón. Antes de marcharse, Carton le promete que haría cualquier cosa por ella o por cualquier persona que ella ame.

Capítulo 14: El honrado comerciante

Jerry Cruncher está sentado en su taburete en Fleet Street, ante el Banco Tellson, cuando ve cómo se acerca el cortejo fúnebre de Roger Cly. Una muchedumbre beligerante sigue el coche porque Cly era un espía. Jerry se les une mientras se apoderan de la procesión. Después de enterrar al ataúd, la turba empieza a acusar de espía a quien se cruza por el camino y a saquear los alrededores. Finalmente, Jerry se aleja antes de que llegue la policía.

Jerry se va a su casa y regaña a la señora Cruncher por rezar de nuevo. Dice que va a salir a pescar en medio de la noche, y su hijo lo sigue secretamente para ver qué está haciendo. Observa que su padre ingresa a un cementerio y abre un ataúd. Espantado, el joven Jerry corre a casa con la horrible sensación de que el ataúd lo persigue. A la mañana siguiente, el joven Jerry le pregunta a su padre qué es un desenterrador, y le dice que le gustaría ser uno cuando sea grande. Esto complace a su padre.

Análisis

En el capítulo 10, la preocupación que muestra el doctor Manette mientras habla con Darnay se manifiesta luego en su retorno al trabajo de zapatero. Algo que ha dicho Darnay lo ha dejado seriamente perturbado y lo hizo regresar a su tiempo en prisión. Entre los tres posibles pretendientes que menciona el doctor Manette, se creería que el apuesto y honrado Darnay supera con creces al petulante Stryver o al maleducado Carton. Sin embargo, la trama se hace más interesante por la tensión que surge entre Darnay y el doctor Manette. Es evidente que algo ha sucedido entre estos personajes en el pasado, que posiblemente tenga que ver con el encarcelamiento de Manette.

El capítulo 11 provee alivio cómico con la orgullosa presunción de Stryver, que confía en que Lucie lo aceptará entusiasmada como pretendiente. Los roles de género en el siglo XIX eran tales que mujeres como Lucie no podían ni querían expresar su interés por un hombre al que amaban o deseaban, pero podían rechazar la petición de un hombre que no les resultara agradable. La insistencia de Stryver en casarse por amor y no por dinero demuestra el hecho de que muchos matrimonios se hacían por conveniencia económica. Aunque Stryver se felicita por haber dejado de lado sus intereses económicos, recomienda a Carton un matrimonio que sí sea conveniente en este sentido. Irónicamente, él mismo terminará casándose con una viuda rica, después de ver frustrada su intención de casarse con Lucie.

El título del capítulo 12 es, como tantos otros, irónico. El señor Stryver está lejos de ser “un caballero delicado”, lo que se revela en el modo en que realiza una serie de acciones indecorosas. Su comportamiento carece de tacto, ya que primero lanza su cuerpo excesivamente grande por la calle y luego por el interior del banco, indiferente con las personas en torno suyo. Su conversación indiscreta lo pone al señor Lorry en la incómoda posición de rechazar a Stryver en nombre de Lucie. Aun así, es mejor que el señor Lorry interceda para evitar una situación incómoda más adelante. Él se ve obligado a recordarle que necesita la aceptación de la pretendida para seguir adelante con su plan, subrayando que “Hay que tener en cuenta a la señorita. A la señorita ante todo” (p.181). Pero Stryver mira el asunto a la inversa: cuando está planeando la pretendida boda, se limita a debatir cuándo “darle a conocer a ella su propia felicidad” y cuándo “concedería su mano a la joven” (p.177). Se trata de una inversión humorística de lo habitual, puesto que se supone que la mujer es la que da su mano en matrimonio, y no al revés.

La segunda acción de Stryver, aún más indecorosa, es su alusión a la virtud de Lucie. Su orgullo se ve herido por el hecho de que ella no esté dispuesta a casarse con él, y protege sus sentimientos sugiriendo que Lucie ha actuado de forma impropia o incluso tonta, como si hubiera demostrado que, después de todo, no es una candidata para casarse. Se trata de una acusación muy grave; en el siglo XIX, la virtud de una mujer es invaluable, y una mancha en su reputación podía ser irreversible. Es bueno que Stryver no exprese esta idea a nadie más que al señor Lorry, que está demasiado desconcertado para indignarse.

En el capítulo 13 notamos que un “caballero sin delicadeza” puede ser mejor que el caballero falsamente delicado. Carton no tiene delicadeza porque le dice abiertamente sus sentimientos a Lucie, sabiendo que no será correspondido. Sin embargo, de este intercambio surge algo bueno, ya que Lucie se da cuenta del verdadero carácter de Carton, quien se siente animado por su compasión. Aunque en la novela Carton oscila entre mostrar una imagen sensible y otra más libre y provocadora, en este capitulo se revela, irónicamente, como el hombre más delicado.

En este capítulo, los roles de género se inscriben en la fórmula típica de la novela sentimental, que apela a la compasión del lector. Este tipo de novela suele incluir personajes femeninos que se esfuerzan por reformar a hombres moralmente corruptos. En este género, las mujeres son vistas como faros morales cuya influencia es necesaria para producir una sociedad más moral.

El capítulo 14 presagia la participación de las turbas en la lucha de clases al mostrar la rapidez con la que se pueden formar. Esta muchedumbre, que recuerda a la que bebe el vino derramado en el capítulo 5 del Libro Primero, muestra su poder amenazando con arrojar al río a los empleados de la funeraria. Si bien esta escena anticipa las que se sucederán en la Francia revolucionaria, aquí la muchedumbre no se descontrola por completo. En Inglaterra, la mera mención de que se acercan los guardias es suficiente para dispersar a la multitud, mientras que en la Francia revolucionaria es más probable que la turba asesine a los guardias. Jerry Cruncher, por su parte, se suma a la muchedumbre por una razón muy particular: tiene interés en los funerales y los cadáveres porque es un “desenterrador”. Esto explica su inquietud ante la idea de que alguien pueda realmente resucitar de entre los muertos.

La primera parte del capítulo 14 establece una conexión entre Jerry Cruncher y Dante Alighieri, el autor italiano del siglo XIII que escribió la Divina Comedia. Cuando el narrador dice que “en una ocasión, un poeta se sentó en un taburete en un lugar público y reflexionó a la vista de todo el mundo” (p.193) hace referencia a Dante, que supuestamente solía sentarse a contemplar su entorno. Luego dice que “el señor Cruncher, aunque se sentaba en un taburete y en un lugar público, no era poeta, de modo que reflexionaba lo menos posible, pero miraba a su alrededor” (p.193). Es así como Cruncher se presenta como una versión degradada de quien también se interesaba por lo que ocurre después de la muerte, aunque Dante se preocupaba por la experiencia del alma en el más allá, mientras que Cruncher se preocupa por cómo puede sacar provecho de un cadáver.