Historia de dos ciudades

Historia de dos ciudades La Revolución francesa

Dickens acude a La Revolución francesa de Thomas Carlyle para reponer el contexto histórico de Historia de dos ciudades, pero también asume que su público tiene cierta familiaridad con la historia de la Revolución. Dado que la novela es en gran medida una novela histórica, es importante ser consciente de aquel trasfondo en el que actúan sus personajes.

Las causas de la Revolución francesa, iniciada en 1789, siguen siendo debatidas por los historiadores. Luis XIV había consolidado el régimen absoluto de la monarquía francesa, y Francia estaba gobernada por la nobleza (la casta de Monseigneur) y el clero. El país se endeudó enormemente debido a un sistema fiscal arcaico y por el apoyo financiero del gobierno a la Revolución americana. Debido a estas dificultades financieras, el rey se vio obligado a convocar a los Estados Generales (la legislatura francesa) en 1789 por primera vez desde 1614.

El Tercer Estado (los comunes) se autoproclama Asamblea Nacional y jura que no se disolverá hasta redactar una constitución. El 14 de julio, los parisinos atacan la Bastilla, símbolo de los otros dos estamentos, nobleza y clero. El pueblo, movilizado por el hambre y el miedo a las represalias de los nobles, se lanzó a quemar los castillos de los nobles (como el del ficticio marqués Evrémonde de Dickens) en lo que se conoce como la Grande Peur (El Gran Miedo). Los disturbios y los saqueos se multiplican. Una constitución creada en 1791 estableció una monarquía limitada con una legislatura elegida por un solo cuerpo. El rey y la reina intentaron escapar, pero fueron capturados. Volvieron a Versalles y, humillados, aceptaron la constitución. El partido jacobino se consolida y la frase “Libertad, igualdad y fraternidad” se convierte en lema.

Francia declara la guerra a Austria y los rumores de que el rey es culpable de traición ponen al pueblo en su contra. En 1792, una segunda revolución creó la Comuna de París, que suspendió el poder del rey y provocó la detención de presuntos monárquicos. A continuación, se produjeron las Masacres de Septiembre, en las que se asesinó en masa a 2.000 de estos prisioneros. En 1792 se declaró la República, que se fue radicalizando hasta que Maximilien Robespierre tomó el control e instituyó el período conocido como el Terror, en el que muchos fueron guillotinados, incluidos el rey y la reina. La Revolución llegó a su fin con la muerte en la guillotina del propio Robespierre en 1794 y el ascenso al poder de Napoleón.