Ensayo sobre la ceguera

Ensayo sobre la ceguera Resumen y Análisis Parte XI

Resumen

Cuando los matones ocuparon la sala en la que se encuentran, expulsaron a todas las personas que estaban allí antes que ellos. También le prohibieron a las personas de otras salas que usaran sus baños. Además de todo esto, están almacenando comida, dejando que se pudra con tal de no repartirla entre quienes no pagan su tributo.

A menudo se discute, entre los internos que son víctimas de la nueva autocracia, la posibilidad de llevar adelante alguna acción grupal, sobre la base de que superan mucho en número a los violentos. Sin embargo, esto no se termina de llevar a cabo por algunas razones. En primer lugar, nadie quiere estar en la primera línea en caso de ocupar la sala de los enemigos, seguros como están de que esta acción implicaría bajas, y los primeros en entrar serían también los primeros en recibir un disparo. En segundo lugar, también se descarta una acción más mesurada porque cualquier tipo de queja o resistencia ya ha causado castigos colectivos, incluyendo la disminución de las raciones. Ese castigo generalizado ya ha producido internas en diferentes salas.

Las cosas han llegado a este punto muerto cuando la sala de matones lanza nuevas medidas: afirman que ya han sido demasiado generosos en la distribución de alimentos y exigen más pago. Pero los internos de las otras salas señalan, a su vez, que no tienen más bienes para entregar. La sala de los matones, entonces, anuncia que están decididos a aceptar mujeres como forma de pago. De ahora en más, cada sector, si quiere comer, debe enviar a sus mujeres a la sala de los matones. Serán prostituidas a cambio de comida.

Después de mucho debate, las mujeres deciden obedecer. Aún contra su propia voluntad y la de sus maridos, lo harán porque entienden que el bien colectivo es más importante.

Cuando les llega el turno, las mujeres de la primera sala pasan al sector de los matones. El viejo de la pistola reconoce la voz de la esposa del médico y la toma para sí. Todas son violadas brutalmente entre varios, pasando de uno a otro. Después de esta terrible experiencia, las mujeres comienzan a regresar a su sala, cuando una de ellas cae repentinamente muerta. El resto lleva su cadáver de regreso a la sala donde la esposa del médico, ya sin fingir ceguera, lava a todas las mujeres, incluida la fallecida.

Análisis

Hasta este punto, el régimen del ciego de la pistola ha demostrado ser brutal pero eficiente. No obstante, en esta instancia toma un giro más oscuro. Si bien este giro podría leerse como consecuencia de la despreciable ética personal del hombre armado, la novela parece sugerir que esta nueva etapa responde más bien a la violencia y la brutalidad de la naturaleza humana. Así, cualquier beneficio que llegase a la mayoría a través de un gobierno, parece sugerirse, es meramente incidental. Los gobiernos se establecen para servir a quienes gobiernan. Una organización, en definitiva, no puede ser más que la suma de sus partes, en este caso, seres humanos imperfectos.

La decisión de las mujeres de cumplir con las exigencias del ciego de la pistola saca a la luz un punto interesante. Hay dos formas de interpretar esta postura. La primera es que no se trata tanto de una verdadera decisión como de una entrega inevitable a la simple realidad: tienen que comer para sobrevivir, y para comer deben tener sexo con los matones de aquella sala. No obstante, se evidencia en el debate previo una fuerte sororidad y una gran solidaridad hacia el resto: ellas aceptan entregarse por voluntad propia, en contra de sus propios deseos, para alimentar a todos. Esto queda explicitado cuando el primer ciego le ordena a su mujer no ir, pero ella decide hacerlo de todos modos en solidaridad con el resto de las mujeres: "Soy como las otras, y lo que ellas hagan, lo haré yo" (p.156).

Después de la horrible experiencia que sufren las mujeres, que no solo son violadas por varios hombres, sino que además son testigos de la muerte repentina de una de ellas, el baño que lidera la mujer del médico adquiere el estatuto de un ritual y funciona como una metáfora de limpieza y depuración tras la reciente experiencia. No obstante, este acto no es puramente metafórico. De hecho, podemos entender la aversión a vivir en la suciedad como un rasgo característico de la humanidad. Así, el baño de las mujeres puede ser leído en su literalidad como una reafirmación de su humanidad, incluso en una situación que puede definirse, a todas luces, como inhumana.

Podemos ver que la ceguera de los internos ha hecho que incluso la más inhumana y cruel de las organizaciones sociales no solo sea factible sino además deseable: varios de los hombres de la sala se abstienen de presentar algún tipo de resistencia real al precio de la comida que ha impuesto el ciego de la pistola. Leído alegóricamente, esto puede representar el deseo de tranquilidad y la falta de empatía que caracteriza la ignorancia en el corazón de todas las autocracias. No solo el tirano tiene la culpa, sino también la ignorancia de los ciudadanos que están dispuestos a asumir esta forma de gobierno.