El zorro de arriba y el zorro de abajo

El zorro de arriba y el zorro de abajo Resumen y Análisis Capítulos I-II

Resumen

Capítulo I

El Capítulo I comienza con Chaucato, capitán y patrón pesquero, y diez pescadores que embarcan en la "Sansón II", barco llamado "bolichera", destinado a obtener pescados menudos. Entre los marineros se destacan el Mudo, calificado de "maricón", es decir, homosexual, y "El gato negro", un violinista. También se menciona al "Characato" Pretel. El Mudo y Chaucato conversan sobre el sexo y la sexualidad y sobre las dificultades de aventurarse en alta mar. Se encuentran bien adentrados en el océano, lejos de la bahía de Chimbote, ciudad donde ocurre toda la novela. Ambos personajes usan una lengua muy distinta a la del narrador, se expresan de manera coloquial, informal y popular. Usan términos obscenos y vulgares. Chaucato les da órdenes a los pescadores para llevar a cabo su trabajo.

Chaucato y sus pescadores se dedican a obtener un tipo particular de pescado llamado anchoveta, semejante a la anchoa, que luego venden a las fábricas de harina y aceite que se han instalado en Chimbote y han desarrollado ampliamente a esa ciudad pesquera. Desde las primeras páginas encontramos menciones a Braschi, un hombre poderoso de la industria pesquera de Chimbote. En el pasado él y Chaucato han sido compañeros, pero ahora son rivales en la industria, pelean por obtener las mayores ganancias.

El narrador, por su parte, describe el paisaje usando referencias al universo precolonial en Perú: observa un cerro, El Dorado, desde el punto de vista de la embarcación en el mar. Allí hay santuarios preincas, y el dios guerrero Tutaykire viene trenzando hace dos mil quinientos años una red de plata y oro. Es un lugar sagrado y este dios pertenece al mito de los "zorros" que Arguedas retoma en la novela.

Los pescadores han tenido mucho éxito en su trabajo y reciben una buena paga que derrochan comiendo y bebiendo. Además, se dirigen a un prostíbulo donde se encuentran con personajes muy diversos. Entre ellos destaca Maxwell, un norteamericano (o "gringo") que baila junto a la "China", una prostituta flaca y rubia. Los participantes de esta escena son descritos con mucho énfasis en sus características étnico-raciales: junto a Maxwell, un "zambo" baila con otra prostituta y un "negro grande" al que llaman "Toro Muerto", con Gerania, mujer serrana y esposa de Tinoco. Los hombres se pelean por las mujeres: se insultan y se agreden físicamente. Entran unos vigilantes al salón para poner orden. Intentan deterner al hombre "zambo" llamado Mendieta, aunque él se defiende y demuestra que no ha tenido nada que ver con el altercado. Por fuera merodea Zavala, un pescador intelectual y sindicalista, acompañado por otro pescador tartamudo, apodado "El Tarta". Luego se presenta Asto, un pescador serrano que huele a jabón y no se parece a otros pescadores. Visita la habitación de la "Argentina", una prostituta rubia, alta y blanca muy codiciada en el burdel.

De allí, la narración se desplaza hacia una escena protagonizada por mujeres, en el "corral", es decir una sección donde se encuentran prostitutas indígenas que cobran barato. La Orfa, Paula Melchora y otra "chuchumeca" caminan de regreso a su barrio, San Pedro, y se lamentan por las miserias que deben vivir. En sus diálogos también leemos una lengua popular, expresiones coloquiales y términos indígenas.

Hacia el final del capítulo encontramos un diálogo entre el zorro de arriba y el zorro de abajo, que tiene la misma forma que el intercambio que cierra el Primer diario. Los zorros conversan sobre la narración que se está desarrollando y reflexionan sobre las palabras. Además, retoman el mito de los zorros, dioses hijos de Pariacaca. Se expresan en español y en quechua.

Por último, leemos que Chaucato se ha dormido junto a la "Flaca" y la "China", dos prostitutas.

Capítulo II

El Capítulo II continúa la serie puramente ficcional de la novela y, al igual que el primero, presenta varios personajes que se mueven por Chimbote y dialogan entre sí. Es invierno. La narración se traslada hacia la plaza Modelo y su mercado e introduce a un personaje extravagante, el loco Moncada: mulato, de nariz perfilada y de baja estatura. Su primera acción es apoyar sobre el piso una cruz que ha cargado sobre sus hombros. Es un momento de mucho movimiento en el mercado y Moncada comienza a predicar, como suele hacerlo. Sus discursos son claramente religiosos, pero están llenos de reflexiones extrañas, no repite un discurso cristiano típico. Alguien que pasa por el mercado asegura que "Habla la verdad que dicen los locos" (77). Por otra parte, aunque sus palabras sean intensas y exaltadas, su rostro y su voz se mantienen firmes e indiferentes. Moncada usa diversas ropas y accesorios y de esa manera se presenta como diferentes personajes: puede ser un pescador, un comerciante o, incluso, una mujer embarazada. Sin embargo, en sus días de cordura trabaja como jalador de pescado y gana bien.

Después de predicar un rato, Moncada se dirige a La Esperanza, un barrio alejado. En el camino pasa por otro mercado, el de la Línea, que lleva ese nombre porque se extiende a lo largo de las líneas del ferrocarril, en un barrio llamado "21 de Abril" que ya es parte de la urbanización, pero aún no cuenta con servicios de agua y luz. En su primer prédica en la Línea hace referencia al "yanki cura", es decir, a unos sacerdotes estadounidenses que trabajan en Chimbote: el padre Cardozo es uno de los más importantes a lo largo de toda la novela. Asegura que estos curas no podrán nunca hablar el español como es debido, pero curiosamente el español de Moncada también es extraño, está marcado por lenguas indígenas.

Moncada se encuentra con su compadre Esteban de la Cruz, un "hombrecito" que será central en los Capítulos III y IV. De inmediato continúa predicando, con expresiones extrañas y reflexiones alocadas. En su discurso se reconoce como "negro" y lo repite varias veces. Está rodeado de mucha gente, porque el mercado es muy activo, y algunos se acercan a él como espectadores. A lo lejos se escucha otro espectáculo: la guitarra de Antolín Crispín, un hombre ciego que frecuenta el mercado.

El loco retoma su camino hacia la Esperanza. Debe pasar por el cementerio, al que recientemente le han construido una muralla y una fachada. Allí contempla y participa de una escena singular: mucha gente entra al cementerio, arranca cruces de la tierra y se la lleva hacia abajo del médano hasta una zona de pampa, una planicie. Las autoridades han convencido a esas personas de que los pobres que mueran en el futuro sean enterrados de manera gratuita allí. Pero estas personas también se llevan a los muertos que han sido sepultados en el pasado. Los muertos pobres son muchísimos, rebalsan los límites del cementerio. Las personas de esta población provienen de las sierras, son serranos, son los más marginados de la sociedad peruana. El chanchero Bazalar, que también será central en los Capítulos III y IV, lidera la procesión con su propia cruz. Mansilla, presidente de la barriada San Pedro, observa la escena desde un ómnibus y se diferencia de los peregrinos: dice que son "los más serranos, es decir, los indios" (94) y que él mismo representa a los "acriollados" (94), que ya han ubicado a sus muertos en nichos.

Tras un largo camino en el que también encontramos a Paula Melchora, la prostituta embarazada, la procesión llega a destino y entierra sus cruces en el nuevo cementerio. Moncada, que parece formar parte del grupo solo de manera accidental, entierra la cruz de madera que usa para predicar y se marcha rápidamente. El guardián-sacristán del cementerio grande desentierra la cruz de moncada y se la lleva hacia la barriada de San Pedro. En el camino se encuentra con Florinda, la hermana de Asto, que lo invita a pasar la noche en su casa. En la casa está Tinoco y luego aparece Antolín Crispín.

A partir de allí, los lectores dejamos de seguir el recorrido de Moncada y acompañamos a Tinoco que va desde la casa de la Esperanza Baja hasta el puerto. Allí están Maxe, Zavala, Solano, Haro y Chaucato que se deciden a reunirse más tarde. Por otra parte, los trabajadores de la bolichera "Sansón I" están descargando su pesca del día, mientras la industria del puerto se mantiene activa: las fábricas echan humo, los vendedores de los puestos gritan, los colectivos y triciclos circulan con velocidad.

Análisis

En esta sección de la obra econtramos dos capítulos iniciales dedicados estrictamente a la ficción y narrados en tercera persona. Se trata de dos capítulos muy confusos, donde el argumento es complejo, fragmentario y difícil de comprender. A lo largo de toda la novela encontraremos una serie muy larga de personajes que se interconectan entre sí de diversas maneras. Los personajes aparecen y desaparecen sin demasiado encuadre narrativo y por eso a veces es difícil ubicarlos. Además, algunos de ellos tienen acciones importantes, pero otros son apenas mencionados. Como la novela queda trunca porque el autor se suicida, algunas líneas narrativas quedan muy abiertas. Por todos esos motivos, es necesario avanzar con la lectura para organizar el argumento un poco mejor.

Estos dos capítulos, al igual que toda la ficción, tienen lugar en Chimbote, una ciudad pesquera de Perú que se encuentra en pleno auge gracias al desarrollo exponencial de la industria de harina y aceite de pescado. Los pescadores que protagonizan esta parte de la novela son de orígenes pobres, muchos de ellos serranos, pero en este momento ganan muy buenos salarios. El primer capítulo puede dividirse en dos grandes secuencias: la primera está protagonizada por Chaucato y los pescadores que trabajan junto a él a bordo de la "Sansón II", y la segunda se produce en la zona de los burdeles. En ambas la atmósfera general está cargada de discriminación racial, referencias al sexo y expresiones vulgares.

En toda la obra la sexualidad aparece relacionada con lo bajo, con el desprecio y con la violencia. El burdel emblemático de Chimbote se divide en tres partes: el salón rosado, el salón blanco y el "Corral". En el primero trabajan las prostitutas más caras y codiciadas, como la "Argentina", muy valorada por ser blanca y rubia. En el último, por el contrario, trabajan las mujeres indígenas que son, no casualmente, las más pobres. Aunque las acciones enfocan principalmente a los personajes masculinos, las mujeres también condensan toda la problemática identitaria que Arguedas explora en la literatura.

En el Capítulo I también encontramos la continuación del diálogo entre los zorros. Y esta vez nos aportan mucha información fundamental para enmarcar y comprender toda la obra. El zorro de abajo retoma y narra la mitología del dios Pariacaca y su hijo Huatyacuri. Esta leyenda está incluida en los manuscritos de Huarochirí que Arguedas ha traducido del quechua al español en 1966. En palabras del propio zorro de abajo: "Nuestro mundo estaba dividido entonces, como ahora, en dos partes" (72). Se trata de una referencia a las dos grandes regiones que conforman el Perú: la costa (abajo) y la sierra (arriba). La mitología explica la cuestión que más le interesa a Arguedas, el conjunto rico de diversidades que conforman lo peruano. En el diálogo, el zorro de arriba completa la narración de la leyenda con la historia de Tutaykire, el otro hijo de Pariacaca, que vive sobre El Dorado trenzando una red de oro y plata. Al final de su intercambio, los zorros se expresan en quechua y traducen sus palabras (en la escritura, la traducción está entre corchetes). Le piden a Chimbote que les cuente su verdad y se proponen acercarse a ella.

En el Capítulo II, seguimos el trayecto del loco Moncada y visualizamos diversos espacios de la ciudad. En todos ellos van apareciendo personajes heterogéneos, de diversos orígenes que hablan distintas formas extrañas del castellano. La secuencia central del capítulo es la procesión de pobres que deben mudar a sus muertos porque los han desplazado del cementerio principal de Chimbote. El cementerio funciona como sinécdoque de la ciudad: los pobres sobran, desbordan y las autoridades los echan hacia las afueras. Sin embargo, en palabras de Bazalar, líder barrial que conduce la peregrinación, sus muertos estarán mejor en la montaña, que es un lugar santo y eterno, de acuerdo con las creencias indígenas de los serranos.