El zorro de arriba y el zorro de abajo

El zorro de arriba y el zorro de abajo Resumen y Análisis Segunda Parte

Resumen

Este último segmento de la ficción comienza con Chaucato en su casa del barrio El Trapecio. Él está dormitando sobre el sofá de la sala cuando "Mantequilla" entra y lo despierta. Lo visita para avisarle que Braschi planea vengarse de él. Esto se debe a que Chaucato le ha dado dinero a los sindicalistas Solano, Zavala, Maxe para una campaña contra la industria y contra el Apra, partido político más antiguo de Perú. Braschi pretende quitarle la lancha de cien toneladas con la que trabaja Chaucato.

El dueño de casa desconfía de las razones del "Mantequilla", le pregunta por qué le hace llegar la advertencia. "Mantequilla" responde que gracias a Chaucato ha estado con las mejores prostitutas y por eso quiere ayudarlo. También porque cree que Solano, Maxe, Zavala y Mendieta son la peor "mierda", son traidores. Cree que Braschi es lo suficientemente poderoso como para ejecutar una venganza terrible, pero Chaucato no parece preocuparse: sentencia que si se meten con él responderá atacando con dinamita. Tras esa respuesta, "Mantequilla" se retira de la casa.

La narración entonces se desplaza con un nuevo personaje, apodado "Doble Jeta" y de apellido Apasa. Es un pescador aymara que ha podido comprar dos chacritas en el valle del Santa, donde cultiva verduras. Doble Jeta visita a Hilario Caullama, hombre también aymara, que vive en un hogar acomodado, con muebles finos. En el centro de la sala hay una fotografía de la "Moby Dick", lancha de ciento sesenta toneladas. Doble Jeta llama "tío" a don Hilario, le dice que lo visita para hacerle un favor y le cuenta sobre sus mujeres: una es su esposa y las otras tres trabajan en su chacra. Hilario se horroriza porque Doble Jeta tiene sexo con todas ellas y cree que las trabajadoras están siendo violentadas; se expresa como un hombre católico. A Doble Jeta no le importa esa moral.

Al igual que en la primera escena, el visitante le advierte al dueño de casa que Braschi planea sacarle la lancha para vengarse. Don Hilario no se preocupa, siente que lo protege el Inca, que está a su lado. Está convencido de que el capital no va a ganar, que con el tiempo se rendirá. Así, rápidamente, despide a Doble Jeta; al mismo tiempo llega a la casa el padre Cardozo. Callauma lo recibe, cree que el sacerdote yanki llega por el mismo motivo que el visitante anterior. El padre, sin embargo, se hace el desentendido. El hombre aymara desprecia al cura, pero este dice respetarlo. Se retira rápidamente en un jeep.

El relato se mueve entonces a la residencia y oficina de Cardozo, en un barrio nuevo llamado Laderas del Norte, que se proyecta como futura zona universitaria de Chimbote. Maxwell llega a la casa del sacerdote acompañado por don Cecilio Ramírez, un hombre de origen pobre del norte andino que ahora es dueño de un terreno y una casa en la que vive Maxwell. Allí se encuentran con Bazalar, el chanchero de San Pedro que ha peregrinado en el Capítulo II.

Maxwell ha pertenecido al Cuerpo de Paz, pero se ha retirado en el baile del prostíbulo narrado al comienzo de la novela. Ahora trabaja para Ramírez como ayudante, hacen trabajos de albañilería y fabrican ladrillos. También ha podido construirse una pieza en el terrero de don Cecilio, con la aprobación de Fresbinda, la "Mamacha" y de Lucero, su perro. Maxwell es un gringo que toca el charango y conoce muy bien los códigos locales. En el barrio, llamado La Esperanza, viven unas 30000 personas, la población ha aumentado enormemente en pocos años. En sus idas y vueltas temporales, la novela vuelve a repasar el momento en que Maxwell abandona el Cuerpo de Paz y se dirige al prostíbulo. Allí conoce a la "China", una de las prostitutas, y baila con ella el rock and roll. Es un espectáculo que llama la atención.

Tras ese repaso, el texto vuelve a la oficina del padre Cardozo donde se encuentran Maxwell, Ramírez y Bazalar. El sacerdote tiene un retrato al óleo del Che Guevara junto a una imagen de Jesucristo, con el rostro un tanto indianizado. Bazalar se presenta como presidente de la barriada de San Pedro y, fijándose en el retrato del Che, les pregunta a los otros dos hombres su opinión sobre el comunismo. Ellos responden que solo son albañiles.

Mientras tanto el padre Cardozo comparte la cena con otros seis sacerdotes y un joven maestro peruano. Entre ellos se destacan el padre Federico, un anciano, y un cura de ojos verde claro. Conversan sobre la salvación del Perú y el impacto de la industria en el Chimbote.

Después de la comida Cardozo encuentra a los tres hombres que lo esperan en su oficina. Los abraza y se dirige a ellos usando la palabra "compañero". Bazalar se explaya sobre su trabajo en San Pedro y sobre las dificultades que tiene como líder barrial. Los albañiles escuchan con atención el relato del chanchero, que le pide ayuda al padre para resolver conflictos de poder en el barrio y luego se marcha. El narrador relata en detalle la historia de Bazalar, su relación con la política y con sus mujeres, Juana y Esmeralda.

Entonces volvemos a la oficina de Cardozo y leemos un diálogo conducido por Ramírez y Maxwell. Hablan sobre tradiciones culturales andinas como el ayarachi, una danza que los indios de Paratía dedican a los funerales del inca Atahualpa. Mencionan y describen los instrumentos, las coreografías y las vestimentas originarias. Luego el sacerdote les hace comentarios sobre Callauma y Chaucato. Maxwell cuenta la historia de la madre Kinsey, una monja estadounidense que luego de haber pasado un tiempo como misionera en Perú, renunció a los hábitos para cuestionar la podredumbre de la sociedad norteamericana. Cecilio, por su parte, completa la conversación con su historia y la importancia del Plan de Padrinos en su vida. Finalmente Cardozo le da su bendición al casamiento de Maxwell con Fresbinda, les dice que él mismo oficiará el matrimonio.

Suena el timbre, y el padre de ojos verde claro, llamado Donald Hutchinson, le abre la puerta a un hombre. Trae un mensaje de la esposa de don Cecilio y el charango de Maxwell, que debe reunirse más tarde con Antolín Crispín y Florindita, su mujer. En presencia del mensajero, los sacerdotes expresan sus opiniones sobre la revolución y comparan al Che con Jesús. Luego, a pedido de Ramírez, Maxwell toca el charango y el mensajero danza. Al terminar se despiden y los sacerdotes se quedan solos.

En las últimas páginas de esta sección, leemos el final de la ficción: una escena en que el padre Carodozo lee un pasaje de la Biblia (Corintios 13: 1-13). Tiene los codos apoyados en una mesa donde hay un pequeño retrato del Che y un crucifijo. El pasaje seleccionado es una reflexión sobre el amor como modo de conocer, como modo de aproximarse a Dios, y como modo de convivir con los demás. Pero Cardozo se pregunta qué pasa con el odio porque cree que en Chimbote el odio también es un sentimiento creador, una fuerza que moviliza a las personas. Y de manera enigmática, en las líneas finales del texto, el sacerdote se pregunta si él mismo es el opuesto de don Hilario.

Análisis

Los tres “Hervores” son, como toda la obra, desparejos: los dos primeros tienen mucho en común, son prácticamente paralelos, mientras que el tercero, mucho más extenso, tiene sus propias características.

En los dos primeros conocemos a nuevos personajes que tienen un pasaje rápido por la ficción, el “Mantequilla” y “Doble Jeta” respectivamente. Visitan a patrones de lanchas pesqueras de Chimbote para avisarles que Braschi planea una venganza. Tanto Chaucato como Hilario Caullama han colaborado con dinero para los sindicatos que organizan una campaña en contra de la explotación dirigida por Braschi para proteger a los trabajadores de la industria pesquera. El gran industrial, muy poderoso y controlador, quiere atacarlos por eso, quitándoles las lanchas que usan para trabajar junto a los pescadores. Así, vuelve a presentarse la omnipresencia de Braschi, su lógica violenta y mafiosa y su papel como gran capitalista de Chimbote que pretende manejar toda la vida de la ciudad.

En el segundo “Hervor”, además, conocemos la historia de “Doble Jeta” Aspasa, un pescador que ha reunido el dinero suficiente como para ser dueño de unos terrenos. Según él mismo, allí vive junto a su esposa, pero también tiene a tres mujeres indígenas muy pobres que trabajan en la chacra. Él dice que son sus peones, aunque también tiene relaciones sexuales con ellas. Así, vuelve a manifestarse la conexión entre el tema de la violencia, la sexualidad y las relaciones entre varones y mujeres.

Finalmente, el tercer “Hervor” nos traslada hasta la casa y la oficina del padre Cardozo. El centro de este núcleo narrativo es la conversación que Maxwell y Cecilio Ramírez tienen con el sacerdote, pero antes nos encontramos con otras dos escenas: primero una rápida cena entre varios curas y un joven maestro, y luego una larga exposición del líder barrial Gregorio Bazalar. En todas ellas vuelven a manifestarse trazos realistas, ya que se discute en términos ideológicos y políticos cómo proteger al pueblo trabajador de Chimbote. Entre esas discusiones se siguen filtrando las historias de vida de algunos personajes y la descripción de la ciudad como gran centro pesquero industrializado. Así, se continúa la trenza de temáticas propias de toda la novela: la desigualdad social entre ricos y pobres, indígenas y blancos, costeños y serranos; la violencia que caracteriza la mayor parte de las relaciones entre personajes; las identidades como mezclas complejas y conflictivas. Y, además, se presenta con especial fuerza la discusión sobre el socialismo y la revolución, central para esta novela y para toda la literatura latinoamericana de mediados del siglo XX.

A medida que nos acercamos al final de la Segunda Parte, se hace cada vez más central la figura del padre Cardozo. En este personaje se combina una mezcla particular de identidades y creencias: es de origen estadounidense, pero vive en Chimbote hace mucho tiempo, y conoce muy bien las barriadas y sus habitantes. Es un sacerdote que realiza un trabajo social, busca, a su manera, ayudar a las personas pobres. Además, combina su cristianismo con ideas revolucionarias, fusión muy característica de la política latinoamericana de las décadas de 1960 y 1970 que ha funcionado como tema literario. Esta fusión se plasma en la imagen de Jesucristo ubicada al lado del retrato del Che Guevara. El paralelismo entre ambos se repite en la oficina del cura y también en el escritorio de su dormitorio. El padre Cardozo afirma explícitamente que la revolución es el camino de la salvación para Perú. En esa línea, la última escena de ficción que Arguedas llega a escribir muestra a Cardozo en su cuarto, leyendo un pasaje de la Biblia sobre el amor, pero él mismo se pregunta si el odio no será un mejor motor para la revolución del pueblo peruano. Esto se debe a que ha visto de cerca el sufrimiento de los indígenas y trabajadores, en este caso, particularmente, el de Cecilio Ramírez.