El zoo de cristal

El zoo de cristal Símbolos, Alegoría y Motivos

Blue Roses (Símbolo)

Las “Blue Roses” (rosas azules) son un símbolo importante de Laura. Es una imagen bella, pero que, sin embargo, no es real: es pura fantasía, ya que las rosas azules no existen en el mundo real. Laura, como una rosa azul, es especial, incluso única, pero eso también la vuelve incapaz de desenvolverse y existir en el mundo y la vida real.

La escalera para incendios (Símbolo)

Tom siente la necesidad de escapar de su casa, salir del encierro del departamento familiar, para entrar al mundo, tal como su padre lo hizo años atrás. La escalera de emergencias o escalera para incendios, una pieza importante del escenario, conecta el interior con el exterior, por lo que adquiere una naturaleza poética. La escalera, como el espacio desde el cual habla Tom, es entonces un símbolo relevante del aprisionamiento que él siente en la casa y la latente posibilidad de salir rápidamente de ella. En las didascalias, Williams le atribuye explícitamente un peso simbólico:


El departamento da sobre una callejuela y penetra en él una escalera de emergencia para caso de incendio, una estructura cuyo nombre es un rasgo de verdad poética accidental, porque en todos esos enormes edificios arden siempre los lentos e implacables fuegos de la desesperación humana. (p.138)


Tom se dirige al público desde la escalera de incendios y su posicionamiento allí, parado solo, entre el mundo exterior y el espacio del departamento, funciona como indicio de la dolorosa decisión final que tomará más tarde en la obra. De escapar, él debe hacerlo solo, dejando a su madre y a su hermana atrás, sin poder salvarlas a ellas del incendio.

El candidato (Símbolo)

Como presentador, en la primera escena de la obra, Tom describe espacio, tiempo y personajes. Al llegar al personaje de Jim, el candidato, le dice a público que el candidato es una persona real, más real, en muchos sentidos, que cualquier cualquiera de los otros personajes (él, su madre, su hermana), pero también advierte sobre la condición simbólica de Jim: “Éste es el personaje más realista de la pieza, por ser un emisario de un mundo del cual, en cierto modo, estábamos separados. (...) uso a este personaje como un símbolo, como el demorado pero siempre esperado algo por el cual vivimos” (p.141).

Esta denominación de un personaje como una entidad real y simbólica a la vez es característica de la poética teatral de Williams: ambos aspectos del candidato son importantes para el impacto que tendrá en la obra. Por un lado, el estatuto de Jim como emisario del mundo real funciona para establecer un contraste con el carácter hermético, distanciado del mundo real, que configura el carácter de la familia Wingfield en su pequeño departamento. Por otro lado, el carácter simbólico del personaje del candidato denomina una esperanza desesperada, y también ilusoria, que Amanda coloca en él: el candidato sería aquel que salvara a Laura de su destino, como un príncipe en un cuento de hadas.

El zoo de cristal (Símbolo)

El zoo de cristal es el símbolo más relevante de Laura y su fragilidad. Su compromiso con los pequeños animales revela, en parte, cuánto le aterroriza la idea de interactuar con otros humanos ajenos a su familia. Las características del cristal pueden aplicarse a Laura: al igual que los pequeños animales, ella es delicada, bella en su extrañeza y terriblemente frágil. La pequeña colección, al igual que Laura, solo puede conservarse amparada en la protección que brinda un lugar cerrado, como el departamento. Los animales deben mantenerse en una pequeña repisa y ser pulidos con frecuencia, y ese parece ser el único entorno al cual pertenecen. De un modo similar, Laura depende del cuidado y de la preocupación de su madre, así como también depende económicamente de que alguien la mantenga.

El unicornio (Alegoría)

El carácter simbólico del unicornio, en tanto transforma su significado, es alegórico: es un símbolo de Laura, pero significa distintos momentos atravesados por la muchacha. En principio, Laura le muestra a Jim el unicornio de cristal como su pieza preferida:

JIM: ¿Acaso no se han extinguido los unicornios en el mundo moderno?

LAURA: ¡Lo sé!

JIM: El pobrecito debe sentirse bastante solo.

(p.201)

El unicornio de cristal es, por supuesto, un símbolo de Laura: ella, al igual que el unicornio, es extraña y única. Y, tal como señala Jim, no pertenecen al “mundo moderno”, aquel del cual Jim se enarbola como un emisario ejemplar. Al mismo tiempo, ambos son frágiles, y tanto Laura como el unicornio son quebrados por Jim: el animalito cae cuando la pareja baila:

JIM: Hemos hecho caer el caballito de cristal.

LAURA: Sí.

JIM: ¿Está roto?

LAURA: Ahora es igual a todos los demás caballos.

JIM: ¿Quiere decir que ha perdido su…?

LAURA: Ha perdido su cuerno. No importa. Quizás eso sea una suerte disfrazada.

(p.203)

Mediante el acercamiento, la cálida conversación a la luz de las velas, el pequeño baile, Laura se ha sentido, quizás por primera vez en su vida, una muchacha normal. El hecho de que en este instante el unicornio pierda su cuerno, volviéndose un caballo como cualquier otro, simboliza la transformación de la muchacha: “Me imaginaré, simplemente, que el unicornio ha sido operado. Le quitaron el cuerno para que se sintiera menos… ¡monstruoso!” (p.203). Sin embargo, Laura no puede ser normal, o al menos no puede alcanzar el destino de una muchacha normal. “¿Usted sabe… que es… distinta de todas las muchachas que he conocido?” (p.203), dice Jim y reivindica el carácter irreal del apodo: “usted.. ¡es Blue Roses!” (p.204), ante lo cual la muchacha, tímidamente, le reprocha lo que todos, incluso Jim, saben: “Pero el azul… no se puede aplicar… a las rosas…” (p.204).

Es después de besarla que Jim explicita su compromiso con otra muchacha. Cualquier espectador puede ver en Laura la imagen del cristal quebrado: ella, con toda su fragilidad, se ha abierto y expuesto ante Jim, conducida por una ilusión que la elevó para finalmente dejarla caer desde un lugar más alto que el habitual. El subsecuente regalo de Laura a Jim del unicornio roto, de todos modos, sugiere el nivel de afecto que ella siente por él.

El truco de magia que impresiona a Tom (Símbolo)

La fascinación de Tom por la magia (como por las películas) aparece asociada a su sensación de encierro y la consecuente necesidad de buscar la libertad, al menos, por la vía de la fantasía. Tom siempre sueña con lugares fantásticos lejos de Saint Louis pero, por el momento, solo puede huir a través de las ilusiones que le ofrecen el cine y los espectáculos de magia. Sueña con abandonar ese hogar, pero su responsabilidad para con su madre y su hermana lo mantienen atado al departamento de los Wingfield.

En este sentido, lo que Tom ve en el espectáculo de magia está directamente conectado con el tema del conflicto, encarnado en el personaje, del encierro y la libertad. Tom desea salir al mundo y vivir su propia vida, pero su libertad se encuentra limitada debido a su familia, de la que él es responsable. El truco de magia que más le impresiona es un símbolo de lo que Tom desearía poder hacer: escapar de un modo fácil, limpio, sin consecuencias, es decir, sin destruir el ataúd ni remover ningún clavo. Por su parte, la idea del ataúd como símbolo de la situación de Tom en la casa expresa la profundidad de la sensación de encierro y de infelicidad: él se siente, allí, espiritualmente muerto, ya sea por el desprecio que siente por su empleo como por la opresión que siente en la casa. En su conversación con Amanda, él sugiere que su trabajo mutila la posibilidad de seguir sus instintos. El mago es capaz de escapar del ataúd sin quitar los clavos, lo cual dañaría el cajón. Tom puede escapar, dejar esa casa, pero solo pagando un alto costo: tendría que dejar a su hermana y a su madre, abandonándolas a un destino incierto. Lo que más asombra a Tom del mago es que este último no tiene que elegir, no se enfrenta al dilema al que sí se enfrenta Tom, y puede escapar sin causar ningún daño, lo que es imposible para el muchacho.

El Salón de Baile El Paraíso (Símbolo)

Tom refiere a él en sus monólogos desde la escalera de incendios. El nombre simbólico del salón puede ser leído de varias maneras. El paraíso es una alusión bíblica al Jardín del Edén, ese universo previo al pecado original que se ha perdido para la humanidad. En boca de Tom, la alusión pinta a los Estados Unidos de los años 30’ como un período de inocencia previo al horror de la Segunda Guerra Mundial. El salón de baile, al ser presentado como un recuerdo, adquiere el sentido de lo que se ha perdido con el paso del tiempo. Esa pérdida de la inocencia es lo que sufre la nación: Tom dice que los jóvenes bailarines no podrían haber adivinado lo que estaba por venir, y luego vuelve a aludir a la carnicería de Guernica, que para el momento en que la obra se estrena es un evento que se ha convertido en un símbolo de la violencia de la que pronto sería víctima el mundo entero. Por otra parte, en un nivel personal, el salón de baile El Paraíso puede simbolizar una pérdida más específica, es decir, la que experimenta Tom. Para el Tom mayor, que narra como presentador, el frágil mundo de su familia se ha perdido para siempre.

No obstante, para los personajes que viven durante la acción de la obra, el Salón de Baile El Paraíso simboliza esperanza. La escena en la que Amanda, Laura y Tom, en la escalera de incendios, piden deseos a la luna, rodeados de la música y las luces provenientes del salón de baile, es de una belleza lírica. Los colores de arcoiris en las luces y la música liviana pintan un mundo de placeres, tranquilidad y buenos tiempos. El paraíso, desde esta perspectiva, no es algo perdido y remoto en el pasado, sino algo que incluso podría alcanzarse en el futuro. La historia de vida de Amanda, tal como la cuenta, incluye ambos tipos de paraíso: ella anhela el universo idílico de su juventud, con sus diecisiete candidatos, y anhela también un futuro de cuento de hadas, feliz, para su hija.

En cuanto a las convenciones escénicas, sin embargo, el salón de baile siempre está fuera del alcance de la vista. El público puede escuchar la música y, posiblemente, ver también las luces, así como oír las descripciones que los personajes hacen del espacio, pero el Salón de Baile El Paraíso solo es sugerido indirectamente. De un modo similar, el paraíso resulta fuera de alcance real para Tom, Amanda y Laura. Si a esto se agrega la perspectiva que el tiempo da al narrador, y sus comentarios sobre el conflicto que luego enturbió al mundo, el público llega a percibir la naturaleza ilusoria y perecedera de este paraíso representado por el salón de baile.