El sabueso de los Baskerville

El sabueso de los Baskerville Resumen y Análisis Capítulos 5-6

Resumen

Capítulo 5

Luego de haber pasado unas horas en el museo, Sherlock y Watson se dirigen al hotel en el cual se hospeda Baskerville. Sherlock pide consultar el registro y llega a la conclusión de que las personas interesadas en Henry no se hospedan ahí. Al subir la escalera, se encuentran a Henry furioso porque, aparentemente, ahora le robaron una bota de otro par.

Después del almuerzo, Henry comunica su decisión de trasladarse a la mansión de los Baskerville a finales de la semana. Holmes aprueba la decisión y le dice que tiene pruebas suficientes de que está siendo seguido en Londres. A continuación, les pregunta si en Dartmoor hay algún habitante de pelo negro y barba. Mortimer contesta que está Barrymore, el mayordomo del señor Charles. Sherlock propone enviarle un telegrama para comprobar si el empleado sigue estando en la mansión. Mortimer le explica a Henry que los Barrymore llevan cuatro generaciones cuidando de la casa. Holmes consulta si los Barrymore recibieron alguna herencia de sir Charles, a lo que Mortimer le dice que recibieron quinientas libras cada uno. Ante la actitud recelosa de Sherlock por este hecho, el doctor le dice que espera que no sospeche de todos los herederos, ya que él mismo recibió mil libras. Agrega que hubo otras sumas pequeñas para otras personas, además de las obras de caridad. El resto, setecientas cuarenta mil libras, tenía como destinatario a Henry. Si algo le sucediese, la herencia caería en manos de los Desmond, unos primos lejanos de Westmorland. Sherlock pregunta si lo conoce, y Mortimer cuenta que lo vio en una ocasión y que le resultó una persona íntegra y venerable.

Holmes le indica a Henry que lleve a alguien con él a Devonshire, ya que la casa de Mortimer se encuentra a varios kilómetros de la mansión de los Baskerville, por lo que propone que sea Watson el acompañante. Watson acepta y arreglan la salida para el sábado siguiente. Cuando están por irse, Baskerville encuentra su nueva bota marrón. Mortimer se muestra receloso con esta aparición, ya que él había revisado la habitación previamente y asegura que no estaba. Baskerville concuerda, por lo que creen que la deben haber puesto allí durante el almuerzo.

De vuelta en la casa, Sherlock y Watson reciben dos telegramas. El primero, de parte de Henry, anuncia que supo que Barrymore estaba en la mansión. El segundo es de parte del muchacho empleado del correo, Cartwright, en el que comunica que visitó todos los hoteles, pero que no encontró rastro del Times con la hoja cortada.

Watson se percata de que queda la pista del cochero, quien toca el timbre a raíz de un telegrama que envió Sherlock pidiendo su nombre y dirección. El hombre pregunta qué tienen en contra de él, y Sherlock le responde que nada y que está dispuesto a pagarle si contesta a sus preguntas. Le pregunta por su nombre y dirección, y luego le pide que le cuente todo lo que sepa sobre el cliente que estuvo vigilando la casa. El cochero se sorprende y responde que no sabe demasiado, solo que el señor dijo ser detective y que no dijera nada a nadie sobre él. También cuenta que le dijo que su nombre era Sherlock Holmes. Entusiasmado, Sherlock le pide más información. El cochero cuenta que el hombre subió al auto a las nueve y media por Trafalgar Square, se presentó como detective y le ofreció dinero si seguía sus instrucciones durante todo el día sin hacer preguntas. Primero se dirigieron al hotel, donde esperaron que salieran los dos caballeros, a los cuales siguieron hasta Baker Street, hasta que vio al verdadero Sherlock y le ordenó al cochero que fuera a toda prisa a la estación de Waterloo.

Luego lo describe como un hombre de unos cuarenta años y estatura media, que vestía como dandi, con barba muy negra y tez pálida. El cochero se va, y Sherlock le admite a Watson que están nuevamente en el mismo punto de partida, con un contrincante digno; y reconoce que no se encuentra tranquilo de enviar a Watson a Devonshire.

Capítulo 6

Watson viaja con Henry y el doctor Mortimer hacia Devonshire. Antes de partir, Sherlock le indica a su compañero que le informe sobre todos los hechos de manera completa, y dice que en él queda realizar las teorías. Asimismo, Holmescuenta que estuvo haciendo averiguaciones esos días. James Desmond, el próximo heredero, es un hombre entrado en años y Sherlock no considera que esté atrás de todo, por lo que queda averiguar por las demás personas que viven en el páramo. Le dice que la lista de sospechosos está conformada por el matrimonio Barrymore, el mozo de cuadra y los granjeros del lugar. Luego viene el doctor Mortimer, de quien no desconfía, junto a su esposa; además del naturalista Stapleton, su hermana, el señor Frankland de la mansión Lafter y algunos vecinos más. Watson cuenta que lleva un arma, y Sherlock le aconseja que no se separe de ella ni día ni noche. Mortimer agrega que está seguro de que nadie los siguió los últimos días, y que han permanecido juntos a excepción del día anterior, que se separaron a la tarde unas horas. Holmes los reprende por haberlo hecho y consulta a Henry si ha encontrado la otra bota. Baskerville responde que no.

Los tres parten en el tren. Al bajar en la estación, Watson observa la presencia de dos hombres con uniforme oscuro y rifles que los miran con interés. Los viajeros se suben a una carretilla y emprenden el camino por el sombrío páramo, entre la abundante naturaleza de la región, con la que Baskerville se muestra maravillado. Cuando encaran una pronunciada pendiente, Mortimer se sorprende por la presencia de un soldado a caballo en lo más alto. El cochero cuenta que se debe a que un preso escapó de la cárcel de Princetown, por lo que están todas las estaciones y carreteras vigiladas. El preso es peligroso y lo llaman Selden, “el asesino de Notting Hill”. Watson recuerda el caso, que había llamado la atención de Holmes por la ferocidad del criminal.

Se describe con mucho detalle la casa por afuera y se pone énfasis en lo siniestro del ambiente.

El grupo llega finalmente a la mansión de los Baskerville. Mortimer anuncia que se va directamente a su hogar. Ya dentro de la casa, Watson y Henry se enteran de la intención del matrimonio Barrymore de abandonar pronto el servicio, a raíz de la tristeza y conmoción que les generó la muerte de Charles. También manifiestan su intención de abrir un negocio con la herencia que les dejó el fallecido. Durante la cena, Henry dice que comprende la mala salud y ansiedad de su tío, dado el aspecto tenebroso que tiene la casa. Luego, los hombres se dirigen a sus respectivas habitaciones y cuando Watson está por dormir, oye sollozos de una mujer.

Análisis

En estos capítulos, la novela profundiza sobre las características del método deductivo de Sherlock Holmes. En un caso tan complejo como este, hasta la estrategia más sensata y razonada puede ser ineficaz. Particularmente, el capítulo 5 muestra que todas las pistas conseguidas hasta entonces condujeron a los detectives a un callejón sin salida. La bota de sir Henry Baskerville volvió a aparecer y el recorte del diario Times no pudo ser encontrado por Cartwright. “No hay nada tan estimulante como un caso en el que todo se pone en contra” (p.53), afirma Sherlock Holmes. El desafío excita al detective, ya que lo obliga a tener que pensar nuevas alternativas que puedan dar respuesta a una situación más compleja.

En parte, la complejidad del caso radica en que el criminal demuestra ser tan inteligente como el detective. En palabras de Sherlock: “esta vez nos hemos encontrado con un enemigo que sabe competir con nosotros en astucia” (p.55). Esta caracterización del criminal hace que el lector mantenga el interés en la historia. La idea de que el adversario piense como el detective complica el logro del objetivo final. Además, esto genera una creciente tensión en la novela, ya que el lector nota la dificultad que tiene este caso para el mismo Sherlock. Esto es importante en el contexto de escritura; hay que tener en cuenta que El sabueso de los Baskerville es una de las últimas novelas de Holmes. Después de haber leído las otras historias del personaje, los lectores conocían el genio de Sherlock y, por lo tanto, están habituados a que resuelva los casos sin demasiadas complicaciones. En este sentido, la inteligencia del criminal logra generar expectativa e incertidumbre en el lector.

Además, es necesario destacar que el genio del criminal también es importante para Holmes. Cuando el detective descubre que fue engañado por el criminal, se ríe “con una mueca de malicia” (p.55). Esta reacción muestra que Holmes no se siente únicamente motivado por la necesidad de imponer justicia, sino que lo interpela también el juego al que lo obliga su rival. En este sentido, quiere ser puesto a prueba para poder triunfar. Las artimañas del criminal complican su misión y, por lo tanto, hacen que su victoria final sea aún más satisfactoria, ya que muestra su superioridad ante un digno contrincante.

En estos capítulos también accedemos a la naturaleza compleja que tiene la relación entre Watson y Holmes. Así, la decisión de Watson de acompañar a sir Henry a la mansión de los Baskerville lo sitúa en un lugar diferente. El personaje abandona su rol secundario como testigo de los procedimientos del detective. Al ir al escenario de los hechos, pasa a estar en primer plano con las pruebas y pistas.

Sin embargo, esta función protagónica deja ver también cierto sentimiento de superioridad que Holmes tiene hacia su amigo. Antes de partir para Dartmoor, el detective le advierte a Watson: “solamente deseo que me comunique los hechos del modo más completo que le sea posible, y que deje para mí las teorías” (p.56). En esta indicación, Sherlock separa la tarea de investigación: mientras que a su compañero le toca únicamente informar sobre los hechos, al detective le corresponde interpretarlos y analizarlos. En esta separación de las tareas, se ve que la confianza de Holmes tiene un límite: en parte, sabe que Watson conoce bien la importancia que tienen los detalles, pero piensa que carece de la posibilidad intelectual de poder darles significado.

Además, estas instrucciones de Holmes subrayan también una clave fundamental de su método de investigación: para deducir correctamente el significado, primero hay que ver el detalle en sí mismo, sin ninguna noción preconcebida. A partir del hecho desnudo, se deben plantear explicaciones sobre su origen hasta llegar a la interpretación más convincente. Así, Watson deberá limitarse únicamente a describir, sin elaborar suposiciones o teorías al respecto.

Así, los lectores conocemos las particularidades de la mansión de los Baskerville a través de la nueva perspectiva de Watson. Aunque el personaje contaba con las indicaciones de Sherlock, que le sugerían centrarse únicamente en los detalles sin emitir juicios de valor, la descripción de la residencia de sir Charles está cargada de impresiones personales y subjetivas. Al llegar al lugar, se encontraron con “un laberinto de extraños elementos de hierro forjado, con pilares estropeados por el tiempo a cada lado” (p.60). Estas particularidades colaboran con la construcción de un ambiente espeluznante y decadente, ideal para la aparición de un ser sobrenatural como el sabueso.

En este sentido, la descripción de Watson pone en primer plano uno de los temas fundamentales de la novela: el contraste entre lo sobrenatural y lo racional. El lugar cuenta con todas las características propias de una casa embrujada y siniestra. Para construir este clima, el narrador utiliza imágenes sensoriales vinculadas con la oscuridad. Para Watson, en la residencia brilla “una pálida luz” (p.61) y todo es “oscuro y sombrío” (p.61). En una novela en la que la observación es una herramienta fundamental para acceder al conocimiento, la oscuridad de la mansión anticipa que las cosas que ocurren allí no serán fáciles de dilucidar a simple vista. Así, Watson deberá prestar especial atención para acceder a la verdad: nada es tan claro como parece.

El páramo en donde se ubica la residencia de sir Charles Baskerville le suma una atmósfera siniestra a los hechos narrados. Este lugar era utilizado frecuentemente como escenario en la literatura gótica británica de la época. Este género, popular en el contexto de escritura de Conan Doyle, cuenta con protagonistas que deben atravesar situaciones amenazantes, a veces regidas por la presencia de elementos sobrenaturales y personajes atormentados y tortuosos.

Además del ambiente particular del páramo, dos sucesos añaden más misterio y oscuridad a esta atmósfera tenebrosa. En primer lugar, la fuga de la prisión de Selden, un asesino muy peligroso. Watson es advertido de que el presidiario ronda por los alrededores de la residencia de los Baskerville. “En algún lugar de esa desolada llanura se ocultaba este hombre feroz, en alguna cueva, tal como un animal salvaje, con el corazón lleno de maldad contra todos aquellos que le habían puesto al margen de la sociedad” (p.60) describe Watson. En esta cita, el narrador describe que este paisaje es ideal para las intenciones del criminal, ya que le permite esconderse de la policía y huir de su castigo.

La aparición de este personaje en una novela policial también representa un nuevo camino para el detective. Así, los lectores nos preguntamos si el criminal tiene alguna vinculación con la muerte misteriosa de sir Charles Baskerville. Este hecho muestra la importancia que tiene estar en el lugar de los hechos para incorporar nuevas hipótesis; con solo recorrer el páramo, Watson ya es capaz de sumar nuevos sospechosos que, desde Londres, nunca hubiera podido conocer.

El segundo hecho fundamental es el llanto misterioso que oye Watson por la madrugada. Este “jadeo ahogado de una persona desgarrada por un sufrimiento incontrolable” (p.64) genera en el personaje una intriga terrorífica; a los enigmas sobre el caso de sir Charles Baskerville, se le añade la necesidad de averiguar y entender quién es esta mujer y qué le sucede.

En contraste con este mundo misterioso y sobrenatural, el personaje de sir Henry encarna una mirada racional de la vida. Frente a la penumbra característica de la casa Baskerville, su primer instinto es poner luz en el ambiente. “Dentro de seis meses pondré aquí una hilera de lámparas y no lo reconocerán cuando tenga bombillas de mil vatios justo delante de la puerta principal” (p.61), le dice a Watson. Esta actitud simboliza la mentalidad pragmática que poseen los estadounidenses, lugar de donde proviene sir Henry. En vez de considerar el potencial embrujado de la casa, piensa en qué elementos propios del desarrollo tecnológico pueden resolver este problema. En este sentido, la confianza ciega en la ciencia es la forma que tiene de contrarrestar esta atmósfera siniestra. Esta aproximación de sir Henry desde una mirada racional y práctica lo asemeja más a Holmes que al doctor Mortimer, que no niega la existencia de una dimensión sobrenatural en los hechos sucedidos.