El sabueso de los Baskerville

El sabueso de los Baskerville Resumen y Análisis Capítulos 3-4

Resumen

Capítulo 3

Sherlock, aparentemente interesado por la historia, empieza a interrogar a Mortimer sobre las huellas gigantescas alrededor del cuerpo de Charles Baskerville. El médico cuenta que era un día frío y húmedo, pero sin lluvia. En el paseo había dos hileras de tejos que formaban un seto impenetrable de cuatro metros de alto. Entre el camino y los setos, había césped. Al paseo se accedía desde la casa y desde el portillo que daba al páramo, y había una salida más desde el pabellón de verano en el extremo más lejano de la casa. Las huellas se hallaban en el lado del paseo donde se encuentra el portillo. Asimismo, el portillo estaba cerrado con candado, y tenía alrededor de un metro de altura. Mortimer estima que Charles permaneció cinco o diez minutos en el portillo, porque notó que se le cayó dos veces la ceniza del cigarro.

Sherlock se lamenta por no haber podido estar allí en el momento que ocurrió la muerte, ya que ahora los rastros se deben haber perdido por la lluvia y los visitantes curiosos. Mortimer sugiere que luego de la tragedia, llegaron a él incidentes que rozan lo sobrenatural. Cuenta que varios vecinos dicen haber visto en el páramo una criatura que coincide con la bestia de Baskerville, al cual describen como un animal enorme, horrible y espectral. Sherlock le pregunta por qué decidió consultarlo, ya que es evidente que el doctor Mortimer se inclina a creer que hay cuestiones sobrenaturales en el asunto. Mortimer le responde que busca consejo sobre lo que debe hacer con el heredero, Henry, que llega ese día a Londres. Mortimer agrega que, por los informes que recibió, sabe que Henry es un excelente sujeto y que no hay otro demandante de la herencia. Fue rastreado también otro pariente, Rodger, quien era hermano menor de Charles y la oveja negra de la familia. Este hombre, que parecía ser la viva imagen del viejo Hugo, murió de fiebre amarilla en América Central luego de huir de Inglaterra. Mortimer pide consejo porque no está seguro sobre traer al último heredero de la gran fortuna a un lugar tan horrible como ese, aunque si no va nadie, el buen trabajo de Charles con la zona quedará en la nada. Mortimer busca en Sherlock una opinión objetiva.

Sherlock le recomienda que se vaya a buscar a Henry a la estación. Le dice que necesita 24 horas para tomar una decisión en el asunto, y le pide que vaya al día siguiente con Henry Baskerville. Holmes recuerda algo de repente y lo detiene mientras se está yendo. Le pregunta si sabe de alguien que haya visto la aparición del sabueso luego de la muerte, ya que los campesinos la han visto antes, y Mortimer le dice que no. Sherlock le dice a Watson que no lo necesita ahora, ya que tiene que pensar, y le pide que no vuelva hasta la noche, y ahí compararán impresiones sobre el enigmático caso. Watson le hace caso y regresa a las nueve, encontrándose con una atmósfera fuertemente cargada de humo. Holmes le cuenta que pidió un mapa de Devonshire y que lo estuvo analizando. Muestra que alrededor de la mansión, hay un bosque. Ubica el camino de los Tejos, la casa de Mortimer, y señala que en un radio de ocho kilómetros hay unas pocas casas desperdigadas: la mansión Lafter, la casa de Stapleton, dos granjas y la prisión de Princetown. Watson le pregunta si se inclina hacia una explicación sobrenatural del caso, y Sherlock le contesta que deben agotar todas las hipótesis antes de acudir a esa.

Sherlock afirma que el cambio en la forma de las huellas se debe a que Charles estaba escapando de algo. También analiza las cenizas del cigarro de Charles y deduce que la víctima estaba esperando a alguien. A continuación pide su violín, y se procura no abordar el asunto hasta encontrarse con Mortimer y Henry al día siguiente.

Capítulo 4

A las diez de la mañana del día siguiente, llegan Mortimer y Henry Baskerville, al cual Watson describe como un hombre pequeño y robusto de unos treinta años. Mortimer los presenta, y Baskerville añade que si no lo hubiese traído el médico, habría acudido por sus propios medios a ver a Sherlock ya que necesita su ayuda, Al parecer, recibió una carta esa mañana, donde figura su nombre y su alojamiento en Londres; carta que había sido echada al correo la noche anterior. Sherlock le pregunta quién sabía sobre su alojamiento, y Henry le responde que nadie. Mortimer, por su parte, asegura que no hubo ninguna indicación de que fueran a elegir ese hotel.

Intrigado, Holmes abre la carta, la cual le advierte a su receptor que si valora la vida, se alejará del páramo. Solo la palabra “páramo” se encuentra escrita a mano, el resto son palabras recortadas del diario. Sherlock le pide a Watson el Times del día anterior, y se pone a leer un editorial sobre la libertad de comercio. Los presentes se muestran desconcertados, y Sherlock aclara que encuentra una estrecha conexión, ya que demuestra que en ese artículo se encuentran presentes las palabras extraídas de la carta anónima, lo cual dedujo por el tipo de imprenta que utiliza ese períodico. También deduce que las palabras fueron cortadas con tijeras para uñas y pegadas con goma. Por el tipo de periódico y la letra tosca, Holmes deduce que quien compuso la carta es una persona educada que quiso hacerse pasar por inculta, y que su esmero por ocultar su caligrafía sugiere que es un conocido. La desprolijidad de las letras pegadas indica prisa, y Sherlock se pregunta por qué estaría en apuros quien la escribió. Afirma, a su vez, que seguramente se escribió en un hotel.

Holmes le pregunta a Henry si le sucedió algo más, y Henry comenta que dejó fuera de la habitación un par nuevo de botas, y que por la mañana vio que le faltaba una. Luego, pide que finalmente le expliquen qué es lo que está sucediendo, a lo que Mortimer presenta el caso como había hecho el día anterior. Baskerville ya conocía la historia del sabueso, y dice que nada le impedirá volver a la casa de su familia. De todos modos, le pide a Sherlock y Watson de juntarse a almorzar en unas horas para poder pensar qué debe hacer.

Cuando Mortimer y Baskerville se retiran, Sherlock apura a Watson y salen a la calle, siguiendo a los recientes visitantes. Ven que los hombres detienen su marcha al mirar un escaparate, y un auto lo hace al mismo tiempo para luego reanudar su andar cuando ellos siguen avanzando. Desde la ventanilla del coche, un hombre con barba se asoma y los vislumbra, y a continuación el auto sale disparado. Sherlock se lamenta por su torpeza y mala suerte, pero llega a memorizar el número del coche. Le dice a Watson que la barba del hombre debía ser postiza. A continuación, entran con Watson a una oficina de recaderos, y Sherlock le pide al gerente, quien lo saluda con afecto por haberlo ayudado en un caso anterior, que traiga a uno de sus empleados. Aparece un chico de catorce años, y Sherlock toma una guía de hoteles y le indica que debe visitar veintitrés hoteles cercanos a Charing Cross, con la misión de ver el contenido de las papeleras que se vaciaron ayer para buscar el ejemplar agujereado del Times.

Sherlock le dice a Watson que van a descubrir mediante el telégrafo la identidad del cochero, y que luego harán tiempo hasta el almuerzo con Mortimer y Baskerville.

Análisis

En estos capítulos, Sherlock Holmes comienza el proceso de investigación del misterioso caso de los Baskerville. El método del detective consta principalmente de dos herramientas: la interrogación permanente y la atención puesta en los detalles. En el primer caso, Holmes comienza a cuestionar el relato de los hechos del doctor Mortimer para poder conocer en mayor profundidad la naturaleza de lo sucedido:

—¿Cómo se presentaba la noche?

—Húmeda y desapacible.

—¿Pero no estaba lloviendo realmente?

—No, no llovía. (p.30)

Estas preguntas permiten que el detective elabore un mapa mental completo sobre la escena de la muerte. Si bien los lectores no sabemos qué ideas tiene Holmes sobre el caso, entendemos que el interés por conseguir la información completa sobre los hechos podrá ayudarlo a pensar hipótesis completas que puedan adecuarse de manera correcta a la realidad.

Entre toda la información provista por Mortimer, Holmes se centra especialmente en las huellas que rodeaban al cuerpo de sir Charles Baskerville. Mientras que para el doctor son indicios de la presencia del animal infernal, al detective no le interesa esta leyenda. Él se lamenta por no haber podido ver con sus propios ojos estas valiosas pruebas; contar con el acceso directo a la información le hubiera permitido plantear hipótesis más certeras. “Ese paseo, en el que tanto se podría haber leído, hace ya tiempo que ha sido emborronado por la lluvia y desfigurado por los zuecos de campesinos curiosos” (p.31), le comenta a Mortimer. En esta cita, se ve la importancia que tiene la observación para el método de Sherlock: la forma más confiable de acceder a la información es viéndola con los propios ojos.

Este conflicto entre una identidad inexplicable, misteriosa o sobrenatural y otra más realista y lógica impulsa la trama de la novela. Estas dos vertientes, la práctica y la sobrenatural, también representan las diferentes perspectivas de los personajes sobre el misterio de Baskerville.

Por un lado, la mirada racional del detective encuentra en las huellas una pista concreta y nada más; es decir, Holmes se niega a considerar que tengan relación con algún elemento sobrenatural. Con esta actitud de Sherlock, la novela opone su mirada del mundo a la leyenda en torno a la muerte de sir Charles Baskerville.

Sin embargo, la dificultad que tiene este caso permite que hasta los hombres más pragmáticos duden sobre su naturaleza. Así, aunque Mortimer es un hombre de ciencia, no se atreve a descartar del todo la hipótesis sobrenatural. Cuando Sherlock cuestiona que un doctor bien formado como él pueda creer en semejantes supersticiones, Mortimer responde: “Ya no sé qué creer” (p.32). Esto muestra la complejidad que tiene el caso: frente a la información confusa que ofrecen las pruebas empíricas, hasta los hombres más racionales se inclinan por las explicaciones fantásticas.

Los hechos del capítulo 4 desarrollan uno de los temas fundamentales de la novela: el contraste entre apariencia y realidad. Sherlock es un personaje que trabaja con la observación como herramienta principal de deducción. Mira, analiza y aplica sus métodos lógicos a partir de la información que él considera fidedigna. En este sentido, la aparición de personajes disfrazados lo obliga a cuestionarse sobre la naturaleza de lo que ve y a dudar de la observación como forma de acceso a la verdad.

Esta desconfianza en la visión como garantía de verdad hace que la atmósfera de la novela se vuelva cada vez más perturbadora, ya que no es posible ni siquiera creer en lo que uno ve. Esto remite a las características de las novelas góticas, muy populares en el contexto de escritura de Conan Doyle. Este género nació como rechazo a la idea de que la razón es la única forma de obtener el conocimiento verdadero y la felicidad. Así, se propone un mundo oscuro y desolador, generalmente aislado de la civilización, en donde pueden aparecer fuerzas sobrenaturales y ocultas. Esta narrativa enfatiza el aspecto irracional y descontrolado del ser humano en oposición a una perspectiva lógica y centrada del sujeto.

En este sentido, es interesante destacar que este tono gótico que toma la novela se opone notablemente a Sherlock Holmes. Al ser un personaje que utiliza la razón y la ciencia como únicas formas de acceso al conocimiento, este espacio parece ir en contra de sus fundamentos e ideología. Sin embargo, no se deja convencer tan fácilmente por el contexto sobrenatural: antes de decantarse por una explicación fantasiosa, se centra en todas las opciones realistas para resolver el caso.

Por esto, las pistas del capítulo 4 serán fundamentales para Holmes. En el caso del artículo periodístico, el detective utiliza sus conocimientos sobre los distintos tipos de letra para explicar el significado de una pista concreta. Así, vemos lo puntual y preciso que es el saber de Sherlock: puede identificar a qué medio pertenece un recorte concreto basándose en la letra utilizada. A continuación, sigue la pista para deducir el tipo de persona que leería este tipo de periódico.

Sherlock define esta práctica como “el uso científico de la imaginación” (p.41). En esta explicación, los términos “científico” e “imaginación” parecen ser contradictorios, pero, en realidad, revelan el proceder del detective. A partir de una base material concreta -las características que tiene la carta recibida-, lleva adelante sus conjeturas y probabilidades. Finalmente, elegirá la más factible y acertada.

En otras palabras, el método de Holmes implica el uso de generalidades para analizar hechos específicos. Este enfoque es propio de las teorías científicas en el contexto de escritura de la novela. De esta manera, comprender la clase a la que pertenece algo puede ayudar a Holmes a entender mejor una entidad concreta. Por otra parte, entender las particularidades del objeto permite al observador determinar qué aspectos específicos funcionan como pistas importantes.

Además del recorte de diario, en este capítulo se plantea el misterio sobre las botas de sir Henry Baskerville. Este episodio refleja el alcance que tiene la observación para Sherlock. Mientras que para sir Henry la desaparición de su zapato no tiene importancia alguna, el detective acota: “por bagatela que pueda parecer el incidente, siempre tiene interés” (p.42).

En lugar de juzgar el incidente de la bota como algo trivial, tal como hace Mortimer, Holmes lo toma como algo fuera de lo ordinario. Así, compara esta situación inusual con aquello que sería lo esperado. Esta mirada aguda sobre lo que lo rodea le permite sospechar que esta trivialidad puede estar relacionada con el misterio sobre el caso de los Baskerville.

La vaguedad de estas pistas, que parecen conducir a Sherlock a un callejón sin salida, lo obligan a transformarse en un hombre de acción. En vez de quedarse esperando a que nuevos indicios aparezcan para poder resolver el caso, acelera el desarrollo de la trama. Así, contrata a Cartwright para que busque en la basura “la página central del Times con algunos recortes hechos con unas tijeras” (p.47). Sherlock sabe que contar con más información le permite tomar decisiones más firmes, basadas en la evidencia, en vez de quedarse con la conjetura y las hipótesis posibles.

El personaje de Cartwright subraya también el carácter desigual entre las diferentes clases sociales de la Inglaterra de Holmes. Como personaje perteneciente a una clase social media alta, el detective utiliza a personajes de otros estratos sociales para que hagan las tareas que él no quiere hacer. Así, Cartwright examina la basura de los hoteles por pedido directo de Holmes. En este punto, Sherlock considera que la parte sucia o básica de su labor como detective es mejor que la haga otro por él. No es casualidad que este ayudante sea alguien de un estatus inferior: en la estructura social de la Inglaterra de la novela, las clases bajas están al servicio de los sectores dominantes.

Aunque Sherlock es capaz de deducir muchas cosas del pasado, no sabe a dónde lo llevará su acción futura. Y, sin embargo, está igualmente entusiasmado por seguir el rastro. Esto revela otro de sus métodos: debe facilitar la creación de pistas, y no esperar simplemente a que lleguen a él. En este sentido, el personaje no se limita únicamente al material que ofrece la escena del crimen, sino que desea actuar acelerando el desarrollo de la investigación.

Desde esta perspectiva, sus decisiones son extremadamente importantes, ya que afectan al avance del misterio. Es importante destacar que Holmes se lamenta de que su exceso de entusiasmo haya puesto al barbudo al corriente de sus sospechas. Así, se critica a sí mismo por haber enfocado la situación de forma incorrecta.. El rastro activo debe ser tratado con cuidado si se quiere que conduzca a más pruebas, lo que significa que la brillantez de Holmes debe extenderse no sólo al análisis de las pistas, sino también a la toma de decisiones.

Por último, es interesante que Holmes reconozca la astucia de su adversario. Para que la historia sea atractiva la persona perseguida (en este caso, el hombre del taxi) debe estar a la altura de Holmes. Esta coincidencia de intelecto es crucial no solo para el lector -que quiere una historia interesante-, sino también para el propio Holmes, que probablemente se aburriría si no se enfrentara a un misterio a la altura de su genio.