El sabueso de los Baskerville

El sabueso de los Baskerville Resumen y Análisis Capítulos 12-13

Resumen

Capítulo 12

Watson se sorprende al reconocer que el hombre misterioso es Holmes, quien se encuentra flaco y fatigado, aunque tranquilo y alerta. El detective le pregunta cómo lo localizó, y Watson le explica que alguien notó los movimientos del muchacho que le trae la comida. Watson se amarga por el engaño de Holmes, pero su amigo le cuenta que se escondió para que los enemigos no supieran de su participación directa en la investigación. Explica que llevó con él a Cartwright para que atienda sus escasas necesidades. Watson se ofende, ya que cree que los informes que hizo fueron en vano. Sin embargo, Holmes insiste en que le resultaron extremadamente útiles, ya que arregló para que le llegaran con un solo día de retraso.

Holmes le pregunta qué información tiene después de haber conocido a Laura Lyons. Mientras Watson le cuenta sobre su visita a Coombe Tracey, Holmes le explica que evidentemente hay un trato íntimo entre Laura y Stapleton. También le dice que la señorita Stapleton es, en lugar de la hermana del naturalista, su esposa. El objetivo de este engaño fue presentarla como soltera, y Holmes sostiene que es Stapleton el hombre que los siguió en Londres. La advertencia que recibió sir Henry en Londres debía provenir, entonces, de la señorita Stapleton.

Watson le pide pruebas de estas revelaciones, y Holmes le cuenta su propia investigación sobre el pasado de Stapleton y su carrera como maestro de escuela en el norte de Inglaterra, de donde desapareció sin dejar rastro luego de perder su trabajo. Watson le pregunta qué es lo que se propone Stapleton, y Holmes le responde que se trata de asesinato a sangre fría. Justo en este instante, él y Watson escuchan un alarido proveniente del páramo. Corren hacia la dirección del sonido, y, al llegar al lugar, vuelven a oír un gemido humano, mezclado con los gruñidos del sabueso. Finalmente, encuentran sobre unas piedras a un hombre caído boca abajo, y al acercarse se dan cuenta de que está muerto. Reconocen que lleva la ropa de sir Henry, y ambos hombres se culpan: Watson, por haberlo dejado solo y Holmes, por tardar en actuar.

Suben a las rocas desde donde su amigo había caído y observan el páramo en la oscuridad. Divisan la casa de Stapleton, y Watson propone atraparlo, pero Holmes le recuerda que no cuenta lo que saben, si no lo que pueden probar. De repente, Sherlock se da cuenta de que el cadáver tiene barba, y se alegra al descubrir que no se trata de sir Henry, sino de Selden, el convicto fugado, al cual Barrymore le debió haber dado la ropa vieja de sir Henry. El sabueso había olfateado la bota robada de Henry en Londres, y atacó al hombre equivocado con la ropa correcta.

Mientras tratan de dilucidar qué es lo que sucedió, se acerca Stapleton, sorprendido de verlos. El naturalista se muestra alarmado, pensando que se trata de sir Henry. Cuando Watson le pregunta por qué asumió que era sir Henry, Stapleton admite que fue porque esa noche lo había invitado a su casa. Holmes interviene, sugiriendo que el convicto, Selden, debe haberse caído y roto el cuello. Luego le dice a Stapleton que tiene intención de volver a Londres al día siguiente, ya que no le interesan las leyendas que plagan este caso en particular. Stapleton se va a su casa y los detectives se dirigen a la mansión de los Baskerville.

Capítulo 13

Contento al ver que Holmes ha llegado, sir Henry se une a la cena. Antes de comer, Watson les comunica sobre el fallecimiento de Selden a Barrymore y su esposa, quienes se entristecen. Mientras cenan, Henry les cuenta que Stapleton lo invitó a cenar esa noche, pero que no quiso romper su promesa de no caminar por el páramo en la oscuridad.

De repente, Sherlock pone su atención en un cuadro de la pared de enfrente, y le explican que es Hugo Baskerville quien está retratado. Sir Henry comenta que el lienzo tiene fecha de 1647. Más tarde esa noche, Holmes lo lleva a Watson a ver el retrato, destacando el notable parecido entre Hugo y Stapleton, si se ignora el pelo. Entusiasmado, establece que Stapleton es un Baskerville y su objetivo es heredar el patrimonio.

Al día siguiente, Holmes se ocupa de avisar a Princetown sobre la muerte de Selden y le dice a sir Henry que cumpla con su cita de cenar con Stapleton, pero que él y Watson no irán, ya que regresarán a Londres por un asunto urgente. Henry se alarma, pero Holmes le dice que confíe en él. Insiste en que le lleve ese mismo mensaje a Stapleton, y que vuelva a su casa solo por el páramo después de la cena. Más tarde, Sherlock y Watson se dirigen a la estación de tren, y Sherlock envía a Cartwright de vuelta a Londres con instrucciones de enviar un telegrama cuando llegue en nombre de Holmes, dirigido a sir Henry. A su vez, Cartwright le entrega a Sherlock un telegrama que había para él de parte del inspector Lestrade, un oficial de policía de Londres, donde le informa que llegará ese día con una orden judicial sin firmar.

Luego, Holmes y Watson se dirigen a la casa de Laura Lyons, y Holmes le cuenta sobre el matrimonio secreto de Stapleton. Sorprendida y disgustada, Laura exige pruebas, por lo que Sherlock le muestra una fotografía vieja del matrimonio y entonces Laura coopera finalmente. Al parecer, Stapleton le había prometido casamiento si ella conseguía el divorcio, para lo cual necesitaba la ayuda financiera de sir Charles. Stapleton le dictó a Laura la carta para Charles y luego le dijo que no acudiera a la cita, ya que él mismo pagaría todos los gastos. Incluso la convenció para que guardara silencio, diciéndole que podría tener problemas y ser acusada por la muerte. Holmes y Watson se marchan, y van a la estación de tren a buscar a Lestrade, quien acaba de llegar de Londres.

Análisis

En estos capítulos, el vínculo entre Holmes y Watson atraviesa un momento de crisis. La aparición sorpresiva de Sherlock, que confiesa haber estado escondido en una cueva durante días, permite entenderse como una falta de confianza en la capacidad resolutiva de Watson. Efectivamente, el doctor lo acusa a Holmes de haberlo usado: “¡Entonces me utiliza pero no tiene confianza en mí!” (p.118), le reprocha, amargado. Esta desconfianza tiene algo de humillación también: a lo largo de los capítulos anteriores, los lectores sabemos que Watson intenta atrapar al misterioso desconocido del páramo porque está convencido de que tiene vinculación con el caso. La ironía de la situación es que el extraño resulta ser, finalmente, el propio Sherlock.

En cierto sentido, el planteo de Watson es justo: a lo largo de la narración, los lectores conocemos los esfuerzos que hizo el personaje para intentar resolver el caso y así poder estar a la altura de lo que quería Holmes.

Esta mirada peyorativa sobre Watson reaparece cuando el hombre sugiere detener a Stapleton. “No hay duda de que nació usted para hombre de acción” (p.127), le responde Sherlock; esta apreciación contrasta con su propia naturaleza intelectual, menos enérgica pero más resolutiva. En este sentido, entendemos que Holmes se vio obligado a esconderle su paradero a Watson porque es consciente de la naturaleza activa de su amigo. En este sentido, la novela muestra que el hecho de que Sherlock siga su propio camino para resolver el caso implica también lastimar los sentimientos de los seres queridos que lo rodean. Sin embargo, esto no parece importarle demasiado a Holmes: sabe que entre los sentimientos y la racionalidad, siempre el intelecto tendrá el poder, ya que es el que puede detener al criminal.

En la novela, esto se ve claramente a partir de que la llegada del detective asegura, de alguna manera, la resolución del caso. Si bien Watson había conseguido información valiosa, como la carta de Laura Lyons, Sherlock es el único personaje que logra anticiparse a Stapleton. El detective lo logra porque cuenta con una pieza fundamental de información: la identidad y el verdadero estado civil de Stapleton. Una vez más, Sherlock es el personaje que ve lo que los demás omiten. “La primera ocasión que se encontraron él dijo algo de verdad de su autobiografía y me atrevo a decir que desde entonces lo viene lamentando” (p.120), comenta el detective sobre el encuentro entre Watson y Stapleton. Holmes ve una pista fundamental para extraer información sobre el naturalista; es significativo que su amigo no haya podido notar la importancia de este dato biográfico sobre Stapleton.

Esta posibilidad de notar aquello que es ignorado por los demás reaparece en el capítulo 13, cuando Holmes descubre que Stapleton es descendiente de los Baskerville. Una vez más, su poder de observación le permite descubrir las similitudes físicas entre el retrato de Hugo Baskerville y el rostro del criminal.

Una vez que los lectores contamos con esta información reveladora de la identidad y los motivos de Stapleton, el misterio ahora es saber qué hará Holmes para atrapar al criminal. Para poder vencerlo, el detective desarrolla un juego de ingenio: finge no estar interesado en el caso para así engañar a Stapleton y despistarlo. En palabras de Watson, el detective “usaría a sir Henry con el objeto de convencer a los Stapleton de que nos habíamos ido, aunque realmente volveríamos en el momento que hiciéramos falta” (p.134). Una vez más, reaparece la idea de que, para Sherlock, los personajes son piezas en su estrategia y no duda en utilizarlos para lograr su objetivo.

La estrategia que usa el detective para despistar a Stapleton es similar a lo que hace el naturalista, ya que ambos hacen que los demás asuman cosas sobre ellos en vez de presentarse de manera honesta. Mientras que Holmes se hace pasar por un mendigo, que vive escondido en el páramo, en condiciones deplorables, para poder investigar con mayor libertad, Stapleton oculta su filiación con la familia Baskerville para disimular las motivaciones que tiene para matar a sir Charles.

En esta actitud de Sherlock también se ve hasta qué punto llega su compromiso con el caso: se expone a vivir en condiciones inhumanas para poder resolver el misterio. Esta renuncia a vivir de forma civilizada muestra que la existencia puramente mental del personaje tiene poco que ver con una vida normal. Así, el método de Holmes implica una rutina desordenada y una renuncia a ciertas comodidades con tal de lograr su objetivo.

Otra de las particularidades del método de Sherlock es su necesidad de poner en peligro a los personajes involucrados en el caso. Cuando cree que sir Henry está muerto, se lamenta: “con el fin de dejar el caso bien rematado y completo, he permitido que mi cliente perdiera la vida” (pp.122-123). Sherlock se queja de haber arriesgado la vida del hombre para asegurar la condena del culpable. En este sentido, la novela exhibe que para poder probar que las teorías son correctas, el detective debe lograr que su interpretación sea verosímil para los lectores y también para el sistema legal de la época. En este punto, la presencia del inspector Lestrade es importante para la trama: viene a legitimar las hipótesis de Sherlock y confirmar que eran correctas. Al pertenecer a la fuerza policial, Lestrade es el único personaje capaz de arrestar legalmente al criminal y conducirlo al castigo que se merece.

Además, es necesario destacar que estos peligros que atraviesan los personajes de la novela hacen que la historia sea más interesante y atrapante. Si bien el género policial suele consistir en un crimen que se cometió en el pasado y se investiga en el presente, en la novela la misma investigación de Sherlock y Watson se actualiza debido a nuevas muertes y nuevas pistas. Esto genera intriga en el lector, que avanza con la lectura para resolver el misterio y también para saber qué pasará con los protagonistas.

Por último, en estos capítulos se profundiza en los roles que cumplen las mujeres para la resolución del caso. El caso de Laura Lyons confirma que la muchacha fue utilizada por Stapleton para atraer a sir Charles Baskerville a la escena del crimen. Así, el criminal se aprovechó de la situación desfavorable de la mujer y le prometió lo único que podía salvarla. En palabras de Laura Lyons, Stapleton le “había ofrecido casarse conmigo si yo conseguía el divorcio” (p.135). Cuando Holmes le confiesa la verdad sobre el criminal, se compromete a colaborar inmediatamente. En este sentido, renuncia a su deseo de casarse con tal de poder ayudar a la resolución del caso.

Esta mirada puede dar a entender que, en la novela, las mujeres son manipuladas para que los hombres puedan alcanzar su objetivo. Sin embargo, no solo Laura Lyons y la señorita Stapleton son víctimas. Tal como se vio en estos capítulos, también Watson fue perjudicado por las manipulaciones de Sherlock. En este sentido, la novela muestra que el carácter utilitario de las personas no se limita al género que poseen, sino que forma parte de una práctica extendida en ciertos círculos sociales de la Inglaterra de principio de siglo XX.