El hobbit

El hobbit Resumen y Análisis Capítulos 15-17

Capítulo 15: El encuentro de las nubes

Resumen

El Zorzal regresa con la noticia de la muerte de Smaug. Como los enanos no pueden comprenderlo, busca a los antiguos cuervos de la montaña, capaces de hablar el idioma común. Los cuervos traducen el mensaje del zorzal y advierten a los enanos de la llegada inminente del ejército de la gente del Lago y de los elfos del bosque. Thorin les pide a aquellas aves que sigan trayendo noticias, y envía un mensaje de ayuda a su primo Dain, en las Colinas de Hierro.

El grupo regresa entonces a la montaña y comienza los trabajos de protección de la entrada: sobre la puerta principal erigen un sólido muro de piedra y desvían el cauce del río para formar una laguna que evite la llegada de ejércitos por dicho acceso, dejando solo un sendero estrecho por el que se puede avanzar de uno en uno.

Días después se presentan ante las puertas algunos heraldos de los hombres y los elfos. Al ver la entrada cerrada y a los enanos defendiéndola, se retiran y, al poco tiempo, Bardo se presenta con un grupo de guerreros a parlamentar. Aunque las palabras del hombre son justas y pide la ayuda de los enanos para la gente del Lago y parte del tesoro para la refundación de Valle (parte del tesoro de Smaug es, después de todo, un despojo del pueblo de Valle), pero Thorin, cegado por la codicia, dice que el tesoro no les corresponde y que él estará dispuesto a ayudar a la gente de Esgaroth cuando sus emisarios se presenten sin armas y los elfos del bosque hayan regresado a su tierra.

Bardo se retira con esta negativa, y horas después envía una comitiva con un ultimátum: Thorin debe entregar la doceava parte del tesoro para la reconstrucción de Esgaroth y del Valle, o puede considerarse bajo sitio. Thorin responde disparando sobre el emisario, con lo que la enemistad queda declarada. Así, la guerra se precipita inevitablemente.

Análisis

Los últimos cuatro capítulos de la novela presentan una conclusión veloz a todo lo que se ha gestado a lo largo de la novela. Este capítulo en particular está dedicado a la evolución negativa de la psicología de Thorin: el enano se presenta como un sujeto avaro y testarudo, incapaz de evaluar los riesgos en los que pone al resto de compañeros con su codicia. Si Thorin nunca fue un personaje cercano al lector, esta actitud del todo soberbia e injustificable lo aleja de toda empatía: “En los últimos días Thorin había pasado largas horas en la sala del tesoro, y la avaricia le endurecía ahora el corazón” (p. 251). El narrador ya había advertido que los enanos pueden ser codiciosos, pero ahora es posible ver hasta dónde puede llegar este sentimiento. Frente a la petición de Bardo y la ayuda que necesita el pueblo diezmado de Esgaroth, Thorin hace oídos sordos.

En esta situación, puede observarse cómo Thorin se encamina irrevocablemente hacia su hybris. El concepto de hybris proviene de la antigua Grecia y puede traducirse como desmesura; cuando los mortales transgreden los propios límites, fijados para ellos por los dioses, se exponen a su venganza y reciben un castigo formidable que, en general, acaba con sus vidas. La avaricia del líder enano lo ha empujado a la desmesura: en su afán acaparador se muestra hostil contra los hombres que le han dado refugio y provisiones para su viaje, y dicho comportamiento merece un castigo ejemplar.

Si bien el lector aún no conoce el destino del líder enano, a esta altura del relato el enfrentamiento se muestra inevitable. Cuando Thorin dispara contra el emisario y la flecha se clava en su escudo, puede leerse simbólicamente el futuro fracaso de sus planes: la flecha es un símbolo de poder militar y, al igual que la espada, una representación fálica que indica poder, virilidad y potencia. Al clavarse en el escudo, la flecha queda temblando. De este modo, se nos presagia que el poder de Thorin chocará contra los obstáculos sin lograr superarlos.

Finalmente, cabe dedicar unas palabras a las aves: en este capítulo, nuevamente, vuelve a verse la relación entre las criaturas humanoides y los animales que pueblan la región: las aves tienen un papel importante en los asuntos de la Tierra Media. Los zorzales han estado en contacto estrecho con los hombre de Valle, y los grandes cuervos con los enanos. Estos los utilizaban como mensajeros y vigías, y son los cuervos quienes transmiten la noticia de la muerte de Smaug y la llegada de los ejércitos con presteza. En este sentido, si bien puede pensarse que las aves son un dispositivo literario con la función de precipitar los hechos y sortear el problema de la comunicación en una tierra de ambientación medieval, en verdad no debería olvidarse que todas las criaturas de la Tierra Media tienen un papel, de una forma u otra, en los acontecimientos narrados por Tolkien. En el mundo vital y lleno de sentido, cada elemento encuentra su lugar dentro de la estructura, del orden mayor que organiza el mundo. Las aves no son una excepción y, como se verá en capítulos siguientes, seguirán jugando un rol en la guerra que se avecina.

Capítulo 16: Un ladrón en la noche

Resumen

Thorin sigue buscando la Piedra del Arca y amenaza al resto del grupo, previniendo a quien quiera quedársela. Escuchando esto, Bilbo comienza a fraguar un plan: por la noche, cubre a Bombur en el puesto de vigilancia y aprovecha para descender de la montaña y presentarse en el campamento de los hombres y los elfos. Allí, pide hablar con Bardo. Este lo recibe junto al rey elfo y le pregunta para qué está allí. Bilbo entonces les muestra la Piedra del Arca y les dice que vale más que un río de oro. Con ella, Bardo podría negociar con Thorin y evitar el derramamiento de sangre inútil. De esta manera, Bilbo se presenta a sí mismo como un hobbit extremadamente honorable que se preocupa por ayudar a ambas partes, sin ambiciones personales en el asunto. Al final del capítulo, cuando Bilbo está regresando, es interceptado por Gandalf, quien acompaña a los hombres y los elfos. El mago felicita al hobbit por su comportamiento y, si bien no deja que este le haga preguntas, reconoce que quedan momentos difíciles por delante, pero que el hobbit podrá salir airoso de ellos.

Feliz de haberse reencontrado con Gandalf, Bilbo vuelve a la montaña y se acuesta a dormir.

Análisis

El título del capítulo proviene de una parábola bíblica que describe que las transacciones de la Justicia y el Juicio Divino ocurren tan rápidamente como “un ladrón en la noche”. Así, uno siempre debe estar en guardia. Lo que se desprende de este breve capítulo es la presentación de Bilbo como un héroe pacifista y cristiano en contraposición al héroe bélico anglosajón. La Piedra del Arca simboliza en esta estructura el sacrificio que realiza Bilbo al ganarse con su acto la enemistad de Thorin; a su vez, la Piedra simboliza el corazón de la Montaña y su gobierno. El hecho de que Bilbo la haya obtenido y se la entregue a Bardo rompe con la cadena familiar de poseedores y coloca al hobbit en un nuevo lugar en relación a la importancia del linaje. Este es otro contraste entre las tradiciones paganas y las cristianas que Tolkien busca fusionar en El hobbit.

Finalmente, la aparición de Gandalf en el campamento de Bardo y el rey elfo es un hecho importante que demuestra la extensión del error de Thorin al encerrarse y rechazar el pedido de la gente del Lago, a la vez que anuncia el inminente desenlace de la novela.

Capítulo 17: Las nubes estallan

Resumen

Las trompetas anuncian la llegada de Dain, primo de Thorin, y parece que la que guerra es inevitable. Una embajada de hombres al mando de Bardo se presenta ante Thorin con la esperanza de que el proclamado rey enano haya recapacitado y acceda a entregar parte de su botín. Pero Thorin increpa a Bardo porque los elfos no se han retirado y se niega a entregar lo que considera suyo por derecho.

Entonces, Bardo muestra la Piedra del Arca que Bilbo le ha entregado e intenta utilizarla para negociar. Le ofrece a Thorin la decimocuarta parte del tesoro a cambio de la piedra, pero el enano está totalmente cegado por la cólera al ver aquella piedra en manos de sus enemigos, y no para de preguntarse cómo llegó hasta ellos. Bilbo interviene y confiesa haberla tomado como la parte suya del pago y ha hecho con ella lo que quiso. Thorin entonces estalla en un acceso de furia, levanta a Bilbo por los aires y lo sacude mientras lo insulta, pensando incluso en arrojarlo por lo alto del parapeto que protege la entrada a la Montaña. Sin embargo, Gandalf revela su presencia entre los hombres y pone un alto a la locura de Thorin. Entonces, el enano suelta al hobbit y le da permiso para retirarse y reunirse con los hombres, aunque antes maldice su nombre y le retira su amistad.

La embajada entonces se retira, y Thorin se encierra nuevamente. Al día siguiente, el ejército enano llega a Valle. La hueste de Dain está bien armada y acarrea provisiones suficientes como para sobrevivir el invierno en la montaña. Con esta protección, Thorin vuelve a negarse ante la última embajada que se aproxima a las puertas de la Montaña, y ambos ejércitos se preparan entonces para el conflicto.

Sin embargo, en el último momento, antes de que los ejércitos choquen sobre el valle, Gandalf se interpone y les ordena detenerse. Algo más funesto ocurre: el cielo se ha oscurecido por la tormenta y por nubes de enormes murciélagos; un inmenso ejército de trasgos y lobos se ha reunido y ahora se precipita sobre las tierras aledañas a las montañas. Los trasgos son los enemigos más odiados por los pueblos libres, por lo que pronto el conflicto entre enanos, elfos y humanos es olvidado y las huestes se organizan en conjunto para enfrentarse a esa amenaza mayor. Del otro lado, trasgos y lobos arremeten con furia y comienza La Batalla de los Cinco Ejércitos.

La batalla es larga y violenta. Por momentos, parece que los pueblos libres lograrán la victoria, pero los trasgos son demasiados y vuelven a arremeter. Así, llegan hasta las puertas de la montaña y derriban sus protecciones. Thorin y los demás enanos salen entonces hechos una tromba furiosa y avanzan sobre los trasgos hasta llegar al grupo que protege a su rey, un enorme trasgo de nombre Bolgo. Pero la furia no es suficiente, y el grupo de Thorin se ve rodeado por enemigos.

Cuando la batalla parece perdida, llegan las águilas y descienden, mortíferas, sobre trasgos y lobos. Bilbo festeja con felicidad aquella llegada, hasta que una piedra lo golpea en la cabeza y pierde el conocimiento.

Análisis

Este capítulo está dedicado a la gran batalla de la novela y abunda en descripciones bélicas e imágenes del combate. Al inicio del capítulo, la batalla parece que se dará entre los enanos, los hombres y los elfos por el control del botín de la montaña. Pero este conflicto de índole político es abandonado instantáneamente cuando un mal mayor aparece en escena: el ejército de trasgos y lobos. Entonces, el conflicto se polariza entre las fuerzas del mal y del bien, o de la luz y la oscuridad. Las graduaciones y los matices que Tolkien había introducido a lo largo de los últimos capítulos de la novela pronto son olvidados y tanto los enanos como los elfos y los hombres forman una alianza sin dudarlo.

Las imágenes en torno a la luz y la oscuridad son abundantes durante toda la batalla. La llegada de los trasgos está precedida por el oscurecimiento de la atmósfera: “Una nube negra cubrió el cielo. El trueno invernal rodó en un viento huracanado, rugió y retumbó en la Montaña y relampagueó en la cima. Y por debajo del trueno se pudo ver otra oscuridad, que se adelantaba en un torbellino, pero esta oscuridad no llegó con el viento; llegó desde el Norte, como una inmensa nube de pájaros, tan densa que no había luz entre las alas” (p. 265). A la oscuridad que se cierne sobre el Valle lo primero que se le opone es la luz conjurada por Gandalf, y en torno a ella se organizan los pueblos libres. Las imágenes de luz se contraponen en la oscuridad, especialmente alrededor de las huestes élficas: “Las lanzas y espadas brillaban en la oscuridad con un helado reflejo, tan mortal era la rabia de las manos que las esgrimían. Tan pronto como la horda de los enemigos aumentó en el valle, les lanzaron una lluvia de flechas, y todas resplandecían como azuzadas por el fuego” (p. 267). En descripciones semejantes, esta constelación de imágenes sigue girando en torno a la polarización entre la luz y la oscuridad a lo largo de toda la batalla.

Por otra parte, el enfrentamiento involucra a todas las criaturas de la Tierra Media. Como se ha dicho anteriormente, hasta las aves y los animales tienen participación en los eventos que acontecen en el mundo de Tolkien, y esta batalla en verdad reúne a todos los personajes con los que el lector se ha encontrado a lo largo de la novela. Al final del capítulo, son las águilas quienes intervienen e inclinan la balanza a favor de las fuerzas del bien. Como se sabrá en el capítulo siguiente, Beorn también toma parte en el enfrentamiento, y es quien logra acabar con la vida del general trasgo y salvar a los enanos que estaban rodeados.

Durante la batalla, Bilbo no es presentado como el héroe guerrero, sino más bien el de un espectador de poco protagonismo: gracias a la invisibilidad que le provee el anillo, logra pasar mayormente desapercibido y contempla el progreso del enfrentamiento. Es Bilbo quien se percata de que Thorin y los suyos han sido rodeados, y también es él quien logra avistar a las águilas en el momento de mayor desesperación y desaliento. Gracias a su mensaje, las huestes del bien recobran las esperanzas y luchan con más energía a la espera de la llegada de aquellas aves.

Thorin, por el contrario, ocupa por un momento el lugar de la figura del héroe: “El Rey bajo la Montaña apareció en el umbral, y sus compañeros lo siguieron. Las capas y capuchones habían desaparecido; llevaban brillantes armaduras y una luz roja les brillaba en los ojos. El gran enano centelleaba en la oscuridad como oro en un fuego mortecino” (p. 268). La voz de mando de Thorin se eleva sobre el clamor del combate, “-¡A mí! ¡A mí! ¡Elfos y hombres! ¡A mí! ¡Oh, pueblo mío! –gritaba, y la voz resonaba como una tromba en el valle” (p. 270). La embestida de Thorin es mortífera y digna de canciones. Sin embargo, la furia del enano lo empuja a romper el cerco de trasgos y llegar al séquito de su rey, Bolgo, sin prestar atención a que, de esta manera, queda separado del ejército en medio de la hueste enemiga.

Mientras tanto, Bilbo recibe un golpe en la cabeza y pierde el conocimiento. Este esquema repite la estructura del capítulo 4, en el que Bilbo cae de los hombros de Dori, se golpea la cabeza y pierde el conocimiento. Así, con la repetición de estructura, Tolkien vuelve a crear suspenso y deja la resolución de la batalla para el capítulo siguiente.