El eternauta

El eternauta Resumen y Análisis Tercera parte

Resumen

Favalli y el Mayor se incorporan a los soldados que están en River. Cuando Juan está yendo a las gradas a agradecerle a Medardo por haberle salvado la vida, aparece el rayo de los cascarudos desde el exterior y mata a Medardo en el mismo instante.

Se organizan para disparar a los cascarudos que manejaban el lanzarrayos. Como están a corta distancia, no les es difícil matarlos. Sin embargo, su tranquilidad dura poco: aparece flotando una especie de nave espacial que se dirige hacia la cancha. Franco, Favalli y Juan consiguen dispararle lo suficiente como para desactivarla justo cuando choca con la pared del estadio.

Se acercan a la nave para ver qué tiene adentro. Cuando Favalli intenta abrir la escotilla, se quema la mano e inmediatamente la nave empieza a desaparecer. El profesor afirma que se trata de un proceso automático “para evitar que el aparato caiga en manos del enemigo” (p.119), una combustión desconocida.

Intentan dimensionar el calibre de las armas con las que cuenta el enemigo. Juan habla pero Favalli no lo escucha, porque acaba de darse cuenta de que “está dejando de nevar” (p.120). Los soldados se alegran y pronto quieren quitarse los trajes, pero Favalli les aconseja que no lo hagan, porque la nevada puede volver en cualquier momento.

A lo lejos, divisan señales de humo. Cuando están comenzando a decodificarlas, el cielo se cubre con unas nubes que asumen la forma de una calavera. Cuatro soldados desertan. Salen del estadio y los intercepta un rayo en la primera esquina.

Juan les hace saber que no se tolerará la deserción. Conversa con Mosca, pero, en el medio del intercambio, piensa que tiene delante de sí a Polsky, su amigo muerto. Se devela que Juan estaba inconsciente, otro soldado lo despierta y le dice que estaba hablando. Juan se lo atribuye al cansancio, pero, pronto, la figura del soldado se convierte para él en la de Medardo Sosa, muerto recientemente. Una vez más, los compañeros despiertan a Juan, evidenciando que estaba sufriendo visiones.

Contempla la ciudad nevada. En medio de los cadáveres humanos y cascarudos, Juan ve nítidamente a Elena y Martita siendo atacadas por los cascarudos. Inmediatamente, se lanza a su rescate. Favalli intenta detenerlo y, cuando logra apartarlo, Juan ve que muchos otros soldados riñen. Entre ellos comienzan a aparecer cascarudos. En ese momento, Juan se da cuenta de que todos están viendo alucinaciones.

Pronto Juan descubre que las nubes que se posaban sobre ellos estaban ahí para ocultar algo: “¡Esa nube está inmóvil, justo encima nuestro! ¡Y es de forma distinta a las demás!” (p.131). Consigue dispararle con el cañón antiaéreo, justo antes de que lo ataque una horda de soldados. Las alucinaciones desaparecen y sale el sol.

El Eternauta hace una pausa en su relato. Volvemos a verlo sentado en frente al guionista de historietas. Cuenta que tuvieron una sensación de éxito desactivando la operación de las alucinaciones, ignorando que era un logro parcial. El Mayor aconseja posponer el ataque hasta el día siguiente, dado que se avecina la noche.

Franco, sin embargo, conversa con Juan para decirle que es momento de hacer una salida de exploración para poder ver al enemigo de cerca. El Mayor está de acuerdo: “no puedo oponerme: nada nos hace tanta falta como conocer al enemigo” (p.135).

Análisis

En el comienzo de esta parte, a lo alto de las gradas del estadio de River Plate, Juan alza su vista y contempla la nieve caer en la ciudad de Buenos Aires. En los diferentes pasajes en los que este narrador compone vívidas imágenes sobre este fenómeno climático, no ahorra en adjetivos para destacar su encanto. Siempre, igualmente, señala su aspecto paradójico: “lástima que tanta belleza era también tanta muerte” (p.109). Las ilustraciones panorámicas que acompañan estas reflexiones sustentan también esa posibilidad de admiración y asombro para los lectores de la época, que no estaban habituados a ver nieve en la capital argentina.

Justo antes de ver morir frente a él a Medardo Sosa, Juan se precia de lo que logró la resistencia y de su valentía: “cuesta creer que en tan poco tiempo haya podido conocer a tantos hombres de excepción…” (p.111). En detrimento de aumentar su propia heroicidad o de relatar los halagos que le pudieran hacer sus compañeros, la actitud permanente de Juan Salvo es la de reconocer las hazañas de sus pares. Hay una actitud deliberada de construir narrativamente al héroe colectivo, cuya "excepción", en sus términos, surge justamente a partir de una lucha solidaria por la supervivencia de la especie humana, y no únicamente por la propia.

Una vez que los soldados hacen caer la nave, Favalli intenta abrirla. La nave reacciona activando un mecanismo de defensa por autodestrucción, desapareciendo. Adelantándonos un poco en la narración, podemos pensar que ese mecanismo se dispara porque Favalli es humano y, por lo tanto, tiene solo cinco dedos, a diferencia de los manos, que tienen entre siete y catorce. Como la nave percibe que se trata de una mano diferente, se autodestruye. Aquí se refleja, al igual que en el combate de la avenida General Paz, el gran desconocimiento que los humanos tienen de la vida y las tecnologías extraterrestres.

El cese de la nieve, que al principio genera esperanza en los sobrevivientes, solo es una preparación para el nuevo ataque de los invasores. Es interesante mencionar que, cuando comienzan las alucinaciones, un grupo de soldados deserta, situación que ya se había dado cuando se asentaron en el estadio. La reacción de Juan es de profundo rechazo, y en ese gesto se puede leer su gran convicción con la causa de la resistencia.

Como la historieta está narrada por Juan, como lectores podemos asistir a sus alucinaciones en primera persona. Está claro que sus primeras dos visiones (Polsky y Medardo Sosa) son imposibles, porque ambas personas están muertas. Sin embargo, no es imposible que Elena y Martita se acerquen a la cancha de River, y es por esto que Juan se desespera por ayudarlas.

La certeza de que lo que Juan ve no es verdadero se da cuando ve a los soldados luchando entre sí. Este detalle nos da la pauta de que cada soldado tiene alucinaciones diferentes. Desde que comienzan las alucinaciones, entonces, podemos interpretar que la narración no es confiable, porque los invasores les están haciendo imaginar cosas que no están ahí.

Tradicionalmente, en literatura, se le llama narrador no confiable o poco fiable a aquel que demuestra una condición que nos hace cuestionar su credibilidad. El juicio de los personajes narradores, en estos casos, está alterado, ya sea por una tendencia propia hacia la exageración, por su ingenuidad o por alguna situación que influye en sus facultades psicológicas, como en esta secuencia de El Eternauta.

Si bien Juan Salvo, el narrador principal de la historieta, asume la primera persona, su cuerpo y su rostro aparecen siempre que el personaje habla y lleva a cabo casi cualquier acción. Es decir, el punto de vista adoptado para las imágenes de la novela gráfica es en general objetivo: no vemos los sucesos a través de los ojos del personaje, sino con él incluido. En la secuencia de las alucinaciones, sin embargo, efectivamente se refleja gráficamente lo que está viendo Juan Salvo. El rostro de Polsky, Medardo Sosa, los cuerpos de Elena y Martita y los cascarudos que él ve aparecen representados fielmente en cada viñeta. El caso inverso se da, por ejemplo, en la página 129, cuando Mosca afirma estar ante un cascarudo y la ilustración coincide con el cuerpo de Juan. Este contrapunto es el que nos permite afirmar que estamos en presencia de un narrador no confiable, porque en cuanto Juan despierta, las imágenes de las alucinaciones desaparecen.

Cuando el peligro pasa, Franco, nuevo compañero íntimo de aventuras de Juan Salvo, decide no descansar para salir a explorar. El “héroe colectivo” se configura, entonces, por la iniciativa del valiente tornero, que Juan celebra en repetidas ocasiones.