El eternauta

El eternauta Metáforas y Símiles

“La voz del Eternauta, el viajero de la eternidad, siguió narrando su historia, la tragedia que lo perdió en el tiempo, como si fuera un náufrago, abandonado en medio del mar” (p.25) (Símil)

En este símil, el guionista de historietas compara al hombre que se le aparece en su despacho al comienzo, el Eternauta, con un náufrago. Por un lado, esta apreciación sucede en la primera parte de la historieta, en la que Juan Salvo y Favalli señalan en repetidas ocasiones que se sienten como Robinson Crusoe, el protagonista de la novela homónima de Daniel Defoe. Este personaje es el máximo exponente del sobreviviente de un naufragio en la literatura universal. Por otro lado, la condición de "náufrago" que le asocia el guionista también se relaciona con la poca información que él tiene sobre el Eternauta hasta el momento: básicamente, que es un "navegante del tiempo" (p.15), que está muy cansado y que se encuentra en medio de una búsqueda.

“Seguimos descargando las armas contra los invasores; fue la nuestra una reacción análoga a la que nos hace pisar varias veces una araña ya aplastada” (p.96) (Símil)

Juan Salvo hace esta comparación entre los cascarudos y las arañas en medio del combate de la avenida General Paz. La analogía se funda en que las dos criaturas son tipos de insectos, aunque los cascarudos presentan un tamaño desproporcionado en relación con cualquier otro insecto terrestre. La actitud de los humanos es similar, entonces, porque los cascarudos les causan un doble rechazo: en primer lugar, porque son invasores, y en segundo lugar, porque les generan tanto asco como los insectos.

“Enorme, abrumadora, ante nosotros se alzaba la complicada estructura de cemento. Los pilares, no sé por qué, se me antojaron las patas extrañas de un monstruo colosal. Un monstruo que esperaba tenernos a tiro para aniquilarnos con algún súbito poder” (p.105) (Metáfora)

Estas son las primeras apreciaciones que Juan Salvo hace sobre el estadio de fútbol de River Plate. La metáfora reside en el hecho de que Juan hable de la construcción en términos de un monstruo. Esta alusión echa luz sobre el constante temor que los sobrevivientes sienten con respecto a la invasión. A su vez, esta descripción del supuesto "monstruo colosal" muestra algunas similitudes con los enemigos gigantes que aparecerán más tarde en la historieta: los gurbos.

“Ninguno intentó el menor movimiento. Claro, nosotros llevábamos al ‘mano’ que los manejaba…eran títeres sin titiritero” (p.166) (Metáfora)

Juan Salvo se refiere a los cascarudos y hombres-robots que rodean el pabellón de Barrancas de Belgrano como títeres sin titiritero porque él y Franco están secuestrando al mano que allí operaba. Esta metáfora pone de relieve el carácter de esclavos de estos enemigos: no pretenden atacar a los humanos sin la orden directa de un superior.

“Pero no es un terremoto… es como si golpearan la tierra… ¡algo así como si un gigante estuviera bailando!” (p.181) (Símiles)

La aparición de los gurbos, los últimos y más letales enemigos de la invasión, es gradual y fragmentaria. Lo primero que ven los soldados son las huellas que las bestias dejan en el suelo, y a continuación perciben temblores en la tierra. Como no pueden saber qué produce esos temblores, intentan acercarse a posibles respuestas a partir de símiles como estos. Es decir, intentan establecer equivalentes posibles para proponer alguna fuente de lo que, luego comprueban, son en realidad pasos de los gurbos.