El capote

El capote Imágenes

La suciedad de las escaleras

El narrador hace una descripción muy vívida de la suciedad de la escalera de la casa de Petrovich mediante esta imagen sensorial olfativa: "(...) Una escalera, en verdad, íntegramente mojada de agua sucia e impregnada de ese olor acre que provoca comezón en los ojos y es, como se sabe, de presencia obligada en todas las escaleras de servicio de las casas petersburguesas (...)" (p.267).

La imagen subraya la precariedad de la condición de vida del sastre. Además, la descripción contrasta con la que se hace más adelante de la casa del asistente del funcionario: "Era un asistente del jefe y ya vivía a lo grande: en la escalera había un farol, y el vivía en el primer piso" (p.278). El contraste sirve para mostrar las diferencias en las formas de vida de los distintos estratos sociales.

La suciedad de la ropa de Akaky

"(...) Siempre llevaba alguna porquería pegada en su uniforme: un poco de heno o algún hilito; tenía una especial habilidad para pasar debajo de las ventanas en el momento preciso en que de ellas arrojaban la basura, y es por eso que siempre llevaba sobre su sombrero alguna cáscara de melón o de sandía o cualquier otra inmundicia" (p.263). Esta imagen de la ropa de Akaky, que siempre tiene trozos de basura pegados, transmite una idea de la impotencia del personaje. Él es muy desafortunado: de una manera cómica e inverosímil, pasa por debajo de las ventanas justo cuando la gente tira cosas por ellas. Sin embargo, el personaje es ajeno a su situación, porque no se da cuenta de nada de lo que sucede en torno suyo y porque no le importa más que cumplir con sus tareas laborales.

La cena de Akaky

"Al llegar a su casa, se sentaba de inmediato a la mesa, tomaba rápidamente su sopa de repollos, y masticaba un trozo de carne cocida con cebollas, sin prestar atención a su sabor ni a las moscas que en ese momento pudieran estar adheridas al plato" (pp.263-264). Esta imagen de Akaky cenando, donde se come todo lo que tiene delante sin prestar atención a su sabor o, siquiera, a si hay moscas en el plato, sirve para mostrar enfáticamente su grado de enajenación. A Akaky no le preocupan las experiencias sensoriales y casi siempre está ajeno a su entorno, ensimismado en su propio mundo y en el trabajo de copia que realiza.

El camino hacia la casa del funcionario

El camino hacia la casa del funcionario a la que se dirige Akaky para asistir a una reunión presenta un escenario que cambia a medida que este avanza:

Al principio, debió cruzar calles desiertas y oscuras, pero, a medida que se acercaba a la casa del funcionario, las calles se volvían más transitadas y mejor iluminadas; los peatones se hicieron más frecuentes, se veían damas elegantemente vestidas, los hombre lucían cuellos de castor en su gabanes y ya no se veían tanto los vañkas, con sus rústicos trineos de madera, guarnecidos con clavitos de cabeza dorada, y sí, en cambio, cocheros de gorros de terciopelo color carmesí conduciendo trineos con la carrocería barnizada y provistos de coberturas de piel de oso" (p.277).

El pasaje muestra el contraste entre el área pobre, vacía y poco iluminada donde vive Akaky y el área más poblada e iluminada donde vive el próspero anfitrión. Este es uno de los pasajes de la historia más ricos en detalles sensoriales. La descripción vívida de los cocheros y sus trineos, con detalles de texturas y colores, sugiere que, por primera vez, Akaky está prestando atención a su entorno. Es posible que esto se deba a que su nuevo abrigo lo ha transformado.