El beso de la mujer araña

El beso de la mujer araña Resumen y Análisis Capítulos 4 - 6

Resumen

Capítulo 4

Molina reanuda la trama de la película del día anterior. Leni y el oficial nazi están enamorados, viviendo un romance muy intenso. Ella le dedica todas las noches sus canciones en el show, y el narrador es muy minucioso en la descripción del espectáculo: la escenografía imita el azul del mar, la orquesta simula el vaivén de las olas y Leni aparece como una isleña, con una flor en el cabello suelto, los ojos negros, cautivantes. La canción tiene una melodía triste, de desamor. Luego de esta secuencia, Leni recibe en su hogar a un primo, que viene de Alsacia, junto con el hombre rengo, asesino de la corista rubia. Vienen a pedirle si puede averiguar dónde está el arsenal de los nazis en Francia para poder bombardearlo. Ella afirma no saber nada al respecto, pero el rengo la increpa ya que sabe que su enamorado es el jefe del contraespionaje alemán y la amenaza con matar a su primo si se niega a colaborar. Obligada por las circunstancias, Leni jura hacer todo lo posible. Cuando se encuentra con su enamorado, le revisa cajones, papeles, armarios, bajo la sospecha del mayordomo alemán, que no confía en ella y casi la descubre en plena tarea. Finalmente, halla el plano de los armamentos escondidos y se encuentra con el rengo y su primo en un museo para darles el material. Ambos forman parte de los maquís, la resistencia francesa a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. En este encuentro, el muchacho arroja al hombre por la ventana para matarlo, pero lo arrastra y caen juntos.

Molina destaca la bondad del personaje, que se sacrificó por el bienestar de su prima, pero Valentín está en desacuerdo con esta afirmación, ya que lo considera un traidor a su país y a la causa de la liberación de Francia. Molina destaca la belleza de la película como forma de escaparse de la realidad hostil que lo rodea, más allá de su contenido ideológico, pero Valentín le retruca que pensar en cosas lindas puede enloquecer y que es necesario estudiar para trascender la realidad inmediata de la celda y así formar parte de un proyecto colectivo mayor. Frente a estos planteos, Molina le propone interrumpir el relato, pero Valentín manifiesta interés en la obra como documento histórico. De esta manera, Molina retoma la narración. Luego de la muerte de su primo, Leni vuelve enloquecida y triste a la casa del oficial alemán, que la espera con la cena y tocando en el piano una melodía alegre. Ella lo oye condenar a pena de muerte a unos mafiosos y decide darle la información secreta sobre el arsenal a la resistencia francesa. Sin embargo, no logra hacerlo, ya que recibe una invitación de parte el gobierno de ocupación para ir a trabajar a Berlín. Valentín pide seguir la narración el día siguiente, a pesar de su desagrado por la temática.

Luego de este intercambio, aparece una hilera de puntos que indica tipográficamente un salto temporal. Valentín le pregunta a Molina sobre el motivo de su visita a la dirección de la cárcel, y este le responde que era para firmar los papeles de su nuevo abogado. En ese momento, los guardias sirven dos platos de comida, uno mucho más abundante que el otro. Molina se queda con el premio mayor gracias a la insistencia de Valentín. Sin embargo, la cena le cae muy mal al estómago. Se lo atribuye a los nervios por el encuentro con el director. Valentín le sugiere llamar a la enfermería, pero Molina se niega. Le propone retomar la narración de la película para distraerlo del dolor. Así, Molina cuenta que Leni ya está en Alemania filmando su película. Le muestran una foto de un criminal muy buscado, al que ella reconoce. A su regreso a París, pide contactarse con los jefes de la resistencia francesa con el pretexto de darles los planos del armamento nazi pero va acompañada por su novio, el oficial alemán. Cuando el chofer se da cuenta de que los están siguiendo, toma un desvío y la lleva directamente con el líder de los maquís, que es el mayordomo de su pretendiente. Ella queda sola con él y lo mata, pero recibe un disparo y muere en brazos de su amado. La película termina con una escena en el panteón de los héroes en Berlín, donde hay una estatua enorme de Leni. Él le deja un ramo de flores y se retira con los ojos llenos de lágrimas por un camino soleado.

En este capítulo, aparece una nota al pie que se presenta como un recorte de revista referente a la superproducción Destino. Este extenso apartado transcribe un supuesto catálogo de propaganda de la película que destaca sus virtudes políticas. En esta perspectiva, Leni no es la mujer sensual y seductora del relato de Molina, sino que deja de lado el artificio del maquillaje para reflejar la salud del ideal estético nazi, y Francia no es un espacio de ensueño sino un país negrificado y judío. Así, este apartado se opone a ciertos elementos presentes en la narración de Molina.

Capítulo 5

Molina se recupera lentamente del malestar estomacal del día anterior y esta vez él le pide a Valentín que le cuente alguna película que recuerde. Él se excusa, diciendo que no conoce ninguna, pero se ofrece a explicarle algo de lo que estudia todos los días. Luego de esta promesa, se incorpora en la novela los pensamientos de los personajes, en este caso de Molina, marcado tipográficamente con la letra cursiva. Este es un discurso al que accedemos los lectores, pero que no es dicho en voz alta. En este caso, Molina se cuenta a sí mismo una película, y hace el esfuerzo de recordarla con detalles. Se hace preguntas, se corrige, se reformula.

En la película, una chica, fea, consigue trabajo como sirvienta para la cabaña de una mujer en el bosque. La llegada de una pareja inquilina es inminente, y la chica se dedica minuciosamente a limpiar. Llegan los novios; ella es exigente y antipática mientras que el muchacho es buen mozo. La dueña de casa les cuenta el motivo de su soltería: su prometido murió en el frente en la Primera Guerra Mundial. Pocos días después, llega la carta que convoca al muchacho a combatir en la fuerza aérea y ambos se van. La mucama queda sola.

Molina se interrumpe para discutir con Valentín, que está leyendo un libro de filosofía política vinculado con sus ideas de lucha por la igualdad. Molina lo provoca, le dice que es insignificante y vuelve a la narración de la película. Luego del crudo invierno, vuelve el muchacho del campo de batalla con una cicatriz horrible que le cruza el rostro. En este momento, Molina incorpora a su narración interior elementos propios de su experiencia de vida: se pregunta qué hace linda a una cara, se cuestiona sobre su mamá y sobre el sufrimiento de saber que está en la cárcel, recuerda las humillaciones que recibió del juez, las promesas del indulto, repudia el desdén de Valentín sobre sus sentimientos. Retoma la narración, en la que el muchacho se niega a mostrarse luego del accidente, y su novia se va. Encerrado en el estudio, comienza a enamorarse de la sirvienta, ya que ambos están solos y tristes. Se casan con la dueña de la casa como testigo, y ambos embellecen frente al amor que se tienen. En este clima romántico, Molina piensa en el restaurant de Gabriel, en él fumando un cigarrillo, se pregunta por él, por qué no fue a verlo, cómo estará de salud. Imagina encontrarlo a la salida de la penitenciaría, el primer beso entre ellos, teme morir dentro de la cárcel. Continúa la ensoñación de los dos muchachos, que se ven embellecidos por el amor, pero cuando el muchacho invita a su familia, quedan decepcionados por la fealdad de su rostro y los pocos modales de su novia, la sirvienta. Ambos se ven en el espejo y confirman que siguen siendo los mismos de antes. Deciden ocultarse uno del otro, y es la dueña de la casa la que les dice que el encantamiento del verano hermoso es porque se ven el alma y no el exterior. Ambos se abrazan y besan. Molina recuerda cuánto le había gustado esta película a su mamá y jura no contársela a Valentín, para que no se ría de sus gustos y preferencias sentimentales. Luego de este monólogo interior, Molina le dice a Valentín que no va a hablarle más. Se reparten los platos de comida, esta vez el más grande es para el guerrillero.

En este capítulo aparece una nota al pie que resume la perspectiva del ya citado D. J. West sobre las tres interpretaciones más habituales en la sociedad sobre las causas de la homosexualidad. Una de ellas es pensar que es una perversión, un vicio; otra es entenderlo como una seducción de parte de una persona del mismo sexo; y la tercera teoría aludida es la de la segregación, en la que carecer del contacto con personas del sexo opuesto deriva en prácticas homosexuales. Esta nota emerge cuando Molina le pide a Valentín invertir los roles y que sea él, esta vez, el narrador de películas.

Capítulo 6

El capítulo comienza con una conversación entre Valentín y Molina, en la que el primero se ve afectado por las mismas puntadas en el estómago que sufrió Molina días atrás, pero se niega a ir a la enfermería porque teme que le quiebren la voluntad a base de sedantes y calmantes. Le comenta a su compañero que es una práctica muy habitual en los presos políticos evitar caer en manos de los médicos de la cárcel, ya que, al verlos débiles, los obligan a confesar. Para distraerlo, Molina rompe su promesa y comienza a contarle una película nueva.

En ella, un joven sudamericano, rico, corre con su propio auto el circuito de Le Mans en el sur de Francia, pero alguien al servicio de las grandes marcas le afloja el motor. En la tercera vuelta, el auto se prende fuego y queda destrozado. El muchacho logra salvarse pero no corre más. Se va a Montecarlo a encontrarse con su padre, un millonario. Él lo alienta a volver a las carreras para así alejarlo de los centros de estudiantes de izquierda, ya que el muchacho estudiaba Ciencias Políticas. Le propone correr para una marca de autos conocida, pero el joven se niega a ponerse al servicio de estas empresas internacionales. Al padre este entusiasmo e ideales le recuerdan a su ex esposa. Frente a este comentario, el muchacho se va y se encuentra con un grupo de amigos que lo llevan a una fiesta, pero él se queda solo en la biblioteca. Ve llegar a una mujer elegante con una botella, que también está sola. Ambos parecen querer olvidar las penas de su vida.

En este momento, Valentín interrumpe la narración por su dolor. Molina le insiste con visitar la enfermería, pero él se niega y le pide que siga contando. Él describe a la mujer de la película como flaca pero curvilínea, atractiva. Ella le pide al muchacho que le diga por qué toma para olvidar, él le responde que no quiere recordar absolutamente nada de su vida. Por otra parte, ella está muy agradecida con su vida pero quiere olvidar su fracaso en el amor. Él la envidia por todo lo que tiene, ya que se siente mal por haber abandonado su país y a su madre, que se va a casar con otro hombre por miedo a la soledad.

A partir de la trama de la película, Molina le recrimina a Valentín nunca haberle contado nada sobre su mamá. Valentín dice que no tiene nada para contar. Acto seguido, se descompone. Su compañero lo ayuda a limpiarse y a cambiarse, le presta la camisa, dobla la ropa manchada para que no largue olor. Valentín está muy avergonzado, tiembla de la bronca de sentirse débil. Luego de este episodio, le cuenta a Molina sobre su madre, una mujer de dinero, de una clase acomodada a la que nunca le gustaron las ideas políticas. Está separada de su padre, quien murió dos años atrás. Molina no puede dejar de notar las similitudes entre la trama de la película narrada y la situación de Valentín y su madre. Aunque él no ve estos puntos en común, le pide que termine rápido la historia. Molina resume la trama. El muchacho y la mujer empiezan un romance, pero a su padre lo secuestran unos guerrilleros en su país natal. Se pone en contacto con ellos y, a cambio de mucho dinero, lo liberan, pero terminan matándolo en un enfrentamiento. Entonces, el muchacho decide quedarse viviendo con su madre y la mujer se vuelve a su trabajo en París, porque cada uno pertenece a un mundo diferente. Luego de este final acelerado, Valentín intenta dormirse.

Al día siguiente, el diálogo es sobre las pesadillas provocadas por la intoxicación. A pesar de haber pasado una mala noche, Valentín devora el plato de comida. Molina le sugiere pedirle a su madre comida para evitar los platos de la cárcel y cuenta que la suya está mal del corazón, en reposo. Valentín vuelve a sentir dolor en el estómago e intenta relajarse para dejar de sufrir.

En esta parte, la raya de diálogo y la cursiva en el texto indican la presencia de un monólogo interior, esta vez de Valentín. La estructura es una enumeración de oraciones encabezadas por un personaje: una mujer, un muchacho, una madre, un padre, una muchacha, un compañero y, de nuevo, una muchacha. En este discurso se fusionan elementos de las películas narradas por Molina y también su propia trayectoria política.

Molina lo interrumpe, le dice que está gritando en sueños. Valentín se siente mal, le pide disculpas por ser tan brusco y molestarlo con sus padecimientos. Le confiesa que la muchacha de la que le había contado no era su compañera, sino una mujer a la que él lastimó. Bruscamente, Molina le dice que no quiere saber nada sobre sus cuestiones políticas, ya que pueden interrogarlo, y le insiste para hablar en otro momento.

En este capítulo reaparecen las notas al pie sobre la homosexualidad. En esta ocasión, se teoriza sobre la represión en el ser humano para adecuarse a las exigencias que la impone la sociedad. Según los especialistas, para respetar las normas sociales es imprescindible esconder impulsos. De esta manera, el matrimonio se conforma como la manera ideal, y todas aquellas personas que se desvían de esto deben ocultar sus tendencias socialmente indeseables.

Análisis

Estos capítulos profundizan el vínculo entre Valentín y Molina. En el texto central, se mantiene la estructura dialogal carente de un narrador que totalice la narración, y las películas que le cuenta Molina a su compañero son Destino y la historia del muchacho sudamericano corredor de carreras. Sin embargo, se incorpora una nueva técnica en la novela: el monólogo interior, reconocible por una tipografía diferente; la cursiva. El monólogo interior consiste en la manifestación de una voz interior que no se dirige a ningún receptor externo, sino que es el personaje el que dialoga consigo mismo. De esta manera, el lector accede a la interioridad del personaje, a partir de la inclusión de imágenes mentales e las ideas no dichas.

En esta perspectiva, se puede analizar cómo cada personaje aporta su experiencia a la hora de pensarse. Mientras Molina intenta recordar una película, se pregunta si está utilizando las palabras correctas para narrarla. Es ejemplar al respecto la siguiente reflexión del personaje: «¿No será que usted se ha perdido? yo puedo indicarle el camino, nací en la comarca», ¿o se dice aldea? comarca y aldea son las de la antigüedad, y pueblitos son los de la Argentina" (p. 90). En esta cita, se ve que Molina se detiene en aspectos sutiles de la narración y cuestiona el discurso de las películas, ya que la misma palabra "comarca" le suena rara, extranjera. De esta manera, los lectores entendemos que el personaje no vive únicamente en la ilusión de las películas de Hollywood sino que también es capaz de tomar distancia de la materia prima de su relato.

Por otra parte, el combativo Valentín, que tantas veces destaca la importancia de trascender la realidad de la celda, involucra su trayectoria en el argumento de la película. Se sumerge absolutamente en la narración. Así, la historia del guerrillero sudamericano reaparece en su discurso interno como si fuera él mismo. De esta manera, se refuerza la idea, ya presente en los primeros capítulos, de que la oposición entre ambos personajes no es tan rígida y tiene puntos en común.

Otro elemento fundamental en estos capítulos es el malestar que ambos sufren debido a la comida de la cárcel, lo que, por una parte, exhibe el maltrato al que están expuestos como presos y, por otra parte, los obliga a cuidarse entre sí y a ser solidarios. Sin embargo, Molina ejerce más notoriamente el rol de protector, ya que cuida a Valentín, le cambia la ropa en momentos de debilidad y le cuenta historias para distraerlo del dolor. Este rol tierno se relaciona con su propia idea de lo femenino, en oposición a la brutalidad que él ve en los hombres.

En relación con las tramas de las películas elegidas, se repite la elección de un patrón romántico que estructura la narración pero, a diferencia de Cat People, los protagonistas tienen otras motivaciones. En la película nazi, Leni se sacrifica heroicamente por su patria y, en la siguiente narración, el muchacho vuelve a su país con su madre. De esta manera, Molina incorpora otras formas de convocar a su receptor, que siempre se muestra intrigado e interesado por sus relatos, aún cuando no coincide con las ideas que estas obras promueven.

Si bien Valentín le recrimina a veces a Molina la elección de la película o la peligrosidad ideológica de sus relatos, también intenta escapar de su propia vida a través de los cuentos de Molina. En este punto, cuando Valentín sufre una descompensación intestinal, le pide a Molina que distraiga su dolor contándole una película. Así, el cine les ofrece a ambos un discurso que les permite, aunque sea por un momento, escaparse de sus propias vidas, plagadas de sufrimientos –físicos y mentales-, desencantos y dolor.

Con respecto al paratexto, reaparecen las notas al pie, que siguen discutiendo nociones, conceptos y prejuicios sobre la homosexualidad. Con el objetivo de enriquecer las discusiones sobre el origen de la homosexualidad, también exhiben diferentes perspectivas del psicoanálisis sobre el tema. Asimismo, estas notas pueden entenderse en su dimensión educativa, ya que desmontan teorías sexuales muy difundidas entre la sociedad, pero que carecen de toda base científica.

Por otro lado, en el capítulo 4 también se suma la única nota al pie que no está vinculada con la homosexualidad, sino que es una publicidad sobre la película nazi, Destino. Esta aporta una mirada clave sobre Molina y su tarea de narrador, ya que contradice ciertos elementos de su propio relato. En este punto, confirmamos que todo recuerdo está atravesado necesariamente por los pensamientos, sentimientos y experiencias de quien cuenta. Molina, al narrar, no reproduce fielmente la realidad, sino que elige, recorta, aporta su mirada detallista y hasta acelera los sucesos cuando Valentín así se lo pide.