Drácula

Drácula Resumen y Análisis Capítulos 1-4

Resumen

Capítulo 1

El capítulo 1 presenta las primeras entradas del diario de Jonathan Harker, fechadas el 3 y el 4 de mayo. Harker está realizando un viaje de negocios en Europa del Este, y se abre paso por las regiones más desoladas del continente para reunirse con un noble de Transilvania, el Conde Drácula. El encabezado de la primera entrada del diario indica que escribe desde Bistritz, una ciudad en lo que hoy es Rumania. Dos días antes estuvo en Munich y luego en Viena. A medida que se mueve hacia el este, el paisaje alrededor de Jonathan se torna mas salvaje y menos moderno. Jonathan presta mucha atención y registra sus observaciones sobre la gente y sus estilos de vida en aquellas regiones, prestando especial atención a sus formas de vestir y a la comida. Sus instrucciones indican que debe pasar la noche en un antiguo hotel de Bistritz antes de realizar el último tramo del viaje hasta el castillo de Drácula. En Bistritz lo espera una carta del conde con las indicaciones para el día siguiente: Jonathan debe dirigirse en coche hasta el desfiladero del Borgo y esperar allí a un cochero que pasará a buscarlo.

El propietario del hotel y su mujer se muestran hondamente preocupados por las intenciones de Jonathan. A pesar de que entre ellos no pueden comprenderse claramente y deben recurrir al alemán como lengua de intercambio, el posadero trata de detener a Jonathan fingiendo que no entiende el pedido que este le hace de un carruaje para viajar hasta el paso del Borgo. Mientras tanto, la mujer del posadero trata de disuadir al joven inglés y le advierte que están en la víspera del día de San Jorge, y que la noche siguiente es la Noche de Brujas, en la que el mal alcanza su máxima potencia en el mundo. Sin embargo, Jonathan se mantiene firme en sus propósitos, y entonces la mujer le entrega un crucifijo; Jonathan lo acepta, a pesar de que, como anglicano, piensa que el objeto es idólatra.

Antes de marcharse, Jonathan se percata de que muchos campesinos lo observan con aprehensión. A pesar de que no comprende su lengua, se ayuda con un diccionario y descubre un puñado de palabras que se repiten: Satán, el demonio, hombres-lobos y vampiro. Los campesinos hacen signos de protección frente a Jonathan y rituales de protección contra el mal de ojo.

Una vez en el carruaje, cuando el resto de los pasajeros se enteran hacia dónde se dirige Jonathan, muestran también la misma precaución y se persignan para protegerse del mal. Así, el carruaje avanza por el hermoso paisaje, y Jonathan se entretiene observando el cambio paulatino de la geografía. Apurado por el cochero, el carruaje llega al paso del Borgo una hora antes de lo previsto. Como nadie lo está esperando, el cochero trata de convencer a Jonathan de seguir hasta Bukovina y regresar otro día, pero, en ese momento, un cochero de aspecto lúgubre aparece sin hacer ruido en un carruaje empujado por enormes caballos negros. Uno de los pasajeros repite un verso en alemán: “Porque los muertos viajan velozmente” (p.23). El cochero carga sin dificultad el pesado equipaje de Jonathan y emprende el camino hacia el castillo de Drácula.

La parte final del viaje es terrorífica. La luna brilla entre las nubes y los picos de las montañas y el aire se llena con los aullidos de los lobos y con extraños fuegos fatuos que comienzan a brillar, aquí y allá, en el medio del bosque. Jonathan se percata de que el cochero da vueltas por los bosques y pasa varias veces por el mismo sitio, como si estuviera haciendo tiempo para llegar al castillo a una hora en particular. En muchas ocasiones, el carruaje se detiene y el cochero desaparece en la espesura por momentos. En una de aquellas paradas, una manada de lobos rodea al coche y está a punto de lanzarse sobre los caballos y sobre Jonathan, hasta que el cochero regresa de improviso y los espanta con un gesto de mando. El capítulo finaliza con la llegada al castillo de Drácula, una vieja estructura parcialmente en ruinas.

Capítulo 2

El capítulo 2 presenta las entradas del diario de Jonathan correspondientes a los días 5, 7 y 8 de mayo. Jonathan es depositado por el cochero en el patio del castillo, y el mismo conde le abre las puertas y lo invita a pasar. El conde es un hombre alto y viejo, con un bigote blanco y largo, que se viste todo de negro. A pesar de su edad aparente, al darle la mano, Jonathan descubre que el conde es inmensamente fuerte y que su tacto es helado, como el de un cadáver.

Jonathan es escoltado hasta su cuarto y luego hasta el comedor, donde la cena está servida. Los dos hombres charlan, pero el conde no come, y aduce que nunca cena. Jonathan aprovecha para observar a su anfitrión con cuidado: su rostro es aquilino, con un gran puente nasal; la nariz, fina y las cejas, pobladas salvajemente. Los labios presentan un vívido color escarlata que contrastan con la palidez general del conde y con sus blancos y afilados dientes. En un momento, el conde se inclina y toca a Jonathan en el hombro; el inglés siente náuseas ante el contacto y es incapaz de explicar de dónde le viene tal repulsión. Durante la charla, Drácula demuestra un extraño placer por el sonido de los aullidos de los lobos. Los dos hombres están despiertos al amanecer, momento en el que Drácula se excusa y abandona la sala, sugiriéndole a Jonathan que duerma hasta la hora que desee, ya que él se ausentará hasta la noche porque tiene muchas cosas para hacer.

Jonathan duerme hasta bien entrada la tarde, y desayuna casi al atardecer. Un desayuno abundante lo espera en el comedor, pero Drácula no está por ninguna parte y por medio de una nota le pide a Jonathan que lo espere. En el castillo no parece vivir nadie más; aunque no hay sirvientes, el extraordinario amueblamiento y la exquisita cubertería de oro puro muestra que el conde debe ser muy rico. Tampoco hay espejos en ninguna sala del castillo. Luego de la cena, Jonathan vaga hasta encontrar una gran biblioteca con muchos libros en inglés. El conde se reúne con él allí y le hace preguntas sobre Inglaterra. También desea hablar con su huésped para poder mejorar su inglés, que, al parecer, ha aprendido solo a través de los libros; Drácula tiene el deseo de hablar tan fluido que nadie pueda reconocerlo como un extranjero cuando se mude a Inglaterra. A través de la compañía para la que trabaja Jonathan, Drácula ha adquirido una gran propiedad llamada Carfax. Carfax es una enorme abadía construida en piedra y posee un gran parque, con una capilla y una cripta incluidas. También está muy cerca de un manicomio, aunque Jonathan asegura que este no es visible desde la abadía. Los dos hombres charlan durante la cena y, nuevamente, el conde no prueba bocado. Después de la cena, Drácula continúa haciendo preguntas sobre Inglaterra, hasta que nuevamente amanece y se retira cada uno a sus aposentos.

Jonathan duerme unas pocas horas, tras lo cual se asea y comienza a afeitarse valiéndose de un pequeño espejo de viaje que lleva consigo. De pronto, el conde aparece detrás suyo y el inglés se da cuenta de que no lo ha visto entrar en el reflejo del espejo. Sorprendido por el fenómeno, Jonathan se corta con la navaja. Entonces, vuelve a buscar al conde en el reflejo, pero no lo puede ver. Al ver la sangre que gotea del corte que Jonathan se ha hecho, Drácula parece poseído y lo toma con fuerza por el cuello. Sin embargo, refrena su ímpetu, le advierte a Jonathan de los peligros de cortarse en el castillo y arroja su espejo por la ventana mientras le dice que aquellos son objetos de vanidad que deben ser destruidos o destruirán al hombre. Jonathan se muestra contrariado por la pérdida de su espejo, y se pregunta cómo se afeitará sin él.

De nuevo en el comedor, Jonathan desayuna sin la presencia del conde. Luego, recorre el castillo y descubre que toda la estructura está construida al borde de un precipicio. En el ala sur, la caía es de al menos 300 metros hasta el fondo del valle. Jonathan sigue recorriendo la estructura y se da cuenta de que todas las salidas están cerradas: está prisionero en el castillo de Drácula.

Capítulo 3

El capítulo 3 presenta las entradas del diario de Jonathan correspondientes a los días 8, 12, 15 y 16 de mayo. Cuando Jonathan descubre que es un prisionero en el castillo, finalmente logra reconocer el peligro en el que se encuentra sumido. Sin embargo, decide no preguntarle nada al Conde, puesto que entiende que es él el único responsable de su situación. Jonathan también descubre que es el conde quien se encarga de las tareas domésticas y le sirve la cena, y sospecha que el cochero también era Drácula disfrazado. Al recordar el poder que el cochero tenía sobre los lobos, el inglés se reconforta al llevar al cuello el crucifijo que la dueña del hotel le entregó.

Esa noche, el conde le cuenta la historia de la familia de los Drácula: historias de guerras contra los turcos lideradas por sus ancestros, quienes lograron reunir a los pueblos de Transilvania bajo su bandera. Más tarde, el conde le pregunta a su huésped sobre las compañías de procuración de Inglaterra y cómo podrá hacer para trasladar sus bienes desde Transilvania hasta Carfax. En esa misma charla, Drácula le expresa su deseo (que en verdad es una orden) de retenerlo en el castillo durante un mes más, mientras continúan los preparativos de su mudanza. Aunque Jonathan se siente aterrorizado ante esta perspectiva, también comprende que no está en posición de negarse a nada, mucho menos de cuestionar la voluntad del conde. No solo está prisionero en el castillo, sino que también siente la responsabilidad de hacerse cargo de los negocios que le encomendó su empleador, el señor Hawkins. El conde le pide a Jonathan que en las cartas que envíe por correo hable solo de negocios, con lo que queda claro que él leerá las cartas antes de echarlas al correo. Jonathan decide entonces escribir tal como Drácula le indica, pero también escribe cartas secretas para su prometida, Mina, y para su jefe. A Mina le escribe en taquigrafía, esperando que el conde no pueda comprender ese método de escritura. En un momento, cuando el conde se ausenta, Jonathan le revisa la correspondencia, pero el conde regresa de improviso y no llega a encontrar nada. En esa ocasión, el conde le advierte que no debe quedarse dormido en ningún otro sitio que no sea su habitación. Esa noche, Jonathan se asoma a la ventana sobre el ala sur del castillo y, para su terror y asombro, observa cómo el conde baja reptando por aquella pared, como si se tratara de un lagarto, boca abajo.

Otra noche, vuelve a observar cómo el conde abandona el castillo reptando por las paredes. Entonces, aprovecha la ausencia para explorar el lugar y descubre un ala inexplorada al forzar una puerta rota. Toda el ala muestra un lujo venido a menos, y es evidente que aquella era la parte más habitada del castillo. En un momento, Jonathan es invadido por el cansancio y se queda dormido en un sillón, a pesar de las advertencias del conde. Entre el sueño y la vigilia, tiene la visión de tres hermosas mujeres que entran al salón y se preguntan quién de ellas lo besará primero. Jonathan se siente lleno de miedo y, a la vez, de lujuria por aquellas hermosas mujeres, pero no logra moverse de su sitio y solo puede observarlas en silencio. Una de las mujeres se aproxima a él y apoya su boca sobre su cuello, pero el conde aparece repentinamente y la reprende. Drácula está furioso y les grita a las tres mujeres que Harker le pertenece a él y solo a él, pero también les promete que cuando no lo necesite más podrán tenerlo. Luego, les entrega una bolsa que se mueve y de la que proviene un llanto de niño. Horrorizado por la escena, Jonathan pierde la consciencia.

Capítulo 4

El capítulo 4 presenta las entradas del diario de Jonathan correspondientes a los días 16,18, 19, 28 y 31 de mayo y 17, 24, 25, 29 y 30 de junio. Jonathan se despierta en su cuarto, se levanta y busca la puerta que lo llevó a la zona prohibida del castillo, pero la encuentra bloqueada. Sin embargo, admite que lo que le pareció un sueño no puede haberlo sido. Más tarde, el conde le indica que debe escribir tres cartas y fecharlas el 12 de junio a la primera, el 19 a la siguiente y el 29 a la última: la primera dirá que ya casi ha terminado su trabajo, la segunda que ha abandonado el castillo y la tercera que ya ha llegado a Bistritz. Jonathan reconoce que las cartas son para que el conde pueda desligarse de cualquier sospecha sobre su desaparición y que, en Inglaterra, la gente que ama tardará en sospechar algo cuando no regrese a su hogar. Aunque todo aquello lo aterroriza, Jonathan no puede hacer más que someterse a la voluntad del conde.

Un grupo de gitanos se ha establecido en el patio del castillo. En un intento de comunicarse con Mina, Jonathan arroja dos cartas por la ventana junto a una moneda de oro, con la esperanza de que un gitano la entregue al correo. Sin embargo, la carta termina en manos de Drácula. El conde le devuelve las cartas a Jonathan, demostrando que las ha leído. La carta para Mina está escrita en taquigrafía y no lleva firma, por lo que Drácula dice que ese código cifrado es un insulto a su hospitalidad, pero que como no lleva firma, no puede culpar a nadie. Acto seguido, quema la carta taquigrafiada, pero dice que enviará la que está firmada por Jonathan y dirigida al señor Hawkins. Días después, Jonathan descubre que sus ropas y todo su papel han desaparecido.

Casi un mes después, a mediados de junio, Jonathan observa por la ventana que unas grandes cajas cuadradas están siendo descargadas en el patio del castillo. Nadie le presta atención a sus gritos de ayuda. Una semana más tarde vuelve a ver al conde reptando por la pared del castillo, esta vez con las ropas de Jonathan puestas. Este comprende que el conde, al disfrazarse con sus ropas, se presentará en Bistritz y otras partes haciéndose pasar por él, para que su desaparición no se asocie a su permanencia en el castillo. Horas después, mirando por una ventana que da al patio de entrada al castillo, Jonathan observa a una mujer que llega gritando y golpea las puertas, clamando por su hijo. También escucha a Drácula, en alguna estancia del castillo, que murmura unas palabras. Momentos después, el patio se llena de lobos, que devoran en silencio a la mujer.

Desesperado, Jonathan intenta bajar por la pared del castillo, desde su ventana hasta la de la habitación de Drácula. El cuarto está vacío, a excepción de una pila de monedas de oro de diversas procedencias y muy antiguas. Luego encuentra un pasaje que lleva a las ruinas de una capilla y que apesta con el olor de la muerte. Jonathan encuentra en la cripta las grandes cajas que habían sido llevadas días antes al castillo. Las cajas están llenas de tierra y, en una de ellas, sobre la tierra, yace el conde en un estado de trance. Sus ojos están abiertos, pero no parece estar durmiendo ni estar muerto y, aunque no los mueve, sus ojos están fijos en una expresión de odio. Jonathan huye de aquel lugar y regresa a su cuarto.

El 29 de junio, la fecha de su última carta falsa, el conde le dice a Jonathan que es libre de abandonar el castillo, y hasta le abre la puerta principal. Pero el patio está lleno de lobos, por lo que Jonathan regresa, abatido, a su cuarto. Más tarde, esa misma noche, Jonathan escucha al conde hablando a las tres vampiresas, justo al otro lado de su puerta. El conde les promete que Jonathan será de ellas la próxima noche.

El 30 de junio es el último día registrado en el diario de Jonathan. Se despierta antes del amanecer, solo para descubrir que la entrada al castillo está cerrada nuevamente. En una búsqueda desesperada de la llave, vuelve a escalar el muro exterior hasta el cuarto de Drácula y desciende a la capilla en ruinas otra vez. Allí encuentra a Drácula en el mismo estado en su caja, tan quieto como la vez anterior. Sin embargo, el conde luce mucho más joven: su cabello ya no es gris y su piel brilla con un vigor inusitado; parece que se ha dado un festín de sangre. Dispuesto a acabar con él, Jonathan toma una pala y la descarga contra el rostro del vampiro, pero esta rebota contra su cara y apenas le hace un rasguño. En ese momento, la cara del conde se gira para observar a Jonathan, y este pierde el control, arroja la pala y huye de la cripta. Nuevamente en su habitación, escucha a los gitanos que abren una nueva entrada a la bóveda, clavan las tapas a las cajas y comienzan a sacarlas al patio con el objetivo de transportarlas a Inglaterra. Jonathan decide tratar de escapar bajando por la pared todo lo que puede, a pesar del precipicio, antes de que caiga la noche, creyendo incluso que caerse y morir será mejor que quedarse en el castillo y ser presa de las tres mujeres.

Análisis

Drácula es una novela epistolar. Esta estructura le permite a Stoker yuxtaponer el mundo racional del observador inglés al mundo sobrenatural del Conde Drácula. En la época en que Stoker escribió su obra, los ingleses tenían la costumbre -arraigada en una importante tradición -de escribir cartas y llevar diarios con sus observaciones de la realidad que los rodeaba. La gente educada utilizaba los periódicos y las cartas como un medio de describir detalladamente el mundo en que vivían y sus vidas. Además, la estructura epistolar le permite a Stoker presentar la mirada racional de más de un personaje sobre los hechos eminentemente sobrenaturales que rodean a la acción.

El siglo XIX fue también una época de grandes avances tecnológicos y de cambios sociales profundos marcados por las revoluciones industriales. En ese contexto, la sociedad victoriana glorificaba a la ciencia y a la razón. Fue el siglo de Charles Darwin, y un período de expansión del conocimiento humano que sembró la idea de que el hombre tenía la capacidad de progresar indefinidamente. Hacia fines de siglo, Londres era la ciudad más grande y moderna del mundo, e Inglaterra, en parte gracias a la ciencia y la tecnología, había extendido su dominio por todo el globo. Uno de los temas principales de la novela es la pugna entre el mundo racional de la ciencia y la tecnología, encarnado en el ideal de la sociedad inglesa victoriana, y el mundo sobrenatural y desconocido de las supersticiones y la naturaleza indomable, representado por el conde Drácula.

Jonathan Harker es el modelo del hombre de negocios inglés. Las anotaciones de su diario están cargadas de descripciones detalladas de los campesinos que observa en Europa del este y de los diversos platos que prueba. A su vez, señala la gran cantidad de supersticiones que los europeos del este tienen, y reflexiona sobre ellas desde el marco ideológico que le provee su crianza inglesa. A pesar de que en el hotel ya siente presagios tenebrosos, Jonathan le echa la culpa a las comidas demasiado condimentadas, y descarta cualquier aviso sobre el mal al que se está aproximando. Cuando el cuerpo del cochero aparece translúcido frente a sus ojos, lo primero que hace Jonathan es dudar de su percepción y pensar que se trata de un error de visión. A su vez, la descripción que hace de la fuerza del cochero y del extraño brillo rojo que parece emanar de sus ojos no llevan ningún tipo de comentario ni juicio valorativo al respecto. Parece que Jonathan es demasiado moderno y racional para reconocer lo que a ojos del lector se hace evidente casi desde el inicio. Incluso cuando los lobos parecen obedecer las órdenes del cochero, Harker no destaca el evento más allá de su simple registro. Así, demuestra que comienza a asustarse y a sentirse preocupado, pero no posee un marco de conocimientos que le permita llegar a ninguna conclusión sobre lo que está experimentando.

A través del relato de Jonathan Harker, Stoker introduce uno de los principales mecanismos narrativos del relato fantástico: la vacilación que el lector experimenta al ubicarse dentro de un relato cuyo cuerpo principal es el discurso realista, pero que está atravesado constantemente por elementos que escapan a la realidad tal cual la conocemos, y en el que los personajes son incapaces de interpretar y explicarse. De esta forma, se produce un juego de ambivalencias que da como resultado una relativización de significados que terminan por subvertir la realidad e introducir la otredad, lo que no es natural, lo que confunde y perturba por pertenecer al orden de lo siniestro. Estos procedimientos de vacilación sucederán a todos los personajes a lo largo del relato, y constituyen la principal forma de generar el horror en la novela. Los procedimientos de duda y vacilación ayudan a relativizar los hechos y dejan al lector vacilante entre lo realista y lo sobrenatural. Este proceso se repite una y otra vez, al punto de confundir a los personajes, que ya no saben qué pensar, y se mueven en un ambiente de ambigüedades que deja al lector igual de vacilante y confuso. “Me parece que debo haberme dormido y soñado con aquel episodio, porque, al parecer, se repitió infinitas veces hasta convertirse en una pesadilla espantosa” (p.25). De camino al castillo de Drácula, Jonathan comienza a vacilar y se pregunta si las acciones que repite el cochero están sucediendo realmente, o son producto de su imaginación o de sus sueños. Así, la veracidad de los hechos se pone en duda y se establece la posibilidad de que todo lo extraño no posea una naturaleza sobrenatural sino que sea tan solo una alteración de la percepción o la psicología del personaje. Esta vacilación se sostendrá durante mucho tiempo, hasta el punto de que Jonathan crea haber enloquecido e imaginado, en su delirio, todos los hechos que componen estos primeros cuatro capítulos de la novela.

Otro tema presente desde el primer capítulo es el contraste entre el moderno Occidente y el Oriente cargado de supersticiones. A medida que Jonathan se interna en el este, escribe: “Recibí la impresión de estar saliendo de Occidente” (p.13). En este caso, es evidente que, a pesar de su retraso tecnológico y científico, los campesinos del este pueden comprender cosas que Jonathan no entiende. Cuando el cochero lo pasa a buscar y lo intenta convencer de que no se detenga en el paso del Borgo y continúe hasta Bukovina, es evidente que está tratando de salvarlo de algo que Jonathan no puede comprender, ni siquiera imaginar. La llegada al desfiladero con una hora de anticipación también es otro intento de salvarlo de Drácula. Así, los toscos e ignorantes campesinos conocen lo que el educado hombre de negocios inglés es incapaz de comprender.

En el capítulo 2, las descripciones de Drácula presentan los rasgos característicos de los vampiros: de cuerpos estilizados y fuerza sobrehumana, helados al tacto, con dientes afilados y extremadamente pálidos. Jonathan también describe otros elementos más ordinarios de la apariencia de Drácula, como su nariz y sus cejas, aunque estos también están atravesados por un toque macabro, y Jonathan lee en esos rasgos un cinisimo y una maldad subyacentes, listos para salir a la superficie. Stoker se muestra interesado por la frenología, una pseudociencia muy popular en el siglo XIX que clasificaba distintos tipos de personalidad según los rasgos físicos de la cabeza y el rostro. Los rasgos afilados y aquilinos de Drácula parecen mostrar una predisposición hacia el mal que en el relato de Jonathan funcionan casi como un presagio de todo lo que sucederá luego.

El conflicto entre el pensamiento lógico racional occidental y las supersticiones orientales continúa. A pesar de que Jonathan comienza a sentirse cada vez más perturbado, está lejos de considerar a Drácula como una criatura sobrenatural -mucho menos como un vampiro-. La presencia de los libros ingleses logra tranquilizar al joven, al igual que la charla sobre las propiedas que ha comprado para el conde. Jonathan se muestra muy cómodo cuando está en terreno conocido, y los negocios parecen ser su fuerte -otro rasgo de la personalidad inglesa que encarna-.

Jonathan escribe en su diario que quizás el conde y él sean las únicas personas en el castillo, y que aquello le parece sumamente extraño, pero, al mismo tiempo, se conmina a escribir solo hechos comprobados y no pensamientos subjetivos, como si con el ideal de objetividad pudiera conjurar y poner a raya todo lo extraño que pasa a su alrededor. El episodio del espejo demuestra hasta qué punto el inglés es incapaz de interpretar los hechos sobrenaturales: Drácula no se refleja en ninguna superficie y parece poseído ante la visión de sangre fresca, pero lo único que logra hacer Jonathan es lamentarse por la pérdida de su espejo. Así, el pensamiento del inglés parece aferrarse con tenacidad a la racionalidad del mundo occidental. Como consecuencia de su racionalidad, Jonathan tarda en percatarse de que se encuentra en peligro y, finalmente, la superstición es lo único que en verdad lo protege: lo único que detiene a Drácula cuando se abalanza sobre el cuello del inglés al ver su sangre es el rosario que la dueña del hotel le ha regalado.

En el capítulo 3, Jonathan ya no puede negar la naturaleza de lo que sucede en el castillo, aunque todavía no menciona explícitamente que los hechos sean sobrenaturales, lo que contribuye a generar una ambivalencia entre lo que sucede y su interpretación y pone de manifiesto, nuevamente, la vacilación como elemento estructural del relato fantástico y de terror.

Por el contrario, el lector siempre puede estar un paso adelante de Jonathan. Cuando Drácula cuenta con entusiasmo las proezas militares de sus ancestros, un lector observador puede comprender que cuando el conde habla de “nosotros” para referirse a sus antepasados, quizás en verdad está hablando de él mismo y de sus propios logros militares del pasado, ya que se hace evidente que el vampiro ha vivido por muchos siglos. Mientras tanto, Jonathan parece todavía ignorante del verdadero peligro que corre y de lo catastrófico que sería para Inglaterra que Drácula se mudara a Carfax. Incluso sigue pensando que debe concretar los negocios de su empleador, como si no comprendiera que su vida está en peligro y que los negocios, dada la naturaleza demoníaca de Drácula, carecen totalmente de ética. Esto pone de manifiesto el pensamiento comercial de Jonathan, que supedita cualquier otro razonamiento al cumplimiento del deber laboral y a la concreción de los negocios de la firma para la que trabaja.

El uso de taquigrafía como método de comunicación cifrada pone de manifiesto nuevamente el conflicto entre occidente y oriente, entre lo sobrenatural y lo racional, entre lo moderno y lo antiguo. El código moderno parece imposible de descifrar para el viejo vampiro.

La escena de las tres mujeres es uno de los momentos más famosos de la novela. En ese trío de mujeres resuenan las reminiscencias folclóricas y mitológicas de las tres parcas o moiras de la mitología griega, o de las tres brujas de Macbeth. Ese motivo familiar hace participar al vampiro de una tradición folklórica mayor y poderosa: Harker, un moderno hombre de negocios inglés, está frente a un mal que es primitivo, no solo en el sentido de antiguo, sino en relación a la conexión con la tierra y con las potencias del mundo natural. Así, el hombre moderno es arrojado a un mundo de mitos y folclore que parecía olvidado para la burguesía victoriana del siglo XIX. La escena también demuestra que el poder del vampiro es extremadamente sexual y sensual; esa sensualidad también pone de manifiesto las capacidades de seducir y someter las voluntades de los mortales, como se verá todo a lo largo de la novela, cuando Drácula domine a personajes como Lucy y Renfield.

La relación entre el miedo y el deseo es otro de los grandes temas de la novela. Incluso mientras la vampiresa se abalanza sobre su cuello, el terror de Jonathan se mezcla con la lujuria. La escena incluso es reminiscente a una violación, aunque esta vez los roles tradicionales están invertidos y es el hombre quien se enfrenta a una agresora femenina. Otra conexión existe entre el acto sexual y la mordida del vampiro: las vampiresas se refieren a ese acto como a un “beso”. La escena vincula así la idea del pecado a la de la sexualidad y transforma a los vampiros en criaturas en las que la maldad y la lujuria se encuentran unidas, con lo que la declaración moralizante sobre el deseo sexual se hace evidente. Esto ilustra muy bien los valores de abstinencia, recato y, en última instancia, represión de la sexualidad propia de la sociedad victoriana. Sin embargo, esta forma de representar a los vampiros también es estimulante a nivel erótico para los lectores, especialmente en el siglo XIX. Aunque Stoker deja claro que la lujuria de los vampiros es maligna y decadente, el atractivo de su poder erótico ha sido una de las razones del éxito de la novela desde su publicación hasta el presente.

Cabe destacar también que parte de la inmersión de Jonathan en el castillo de Drácula implica su adaptación a los horarios nocturnos. Jonathan comienza a dormir durante el día y despertarse por las noches; su adaptación pone de manifiesto una dimensión propia de los viajes, que tiene que ver con adaptarse a nuevas zonas horarias y costumbres de vida. En este caso, el viaje no solo involucra una adaptación a una “zona horaria” diferente entre Inglaterra y Rumania, sino también entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Para que el escape sea posible, Jonathan debe revertir el nuevo horario de vida y escapar durante el día.

Drácula es considerada una novela del gótico tardío, especialmente por la selección del paisaje nocturno (la naturaleza salvaje, las montañas impenetrables, las noches de luna llena, etc.), de los escenarios oscuros y ominosos (los castillos, la cripta, los cementerios) y de sus temas (como el noble que depreda a las clases sociales más bajas). La escena en que la campesina es devorada por los lobos es un motivo frecuente en las ficciones góticas y muestra a una aristocracia macabra que se alimenta de los campesinos. Los héroes en estas historias en general pertenecen a la clase media. La burguesía se definía a sí misma en contra de la aristocracia mediante un código de virtudes; aquello que no poseían por herencia de sangre trataban de compensarlo por medio de la autorregulación de la conducta, en particular de la sexual. En muchas novelas góticas, un decadente noble viola doncellas virtuosas de estatus sociales más bajos. Drácula también perseguirá mujeres jóvenes durante el resto de la novela.

En este capítulo, el lector aprende algo sobre las fortalezas y las debilidades de Drácula. Aparentemente, debe dormir en una pila de tierra particular, por eso el cargamento de cajas cuadras que debe llevar de Transilvania a Inglaterra está lleno de tierra. Más tarde, cuando lo explique Van Helsing, se sabrá que debe ser tierra sagrada para su familia. Las cajas serán un elemento importante en todo el libro. Durante su estadío de sueño, Drácula no puede moverse, pero tampoco está totalmente incapacitado: el intento de asesinarlo de Jonathan es frustrado por una mirada, y cuando Jonathan trata de escapar, una ráfaga de aire cierra la puerta tras él. A medida que se alimenta, el conde se vuelve más joven y más fuerte; con la población de Londres como presas, Drácula se volverá cada vez más poderoso.

La incapacidad de Drácula para comprender la taquigrafía presagia el modo en que será vencido: a pesar de que es inteligente y poderoso, el código se le hace incomprensible. Una de sus grandes limitaciones, en muchos aspectos, es que es una criatura del pasado, y los héroes de la historia van a utilizar a la modernidad, junto a íconos cristianos, contra él. El diario de Jonathan, vale la pena notarlo, está escrito en taquigrafía. A pesar de la naturaleza carente de imaginación del joven inglés, la racionalidad, la ciencia y la sensibilidad moderna, combinadas con el conocimiento ancestral de los vampiros y los objetos de protección, son herramientas valiosas en la lucha contra Drácula.

Vale la pena notar también que Drácula duerme en la proximidad de una capilla en ruinas. En este y en muchos otros aspectos, el conde representa la perversión de las creencias cristianas. Su dieta de sangre, de alguna manera, remeda la Eucaristía cristiana, en la que el creyente bebe la sangre y toma el cuerpo de Jesucristo. En muchos aspectos, el vampiro es un paralelismo perverso del propio Cristo: como él, ha muerto y renacido, pero su resurrección es una blasfemia y la inversión del milagro. Mientras que Cristo derrama su sangre para que otros puedan participar de la vida eterna, Drácula bebe la sangre de otros para mantenerse él en la vida eterna; así, su inmortalidad es una burla de la vida, y él no es realmente inmortal, sino un no-muerto, (undead en inglés), un término que el propio Stoker inventó.

Después de este capítulo, Drácula prácticamente no va a aparecer en la narrativa. Los primeros capítulos dan al lector una buena semblanza de su carácter: su trasfondo aristocrático, su astucia y su crueldad. Desde este punto en adelante, dominará la novela como una fuerza mucho más misteriosa, ausente pero en el centro de la acción. Invisible pero peligroso, en los siguientes capítulos aterrorizará a los ingleses, cuya perspectiva el lector adoptará a través de entradas de diario y de cartas entre personajes. Como ellos, el lector no verá a Drácula pero sabrá que está presente: Drácula es mucho más aterrador porque uno no puedo saber cuándo y cómo golpeará.