Drácula

Drácula Metáforas y Símiles

"También he leído que todas las supersticiones del mundo se hallan encerradas en esa herradura que forman los Montes Cárpatos, como si el lugar fuera una especie de remolino de la imaginación; si es así, mi estancia puede ser interesante" (p.14) (Metáfora y símil)

Jonathan habla de los Montes Cárpatos como una herradura, es decir, un sitio que se cierra sobre sí mismo y deja solo un pequeño acceso. Esta descripción sirve para ilustrar el carácter hermético del lugar al que se dirige el joven inglés: el castillo de Drácula se halla en una zona prácticamente inaccesible, alejado y con muy poco contacto con el mundo exterior.

Además, aquel lugar es "un remolino de la imaginación"; allí se congregan todas las supersticiones del mundo. Aquello parece una simple nota de color en el diario de Harker, quien no sabe todavía que está ingresando en una región donde las potencias infernales andan sobre la tierra; aquellas supersticiones no serán solo cuentos para asustar a los niños, sino elementos reales operando sobre el mundo, y se convertirán en la peor pesadilla para los protagonistas de la novela.

"Su contacto era frío como el hielo y parecía más la mano de un muerto que de un vivo" (p.28) (Símil)

Jonathan destaca el frío sobrenatural del toque del vampiro al comparar su contacto con el hielo. Esto debería darle una pista sobre la extraña naturaleza del conde. Sin embargo, el joven inglés se limita a registrarlo en su diario, pero no realiza ninguna interpretación al respecto.

"Vi los dedos de sus pies y las manos asiéndose a las esquinas de las piedras y lo vi utilizar todos los salientes e irregularidades para descender, velozmente, como un lagarto que se desliza por una pared" (p.49) (Símil)

Jonathan observa cómo el conde desciende por la pared recta del castillo y lo compara con un lagarto, capaz de moverse velozmente por superficies verticales. Este momento de la novela pone de manifiesto los poderes sobrenaturales del Conde y hace que sean imposibles de explicar por la lógica, por lo que se trata de un momento crucial para Jonathan, quien termina reconociendo la naturaleza sobrenatural de Drácula.

"Este diario es como la luz del sol. Me abre la puerta. Estoy aturdido, mareado con tanta luz, sin embargo hay nubes que rodean esa claridad" (p.213) (Símil y metáfora)

Van Helsing lee el diario de Mina y su contenido revela la identidad del atacante de Lucy. Gracias al registro de Jonathan, el viejo profesor comprende que no es otro sino Drácula quien ha poseído a la pobre Lucy. Cada vez que habla, Van Helsing se expresa crípticamente; su lengua abunda en metáforas y en figuras retóricas que oscurecen los significados e impiden que el resto de personajes comprenda todo lo que Van Helsing conoce. En este caso, nada revela aún a Mina de la asociación entre la muerte de Lucy y Drácula, pero destaca la importancia del diario de Jonathan al decir que es como la luz del sol y que le abre una puerta. El símil se vale del juego entre la luz y la oscuridad como antagonistas y como una forma de representar al bien y al mal. El conocimiento es la luz, mientras que la presencia de Drácula y la terrible tarea que tienen los personajes por delante aparecen como nubes de oscuridad que opacan esa luz.

"... pero él se deslizó por el marco de la ventana aunque sólo había abierto una pulgada, como la luna que, a veces, entra por la hendija más pequeña" (p.318) (Símil)

En este pasaje, Renfield compara la fantástica entrada de Drácula en su celda como la entrada de la luna, cuya luminosidad puede colarse por cualquier hendija. De la misma manera, el conde puede hacerse pequeño o inmaterial y penetrar así en un recinto por cualquier pequeña rendija.

"Cuando la señora de Harker vino a verme por la tarde no era la misma; era como un té lavado" (p.318) (Símil)

Luego de ser poseída por Drácula, pero antes de que el resto de personajes y ella misma lo sepan, Mina se presenta en el estudio del Dr. Seward y este la encuentra disminuida, extraña, con una debilidad que no es capaz de explicar, pero que compara a un té lavado, es decir, un té disuelto en mucha agua, sin color, sin aroma ni cuerpo.