David Copperfield

David Copperfield Citas y Análisis

Aun así no me consideraron formalmente admitido en la escuela hasta que llegó James Steerforth. Me condujeron ante aquel muchacho (tenía reputación de saber mucho, era muy guapo y quizá fuera seis años mayor que yo) como ante un juez.

Narrador (Primera parte, Capítulo 6, 115)

David lleva un mes en la escuela y lleva indignamente una pancarta que dice: "¡Cuidado con él! ¡Muerde!". Parece que los adultos están al mando de la escuela, pero cuando irrumpe la figura de Steerforth, esos valores se trastocan, y se pone en evidencia que las pautas sociales de la escuela están bajo la influencia de ese chico, quien es admirado y favorecido con tratos privilegiados por ser de clase alta. La aparición de Steerforth en la vida de David será muy significativa, pues él lo cuidará dentro de la escuela, a la vez que será una fuente de distintas conductas inmorales que David tendrá que ir aprendiendo a controlar.

Aunque tenía con ellos un trato familiar, mi conducta y modales diferían bastante de los suyos, lo que los mantenía a distancia. Los más jóvenes, al igual que los hombres maduros, por lo general hablaban de mí como de un señorito, y me llamaban el joven Suffolker.

Narrador (Primera parte, Capítulo 11, 212)

De manera significativa, David está solo mientras trabaja en Murdstone y Grinby's. Como señala esta cita, hay una clara diferencia entre los otros chicos y David, quien madura rápidamente. Actúa como un adulto o un "señorito" e, incluso, se compra su propia cerveza. En esta etapa de su vida, en la que debe dar sus primeros pasos en la vida adulta, exponiéndolo a situaciones laborales y vitales exigentes, David experimenta un gran crecimiento. En cualquier caso, se expone aquí que David ya es un chico fuera de lo común.

Tenía tal conciencia de que había vivido escenas de las que ellos no tenían ni idea y de que había adquirido una experiencia ajena a mi edad, aspecto y condición, que casi me reprochaba como una impostura presentarme ante ellos como un colegial cualquiera. Durante el tiempo más o menos largo de mi estancia en Murdstone y Grinby, había perdido la costumbre de jugar y divertirme como cualquier chico de mi edad, y sabía que me sentiría torpe y como un novato. Lo poco que había podido aprender antes se había borrado por completo de mi memoria debido a las sórdidas preocupaciones que agobiaban mi espíritu día y noche...

Narrador (Primera parte, Capítulo 15, 295)

David ha vuelto a empezar el colegio luego de su experiencia laboral y, aunque ha recibido una bienvenida amena, comprende que su pertenencia a ese grupo de chicos se encuentra afectada, porque él ya no es uno de ellos. Los chicos no han madurado a través de la adversidad como lo ha hecho David, quien ha tenido que encargarse de tareas propias de los adultos, y ajenas al ámbito académico. Ese desvío por necesidad por parte de David repercute en su desempeño escolar. A pesar de su mayor conocimiento del mundo, David reconoce que ha olvidado sus aprendizajes escolares. Sin embargo, está empezando una nueva vida, y su objetivo a partir de ahora será recuperar algo de su juventud perdida.

Talento tiene de sobra el señor Micawber, pero capital no.

La señora Micawber (Primera parte, Capítulo 17, 337)

En esta cita, la señora Micawber expresa el problema que aqueja a ella y su marido durante toda la novela. Su familia está constantemente en apuros económicos, y en la búsqueda de conseguir dinero para sus diversas empresas. Aun así, suelen demostrar que tienen buen ánimo y siguen esforzándose por subsistir. La novela parece problematizar las dificultades que algunas personas tienen en esta sociedad para su ascenso social, aun cuando presentan voluntad y buenos valores. Es evidente que el señor Micawber se equivoca en los modos de intentar conseguir ese dinero, lo cual lo conduce a fracasos, como cuando se asocia a Uriah.

—Sí, Agnes, mi ángel bueno, siempre has sido mi ángel bueno.

David (Segunda parte, Capítulo 5, 472)

En esta cita, David reconoce a Agnes como su ángel bueno, en la medida en que ella es quien siempre se preocupa profundamente por su bienestar. Es alguien en quien puede confiar, a quien recurre cada vez que está preocupado y es, finalmente, con quien se casa. Esta representación de Agnes como ángel bueno genera un contrapunto con la figura de Steerforth, a quien Agnes propone como el "ángel malo", pues es una mala influencia para David. En la escena posterior a esta, Agnes ve a David borracho, humillándose en público, y comprende que esa mala conducta se debe a la influencia de Steerforth.

Todo había terminado. Mi destino estaba cumplido. Me sentí cautivo y esclavo. Amaba a Dora Spenlow con locura. Me pareció una criatura sobrehumana, un hada, una sílfide, un no sé qué; algo que nunca había visto, y que todo hombre desea. Me sumí en un abismo de amor, sin detenerme en el borde, sin mirar delante ni detrás; me lancé de cabeza antes de haber podido decirle una sola palabra.

Narrador (Segunda parte, Capítulo 6, 502)

Esta cita corresponde al momento en que el narrador cuenta cómo conoció a Dora. En ese primer encuentro, la emoción se apodera de él. Está atrapado por su bella imagen, y su indisciplinado corazón se deja llevar por el impulso idealizante, que lo ciega y no le deja ver otra cosa. De hecho, se evidencia en su expresión hiperbólica que Dora no es para él más que una imagen, un ideal sin sustancia real. Es una especie de ser mágico, de hada o sílfide, con particularidades sobrenaturales para cautivarlo. Paradójicamente, en este encantamiento que David experimenta, queda cautivado por una imagen de lo que cree que Dora es, y que lo aleja de lo que es realmente. Las ideas de cautiverio y esclavitud con las que David se reconoce presagian un mal final para la relación.

—Es un nombre estúpido —dijo sacudiendo sus bucles—. Pero lo mismo da; llámame tu «mujer-niña».

Dora (Tercera parte, Capítulo 5, 827)

Dora es infantil e inmadura, al punto que parece una muñeca. Pronto, ella se da cuenta de que no está realmente preparada para ser la esposa de David, y eso causa problemas en su matrimonio. Por eso le pide a David que no la considere una esposa madura, sino una mujer-niña, y que sea más indulgente con sus defectos. David está dispuesto a complacerla, porque el nombre le queda bien, y ella es demasiado dulce para que él se niegue. Al igual que las cuentas financieras que Dora intenta pero no consigue llevar, este matrimonio no funciona. Finalmente, la certeza de ese fracaso termina enfermando a Dora y llevándola a la muerte.

Únicamente añadiré a lo dicho que mi perseverancia en aquella época y la paciente energía que empezaba a formar el fondo de mi carácter son las cualidades a las que sobre todo he debido más adelante la felicidad y el éxito. He tenido mucha suerte en los asuntos materiales de esta vida. Muchas personas han trabajado más que yo sin tantos resultados, pero creo que nunca podría haber hecho lo que hice sin algunos hábitos que adquirí, como la puntualidad y el orden, y, sobre todo, la facultad de concentrar toda mi atención en un solo objeto, sin preocuparme por lo debía hacer al momento siguiente.

Narrador (Tercera parte, Capítulo 2, 780)

Vemos en esta cita una de las tantas reflexiones con las que el narrador, figura de un David adulto, repasa la historia de su vida con mirada crítica. Aquí, el narrador-David identifica un rasgo de su carácter que hemos visto a lo largo de la novela, que es su perseverancia. Es una de sus cualidades más fuertes y un tema importante en la novela; David honra y valora a aquellos que trabajan duro, incluso en circunstancias difíciles. David también demuestra integridad y coherencia. Afirma que la habilidad, por sí sola, no basta; para tener éxito hay que trabajar y ejercitar esa habilidad para alcanzar un objetivo. En este contexto, describe su perseverancia en sus intentos por casarse con Dora, pero también atribuye parte de su comprensión sobre el valor de la perseverancia a lo que aprendió de Agnes.

Pero hubo un tiempo en el que Betsey Trotwood depositó toda su confianza en ese hombre. Hubo una época, Trot, en la que Betsey lo amó intensamente y no habría retrocedido ante ningún sacrificio, por cariño hacia él. Y él lo ha recompensado comiéndose toda la fortuna de Betsey y destrozándole el corazón. Entonces Betsey enterró de una vez y para siempre toda su sensibilidad en una tumba que ella misma cavó y cubrió.

Betsey (Tercera parte, Capítulo 7, 883)

La tía de David, que habla de sí misma en tercera persona para distanciarse emocionalmente de su dolor, revela por fin un oscuro secreto de su pasado: estuvo casada con un hombre que la maltrató, que se consumió su fortuna y le rompió el corazón. Si bien el hombre vive, ella actúa como si estuviera muerto. Pero el hombre reaparece de vez en cuando y la extorsiona, y ella le da dinero para deshacerse de su acoso. Betsey construye metafóricamente el modo en que ella ha decidido sacar al hombre de su vida, poniendo su amor romántico, su corazón, en una tumba, espacio destinado a aquello que ha muerto. Sin embargo, la metáfora sugiere también que esos sentimientos por el hombre están enterrados pero no han desaparecido. Cuando el marido aparece, funciona como una exhumación dolorosa; su presencia es como una especie de fantasma que la persigue. David, al tanto del secreto, es exhortado a enterrarlo, como si todo aquello nunca hubiera sucedido. Sin embargo, dejar a su marido antes de que fuera demasiado tarde la ha hecho más fuerte. De hecho, es cifra de su empoderamiento como mujer autónoma, demostrando que puede seguir con su vida independientemente de su antiguo marido.

Hemos trabajado mucho, y al principio era una vida un poco dura. Pero hemos prosperado. Hemos criado corderos,
hemos cultivado la tierra, hemos hecho un poco de todo y por fin estamos todo lo bien que podríamos desear. Dios nos ha protegido desde el primer momento —dijo, inclinando respetuosamente la cabeza—, y hemos prosperado; o, con el tiempo, prosperaremos. Si no era ayer, será hoy, y si no era hoy, será mañana.

El señor Peggotty (Tercera parte, Capítulo 23, 1109)

Han pasado diez años desde el matrimonio de David con Agnes, y los lectores se preguntarán cómo les ha ido a todos en Australia. Lo mismo se pregunta David, y la buena noticia es que Australia cumplió sus expectativas y, en general, son felices y tienen éxito. En efecto, Australia ha sido una bendición, pero el señor Peggotty (y resulta que también el señor Micawber) ha trabajado duro para aprovechar al máximo la oportunidad. Se presenta así como otro personaje con esperanza y perseverancia, que demuestra que, tarde o temprano, el trabajo duro da sus frutos. Esa certeza se aplica también a la vida de David, quien ahora también es feliz y se ha realizado.