Cuentos de Edgar Allan Poe

Cuentos de Edgar Allan Poe Resumen y Análisis "La máscara de la Muerte Roja"

Resumen

En una comarca, una enfermedad conocida como la Muerte Roja causa estragos en la población al acabar con los pobladores que la padecen en un lapso de media hora. El mal debe su siniestro nombre a los terribles síntomas que presentan los afectados: mareos, dolores agudos, hemorragias y manchas rojas. Al ser tan visibles los síntomas, las víctimas son rechazadas y dejadas a su buena suerte, sin recibir ayuda del resto.

Sin importar que la peste devaste el lugar, el príncipe Próspero reúne a sus amigos de entre las damas y caballeros de la corte y se aísla de la enfermedad en una abadía amurallada de su propiedad, repleta de lujos y comodidades. Luego de aprovisionarse con todo lo necesario para sobrevivir cómodamente sin necesidad de atender al mundo exterior, manda a bloquear las puertas del lugar para que nadie pueda ingresar al recinto y asegurarse así de evitar que se expanda la peste entre los suyos.

A los seis meses de reclusión, Próspero decide celebrar un gran baile de disfraces para agasajar a sus invitados mientras la enfermedad hace estragos afuera. La fiesta se celebra en la suite imperial, acondicionada lujosamente bajo la dirección del exótico príncipe. El lugar está conformado por siete habitaciones conectadas por un pasillo circundante. En cada habitación, grandes vitrales de color proyectan su luz en todo el espacio: en la primera predomina el azul; en la segunda, el púrpura; en la tercera, el verde; en la cuarta, el naranja; en la quinta, el blanco; en la sexta, el violeta.

En la séptima habitación la decoración es diferente ya que, aunque el espacio es íntegramente negro, los vitrales son color “escarlata, de un subido tono sangre” (616). Por este motivo, el efecto de la iluminación proyectada sobre los rostros es tan tétrico que la mayoría de los invitados evita permanecer allí. Pero eso no es todo porque, además, un enorme reloj de ébano que decora una de las paredes de la habitación suena cada hora con un sonido tan perturbador que todos los presentes, invitados, músicos y bailarines, hacen una pausa hasta que se detiene. Pese a ello, la fiesta es tan suntuosa: la decoración, tan extravagante, y los disfraces, tan coloridos y variados, que la multitud parece salida de un sueño.

Una medianoche, mientras el reloj de ébano suena con doce campanadas, una figura enmascarada y desconocida hasta entonces se hace presente entre la multitud. La presencia provoca rechazo entre los integrantes debido a la elección de su disfraz, provisto de prendas funerarias salpicadas de sangre y una máscara extremadamente realista en la que “todos los rasgos de la cara tenían manchas del horror escarlata” (620). La inquietud de los juerguistas llama la atención de Próspero, quien, molesto por la perturbadora presencia, solicita a los presentes que lo detengan para hacerlo colgar.

Lejos de acobardarse, la figura enmascarada se dirige hacia Próspero sin que nadie lo intercepte, debido al terror que provoca su aspecto. Enfurecido, el príncipe atraviesa una y otra habitación en busca del intruso mientras saca su daga para ajusticiarlo el mismo. Pero su furia no es suficiente porque en el momento en que ambos personajes se enfrentan, en la séptima habitación, sucede algo espantoso: en el preciso instante en que Próspero está por atacar al intruso, en lugar de ello profiere un alarido y se desploma sin vida junto a su daga.

Finalmente, la multitud se envalentona e irrumpe en la habitación para auxiliar a Próspero y retener al enmascarado. Sin embargo, al momento de arrancarle máscara y la mortaja al intruso, los juerguistas enmudecen de horror: nada hay debajo del disfraz. Es así como todos los presentes reconocen la presencia de la Muerte Roja. Uno por uno, caen y mueren en la desesperación y la agonía. Al desvanecerse el último de los invitados, el reloj de ébano deja de funcionar y “la Oscuridad y la Putrefacción y la Muerte Roja extendieron su ilimitado dominio sobre todo” (622).

Análisis

“La máscara de la Muerte Roja” es el único relato de esta selección que no se encuentra narrado en primera persona, hecho que vale la pena mencionar porque, en relación con el resto de los cuentos, implica un cambio en la interpretación que los lectores podemos hacer de la historia. En el apartado “La locura”, de la sección Temas, analizamos cómo la presencia constante de narradores no fiables -dementes, obsesivos o criminales- abre el juego a una multiplicidad de lecturas distintas sobre los acontecimientos desarrollados en los cuentos. Esta característica, sin embargo, no se restringe a la obra de Poe, sino que es un elemento común en la tradición de la literatura fantástica.

El cuento fantástico, según el crítico Tzvetan Todorov, se caracteriza por una constante vacilación entre una explicación natural y otra maravillosa de los acontecimientos. Esta vacilación suele ser reforzada por la presencia de un narrador en primera persona cuya visión de las cosas pueda ponerse en duda. Ahora bien, en el caso de “La máscara de la Muerte Roja”, el uso de un narrador omnisciente para dar cuenta de los hechos impide que los lectores podamos hacer suposiciones distintas sobre el final del relato. El carácter fantástico de la historia se inclina entonces hacia una interpretación maravillosa, en la medida en que se nos presentan los hechos como algo objetivo e inalterable: la presencia de la Muerte en el cuento no puede ponerse en duda.

Si bien gran parte de la estudiosos de la obra de Poe coinciden en interpretar “La máscara de la Muerte Roja” como una crítica hacia los ricos y poderosos y su evidente despreocupación por la miseria de los pobres, es posible afirmar que el tema fundamental de este cuento es la muerte. Más específicamente, la inevitabilidad de la muerte. Esto se verifica sobre todo en el final del cuento, momento en que la multitud de cortesanos disfruta de la fiesta de Próspero mientras se piensan a salvo de la peste. Sin embargo, cuando el inmenso reloj de ébano toca las doce campanadas que señalan la medianoche, una figura “ataviada de la cabeza a los pies con las vestiduras del sepulcro” (620) se presenta entre los juerguistas. La figura enmascarada -que no es más que la propia Muerte- introduce la sangrienta enfermedad en la fiesta y provoca el funesto final del relato.

Cabe destacar el hecho de que Poe haga uso del valor simbólico que presenta la figura del reloj para dar cuenta del carácter inevitable de la muerte: “Y la vida del reloj de ébano se extinguió con el último de los alegres juerguistas” (622). El paralelismo entre el ingreso de la muerte y el tiempo deteniéndose ya se había presentado anteriormente cuando, al morir el príncipe Próspero, la enmascarada Muerte aparece erguida e “inmóvil, a la sombra del reloj de ébano” (621). En “La máscara de la Muerte Roja” -al igual que en “La muerte y el péndulo”-, el tiempo simboliza la cuenta regresiva que nos acerca, segundo a segundo, hacia el fin. Sin embargo, a diferencia de otros relatos como “Ligeia” o “Morella”, no hay una instancia de superación una vez que este fin llega. Por el contrario, la peste establece un momento en que la “Oscuridad y la Putrefacción y la Muerte Roja extendien su ilimitado dominio sobre todo” (622).

Otro de los temas presentes en este relato es el de la irracionalidad o la locura. En este caso, la locura aparece vinculada a las excentricidades del príncipe Próspero y los cortesanos, quienes se disfrazan y festejan creyéndose seguros mientras el resto de la comarca está siendo devastado por la peste. Por momentos, este carácter de irracionalidad se representa mediante imágenes ricas en metáforas: “De un lado a otro de los siete aposentos se desplazaba una multitud de sueños” (618). Esta imagen enfatiza el efecto de irrealidad que provoca el conjunto de personas disfrazados bajo la dirección del príncipe, cuyas decisiones extravagantes hacen que el grupo parezca salido de un sueño.

Además, la respuesta irracional de los cortesanos frente a lo que sucede en la comarca implica una actitud de negación egoísta ante la realidad de la peste. Sin embargo, llama la atención el hecho de que ni Próspero ni sus amigos logre advertir la presencia de la Muerte sino hasta que es demasiado tarde. En este sentido, podemos afirmar que el final “La máscara de la Muerte Roja” tiene un desenlace irónico, ya que es el propio ambiente onírico y festivo de la mascarada el que hace posible que la Muerte se presente como “un ladrón en la noche” (621) y nadie se percate de ello.

Si tenemos en cuenta la afición de Poe por los juegos de palabras, la ironía se encuentra presente desde el propio título del cuento, “The Masque of the Red Death”. Las palabras mask (máscara) y masque (mascarada, baile de disfraces) se pronuncian del mismo modo en inglés, por lo que se alude, al mismo tiempo, tanto a la máscara de la Muerte Roja como a la mascarada de la Muerte Roja. Así visto, y según esta segunda interpretación, podríamos afirmar que, en esta historia, la única anfitriona de la fiesta es, en realidad, la propia Muerte.