Cuentos de Edgar Allan Poe

Cuentos de Edgar Allan Poe Resumen y Análisis "La caída de la casa de Usher"

Resumen

Un nublado día de otoño, el narrador llega a la mansión Usher, nombrada así debido al apellido de la familia, para visitar a su amigo de la infancia: Roderick Usher. Una vez que logra identificar la construcción desde el exterior, “una sensación de insufrible abatimiento” (356) se apodera de él. El paisaje que se le presenta es en extremo desolado: una antigua casona de siniestros muros, con “las ventanas como ojos vacíos” (357), rodeada de árboles y un lago de montaña que la refleja tétricamente. Además, siente que una atmósfera iridiscente envuelve el lugar, posiblemente producto del vapor pestilente de la vegetación y el lago.

Roderick invitó al narrador, su único amigo, a pasar varias semanas a su casa mediante una carta. En el manuscrito, que según el narrador evidencia señas de agitación nerviosa, su viejo amigo manifiesta enfermedades corporales y desórdenes mentales, y le pide que vaya a hacerle compañía para aliviarlo de ellos. En la casa solo viven Roderick y su hermana, Lady Madeline, últimos herederos del apellido Usher. Mientras se acerca a la entrada, el narrador piensa que quizá exista una conexión esencial entre la casa y la familia.

Al ingresar a la mansión, el narrador se sorprende por el carácter gótico y antiguo de la decoración y el mobiliario, además del desorden y el descuido del lugar: siente que allí se respira “una atmósfera de dolor” (361). En ese momento, Usher se acerca a saludarlo cálidamente y el narrador repara en los cambios que manifiesta su aspecto, ahora cadavérico, al punto de hacerlo dudar de su identidad.

Tras el recibimiento, los viejos amigos comienzan a conversar y el narrador se alarma ante “cierta sensación de incoherencia, de inconsistencia” (362) que percibe en el modo de comportarse de Usher. Durante la charla, su amigo lo pone al tanto de sus problemas de salud, males constitucionales de su familia que conllevan -como uno de sus principales síntomas- una “morbosa agudeza de los sentidos” (363). Esta agudeza implica que ciertos estímulos simples, tales como el aroma de las flores, ciertas luces o sonidos, le resulten insoportables, al punto de producirle el más profundo terror. Además, el narrador descubre que Roderick se siente vinculado espiritualmente a la casa.

Finalmente, su amigo le confiesa que sus problemas mentales se deben, en parte, a la angustia que le provoca la enfermedad que consume a su hermana, Lady Madeline. Esta enfermedad -que se manifiesta mayoritariamente mediante estados catatónicos severos- probablemente acabe con ella pronto. Mientras Usher le comenta esto, el narrador se percata de que la señorita Usher pasa lentamente por un extremo de la habitación. Sin embargo, como la joven no nota su presencia, el narrador prefiere callar.

Pasan los días y el narrador no vuelve a ver a Lady Madeline ni a hablar de ella con su amigo. En lugar de ello, pasa las horas con Roderick leyendo, tocando música y pintando. Durante ese tiempo, la relación entre ellos se afianza y los acerca. El narrador se sorprende de las habilidades de su amigo para el arte, aunque algunas de sus piezas musicales y pinturas lo perturban por ser demasiado abstractas, vagas o “fantasmagóricas” (366). Un día, por ejemplo, Usher entona unos versos bajo el título de “El palacio encantado”, que altera particularmente al narrador debido a que cuenta la historia de una casa, similar a la de los Usher, que cae en la desgracia y la locura.

Una noche, Roderick se presenta ante su amigo con la noticia de que Lady Madeline finalmente murió y de que desea preservar su cuerpo una quincena en una vieja bóveda de la mansión, para asegurarse de que no es otro de sus casos de parálisis por catalepsia. Antes de ingresar el cadáver a la bóveda, el narrador se sorprende por el gran parecido entre los hermanos, a lo que Usher le responde que se debe a que eran mellizos. Una vez atornillada la tapa del sarcófago y cerrada la puerta de la bóveda, los amigos se dirigen hacia los pisos altos de la casa.

Los días de duelo se suceden y las características enfermizas de Roderick van en aumento. A su vez, el propio narrador comienza a sentir que su cordura pende de un hilo, debido al contacto constante con Usher y la casa. A la octava o novena noche de haber sepultado a Lady Madeline, el narrador despierta de una pesadilla y oye a Roderick tocar la puerta de su habitación. Su amigo se encuentra visiblemente ansioso y le dice que se asome a la ventana, porque algo sucede en el exterior. Cuando el narrador se asoma, ve que una imponente tormenta azota la casa, y que el vapor del lago y los alrededores brilla de un modo sobrenatural.

Para evitar que Usher entre en un estado de locura mayor, le propone leer juntos durante un rato. Sin embargo, aunque la situación de lectura calma un poco a su amigo, en un momento dado un sonoro golpe metálico retumba en toda la casa. El golpe hace que Roderick comience a decir que enterraron viva a su hermana. Finalmente, se para violentamente y comienza a gritar que la señorita Usher está en la puerta de la habitación. En ese momento, las puertas del cuarto se abren con fuerza y descubren a Lady Madeline del otro lado y cubierta de sangre. La agonizante mujer camina hacia su hermano y se desvanece con un gemido sobre él, quien muere del horror debajo de ella.

Espantado, el narrador sale de la casa despavorido y huye bajo la tormenta. En un momento, un fulgor a sus espaldas lo hace girar para ver la mansión, que comienza a partirse al medio mientras el viento la golpea. Finalmente, la estructura se derrumba y es tragada por el lago mientras una luna rojo sangre la alumbra desde arriba.


Análisis

En “La caída de la casa Usher”, uno de los relatos mejor valorados de Edgar Allan Poe, vuelve a repetirse un tema ya presente en varios de los cuentos analizados de nuestra selección: el doble. Ahora bien, este no es un tema específico de Poe sino que constituye uno de los más recurrentes en la tradición del género fantástico y tiene su origen, además, en los antiguos relatos populares y maravillosos europeos, al igual que en muchas leyendas medievales del viejo continente.

En primera instancia, la estructura del doble se presenta con los mellizos, entre los que “siempre habían existido simpatías de naturaleza apenas comprensible” (374). Sin embargo, no por eso la equivalencia entre ellos es solo psicológica y espiritual. De hecho, es tal la semejanza de sus semblantes que el narrador se impresiona cuando observa por primera vez a la hermana de su amigo en el momento en que dejan su cadáver en la bóveda familiar.

Por otro lado, "Usher" es tanto el nombre de la casa como el apellido de la familia, y los habitantes del pueblo usan el término para referirse a ambas cosas. La mansión, por su parte, se encuentra dividida al medio por una grieta, y un lago frente a ella la refleja como un espejo, duplicándola. En el final del cuento, por último, los acontecimientos pueden interpretarse como una duplicación de la historia que el narrador le está leyendo a Usher.

Ahora bien, la centralidad del tema del doble en este relato se vincula también con el tópico de la locura, ya que tanto Lady Madeline como Roderick sufren varios problemas nerviosos (de hecho, esto presenta otro de sus puntos en común). La importancia de los desórdenes psicológicos de los hermanos Usher es tal que el narrador termina por referirse a ellos a partir de sus patologías: a ella la llama “la cataléptica” y a él, “el hiponcondríaco” (373). Además, Roderick es un personaje histérico e inestable, a quien la agudeza exagerada de sus sentidos lo lleva a espantarse de solo pensar que, en el futuro, puede llegar a oír ciertos sonidos u oler ciertas flores aromáticas.

Frente a este escenario, el relato en primera persona del narrador es nuestra única entrada a los hechos desde una perspectiva, al menos en principio, fiable. Sin embargo -y en línea con la inclinación de Poe a utilizar narradores no fiables- poco nos dura esta certeza, ya que la influencia de la casa y sus inestables anfitriones parece enloquecer al narrador al final del relato: “No resulta sorprendente que su estado me aterrorizara y me infectara. Yo sentía que me iba invadiendo, de un modo lento pero indudable, la alocada influencia de sus propias supersticiones” (375).

En este sentido, vale la pena mencionar la significativa caracterización que tiene la casa en este cuento. La mansión de los Usher, cuya podredumbre y abandono funciona como una alegoría de la propia degradación de la mente humana, comienza a dar indicios de ser una mala influencia desde el momento en que el narrador llega de visita: “No sé cómo fue, pero con la primera visión fugaz del edificio, una sensación de insufrible abatimiento se apoderó de mi espíritu” (356). De este modo, es tal el paralelismo entre la antigua mansión -muchas veces personificada: “Las ventanas como ojos vacíos” (357)- y la descendencia de los Usher -enfermos y degenerados por la locura-, que el narrador especula “sobre la posible influencia que la primera, a lo largo de los siglos, podría haber ejercido sobre la segunda” (359).

Esta relación alegórica termina por consumarse con la muerte de los mellizos, últimos del linaje familiar, momentos antes de que la casa destruida se hunda en el lago, con los cadáveres dentro. Este funesto desenlace ya había sido anticipado por el narrador al principio del cuento, momento en que, al llegar a la casa, detecta una fisura “apenas perceptible” (360) que la atraviesa lado a lado.

Como muchos de los cuentos de Poe, “La caída de la casa de Usher” presenta un desenlace ambiguo en el que podemos optar por dos interpretaciones: una realista y otra sobrenatural. Si elegimos la interpretación realista, todos los acontecimientos extraños se deben a los padecimientos mentales de los personajes de la historia y a la influencia opresiva y angustiante de la casa en el modo de percibir las cosas del narrador. Si optamos, por el contrario, por la explicación sobrenatural, tenemos varios elementos que pueden ser analizados debido a su carácter misterioso e inexplicable. Además, el hecho de que Poe elija una antigua mansión abandonada con un cementerio y viejas mazmorras, rodeada de vegetación en descomposición y una “luz antinatural de una exhalación gaseosa” (377), colabora con la producción de una atmósfera apropiada para el desarrollo de acontecimientos inexplicables.

Por último, y en sintonía con la interpretación sobrenatural, la caracterización de Lady Madeline podría vincularse con la que presentan otras heroínas mujeres de Poe, tales como Ligeia y Morella. Quienes se inclinan a aceptar la interpretación sobrenatural apoyan su postura, en parte, en la recurrencia del tópico del vampirismo en estos cuentos. Esta recurrencia está muchas veces asociada al tópico de la muerte de una mujer hermosa, uno de los más poéticos del mundo para nuestro autor. En este sentido, no podemos descartar la posibilidad de que Lady Madeline no sea realmente cataléptica sino, en cambio, un vampiro. Otra opción sería que haya sido víctima de alguno de estos seres monstruosos luego de ser sepultada. En cualquier caso, su aspecto misterioso, insustancial y pálido -al igual que el de su hermano-, permite apoyar dicha hipótesis.