Azul...

Azul... Resumen y Análisis de ¨La ninfa¨ (Cuento parisiense)

Resumen

Un grupo de amigos artistas está reunido en un castillo, propiedad de Lesbia, una actriz. Todos se encuentran sentados en torno a la mesa, luego de la comida, bebiendo licor y conversando. Hablan acerca de un escultor y de sus obras, cuando Lesbia interrumpe y dice que a ella le gustaría que los sátiros de bronce cobraran vida para hacerlos sus amantes o, mejor aún, un centauro.

El sabio gordo irrumpe para decir que los sátiros y los centauros han existido realmente y que muchos escritos antiguos de autores prestigiosos, entre ellos San Jerónimo y Alberto Magno, lo documentan. Lesbia se ríe a carcajadas de la argumentación del sabio obeso.

El poeta, que es el narrador del cuento, expresa que a él le gustaría que las ninfas fueran reales para contemplar su desnudez en el medio de los bosques. Lesbia le dice al poeta, en voz muy baja, que las ninfas existen y que él las verá.

Otro día, durante la primavera, el narrador está caminando por los jardines del castillo, disfrutando de las bellezas naturales y la ornamentación. De repente, oye un ruido cerca del estanque y se acerca para ver qué es. En el centro del estanque, ve una verdadera ninfa, sumergida hasta la cadera en las aguas cristalinas.

De repente, la ninfa escapa, recoge sus cabellos y sale corriendo entre los árboles hasta que el poeta la pierde de vista. Más tarde, el poeta se reúne con el grupo de amigos para almorzar. Lesbia irrumpe en la conversación del grupo para revelar que el poeta finalmente ha visto una ninfa. Todos la miran asombrados. Ella mira al poeta y se ríe como si le hicieran cosquillas.

Análisis

En este cuento se puede leer un claro ejemplo del lenguaje modernista, con muchas adjetivaciones y metáforas, un buen ejemplo de ellas es la frase: “púrpura borgoña del oro hirviente del champaña, de las líquidas esmeraldas de la menta” (página 55). Asimismo, están presentes los personajes de la mitología griega clásica: las ninfas, los sátiros y los centauros.

La primera parte del cuento está estructurada sobre la base de un contraste entre lo bello y lo feo, representado en la contraposición entre Lesbia y el sabio gordo: sobre él se señala que “ostentaba en la albura de una pechera inmaculada, el gran nudo de una corbata monstruosa” (página 55), la corbata monstruosa describe metonímicamente la monstruosidad de quien la viste. Ella es descrita como una figura sumamente sensual. El narrador describe que su “rostro encendido, de mujer hermosa, estaba como resplandeciente de placer” (página 56).

Este contrapunto también esta reforzado por un contraste de ideas y creencias. El sabio representa el conocimiento académico, de biblioteca, el narrador destaca que el sabio es un “futuro miembro del Instituto”.

La actriz representa la experiencia sensorial. Esta identificación entre Lesbia como figura del erotismo y la sensualidad está presente tanto en sus acciones, por ejemplo, lame un terrón de azúcar, como en la descripción que el narrador hace de Lesbia. El autor la compara con un animal consistentemente a lo largo del cuento: “humedecía su lengua en el licor verde como lo haría un animal felino” (página 57), “quemándome con sus ojos de faunesa” (página 59), “me miraba como una gata” (página 61).

En este sentido, el poeta queda en el medio de estas dos posiciones, ya que desearía ver una ninfa, pero su deseo se trunca porque no cree que existan. En un sentido más profundo, la del poeta es una posición intermedia porque en su disciplina se cruzan las dos formas de conocimiento: la académica y la sensorial.

El descubrimiento y la puesta en práctica de la percepción sensitiva del poeta están presentes en el cuento, sobre todo en el pasaje en el que el poeta describe el parque del castillo. Allí, el poeta describe minuciosamente cada elemento del paisaje, cada flor, color y aroma. El virtuosismo del poeta depende directamente de su capacidad de percepción y de su capacidad de describir las impresiones y sensaciones que le produce cada cosa.

En Historia de mis libros, Rubén Darío relata que el modelo de este cuento:

“son los cuentos parisienses de Mendés, de Armand Silvestre, de Mezeroi, con el aditamento de que el medio, el argumento, los detalles, el tono, son de la vida de París, de la literatura de París. Demás advertir que yo no había salido de mi pequeño país natal, como lo escribe Valera, sino para ir a Chile, y que mi asunto y mi composición eran de base libresca” [Darío, 1919].

En esta cita, se puede ver la influencia de la biblioteca para el poeta, en este caso Darío, para recrear ambientes, personajes y temas de los cuales no tenía conocimiento de primera mano. Asimismo, se resalta la importancia de los textos franceses, que tuvieron una influencia muy grande en la mayoría de los autores modernistas en general, sobre todo en el estilo.