Adán Buenosayres

Adán Buenosayres Resumen y Análisis Libro Primero

Resumen

Amanece en la Ciudad de Buenos Aires un 28 de abril. Es un día otoñal y templado. La ciudad está repleta de hombres que se mueven rápidamente para trabajar. Son ruidosos, al igual que las embarcaciones que llegan y parten del puerto. Los frigoríficos y mataderos están llenos de reses listas para alimentar al mundo. Los trenes van y vienen atravesando toda la urbe. El narrador propone a los lectores enfocarse en la calle Monte Egmont 303, en el barrio de Villa Crespo. Allí, desde temprano, Irma está cantando un tango llamado "El Pañuelito" mientras barre la vereda. La cuadra está activa: trabajan los albañiles italianos, el hombre del garage y el verdulero; las mujeres conversan; los niños juegan a la pelota.

En ese contexto despierta Adán Buenosayres en su habitación, inspirado por la voz de Irma, pero ella deja de cantar y él vuelve a las ensoñaciones. Durante un tiempo se queda en la cama dormitando y todas sus percepciones están atravesadas por el fluir de su imaginación y sus recuerdos. Entonces, casi despierto, observa el mundo que lo rodea como si lo viera por primera vez, y como si conociera los nombres de las cosas por primera vez, en una "parodia de génesis" (13). Se ha dormido leyendo el Apocalipsis y cree que eso influye en sus pensamientos. Luego se despierta definitivamente y siente que los días son una repetición eterna de lo mismo: los niños que juegan fútbol en la calle, doña Francisca peleando con Alí, el verdulero. Luego recuerda su trabajo como maestro, su amor no correspondido por Solveig Amundsen, sus amores con Irma y momentos de la infancia en Maipú.

Adán está como en trance; experimenta un despertar metafísico en el que vuelve a conocer el mundo y a conocerse a sí mismo. Vive una metamorfosis o se prepara para morir. Se pregunta quién es y se responde "«el hombre», la enigmática bestia razonante, la difícil combinación de un cuerpo mortal y un alma imperecedera, el monstruo dual cuya torpeza de gestos hace llorar a los ángeles y reír a los demonios, la criatura inverosímil de que se arrepintiera su mismo Creador" (28). Entonces se focaliza en su alma, que es inmortal, tiene un origen divino y naturaleza caída. Piensa en sus orígenes, su familia materna y paterna.

Luego se levanta y va a visitar al filósofo Samuel Tesler, su amigo y vecino, quien vive en la habitación número 5 de la misma pensión. El cuarto está oscuro. Tesler duerme hasta tarde y no le presta atención cuando llega. Vive "en este mundo como en un hotel deplorable", se la pasa durmiendo. En la habitación hay muchísimos libros y un pizarrón con una suerte de diario íntimo donde Adán logra leer anotaciones que su amigo ha hecho el día anterior, 27 de abril.

Ya es mediodía y, con dificultad, Adán logra despertar a Samuel, que rezonga porque tiene "un sueño bárbaro" (40), es decir, mucho sueño. El filósofo viste un quimono chino "increíble" que para Adán está repleto de imágenes que funcionan como símbolos y alegorías. Lo considera un escudo que sirve para protegerse al dormir. Es una prenda de seda amarilla y reversible. Tiene dragones neo-criollos que se muerden las colas y un trigal donde fuma un campesino. El hombre tiene bigotes largos hasta el piso y en su frente, la frase "El primer cuidao del hombre es defender el pellejo". En el pecho lleva un elector emitiendo su voto mientras un ángel le habla al oído. En la zona abdominal, una representación colorida de la República, y más abajo las cuatro virtudes cardinales muertas y los siete pecados capitales en el Cementerio de la Chacarita. En el quimono también se lee la Constitución Nacional, aparecen los doce signos del Zodíaco, tablas matemáticas, las noventa y ocho posiciones del Kama Sutra, un anuncio y un prospecto médico. En otra cara se ve un árbol de ramas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales que luego se reúnen; está rodeado por serpientes y tiene doce soles en la copa. A sus pies hay un manantial donde Narciso contempla el agua y se transforma en flor.

Tras describir el quimono de su amigo, conversa con él sobre doña Francisca, dueña de la pensión, y su familia. Mientras, se escuchan los ruidos de la calle y las conversaciones de los albañiles italianos. Luego charlan sobre las muchachas Amundsen, que viven en Saavedra, otro barrio de la ciudad. Samuel interroga a Adán sobre su situación, ya que parece tener dos novias: Irma, que trabaja en la pensión, y Solveig Amundsen, pero el protagonista no responde con claridad. Entonces hablan sobre el amor y, con mucha dificultad para expresar sus sentimientos, Samuel confiesa que está enamorado de Haydée Amundsen, hermana de Solveig. El filósofo visita seguido la casona de Saavedra y le cuenta a Adán -que hace mucho que no va- que Solveig le ha mandado saludos, que lo extraña. Esto le provoca mucha alegría e ilusión.

A lo largo de toda la conversación, sobre todo en relación con Solveig Amundsen, se menciona varias veces el Cuaderno de Tapas Azules. Adán Buenosayres pretende cuidar su amor por esta muchacha como un secreto escrito en el libro y de hecho se rehúsa a hablar del tema, pero su amigo le deja en claro que ese enamoramiento es evidente y le pregunta de manera retórica: "¿Creés que nadie observa tu pose de Hamlet acatarrado cada vez que la mocosa te habla o te mira?" (55).

Análisis

El Libro Primero presenta, fundamentalmente, al protagonista y a su entorno, la Ciudad de Buenos Aires en la década de 1920. De hecho, en las primeras páginas leemos descripciones detalladas del paisaje urbano que destacan su velocidad, su dinámica de trabajadores y comercio, los sonidos de la modernidad relacionados con los medios de transporte. A su vez, las imágenes sensoriales son aprovechadas para transmitir la época del año en la que transcurrirá toda la narración: el otoño es presentado a través de la luz que entra por la ventana de Adán, la temperatura templada, el olor de las hojas y flores resecas en las veredas.

A su vez, este primer segmento de la narración ofrece una amplia serie de elementos realistas que construyen verosimilitud en el relato. Entre ellos se destacan las referencias a barrios porteños como Villa Crespo, Belgrano y Saavedra, a espacios e instituciones como el Cementerio de la Chacarita y particularmente la dirección exacta del protagonista, la calle Monte Egmont 303. En este punto, el realismo se entreteje con la dimensión autobiográfica de la obra, ya que Leopoldo Marechal, su autor, en efecto vive en esa calle. Del mismo modo, encontramos coincidencias entre Marechal y su personaje cuando este rememora su pasado entre sueños: ambos han pasado momentos de la infancia en Maipú, ambos han trabajado como maestros, ambos son escritores.

Otros dos elementos fundamentales de este libro tienen que ver con su conceptualización de los hombres y mujeres que habitan Buenos Aires en la época. En primer lugar, se destaca la gran influencia de las corrientes inmigratorias que históricamente han impactado en la población porteña. Esto se ve en la presencia de los albañiles italianos que trabajan y conversan cerca de la habitación de Adán y en el origen ucraniano de su amigo, el filósofo Samuel Tesler. En segundo lugar, esta novela hace que sus personajes hablen una variante rioplatense del español muy cargada de palabras y expresiones locales. Además, conjungan los verbos a la manera argentina, usando la segunda persona "vos". Por ejemplo, Tesler dice "Dejate de embromar", y afirma que tiene "un sueño bárbaro" para expresar que tiene mucho sueño.

Por otra parte, el Libro Primero también nos introduce en el pasaje de esa dimensión realista a otra mítico-imaginaria, donde el fluir de la imaginación, los recuerdos, los pensamientos y las percepciones se entremezclan con mitos, fábulas y relatos delirantes. En toda la obra estos pasajes ocurren de manera sorpresiva, sin aviso para el lector, que por momentos se pierde, ya que de las acciones de los personajes en Buenos Aires se pasa directamente a un plano fantástico. Esta confusión es parte del proyecto literario de Marechal.

Esto puede verse en la extensa descripción del quimono de Samuel Tesler, que al principio parece una prenda insignificante. Sin embargo, apenas comenzamos a explorar su descripción, vemos que propone una serie extraña e incomprensible de símbolos y referencias místicas o filosóficas. Algunas de esas referencias se pierden, pero otras anticipan elementos que serán muy importantes en la obra, como los siete pecados capitales, que reaparecen en el Libro Séptimo.

La detalladísima descripción de este quimono y el hecho de que Tesler lo considere un escudo establecen una fuerte intertextualidad con la Ilíada, de Homero. En el poema épico griego, Aquiles, héroe principal de la guerra de Troya, usa un escudo forjado por el dios Hefesto en su lucha contra Héctor. En este pueden verse imágenes que representan desde los cielos, la Tierra y los océanos hasta campos, ciudades y viñedos con distintas actividades sociales llenas de personas. Esta referencia intertextual también entrelaza la obra de Marechal con la Eneida, de Virgilio, ya que Eneas, su protagonista, también viste un escudo inspirado en el de Aquiles.

Finalmente, es preciso señalar que desde las primeras frases se comienza a construir la alegoría de la transformación de Adán estos tres días como la muerte y resurrección de Jesucristo. La historia de Adán Buenosayres tiene lugar entre el 28 de abril, Jueves Santo, y el 30 de abril, justo antes de la Pascua de Resurrección. Además, tal como anuncia el narrador mientras el personaje va despertando, "al dormir se olvidaba de sí mismo y olvidándose curaba sus lastimaduras; porque nuestro personaje ya está herido de muerte, y su agonía es la hebra sutil que irá hilvanando los episodios de mi novela" (12). Así, nos anuncia que está herido y que agoniza durante estas tres jornadas (como Jesús). La muerte inminente se manifiesta como transformación o metamorfosis de su alma. Tanto es así que en ese despertar el protagonista observa al mundo como si lo contemplara por primera vez, como si aprendiera los nombres de las cosas por primera vez.