Adán Buenosayres

Adán Buenosayres Temas

La ciudad moderna

Uno de los grandes temas de esta novela es la ciudad de Buenos Aires y su representación como espacio moderno. Al comienzo de la obra, es descrita en detalle apuntando las características típicas del desarrollo urbano en el siglo XX. Se hace mención a su gran tamaño ("la Gran Capital del Sur", 10); a la velocidad marcada por medios de transporte, como los trenes y el ajetreo de grandes cantidades de personas moviéndose para trabajar; a los sonidos de las máquinas y las fábricas. Así, la obra configura un paisaje urbano que se inserta en una importante tradición de la literatura latinoamericana de esas décadas. De acuerdo con el crítico Jorge Lafforgue, Adán Buenosayres es uno de los grandes textos que marcan el pasaje de la narrativa rural latinoamericana del siglo anterior al relato ciudadano. Es importante resaltar, en ese sentido, que la obra también puede pensarse como una biografía de Buenos Aires: Adán es el primer hombre de una nueva ciudad, y a través del personaje también se traza un retrato de su entorno urbano.

La nación y lo nacional

Las reflexiones sobre la nación argentina y lo nacional, específicamente su cultura y literatura, son constantes en la novela de Marechal. Esto se ve presente en la representación de su capital, la Ciudad de Buenos Aires, y de sus suburbios, todavía son rurales o casi rurales. Estos lugares han sido considerados espacios centrales de la construcción nacional, tanto en el plano económico (por los productos agrícolo-ganaderos que allí se elaboran) como en el cultural (por su cercanía al puerto y su relevancia desde el período colonial).

A su vez, el tema se plasma en las discusiones que el protagonista y sus amigos sostienen en diversos espacios: repiensan símbolos, motivos y personajes típicamente argentinos como los gauchos, la literatura gauchesca y los arrabales. Un claro ejemplo, presentado en clave paródica, es la insistencia del petizo Bernini en su teoría sobre el problema de la población argentina debido a la falta de mujeres. Además, los personajes de la novela dialogan hablando en una variante rioplatense del español, es decir, local, lo cual resulta muy innovador en el período.

En ese sentido, toda la clave paródica de la obra engloba la relevancia de lo nacional, ya que pinta un retrato de la generación martinfierrista como centro de la cultura argentina: aunque se burle de ellos, los amigos de Adán representan en la ficción a los grandes escritores e intelectuales de la primera mitad del siglo XX en el país. Ellos no solo producen literatura, sino que también teorizan y organizan la literatura nacional: seleccionan sus temas predilectos, describen sus espacios, presentan sus personajes. Así abren o prolongan tradiciones que perduran aún hoy en la producción cultural argentina.

La inmigración

La presencia de inmigrantes es un gran tema de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. Esto se debe a que, en efecto, el período histórico se caracteriza por la llegada de grandes olas migratorias, tanto desde Europa, Medio Oriente y otras partes de América, como desde otras provincias del país. Estas figuras generalmente pertenecen a las clases bajas. Adán Buenosayres, en sintonía con su retrato de la capital argentina, que pone un foco en la cultura popular, no pasa por alto la importancia de esa parte diversa de la población local. Muchos personajes hablan en otras lenguas, como la vieja Chacharola, que insulta en italiano a los niños que la burlan en las calles, o los albañiles que cantan mientras trabajan en la obra cerca de la habitación de Adán. En otros casos reconocemos sus procedencias gracias a sus nombres, como Alí y Abdalla.

Este tópico también se deja entrever como característica principal de la diversidad del grupo de intelectuales amigos del protagonista cuando todos se unen en defensa de la Argentina contra el imperialismo británico de Mister Chisholm. El narrador explica: "aquellos hombres tan desiguales en origen, humor y pensamiento se acercaron el uno al otro, tal como si estrecharan filas contra un peligro común" (155). Como puede observarse en la cita, la diferencia de orígenes es identificada como una marca muy relevante. Más adelante, se aclara que algunos de ellos son argentinos pero hijos de inmigrantes (como el propio Adán Buenosayres), y esto explica una parte de la compleja sociedad argentina.

La errancia

Adán Buenosayres se inserta en varias tradiciones literarias y una de ellas es la epopeya. Marechal busca darle sentido épico a una cotidianeidad realista de la ciudad de Buenos Aires y para ello aprovecha múltiples referencias a clásicas historias de héroes, como la Odisea, de Homero. Sin embargo, gracias a su aproximación paródica, los constantes movimientos de su protagonista, como una suerte de héroe burlado, no tienen un destino claro ni atraviesan peligros con un objetivo grandioso. Por el contrario, Adán se caracteriza por la errancia; se la pasa caminando por las calles de la ciudad, yendo y viniendo de diferentes puntos sin un rumbo, sin un propósito, sin una planificación. Este vagabundeo de su cuerpo permite la expansión de su alma o su consciencia por la dimensión mítico-imaginaria tan desarrollada en la obra. De hecho, la transformación del personaje apunta a un abandono de lo carnal, lo corporal, para elevarse en un plano más abstracto y espiritual.

El cristianismo

El cristianismo es un tema que inunda la novela en todos sus aspectos y dimensiones. Por un lado, es la base fundamental de la alegoría que presenta al protagonista como espejo de Jesús concentrándose en sus días finales. Por otro, se materializa en la relevancia de la iglesia de San Bernardo y su figura del Cristo de la Mano Rota, y en la importancia que tienen tanto para Adán como para otros personajes las tradiciones y creencias cristianas, como la misa que marca los momentos del día.

A su vez, el pensamiento religioso cristiano permite elaborar la teoría estética defendida por el protagonista en tanto que escritor: él sostiene que los poetas se elevan y se acercan a la divinidad, así obtienen inspiración, y luego deben descender al nivel de los demás humanos creando arte para compartir, como forma de la caridad, esa manifestación de Dios que es el arte. De esta manera, los artistas se asemejan al Creador, es decir, a Dios, aunque jamás se igualan a él. En la novela, Dios ha creado el mundo y todas las cosas, y es a través de su amor por Él que Adán se acerca a la belleza verdadera.

Finalmente, el cristianismo también dialoga en esta obra con otras formas religiosas, sobre todo el judaísmo, encarnado principalmente en Samuel Tesler. Como observa Noé Jiitrik, la tradición religiosa de la novela se ve cargada de antisemitismo: el retrato que elabora de los personajes judíos, a través de la caracterización de su amigo, está repleto de lugares comunes y prejuicios. Por ejemplo, relaciona a los judíos con el comercio y el afán de riquezas.

La metamorfosis

La metamorfosis o transformación del protagonista es otro de los grandes temas de la novela. Se presenta ya desde el comienzo del Libro Primero, dado que la narración comienza con el "despertar metafísico" de Adán Buenosayres, es decir, su redescubrimiento del mundo que lo rodea con una perspectiva que va más allá del aspecto de las cosas. El protagonista experimenta un profundo cambio interior, en su alma, y vuelve a conocerse y a conocer el mundo percibiendo sus verdades más profundas. A medida que avanza el texto, leemos las razones y la evolución de esta metamorfosis. Primero, Adán presenta una sensibilidad particular desde niño y siente una fuerte inspiración poética que lo eleva a un plano superior. Luego conoce a Solveig Amundsen y se enamora de su belleza, que abstrae y conceptualiza en una imagen de hermosura perfecta. Gracias a ese concepto de lo bello que ama, encuentra su Amor perfecto por Dios, y así su alma completa la transformación que decanta en la muerte del personaje.