Del amor y otros demonios

Del amor y otros demonios Temas

El amor

El amor es un tema destacado de la novela y esto puede verse en el propio título. Sin embargo, se trata de un concepto problemático y complejo, ya que la historia sentimental incluida en la trama se da entre una niña y un hombre adulto. Entre ellos hay una gran desigualdad de poder considerando cuestiones de edad, estatus, género y raza.

Desde una perspectiva contemporánea, es inadmisible considerar que entre ellos se da una historia de amor, y varios personajes la presentan como una situación de abuso, pero el narrador y buena parte de la crítica especializada la han leído como una trama sentimental. En ese sentido, se ha pensado la relación entre la protagonista y Cayetano Delaura como un ejemplo de amor prohibido. También, se puede pensar en la fatalidad del amor, considerando que, al final de la obra, Sierva María muere. Es por eso que una posible interpretación del título es, justamente, la idea de que el amor es un demonio; una entidad maligna, peligrosa, relacionada con la muerte.

La africanidad

Esta es la primera novela de García Márquez que coloca en el centro figuras y culturas negras y africanas. La africanidad es un tema que se manifiesta tanto en el retrato de costumbres afrocolombianas como en la denuncia del racismo propio de la sociedad colonial.

Así, el primer capítulo comienza en el puerto, donde las personas blancas compran y venden personas negras arrancadas de África y esclavizadas en América. Esta situación, ya de por sí violenta, se potencia con la historia de las personas negras asesinadas a bordo de un barco por miedo a que infectaran la ciudad con una enfermedad. Como analiza Margaret Olsen, los cadáveres de esas personas aparecen en la orilla al día siguiente porque esta novela intenta discutir contra la invisibilización de las personas negras y las culturas africanas.

En la misma línea, hay muchos personajes afrodescendientes en la novela, entre los que se encuentran Dominga de Adviento, Judas Iscariote, y la mujer abisinia comprada por el gobernador. A su vez, la protagonista es criada en el patio de los esclavos y adquiere prácticas culturales africanas: usa los collares de los santos yoruba, habla tres lenguas africanas y a veces usa turbantes. Es importante señalar que la vida misma de Sierva María se debe a la protección de Dominga de Adviento y de los santos yoruba. Y es justamente su identidad africana lo que la lleva a la muerte, ya que la sociedad blanca católica cree que sus comportamientos son una enfermedad (la rabia), una forma de la locura y, finalmente, un signo de que está poseída por el demonio.

El catolicismo

La religión católica y, sobre todo, la iglesia son presentadas de manera sumamente crítica en la novela. Esto se debe a que se la califica como "una religión de la muerte" (188) que tiene visiones absurdas, antiguas y violentas de la realidad. Así, se pone de manifiesto la continuación de prácticas típicas de la Inquisición medieval en las colonias americanas. El obispo, don Toribio de Cáceres y Virtudes, encarna en su figura todas estas características, y así se erige como el principal antagonista de Sierva María de Todos los Ángeles. La historia de la niña y los sufrimientos que se le imponen demuestran que la saña católica por castigar a supuestos herejes va más allá de cualquier razonamiento: Sierva María es responsabilizada por cualquier cosa negativa que ocurre, y los castigos que le imponen son tan crueles que la llevan a la muerte.

El mestizaje

El mestizaje ha sido identificado como característica vertebral de las culturas y las poblaciones de América Latina, y todas las obras de García Márquez trabajan esta cuestión de alguna manera. En Del amor y otros demonios, los orígenes y la pertenencia étnico-racial de cada personaje son elementos muy destacados dentro de cada descripción. Así, la sociedad de Cartagena de Indias está compuesta por una mezcla de personas blancas europeas, blancas criollas, mestizas, mulatas, negras africanas y afrolatinoamericanas. Cada una de estas figuras, además, manifiesta diversas prácticas culturales que también son fruto de la mezcla. El ejemplo más significativo de ello es Dominga de Adviento, que mantiene sus creencias yorubas en armonía con el cristianismo. Por su parte, Bernarda Cabrera es hija mestiza de un hombre indígena y una blanca de Castilla.

Así, la obra refuerza la idea de que el mestizaje es distintivo de las identidades latinoamericanas, y los personajes muchas veces tienen consciencia de ello. Por ejemplo, cuando Cayetano visita a Abrenuncio, conversan sobre sus orígenes y se produce este diálogo: "«A mi edad, y con tantas sangres cruzadas, ya no sé a ciencia cierta de dónde soy», dijo Delaura. «Ni quien soy». «Nadie lo sabe por estos reinos», dijo Abrenuncio. «Y creo que necesitarán siglos para saberlo»" (147).

La omnipresencia de la muerte

La muerte es un tema omnipresente en esta novela. Esto se puede observar en muchos niveles. En primer lugar, la protagonista es una muerta-viva: sobrevive de milagro a un nacimiento complicado, durante la infancia es sigilosa e invisible como un fantasma y la maltratan tanto que no vive plenamente. Además, el doble inicio de la obra presenta cadáveres. En el prólogo, encontramos los cadáveres de las criptas del Convento de Santa Clara, entre los que se encuentra el de la protagonista, y, en el Capítulo 1, se destacan los cadáveres de las personas negras asesinadas a bordo del barco esclavista. En segundo lugar, varios personajes encuentran la muerte a lo largo de la narración: Dominga de Adviento, Judas Iscariote, Olalla de Mendoza y la propia Sierva María. También mueren animales importantes, como el perro que muerde a la protagonista y el caballo de Abrenuncio. En tercer lugar, la ideología católica, que parece controlar la vida de la ciudad, es calificada, justamente, como una religión de la muerte.

La soledad

La soledad es un tema fundamental de la obra de Gabriel García Márquez. De hecho, cobra una relevancia fundamental en su obra más célebre, Cien años de soledad. En Del amor y otros demonios, vemos que se trata de un mal que rodea a prácticamente todos los personajes. El marqués es separado de su verdadero amor por mandato paterno y suele encontrarse solo en su casona con miedo a que los esclavos lo maten. Bernarda Cabrera y él no se aman, por lo que llevan vidas solitarias y separadas. Ella encuentra cierto consuelo en Judas Iscariote, pero cuando este muere, queda sola para siempre, y esto la lleva a la locura definitiva. El obispo y la abadesa, a pesar de vivir rodeados de otras figuras religiosas, también son personajes solitarios. Martina Laborde, encerrada en aislamiento en el pabellón de las enterradas vivas, pasa muchos años en absoluta soledad y encuentra un breve consuelo en su amistad con Sierva María. Abrenuncio tiene breves contactos con otros personajes, pero se encuentra fundamentalmente solo en su excentricidad. Por último, la propia protagonista es condenada a la soledad, ya que la encierran y aíslan en el convento, y sistemáticamente se ve separada de las personas con las que entabla vínculos: Dominga de Adviento muere, la retiran del patio de los esclavos, Martina se escapa del convento, el marqués no puede visitarla, Cayetano deja de visitarla sin explicación, y Tomás de Aquino de Narváez fallece y nunca vuelve a verla.

El encierro

El encierro es otro tema muy presente en la obra y afecta a sus personajes principales. Por ejemplo, tanto el marqués como Bernarda Cabrera son figuras que prácticamente no salen de sus viviendas, y Cayetano pasa muchísimo tiempo encerrado en la biblioteca. Ahora bien, no todos eligen esta reclusión; varias figuras femeninas se ven forzadas a vivir en el encierro. Tal es el caso de Dulce Olivia, interna en el manicomio de la Divina Pastora, y el de Martina Laborde, encarcelada en el pabellón de las enterradas vivas. Es importante observar que el espacio donde vive la protagonista desde el final del Capítulo 2 es, justamente, un convento de clausura: todas las mujeres que viven allí se encuentran en situación de encierro. Y Sierva María experimenta un encierro potenciado, ya que, además, pasa la mayor parte del tiempo limitada a su pequeña celda.