Del amor y otros demonios

Del amor y otros demonios Ironía

Los tratamientos que pretenden curar a Sierva María terminan por empeorar su situación.

Cuando el marqués se entera de que la hija ha sido mordida por un perro con rabia, se preocupa por la chica e intenta garantizar su bienestar. Aunque Abrenuncio de Sa Pereira Cao, el primer médico que la revisa, asegura que Sierva María está fuera de peligro, el marqués convoca a una larga serie de médicos, boticarios y curanderos que aplican tratamientos tan excesivos e invasivos que terminan por empeorar su situación, provocándole una verdadera enfermedad.

El obispo es la máxima autoridad religiosa, pero es frágil y decadente.

El obispo Toribio de Virtudes y Cáceres es una figura de autoridad que representa la fuerza de la iglesia y de la presencia colonial en América. Sin embargo, irónicamente, es un anciano frágil, que sufre de asma y se la pasa reclinado, meciéndose en su silla para calmar sus ataques respiratorios. El estado del hombre es tan precario que, en principio, no puede hacerse cargo de los exorcismos de la niña y, cuando lo hace, termina tumbado en el suelo.

La casa del marqués está sucia y destrozada porque, por miedo a que lo asesinen, prohibe el ingreso de los esclavos.

El marqués es heredero de una gran fortuna, tiene una casa impresionante y dispone de un gran plantel de personas esclavizadas que trabajan para él. Si bien esto parecería indicar que es un hombre poderoso, irónicamente se siente amenazado por esos esclavos, ya que está solo y teme que lo maten. Por ese motivo, les impide el ingreso a la casa, y esto genera su decadencia.

El barrio de los esclavos está sumido en la miseria, pero es el más alegre de la ciudad.

La misera del barrio de los esclavos de la Cartagena de Indias retratada en esta novela es estremecedora. Sin embargo, considerando que la ciudad entera se encuentra en un momento de decadencia, es el único espacio feliz, vital y colorido. Allí se escuchan "voces radiantes", y es posible "gozar de la fresca en mitad de la calle" (174). Es decir que, irónicamente, el barrio de los esclavos es donde las personas son más libres.