Del amor y otros demonios

Del amor y otros demonios Resumen y Análisis Capítulo 1

Resumen

El 7 de diciembre, primer domingo del mes, un perro gris con una marca en la frente muerde a cuatro personas en el mercado de Cartagena de Indias. Se trata de tres esclavos negros y de Sierva María de Todos los Ángeles, hija única del segundo marqués de Casalduero. La niña ha ido a comprar cascabeles para la celebración de sus doce años junto a una criada mulata. Aunque la criada, llamada Caridad del Cobre, tiene prohibido pasar el Portal de los Mercaderes, se dirige al puerto junto a Sierva María porque están vendiendo esclavos provenientes de Guinea y hay bastante revuelo. Estas personas africanas esclavizadas llegan en el barco de la Compañía Gaditana de Negros que se ha demorado una semana por una mortandad inexplicable ocurrida a bordo. Los cadávederes son arrojados al mar, pero aparecen en la costa al día siguiente, inflamados y con un extraño color solferino. El gobernador compra por su peso en oro a una mujer abisinia extremadamente hermosa en el remate de esclavos.

Sierva María es mordida en el tobillo izquierdo. Como la herida es muy pequeña, Caridad del Cobre le hace una curación rápida y no se preocupa demasiado. Al regresar a la casa, le cuenta a Bernarda Cabrera, madre de la niña, sobre la mujer hermosa comprada por el gobernador, pero no menciona la mordedura. Esa mañana Bernarda ha tomado cantidades excesivas de remedios purgatorios porque se ha vuelto adicta a la miel fermentada y al cacao. En el pasado ha sido una astuta agente del comercio de esclavos, pero ahora casi no sale de su alcoba y anda semidesnuda. El marqués, por su parte, es un hombre pálido y con aspecto fúnebre. Como siempre, está tendido en una hamaca, en el huerto de los naranjos, durmiendo la siesta. De pronto, ambos escuchan el alboroto del festejo de cumpleaños de la niña, que tiene lugar en el patio de los esclavos, donde ha sido criada, ya que los padres la detestan desde su nacimiento. De hecho, ni siquiera recuerdan que ese día es su aniversario ni qué edad tiene.

La casa del marqués -ubicada al lado del manicomio de mujeres de la Divina Pastora- ha sido el orgullo de la ciudad hasta principios de siglo. No obstante, ahora está en decadencia: se encuentra sucia, arruinada, vacía y desordenada. Lo mismo ocurre con el patio de los esclavos, que ha sido el escenario de mucho movimiento en el pasado, y ahora se reduce a unas pocas barracas de madera. En aquella época de esplendor, Dominga de Adviento, una mujer negra esclavizada, es la principal autoridad de la vivienda. Hasta el día anterior a su muerte, organiza el trabajo de toda la servidumbre, y también sirve de mediadora entre Bernarda y el marqués, que se odian cada vez más y casi no se hablan. Dominga es también quien cría a Sierva María. La mujer es alta, huesuda y extremadamente inteligente. Se convierte al catolicismo sin renunciar a su fe yoruba, y hace convivir en perfecta armonía ambas religiones. La protagonista crece bajo su protección en el patio de los esclavos, donde una corte de jóvenes negras cuidan de su extensa cabellera y le regalan collares de los santos yoruba. Por eso, "era allí donde se celebraba la fiesta, en su verdadera casa y con su verdadera familia" (21). La fiesta incluye mucha música, y han sido invitadas las personas esclavizadas que trabajan en otras casas de la ciudad. Sierva María baila con mucha gracia, canta con diferentes voces y en distintas lenguas africanas, e imita sonidos de animales. Se la ve feliz.

Dos días después de la fiesta de cumpleaños, Bernarda se entera de la mordida. Como son frecuentes los casos de mal de rabia en la ciudad, revisa a la chica, preocupada porque considera que se trata de una enfermedad que afecta a las personas negras, y cree que sería humillante que su propia hija estuviese contagiada. La encuentra bien; la herida está seca, y entonces se olvida del asunto. Nadie le cuenta lo ocurrido al marqués, pero la criada ve en el mercado que en efecto el perro gris ha muerto del mal de rabia. Un mes más tarde, en enero, una curandera indígena llamada Sagunta aparece en la casa y le cuenta al marqués que se avecina un brote de la enfermedad. Él no entiende por qué debería preocuparse, y Sagunta le explica que su hija ha sido mordida. La mujer también asegura que habrá un eclipse en marzo, y que será un signo de la peste.

Consternado por la situación, el marqués decide proteger a la niña. Asume las riendas de la casa, decadente desde la muerte de Dominga de Adviento, y establece reglas estrictas. Ordena que Caridad del Cobre quede a cargo del cuidado de Sierva María. Además, determina que la hija deje de vivir en el patio de los esclavos y se mude a la casa principal. Al comienzo Sierva María se resiste y se escapa por las noches para dormir en su hamaca junto a las jóvenes esclavas. Bernarda no se preocupa por la salud de la chica, pero tanto ella como el marido prestan mucha atención a los rumones sobre la gravedad de la peste que parece avecinarse.

Si bien está dispuesta a simular para mantener su honra, Bernarda Cabrera está segura de que no ama a su hija y de que no es amada por ella. Es una mujer solitaria que se pasa los días aplicándose lavativas, tomando remedios y sumergida en baños calientes y perfumados para calmar sus malestares corporales y "sofocar el incendio de sus vísceras" (32). El origen de sus desgracias parece relacionarse con Judas Iscariote, un joven negro que ha sido su amante. Desde que tienen relaciones sexuales por primera vez, ella se da cuenta de que no quiere hacer nada más en la vida y enloquece.

Por el contrario, el marqués siente una preocupación genuina por la salud de Sierva María. Por eso va al hospital y visita a un hombre mordido por el mismo perro que la pequeña. Esto no lo tranquiliza, sino que pierde las esperanzas, pero en el camino de regreso conoce a Abrenuncio de Sa Pereira Cao, un hombre judío portugués que es el médico más notable y controvertido de la ciudad. Abrenuncio es excéntrico y usa una capa negra típica de las personas esclavizadas que han conseguido la libertad. Está en el medio del camino porque su caballo acaba de morir. Siente un cariño muy profundo por el animal, y asegura que acaba de cumplir cien años. Al día siguiente, el marqués le da una sepultura digna al caballo y le regala otro a Abrenuncio. Luego, le pide que revise a la niña. Ella permite el examen del médico sin ofrecer resistencias. El hombre anuncia que está en buen esado de salud, e indica un tratamiento de felicidad: la niña debe ser cuidada y bien tratada para mantenerla vital. Lo más probable es que no contraiga la rabia jamás, pero el marqués, curiosamente, interpreta el diagnóstico como una sentencia a muerte.

Análisis

El primer capítulo de la novela nos introduce en el contexto histórico que le sirve como escenario. A pesar de que no se menciona el año exacto en que transcurren los hechos, la caracterización de Cartagena de Indias como ciudad decadente, y el hecho de que la esclavitud y la trata de personas esclavizadas sean todavía legales nos permiten ubicar la narración en el período colonial. El texto afirma que "El mercado principal de esclavos se había trasladado a La Habana" (24), lo cual indica que la historia ocurre a mediados del siglo XVIII, momento en que el esplendor colonial empieza a apagarse. A su vez, esta explicación da cuenta de la caída de la actividad económica de esta ciudad, que ha sido deslumbrante, pero se encuentra en ruinas.

En ese sentido, la casa del marqués es un espacio que simboliza la decadencia de Cartagena: unas décadas atrás era el orgullo de la ciudad, con sus grandes salones, pisos de mármol, y lujosas lámparas, pero ahora está abandonada, arruinada, desordenada, enmohecida, oscura. Estos rasgos físicos del lugar coinciden con las características de sus habitantes: el marqués es un hombre rico pero improductivo y triste, que pasa los días tendido en la hamaca, mientras que Bernarda, que ha sido una gran comerciante, está loca y consumida por las pasiones y los vicios.

En el inicio de la novela se manifiesta, también, una punzante caracterización de cada personaje según su pertenencia étnico-racial. Por ejemplo, Caridad del Cobre es mestiza, Dominga de Adviento es "negra de ley" (20), y el marqués es blanco descendiente de españoles. Tal como afirman muchos especialistas, esta es la primera obra en la que García Márquez coloca la africanidad en el centro para exponer cuán constitutiva es la presencia de las personas negras y las personas esclavizadas en la historia colombiana. Tanto es así que la secuencia inicial encadena una serie de escenas y cuadros que retratan la violencia racista. En el puerto, Sierva María y Caridad del Cobre observan el alboroto causado por la llegada de un barco negrero, es decir, un navío que trafica personas desde África para esclavizarlas en América. Esta situación, de por sí violenta, se ve agravada porque muchos de los pasajeros mueren de una extraña enfermedad y son arrojados al mar con crueldad por miedo a que infecten a la población de la ciudad. Como señala Margaret Olsen, esos cuerpos aparecen en la orilla al día siguiente porque esta novela discute contra la invisibilización de las personas negras.

Así, también es fundamental el patio de los esclavos de la casa del marqués, donde han vivido muchas personas negras. Entre ellas se destaca Dominga de Adviento, quien, curiosamente, a pesar de ser esclavizada, es la única autoridad competente de la casa. Su muerte provoca la decadencia del espacio físico y la destrucción de los lazos sociales entre sus habitantes (por ejemplo, el marqués y su esposa dejan de hablarse). Gracias a los cuidados de esta mujer, que la cría como si fuera su verdadera madre, Sierva María adquiere los elementos más destacados de su apariencia y de su identidad: habla lenguas africanas, lleva el pelo largo, usa collares de protección de la santería yoruba, y se siente feliz y cómoda entre las personas negras con las que ha crecido. Así, las culturas africanas se encuentran en el centro de la narración porque la protagonista se identifica directamente con ellas.

Sierva María es, entonces, un personaje mixto, híbrido. Como se ha visto en el prólogo, es una suerte de muerta-viva gracias a su cabellera, que parece resucitar. Además, tiene el aspecto físico de una persona blanca, pero asume la cultura negra en la que es criada. Por último, también es significativo el hecho de que la novela gire en torno a su aniversario de 12 años: se encuentra en el límite entre la niñez y la adultez, lo cual será fundamental para el desarrollo de los eventos posteriores. Tal como afirma el propio texto, "Empezaba a florecer en una encrucijada de fuerzas contrarias" (21), es decir, su figura se caracteriza por combinar atributos que, en principio, parecen opuestos o contradictorios, ya que comienza a desarrollarse, entrando en la pubertad.