Del amor y otros demonios

Del amor y otros demonios Metáforas y Símiles

"... mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia..." (García Márquez, Prólogo, 13) (Símil)

Este símil se encuentra al final del prólogo y pone en relación la extensa cabellera de la marquesita con su sexualidad al compararla con la cola de una novia. Esto se conecta con la explicación que ofrece la novela propiamente dicha para dar cuenta del largo de estos cabellos. Con el objeto de salvarle la vida, Dominga de Adviento les promete a sus santos yoruba que la niña no se cortará el pelo hasta el día de su casamiento. De esta manera, la cabellera puede pensarse como símbolo de su virginidad.

"Los ojos gitanos se le apagaron, se le acabó el ingenio, obraba sangre y arrojaba bilis, y el antiguo cuerpo de sirena se le volvió hinchado y cobrizo como el de un muerto de tres días, y despedía unas ventosidades explosivas y pestilentes que asustaban a los mastines" (Narrador, Capítulo 1, 17) (Símil)

En los primeros capítulos de la obra se narra cómo Bernarda Cabrera pierde el control de los negocios familiares y pierde la cordura. Se vuelve adicta al sexo, al cacao y a la miel fermentada. En este símil queda claro que, por ese motivo, también pierde la salud física y la figura. Si bien ha sido una joven bella con "cuerpo de sirena", ahora tiene un aspecto sumamente desagradable, decadente, putrefacto. Tanto es así que es comparada con un muerto en estado de descomposición.

"Su caballo no había resistido de bajada la misma cuesta que había subido al trote, y se le reventó el corazón" (Narrador, Capítulo 1, 29) (Metáfora)

Esta metáfora explica la muerte del extraordinario caballo de Abrenuncio de Sa Pereira Cao: su corazón no explota en sentido literal, sino que deja de funcionar y, por eso, el viejo animal -su dueño asegura que tiene más de cien años- pierde la vida. El episodio parece irrelevante, pero permite que el marqués y el médico se conozcan, y, así, este último se convierte en un personaje relevante para la vida de Sierva María.

"La cabellera de Sierva María se encrespó con vida propia como las serpientes de la Medusa, y de la boca salió una baba verde y un sartal de improperios en lenguas de idólatras" (Narrador, Capítulo 4, 152) (Símil)

El símil que compara el pelo de Sierva María con las serpientes de Medusa es especialmente impactante. La transformación de sus cabellos en esta imagen monstruosa ocurre en medio de una escena con Cayetano Delaura. Aunque ella lo rechaza y se resiste, él intenta establecer un contacto físico sexual. Cuando ella percibe que el sacerdote no se detendrá, es su cabellera la que la defiende. Es fundamental recordar que, en la mitología griega, esta es una figura que se relaciona directamente con la violación. Por un lado, la propia Medusa es violada por Poseidón, el dios del mar, en el templo de Atenea. Aunque es la víctima de la situación, es castigada, y por eso sus cabellos se convierten en serpientes. La diosa Atenea, luego, usa su imagen en el escudo para protegerse de los ataques sexuales.

"La descubrieron al final de la misa y la dejaron tendida como una princesa muerta sobre el catafalco de mármol" (Narrador, Capítulo 5, 169) (Símil)

Esta cita pertenece a la narración de la primera sesión de exorcismos practicada por el obispo. Sierva María es cruel y violentamente preparada para ello: le cortan el pelo, la bañan a baldazos, le colocan una camisa de fuerza y la cubren con un trapo fúnebre. La propia novela afirma que "Fue el ritual de un condenado a muerte" (167). Así la llevan a la capilla, donde la espera el obispo. Antes del exorcismo propiamente dicho, llevan a cabo una misa y, cuando esta termina, ella ya es presentada como un cadáver, tal como puede leerse en este símil. Resulta una comparación muy significativa, ya que, como se ha mencionado, la chica funciona como una muerta-viva a lo largo de toda su vida.