Veinte poemas para ser leídos en el tranvía

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía Guía de Estudio

20 poemas para ser leídos en el tranvía se publica por primera vez en Francia, en 1922. Se trata del primer libro de poemas de Oliverio Girondo, autor argentino nacido en 1891.

Este poemario es una obra icónica para la literatura argentina, porque pone en circulación, por primera vez en el país, una poética ligada a las vanguardias estéticas, muy disruptiva en relación a lo que se escribía hasta entonces. La escritura de Girondo expresa una sensación ligada a la modernidad, y a la experiencia del individuo en las ciudades. La sensación de tener una visión fragmentada de todas las cosas, de que los elementos de la vida urbana se desarrollan demasiado rápido, de que todo cambia, son tópicos que aparecen mucho a lo largo de los poemas de este libro. Hasta este momento, muchos temas y términos que se utilizaban en la vida diaria no eran incluidos en la producción literaria y poética, entre otros motivos, por no considerarse lo suficientemente "elevados". Palabras que refieren al transporte público, a espacios de la calle como los kioscos, o a destinos turísticos, no eran considerados hasta ahora como material que podía ser parte de una obra poética.

Para la época en la que Girondo comienza a escribir, el movimiento más relevante de la literatura del momento es el modernismo, una corriente nacida en España hacia fines del siglo XIX. Esta escuela estética encuentra en Latinoamérica representantes que la convierten en un fenómeno local muy reconocido, principalmente el nicaragüense Rubén Darío y el cubano José Martí. En Argentina, el autor más visible que adopta principios del modernismo es Leopoldo Lugones (1874-1938). La base de este movimiento es la búsqueda de una renovación literaria, con la idea de refinar la expresión verbal usando imágenes complejas. En la poesía, en particular, se utilizan un ritmo y una métrica definidas, muy trabajadas, con la intención de generar un efecto musical. Girondo resulta sumamente disruptivo y se distancia mucho de estas nociones, optando por una poesía sin métrica regular, y eligiendo, en cambio, el verso libre (de metro irregular) o la prosa poética (sin cortes de verso). Por lo general, sobre todo su primer poemario, se construye sin rima (también denominada rima "libre" o "blanca").

Delfina Muschietti, crítica literaria argentina y especialista en poesía, describe así la elección estética de Girondo:

La primera tensión que se percibe en la obra de Girondo entre una estética idealista heredada y una estética materialista, se resuelve luego hacia esta última: 'aspiro a un arte de carne y hueso, con cerebro y con sexo'. Se cumple en Girondo, así, una de las premisas que Bürger señala para la vanguardia histórica europea: reintegrar la literatura a la praxis de la vida.

Frente a la extrema estetización del lenguaje poético que construían los modernistas, con imágenes complejas y términos "elevados", Girondo opta por mezclar lenguajes (e idiomas), utilizar palabras de la ciencia y la vida técnica de la modernidad, ser más explícito y más llano.

En 20 poemas para ser leídos en el tranvía, Oliverio Girondo parece, sobre todo, estar buscando transmitir la sensación de que da cuenta de lo que hay, de lo que se puede ver allí en los lugares por donde pasa o en donde está. Abundan las conjugaciones del verbo "haber", y el recurso de la enumeración ordena muchos de los poemas. Además, en varios casos, esta enumeración no se da de forma caótica, pero sí un tanto exaltada, poco acompasada, como si las cosas se le presentaran al poeta una inmediatamente después de la otra, o incluso superpuestas, y él tuviera que dar cuenta de su mirada, transmitiendo lo que se ve. Esta intención tiene que ver con la posición vanguardista de la búsqueda poética de Girondo: las ansias por comunicar distintos puntos entre continentes alejados, por descubrir cosas en común y cosas extraordinarias entre centros urbanos distantes, se ven reflejadas claramente en el ímpetu descriptivo y profundamente subjetivo de la perspectiva del poeta.

La primera edición de este libro se realiza en Francia, en 1922, luego de una época en que el poeta realiza varios viajes. Esta edición incluye ilustraciones a color del propio Girondo, y la edición es financiada por él mismo. Cuando regresa a Buenos Aires, trajo consigo ejemplares del poemario para hacer circular en la ciudad porteña.

La edición contiene, además, un prólogo firmado por el poeta, que consiste en una carta abierta para el espacio "La Púa", un grupo de artistas y escritores que se dedican a discutir cuestiones estéticas, y se reúnen de forma intercalada entre Buenos Aires y París. En esta carta, Girondo bromea sobre el absurdo que le genera la idea de publicar un libro de poemas. La misma cierra con esta frase: "Yo, al menos, en mi simpatía por lo contradictorio -sinónimo de vida- no renuncio ni a mi derecho de renunciar, y tiro mis Veinte poemas, como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto".

Esta carta es interpretada como un anticipo de lo que Girondo expresaría en el manifiesto de la revista Martín Fierro, que es un espacio icónico de reunión y difusión de las vanguardias literarias en Buenos Aires entre 1924 y 1927. En el primer número de la revista, el poeta escribe:

Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que modifica cuanto toca. [...] Frente al recetario que inspira las elucubraciones de nuestros más "bellos" espíritus y a la afición al ANACRONISMO y al MIMETISMO que demuestran. Frente a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterías de las bibliotecas. MARTÍN FIERRO sabe que "todo es nuevo bajo el sol" si todo se mira con unas pupilas actuales y se expresa con un acento contemporáneo. MARTÍN FIERRO crítico, sabe que una locomotora no es comparable a una manzana y el hecho de que todo el mundo compare una locomotora a una manzana y algunos opten por la locomotora, otros por la manzana, rectifica para él, la sospecha de que hay muchos más negros de lo que se cree. Negro el que exclama ¡colosal! Y cree haberlo dicho todo. [...] Negro el que tiene las manos achatadas como platillos de balanza y lo sopesa todo y todo lo juzga por el peso.

Hay varios elementos de este fragmento que explican las intenciones estéticas detrás de Veinte poemas... En principio, el hecho de que Girondo desdeñe que "todo el mundo compare una locomotora a una manzana y algunos opten por la locomotora, otros por la manzana" puede ser leído como la explicación a las imágenes en las que el poeta enfrenta elementos naturales con otros artificiales para generar imágenes mixtas, tensionadas, donde simplemente no se puede elegir por la manzana o la locomotora, sino que sus poemas son el lugar de encuentro de estos dos universos, que producen imágenes innovadoras, no sin causar cierta confusión.

Por otro lado, la expresión "Negro el que exclama ¡colosal! y cree haberlo dicho todo" puede explicar el hecho de que el poeta parezca querer mencionar cada una de las cosas que ve, en lugar de elegir términos elocuentes y generales para explicar sus visiones. Fiel a su manifiesto, en ningún momento se vale de adjetivos grandilocuentes para describir lugares, sino que elige los elementos particulares a destacar, y los resalta, utilizando sus nombres comunes, urbanos.

Más adelante en este mismo prólogo se lee la siguiente frase: "Y se encuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados en medio de la calle, poemas que uno recoge como quien junta puchos en la vereda". Cuando el autor afirma que "se encuentran ritmos al bajar la escalera", está manifestando la posibilidad de pensar el ritmo poético (el ritmo del lenguaje) de una manera más amplia que con la métrica estricta de la poesía modernista. No es necesario, para Girondo, atenerse a un metro fijo para construir y transmitir un cierto ritmo, sino que un poema puede tener un ritmo dispar, irregular. Además, equipara un poema suyo a algo que puede ser recogido con la liviandad de quien recoge un cigarrillo de la vereda. Al decir esto, está desplazando el lugar simbólico que tradicionalmente se le ha otorgado a la poesía (elevado, superior, complejo, distinguido y separado), y acercándolo a lo pedestre, terrenal y cotidiano. En esto, esta carta abierta y prólogo se lee en el mismo sentido que el manifiesto publicado en Martín Fierro, donde Girondo se posiciona en contra de "la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que modifica cuanto toca": la "liviandad" parece consistir en tomar el poema de lo que presenta la ciudad, sin grandes modificaciones o trabajos de estetización.

Además del prólogo, la edición incluye dos citas a modo de apertura, también firmadas por el autor, que colaboran en ilustrar sus ideas estéticas. La primera reza: "Ningún prejuicio más ridículo que el prejuicio de lo SUBLIME". Esto puede interpretarse del siguiente modo: el prejuicio de lo sublime podría consistir en aquellas ideas supuestamente elevadas sobre lo que son los temas que ameritan un tratamiento poético, una elevación estética. Estas son las ideas contra las que Oliverio construye su poemario, eligiendo temas cotidianos, elementos pedestres, vocabulario común y corriente y, sobre todo, evitando el estilo modernista: las imágenes que construye Girondo representan lo que el yo lírico parece estar viendo, en lugar de construir símbolos y alegorías complejas que remiten a referencias literarias externas al poema.

La cita que sigue expresa:

"Cenáculo fraternal, — con la certidumbre reconfortante de que en nuestra calidad de latinoamericanos, poseemos el mejor estómago del mundo, un estómago ecléctico, libérrimo, capaz de digerir y de digerir bien, tanto unos arenques septentrionales o un kouskous oriental, como una becasina cocinada en la llama o uno de esos chorizos épicos de Castilla".

Estas palabras están profundamente relacionadas con el tema del cosmopolitismo, y la perspectiva que Girondo adopta sobre cuál es la estética que su vanguardia debe adoptar: no apelar a temas "elevados" ni a tratamientos simbólicos que dejen de lado los elementos cotidianos. El poeta busca hacer uso de todos los estímulos que la tradición universal le ofrece para generar imágenes llanas en lugar de construir símbolos, como habría hecho el modernismo que lo antecedió. Su poesía es capaz de asimilar elementos disímiles, contrarios y superpuestos, porque es latinoamericana, y "el mejor estómago del mundo" funciona como una metáfora para referirse a la capacidad de producir literatura con elementos de origen absolutamente diverso y heterogéneo. Estos Veinte poemas para ser leídos en el tranvía son la muestra prácticamente gráfica de esta postura del poeta: un menú de ciudades, de elementos lejanos entre sí, que vienen a formar parte de una concatenación poética puesta en serie por el procedimiento vanguardista.

Para ejemplificar con más claridad en qué sentido Girondo se distancia de la poética modernista, puede observarse este fragmento del poema "A una mujer", de Rubén Darío, representante del modernismo latinoamericano:

Jamás he visto quien se entrega
maravillosa y sobrehumana,
siendo la maravilla griega
y siendo la virgen cristiana.

Llenas de penas y engaños,
y de amarguras y dolores,
quisiera mandarte unas flores
que contuvieran mis veinte años.

[...] Sonora, pura, bella, inmensa,
permite al que siente y piensa
magnificarte y ofrendarte,
en nombre del verso y del Arte.

En principio, la diferencia más notoria es en relación a la rima y la métrica. En este poemario de Girondo, difícilmente se encuentren rimas hacia el final de cada verso. En todo caso, se pueden llegar a encontrar rimas internas (en las sílabas intermedias de las palabras y en el medio de un verso), o aliteraciones (la repetición de un mismo sonido al interior de una frase), pero no con una estructura ordenada. Asimismo, las adjetivaciones como "pura", "bella", "inmensa", se dejan completamente de lado, para pasar a representar a la mujer mediante la mención de elementos materiales y corporales, casi sin adjetivos.

En definitiva, Girondo irrumpe en la tradición poética con un poemario vital, que aborda temas y formas que hasta entonces no eran incluidos en el universo poético, generando una obra moderna, que propone una nueva experiencia de lectura: atravesar un recorrido por distintos lugares, que se presentan con la velocidad y la fragmentación con las que se ven las cosas desde la ventana de un tranvía.