Veinte poemas para ser leídos en el tranvía

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía Lista de Personajes

Yo

"Yo" es la forma del yo poético en los poemas donde se presenta a través del pronombre personal de primera persona del singular. Se trata de un personaje que aparece, sobre todo, mediante las descripciones que hace de lo que observa, y lo rastreamos también gracias a las conjugaciones verbales en primera persona. La distancia entre el poeta "real" y el yo poético, en este libro, parece bastante pequeña: el yo poético de Veinte poemas... puede leerse como si se tratara del mismo personaje a lo largo de los poemas donde se explicita, y éste es, a su vez, un humano, de género masculino. Puede interpretarse como si el propio Girondo hablara de sí mismo.

En "Café-Concierto", este personaje ("yo") aparece sumergido en la escena que describe, y se introduce a sí mismo para expresar un deseo: "unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste". En "Croquis en la arena", el yo poético también ingresa para dar cuenta de un sentimiento positivo: "Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena". En "Apunte callejero", por otro lado, el yo poético está presente para expresar un sentimiento de inquietud y melancolía: "me siento tan lleno que tengo miedo de estallar", "mi sombra se separa de mí".

En estos y otros casos, la intención de mostrar al yo poético dentro del poema es introducir una dimensión intimista, más ligada a lo directamente sentimental y a las repercusiones subjetivas que el entorno produce en el poeta, ubicándolo en el contexto y posicionándolo frente a él. Asimismo, este recurso puede estar apuntando a producir cierta identificación en el lector, al habilitar un espacio para las sensaciones más individuales dentro de la descripción de un lugar.

Nosotros

El nosotros poético es otra posibilidad del lugar de enunciación en la poesía. Se reconoce por el uso de la primera persona del plural, en los pronombres y en los verbos.
En el caso de este poemario, aparece en cuatro ocasiones: en "Nocturno", "Otro nocturno", "Lago Mayor" y "Pedestre". En estos últimos, lo observamos aparecer casi al final de ambos poemas, por lo que no se construye una voz muy resonante, sino una breve alusión a esta persona plural. Puede estar haciendo alusión al conjunto donde se incluiría al lector, o bien creando la ilusión de que quien escribe no es uno solo, sino una perspectiva de conjunto.

"Nocturno" y "Otro nocturno", en cambio, coinciden en el hecho de que son poemas de un tono muy reflexivo, casi triste, donde aparecen preguntas explícitas por el sentido vital y menciones al sentimiento de tristeza. Aquí se enfatiza aún más el procedimiento que busca integrar al lector en la experiencia poética: al ser una perspectiva íntima y en plural, convoca a la identificación aún más que en el caso de un yo poético individual. En este caso, se busca empatizar con el lector en relación a la experiencia de soledad en la ciudad durante la noche, cuando la mayor parte de la población está durmiendo. Ese "nosotros" incluiría a quienes permanecen despiertos por la noche, a quienes sienten tristeza, a quienes empatizan con el sentimiento que se describe.

Marineros

En "Paisaje bretón", los marineros aparecen en tierra, "sobre los muelles, mercurizados por la pesca" y agarrados de los brazos para caminar; se estrellan con un envión de ola en las paredes. Aquí la intención es mostrar, en el mareo de los marineros, lo dificultoso del encuentro entre los mundos del mar (natural, salvaje, infinito, en movimiento) y el terrestre (estable, seco, firme).

Las mujeres

Las "mujeres", así generalizadas, aparecen de distintas formas en varios poemas del libro. En la primera ocasión aparecen descritas como "enyodadas", "de ojos acuáticos" y "cabelleras de alga". O sea, aparecen como seres asociados al mar, al universo móvil, sensual e infinito que se contrapone, al comienzo del poema "Paisaje bretón", con la tierra.

En otras ocasiones aparecen descritas a través de partes de sus cuerpos, como si fueran la imagen parcial que el poeta ve de ellas, como en "Apunte callejero". Otras veces aparecen mediante la descripción de su imagen o su estado, como en el cierre de "Croquis sevillano": "Las mujeres tienen los poros abiertos como ventositas y una temperatura siete décimos más elevada que la normal". Otras veces, incluso, sus elementos característicos son utilizados para describir otras cosas. Por ejemplo, al inicio del mismo poema, encontramos: "¡Ventanas con aliento y labios de mujer!".

En "Venecia", a su vez, encontramos "mujeres que han traído sus labios de Viena y de Berlín para saborear una carne de color aceituna, y mujeres que sólo se alimentan de pétalos de rosa, tienen las manos incrustadas de ojos de serpiente [...]".

En todo caso, la mujer es un tópico o una figura muy recurrente en este poemario, y la mayor parte de las veces viene a incorporar una cuota de erotismo y seducción en las descripciones espaciales y de personajes. Por lo general, utiliza para ello los aspectos de la mujer que constituyen símbolos sensuales (labios, senos, pezones, sexo).

La ciudad

La ciudad aparece como un personaje representado de muchas maneras distintas, siempre a través de sus rasgos particulares, pero está como un elemento omnipresente que teje un sentido común en todo el poemario. Aparece a través de los nombres de las ciudades particulares, pero el elemento ciudad, más general, se da a entender a través de estos espacios individuales que refieren al concepto de ciudad: Sevilla, Douarnenez, Dakar, Flores, Buenos Aires, París, Venecia... las ciudades aparecen en los títulos y los cierres de los poemas y también mencionadas al interior de los mismos.

La ciudad aparece, también, personificada, por ejemplo en "Río de Janeiro": "La ciudad imita en cartón, una ciudad de pórfido".

Edificios

Los edificios aparecen reiteradas veces como elementos personificados, que dan vida al paisaje urbano. Tanto en "Río de Janeiro" como en "Pedestre" podemos encontrar ejemplos de esto.

Gondoleros

En "Venecia" se presentan los gondoleros remando a través de los canales, y se describen escenas protagonizadas por los mismos, en los canales de la ciudad.

Las chicas de Flores

El poema "Exvoto" está dedicado a las chicas de Flores, como generalización de un grupo de mujeres, que son descritas en sus hábitos, su comportamiento y su apariencia a lo largo del poema.

"Dandys"

El poeta se refiere a ellos cuando menciona a los habitantes de la ciudad de Venecia.

"Negras"

Así se refiere Girondo a las mujeres que bailan en el poema "Fiesta en Dakar".

Remos

En el poema "Venecia" encontramos la personificación del objeto remos: "Remos que no terminan nunca de llorar".

Silencio

El silencio es un elemento repetido en este poemario, y aparece personificado en algunas instancias: en el poema "Venecia", se lee "El silencio hace gárgaras en los umbrales, arpegia un pizzicato en las amarras, roe el misterio de las casas cerradas".

En "Paisaje Bretón" encontramos otra personificación: "para que el silencio / deje de roer por un instante / las narices de piedra de los santos".

Árboles

Los árboles son otro elemento que aparece recurrentemente y, en algunas ocasiones, mediante la personificación. Por ejemplo, en "Río de Janeiro": "Hay viejos árboles pederastas [...] y viejos árboles que se tragan los chicos que juegan al arco en los paseos". Al calificar de pederasta (un adjetivo humano) al árbol (elemento natural), se genera una personificación. Otro ejemplo de personificación se encuentra en la apertura de "Plaza": "Los árboles filtran un ruido de ciudad". Se adjudica una acción -conjugada- a un objeto natural.

Las sombras

En "Apunte callejero", se lee: "mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía".

En "Pedestre", vuelve a aparecer como un elemento personificado: "Las sombras se quiebran el espinazo en los umbrales [...]".

Farol

En "Pedestre" se personifica al objeto farol: "un farol apagado tiene la visión convexa de la gente que pasa [...]".

Quiosco

El quiosco es un elemento característico de la urbanidad moderna, siendo un espacio de cierto refinamiento para la época.

En "Pedestre" se encuentra una personificación de este elemento: "Junto al cordón de la vereda, un quiosco acaba de tragarse una mujer", en referencia a como puede llegar a ser vista la imagen de una mujer entrando o bordeando un quiosco.

En "Croquis en la arena" también aparecen personificados: "quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente".

Croupiers

En "Biarritz" se describe la escena de un casino o un espacio de juegos. En él, aparecen los croupiers, personas dedicadas a la organización de las apuestas y del juego.

Los chicos

Se trata de personajes que aparecen en "Chioggia": "los chicos se zambullen / en la basura del canal" y en "Río de Janeiro": "viejos árboles que se tragan a los chicos que juegan al arco en los paseos".

Marineros

En "Chioggia", se describen los marineros que recorren ese espacio: "¡Marineros con cutis de pasa de higo y como garfios los dedos de los pies! / ¡Marineros que remiendan las velas en los umbrales y se ciñen con ella la cintura [...]".

También aparecen en "Paisaje bretón": "mercurizados por la pesca / marineros que se agarran de los brazos / para aprender a caminar".

En ambos casos, los marineros aparecen como un personaje que está en el ambiente intermedio o de transición entre lo urbano y lo natural, entre el mar y la tierra, lidiando entre elementos de ambos universos, y estableciendo cierta comunicación entre ellos.

La luna

En "Chioggia", la luna, elemento natural, aparece personificado: "Y de noche, la luna, al disgregarse en el canal, finge un enjambre de peces [...]".

Las chicas

Incluso esta mención a los personajes que se generalizan como "las chicas", refiere a un habitante más o menos novedoso de las ciudades: los grupos de muchachas que empezaban a pasear por la ciudad y otros espacios, haciéndose compañía entre ellas.

Aparecen mencionadas varias veces: en "Croquis en la arena": "los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes".

El sol

Este elemento natural aparece personificado en algunos de los poemas donde la naturaleza tiene un rol predominante. Por ejemplo, en "Venecia": "Cuando el sol incencia la ciudad [...]".

También ocurre esto en "Croquis sevillano": "El sol pone una ojera violácea en el alero de las casas, apergamina la epidermis [...]".