Una habitación propia

Una habitación propia Temas

Libertad e independencia financiera

La tesis fundamental de Una habitación propia es que una mujer, para escribir ficción, debe tener dinero y privacidad. El ensayo sostiene una idea materialista sobre la independencia y la libertad de las mujeres. Es decir que Woolf entiende que la manera de conseguir la libertad de pensamiento -necesaria para escribir literatura- es a través de la independencia financiera.

El propio ensayo es un ejemplo que demuestra la tesis de Woolf. El libro surge como la reelaboración de un discurso que la escritora británica da en la universidad de Cambridge en 1928. Woolf puede escribir un ensayo, desplegar su creatividad y hacer uso de sus recursos narrativos porque cobra una herencia y no tiene una familia que cuidar.

En el último capítulo, Woolf se anticipa a las posibles objeciones que podría recibir su texto. Defiende la importancia que le da al dinero y a lo material para pensar la relación de las mujeres con la literatura. Explica:

La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia (200).

El patriarcado

El patriarcado es una forma de organización política, económica y social en la que los varones se encuentran en una situación de supremacía respecto de las mujeres. Woolf estudia de qué manera el patriarcado funciona como un obstáculo que explica por qué hay pocas mujeres escritoras, por qué existe un importante desaliento cuando una mujer quiere desarrollar una carrera artística y por qué la tradición occidental de la literatura es profundamente masculina.

En el segundo capítulo, la narradora lee la tapa de un periódico e identifica rápidamente que Inglaterra tiene una organización patriarcal. En pocos minutos descubre el dominio que los varones ejercen sobre las mujeres y conjetura que ellos menosprecian a las mujeres en un intento de afirmar su autoestima.

El ensayo expone que la fuente principal de la diferencia entre la rica historia intelectual de los varones y la relativa escasez de mujeres ocupando lugares en la universidad es la vida familiar. Las sociedades patriarcales impulsan a las mujeres a tener hijos y a destinar su tiempo y energía a cuidarlos. De esta manera, no logran construir la misma tradición intelectual y financiera que los varones. De todos modos, incluso disponiendo del tiempo suficiente, el patriarcado desalienta a las mujeres que desean roles que generen dinero o que tengan que ver con el arte.

La literatura

La literatura es un tema fundamental en el ensayo, ya que la conferencia de Woolf trata sobre las mujeres y la novela.

En primer lugar, el ensayo delinea el problema de la representación de las mujeres. Se deja en claro que los varones tienen puntos ciegos a la hora de escribir sobre las mujeres y, por lo tanto, es necesaria una voz femenina que muestre a las mujeres y escriba buena literatura.

En segundo lugar, el ensayo se pregunta por qué la novela es el género discursivo utilizado en mayor medida por las escritoras del siglo XIX. Una vez más, Woolf explica este fenómeno por los condicionamientos de las mujeres: como no logran tener privacidad y escriben desde las salas comunes de sus casas, llenas de hijos, no pueden escribir poemas u obras dramáticas. De todos modos, destaca que la novela se presenta como un género flexible y maleable, y considera que, en el futuro, con dinero, privacidad y una tradición femenina en la literatura, las mujeres podrán desarrollarse en todos los géneros discursivos. Sobre esto, el problema de la falta de una tradición literaria femenina en la cual inscribirse es presentado como un obstáculo a la hora de escribir literatura.

Por último, es interesante pensar la utilización de elementos ficcionales en el ensayo. Woolf emplea la ficción para responder a una pregunta concreta sobre las mujeres y la novela, como si la literatura le brindara más libertades a la hora de escribir.

El genio artístico

El ensayo de Virginia Woolf reflexiona sobre la idea del genio artístico. Considera que las personas nacen con el genio, como si se tratase de una facultad innata, pero sus condiciones de vida posibilitan que este genio se desarrolle o se desperdicie. Una vez más, encontramos un enfoque materialista en sus reflexiones sobre la literatura.

Woolf arguye que la genialidad aparece tanto en mujeres como en varones, pero necesita cierto entorno para expresarse plenamente. De esta manera la narradora explica que la tradición literaria sea fundamentalmente masculina: no se trata de que tengan más genio, sino de que tienen el ambiente adecuado para dejarlo crecer.

Sin embargo, el ensayo reconoce la facultad de las mentes geniales de escribir buena literatura a pesar de las dificultades. La narradora entiende que esta capacidad es propia de la mente de los genios: no dejan que su producción artística exponga los obstáculos que deben atravesar en la vida cotidiana.

Las mujeres

El ensayo de Virginia Woolf reflexiona sobre los derechos, las condiciones de vida y las facultades de las mujeres. Realiza un análisis literario e histórico para entender cómo es la relación de las mujeres con la literatura, qué condiciones materiales necesitan para dedicarse a la creación artística, qué obstáculos deben enfrentar para escribir ficción y por qué escriben los géneros literarios que escriben.

El ensayo construye una categoría homogénea para las mujeres y, por eso, omite las particularidades de las distintas historias, orígenes y percepciones de las mismas. En este sentido, Una habitación propia es leído como un ensayo pionero para el feminismo de la primera ola. Este feminismo, algunas veces llamado “feminismo de la igualdad”, es un movimiento que busca unificar las condiciones diversas de las mujeres para consolidar una sola “condición de la mujer”. En sintonía con el ensayo de Woolf, este feminismo busca lo que las mujeres tienen en común para reclamar en conjunto por derechos sociales, políticos y civiles. De todos modos, es necesario destacar que Woolf analiza fundamentalmente los casos de mujeres inglesas de clase media. Entendemos que su propuesta de conseguir libertad a través del dinero se diseña en sintonía con una clase media preocupada por las libertades individuales.

Irónicamente, el ensayo, que trata sobre los derechos de las mujeres, no parece comulgar del todo con las ideas feministas de la época. La narradora subestima la importancia del voto femenino y el movimiento de las sufragistas. No reconoce la autonomía ciudadana que significa el derecho al voto y postula que se siente más libre por tener dinero. Se desprende de aquí una postura más individualista y liberal sobre las cuestiones feministas.

Por otro lado, el ensayo define ciertas particularidades específicas de las mujeres. Fomenta, por ejemplo, la definición de una sintaxis femenina y la creación de una tradición literaria femenina. Esto remarca cierta diferencia fundamental con la sintaxis y la tradición literaria masculinas. A esta luz, el ensayo también funciona como un embrión del feminismo de la segunda ola, que hace de la reivindicación de la diferencia entre los sexos el centro de sus propuestas. Se trata de un movimiento que surge en la década de 1960 y lee la obra de Woolf desde esta óptica. Además, consideramos que la postura del ensayo de valorizar los recorridos subjetivos y personales de las mujeres también se encuentra en sintonía con el feminismo de la segunda ola. Este feminismo levanta la bandera de que lo personal es político para resaltar la conexión entre la vida privada y el funcionamiento social. En este sentido, es relevante que en la década de 1920 Woolf valorice las vidas cotidianas de las mujeres y busque respuestas sobre los procesos de escritura en la subjetividad.

La verdad

El tema de la verdad se relaciona con la utilización que hace Woolf de elementos literarios en su ensayo. Consideramos que, al abordar el tema de la mujer y la novela a través de la ficción, puede esquivar la pretensión de verdad que tienen los ensayos. También analizaremos la relación de la verdad con la ironía y el humor.

En el primer capítulo, la narradora afirma: “nunca podría cumplir con lo que, tengo entendido, es el deber primordial de un conferenciante: entregaros tras un discurso de una hora una pepita de verdad pura para que la guardarais entre las hojas de vuestros cuadernos de apuntes y la conservarais para siempre en la repisa de la chimenea. Cuanto podía ofreceros era una opinión” (7). Afirma explícitamente que no intenta “decir la verdad” sino describir su propia investigación personal, creando un clima de intimidad con el lector. Esta postura refleja la valorización de Woolf por los recorridos personales y subjetivos.

Durante el ensayo, la narradora sostiene que incluso la historia es subjetiva. Asiste a la biblioteca del Museo Británico en busca del “óleo esencial de la verdad” (47) y descubre que no existe. Luego, escribe que “cuando un tema se presta mucho a controversia —y cualquier cuestión relativa a los sexos es de este tipo— uno no puede esperar decir la verdad” (8). En este sentido, utiliza la ficción en su ensayo porque “es probable que en este caso la fantasía contenga más verdad que el hecho” (8). Nuevamente, el ensayo demuestra una gran estima por la expresión de la subjetividad.

En segundo lugar, es significativo que el ensayo presenta un tratamiento irónico sobre el concepto de “verdad”, que subraya la posición elusiva de la narradora. Es irónico que desde el primer capítulo se afirme que la búsqueda de la verdad es inútil pero, a continuación, desarrolle todo el ensayo intentando encontrarla. Sin embargo, consideramos que, con el correr del ensayo, la idea respecto de la mirada subjetiva se consolida y se valoriza. Hay un reconocimiento de que, en el caso de la mujer y la ficción, lo que se considera “verdadero” son frecuentemente “las limitaciones, los prejuicios, las idiosincrasias” (8). Como hemos dicho, esta postura es retomada por la crítica feminista.

La androginia

En el último capítulo la narradora propone que las mentes de los genios creadores de la literatura deben ser andróginas. Esto implica que, en lugar de ser mentes de varón o de mujer, son mentes que contienen una parte masculina y otra femenina en equilibrio. La narradora admite que esta idea se desprende de un concepto del poeta Coleridge que dice que “la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa” (182). En este sentido, Shakespeare es definido como el poeta ideal, el prototipo de una mente andrógina.

La idea de la androginia resuelve un problema que la narradora postula. Se trata del punto ciego que tienen las personas a la hora de entender al otro sexo y luego poder representarlo. Considera que cuando los hombres escriben tomando consciencia de su sexo, la literatura sufre. Por eso, postula: “el no pensar especialmente o separadamente en la sexualidad es una de las características de la mente plenamente desarrollada” (183).

Sin embargo, este planteo resulta contradictorio con varias de las propuestas que contiene el ensayo. Algunos capítulos antes, la narradora ha incitado a las mujeres a consolidar una sintaxis femenina. Es decir que ha asumido que varones y mujeres escriben de maneras distintas en función de su género. Por eso llama la atención cuando la dice: “es funesto para todo aquel que escribe el pensar en su sexo” (193).