Un tranvía llamado Deseo

Un tranvía llamado Deseo Temas

Ilusión vs. realidad

El tema más importante de la obra es, probablemente, el de la relación conflictiva entre la ilusión y la realidad, que se traduce a su vez en dos modos de ver el mundo: uno romántico y uno realista, respectivamente. Ambos modos de entender y relacionarse con el mundo aparecen, en esta obra, encarnados por personajes. En este sentido, el antagonismo entre ilusión y realidad (o modo romántico y modo realista de ver el mundo) funciona en el plano de los personajes como un antagonismo entre Blanche y Stanley.

Blanche vive (o, más bien, sobrevive) por medio de la ilusión: la realidad le ha presentado, en el pasado y en el presente, verdades demasiado dolorosas de las cuales necesita escapar, refugiarse. Para ello embellece, mejora, corrige lo real, ya sea por medio de pantallas de papel para cubrir las luces o diademas de falso cristal que la hacen olvidar lo imperfecto y poco decoroso de su realidad. Quien amenaza constantemente con destruir su ilusión es Stanley, que considera a su cuñada una simple embustera. Él aclara no ser de esos que se dejan embaucar por la fantasía, y emerge ante Blanche como lo más crudo, bestial e insensible de lo real.

Sin embargo, Stanley no es el único que rasga los disfraces de Blanche para dejar al desnudo sus heridas. El mismo Mitch, que ha acusado a Stanley de no comprender a Blanche, tampoco puede hacerlo. Dice que quiere ser realista, y Blanche se opone a tal cosa, alegando que ella prefiere la magia. Los distintos modos de entender el mundo desembocan en distintos modos de relacionarse con la idea de verdad. La visión "realista" etiqueta a Blanche como embaucadora, mentirosa. Pero como Blanche declara ante Mitch, ella no miente; el asunto es que no dice la verdad sino “lo que debiera ser la verdad” (p.134). Blanche corrige en su interior lo que le disgusta de la realidad, para presentársela (a sí misma y a los demás) en una versión más amable.

Lo que la obra parece plantear es que la realidad amenaza constantemente con destruir la ilusión. Es más: cuando se intenta negar la realidad por medio de la ilusión, lo real emerge, como una fuerza vengativa, a recordar su existencia con toda su crueldad. El final de la obra señala una victoria violenta de lo realista, ya que uno de los mayores enemigos de la ilusión, la ciencia, entra a escena para llevarse consigo a la protagonista de la obra. Blanche es vista, por un extremo del realismo, como una loca. Sin embargo, la actitud de Blanche al abandonar definitivamente la escena evidencia que ella se aferra a la ilusión hasta el final.

Es relevante mencionar que, en ciertas escenas, el tema de la ilusión y la realidad cobra significación en términos escénicos. Mediante luces, sombras y sonidos, algunas didascalias apuntan a que el "realismo" de la escena deje espacio a un tono de mayor fantasía. En este sentido, puede decirse que la voluntad del autor apunta a una identificación entre el público y la protagonista: cuando Blanche expone un interior confuso, poco claro, perturbador, su inestabilidad y dudoso sentido de realidad pareciera teñír la escena.

Las diferencias sociales y culturales

“Los Kowalski y los Du Bois tienen ideas distintas” (p.49) dice en una discusión Stanley a su mujer, molesto por el comportamiento de Blanche. Él pertenece a la clase obrera (los llamados "blue collar" en Estados Unidos) y gran parte del antagonismo que mantiene con su cuñada tiene que ver con que son exponentes de familias criadas en polos opuestos de la jerarquía social. En la obra, esta problemática aparece desde el principio. Desde la llegada de Blanche, la obra instala un primer contraste relacionado al tema de las diferencias sociales o de clase. Vestida como para un cóctel y exageradamente incrédula, la didascalia indica que Blanche no armoniza, en absoluto, con el lugar. Ni sus gestos ni su vestuario ni su modo de hablar tienen nada que ver con la atmósfera en la que viven los Kowalski, esta casa compartida situada en un barrio humilde de Nueva Orleans. La ubicación geográfica de la trama tiene relevancia, en tanto el sitio es una de las sedes del nuevo mundo social que emerge a partir de la Segunda Guerra Mundial, donde convergen obreros y comerciantes, y donde los hombres (en muchos casos, ex combatientes) pasan noches bebiendo en bares o jugando a los bolos o al póker.

Uno de esos hombres es Stanley, y Stella le advierte a su hermana que se llevará bien con él "siempre que no trates de... bueno, de compararlo con los hombres con quienes salíamos en Belle Rêve" (p.35). Stella está muy al tanto de que su vida actual nada tiene que ver con el universo en el cual ellas, las hermanas Du Bois, se criaron: la familia Du Bois pertenece a uno de los últimos vestigios de una aristocracia en extinción. Lo paradójico de las Du Bois, en relación a esto, es que, tras una irremontable bancarrota, no les ha quedado más herencia que la cultural. Mientras que Stella ha abandonado a la familia tiempo atrás y no guarda, entonces, mucha relación con sus hábitos del pasado, Blanche condensa completamente esa paradoja.

Representativo de un proceso histórico social en los Estados Unidos de posguerra, el tema de las diferencias sociales y culturales es en cierto modo la base de los conflictos principales de la obra. El tema aparece de manera también indirecta, en la medida en que se filtran en el discurso de los personajes y en su modo de comportarse y ver el mundo. Blanche considera a Stanley un hombre bestial, primitivo y bruto y no puede entender cómo su hermana se rebaja a casarse con alguien así. Él, por su parte, no tolera la altanería de Blanche y la considera una embustera, una mentirosa. Desde la primera discusión entre ambos se entiende que las diferencias entre ambos son irreconciliables.

Las apariencias

Las apariencias preocupan a Blanche: tiene un oscuro pasado que la avergüenza y quiere mantenerlo oculto, esconderlo por medio de disfraces y luces bajas, para proteger la imagen que ella quiere dar de sí (a sí misma y a los demás). La mayoría de las "mentiras" de Blanche tienen que ver con eso: quiere aparentar ser más jóven, más casta, menos bebedora, sobre todo en el momento en que se propone seducir. En relación a esto, el accionar de Mitch al enterarse de la “verdad” de Blanche le da la razón a ella en los prejuicios que la motivaron a mostrarse ante él del modo en que lo hizo.

El tema de las apariencias es complejo en tanto, de algún modo, se evidencia que Blanche estaba en lo cierto cuando se refugiaba en ellas. En la sociedad en que vive, si no se preocupa por construir y modelar determinada apariencia, ella es una mujer por la que no se tiene respeto. Ella sabe que, si desnuda su verdad al mundo, el mundo le responderá con crueldad. Su estrategia es entonces aparentar ser una versión "mejor" de sí misma y procurar que los demás se dejen engañar por ella.

El deseo y la muerte

El deseo aparece ligado a la muerte desde el primer parlamento de la protagonista, en el que dice haber llegado a donde está por medio del tranvía llamado Deseo, que la conectó con el tranvía llamado Cementerios. Esa línea adquiere significación metafórica en varios momentos de la pieza. Por un lado, la familia Du Bois acabó en la ruina económica y en la muerte a causa de "épicas fornicaciones", es decir, fue el deseo el que los condujo al cementerio. En una línea similar, la muerte del marido de Blanche encuentra su causa principal en el deseo, ya que se suicidó luego de que Blanche lo descubriera en la cama con un hombre.

El deseo y la muerte aparecen también ligados, en la memoria de Blanche por su propia experiencia: su vida entremezcla los recuerdos de las trágicas muertes con su entrega absoluta al deseo, con extraños, en un hotel. Por último, el deseo sexual de Stanley por su cuñada acaba por matar la poca estabilidad que quedaba en ella.

La crueldad

Lo único imperdonable, según Blanche, es la crueldad deliberada. El tema se hace presente con intensidad en las últimas tres escenas de la obra: tanto Mitch como Stanley son crueles hacia ella, de la misma manera que la decisión final de Stella, con la complicidad de los demás, de encerrar a Blanche en un manicomio, demuestra ser también un comportamiento atravesado por la crueldad. Sin embargo, la obra parece convertir a Stanley en el gran representante de la crueldad, en tanto es él quien, estando al tanto de la fragilidad física y psíquica de su cuñada, termina de destruirla convertiéndola en víctima de una violación.

La crueldad deliberada es lo único, según Blanche, de lo que ella no ha sido culpable. En ese parlamento se evidencia una conciencia del personaje sobre su propia conducta: sabe que se ha equivocado y es conciente también de que mucho de lo que dice puede ser considerado mentira, pero también está al tanto de un límite que parece haberse impuesto a ella misma, y es el de herir a los demás. La crueldad deliberada es entonces algo de lo que ella es inocente; no así Stanley.

La vejez

Muchas de las preocupaciones de Blanche tiene que ver con el tema de la vejez. Una experiencia traumática terminó con su juventud en un sentido figurado, y luego los años a merced de sus familiares enfermos terminaron de un modo literal con ella. Blanche tiene poco más de treinta años, pero en la época en que se inserta la obra eso implica que ya no es una jovencita y no le queda mucho tiempo para "conquistar" a un hombre. A Blanche le precupa la pérdida de la juventud porque eso implica la pérdida de la capacidad de sustentarse: no sabe sostenerse económicamente por sí misma y, para estar segura en ese sentido, requiere de los hombres. La vejez es un fantasma que Blanche ve cada vez más cerca, y que amenaza con dejarla sola y sin recursos.

El machismo

El machismo es un tema presente en la obra, encarnado principalmente en el personaje de Stanley y, quizás en menor medida, en el de Mitch. Desde el principio de la obra Stanley muestra comportamientos machistas: es violento y dominante en la relación con su esposa y su costumbre de encarnar el poder en la casa hace que vea con malos ojos la presencia de Blanche, quien no solo no se somete a él sino que en cierto modo lo desprecia. El máximo acto de machismo en Stanley es, por supuesto, la violación: no sólo violenta física y psíquicamente a su cuñada mientras su mujer da a luz, sino que además pretende atenuar la gravedad del hecho insinuando que es algo que ambos desean y que estaba pendiente entre ellos desde el principio. Esa actitud responde, en parte, al hecho de haber descubierto que Blanche mantuvo relaciones con muchos hombres.

Algo similar sucede con Mitch, quien se ha mostrado como un muchacho respetuoso, tímido y bueno pero cambia su comportamiento al saber que la mujer a la que cortejaba tuvo relaciones sexuales con desconocidos. En ese instante, Mitch revela todo su machismo: pareciera que el hecho de que la mujer haya “pertenecido” a muchos hombres le diera automáticamente derecho a él de poseerla sin más. Además, lo mismo que la hace deseable sexualmente la hace indeseable como esposa: es demasiado promiscua para ese rol, demasiado impura. Dentro de la lógica machista, una mujer como Blanche es "pública", y por lo tanto, no cuenta con la decencia suficiente como para casarse.

La soledad

Aunque en ningún momento de la obra se mencione la palabra, la soledad es un tema presente en la vida de los personajes, sobre todo en la de Blanche. Su marido murió cuando ella era muy joven y, desde entonces, no conoció más intimidad que la que encontró en extraños. Ella ve una posibilidad en Mitch (quien también busca compañía) para salir de la desesperación, pero pronto ese proyecto se disuelve. La soledad vuelve a Blanche un personaje desesperado, sin más refugio que el de su propia fantasía.