Un tranvía llamado Deseo

Un tranvía llamado Deseo Citas y Análisis

¡Pero tú no me mires, Stella! ¡No, no, no! ¡Sólo debes mirarme después, cuando me haya bañado y descansado! ¡Y apaga esa luz superflua! ¡Apágala! ¡No quiero que me miren bajo su despiadado resplandor!

Blanche (Acto I, escena 1)

Blanche es una simuladora, y necesita tener el control de lo que los demás ven de ella, principalmente porque, como sabremos más adelante, tiene varios secretos que precisa disfrazar. Cuando Stella intenta mirar a su hermana recién llegada, Blanche se da vuelta, pidiendo que no la miren hasta que se bañe. Le ruega también a su hermana que apague la fuerte luz. Los elementos de higiene y la relación luz/oscuridad aparecerán reiteradas veces a lo largo de la obra. Blanche insiste en darse largos baños de inmersión y mantener las luces bajas. Lo primero debe leerse como una obsesión por purificarse y limpiar aquello que, sabremos, ella siente “manchado” por experiencias pasadas; lo segundo, con mantener cierto velo entre ella (en este caso, su aspecto a la luz) y quien la mira. También debe entenderse el rechazo de Blanche a las luces fuertes como un terror a que se descubra la verdad, a que alguien “eche luz” sobre sus secretos, sobre su pasado.

STANLEY: Hay hombres a quienes se les puede embaucar con esa fábula de la fascinación a lo Hollywood y otros a quienes no.

BLANCHE: Estoy segura de que usted pertenece a la segunda categoría.

STANLEY: Así es.

BLANCHE: No puedo imaginarme a ninguna mujer, por más bruja que sea, hechizándolo.

STANLEY: Así... es.

BLANCHE: Usted es sencillo, franco y honrado. Un poco primitivo, diría yo. Para interesarlo, una mujer tendría que...

STANLEY: Tendría que jugar a cartas vistas.

Acto I, escena 2

Blanche y Stanley son los antagonistas de la obra. Forzados a convivir bajo un mismo techo, la tensión entre ambos no hace más que aumentar, no solamente porque sus carácteres son realmente opuestos (él se muestra bestial, violento y directo, mientras ella se presenta como una mujer delicada, culta y fantasiosa) sino porque tienen modos diferentes de entender el mundo y relacionarse con él. Blanche encarna una actitud romántica y se refugia en un imaginario de ilusión. Stanley pareciera tener una actitud realista y considera que Blanche es una embustera. A él no le hace gracia la estrategia usual de Blanche de envolver cada palabra en sedas o gasas, y solo ve en esa conducta un engaño, puras mentiras. Como se ve en este diálogo, él aclara que no es el tipo de hombre que se deja "embaucar" por esas cosas. Su tono también se opone al de Blanche: Stanley usa frases cortas, incisivas, directas.

Hay miles de documentos vinculados con Belle Rêve y que surgieron a lo largo de siglos, a medida que nuestros imprevisores abuelos y padres y tíos y hermanos permutaban parcela tras parcela la tierra por sus épicas fornicaciones... para decirlo sin ambages. Esa palabra nos despojó de nuestra plantación, hasta que finalmente sólo quedaron (...) la casa sola y unos veinte acres de tierra, inclusive un cementerio al cual ahora se han retirado todos, menos Stella y yo.

Blanche (Acto I, escena 2)

El “bello sueño” en que vivía la familia Du Bois se desvaneció, como el honor de Blanche, por perderse entre los instintos más bajos. Este fragmento pertenece al momento en el que Blanche monologa ante Stanley sobre las “épicas fornicaciones” (p.56) que tuvieron lugar en las distintas generaciones de su familia, producto de las cuales la propiedad se redujo a poco más que la casa y un cementerio (en el que yace toda la familia menos ella y Stella, a quienes solo quedaron deudas). Se devela entonces que Belle Rêve no se perdió por fallas de Blanche o por problemas netamente económicos, sino a causa de una larga lista de indiscreciones.

Con estas palabras de Blanche, por primera vez se presenta en la obra información que relaciona estrechamente el deseo y la muerte. El relato de Blanche resignifica su primer parlamento de la obra, aquel que presentaba el Deseo como un tranvía que conducía al Cementerio. De este modo, podemos incorporar a la metáfora estos datos del pasado Du Bois: el tranvía llamado Deseo (las “épicas fornicaciones”) condujo a los Du Bois hasta el tranvía llamado Cementerio (todos murieron y, además, casi lo único que quedó de la propiedad es un cementerio).

No estoy atada a nada de lo que quiera liberarme.

Stella (Acto I, escena 4)

Stella dice esta línea en respuesta a las preocupaciones de su hermana un día después de una discusión violenta, incluso físicamente, entre la pareja. Blanche le dice a su hermana que aún es joven y que puede escaparse. Pero Stella es firme: ama a su marido y quiere quedarse con él, e incluso le atrae que sea un hombre violento. La afirmación de Stella deja a su hermana pasmada, ya que la encuentra incomprensible dentro de su propia lógica. Blanche, hasta el momento, no creía que su hermana pudiera ser feliz en esa casa pequeña, casada con un hombre tan bestial. La atracción que Stella siente por Stanley se le presenta como un sentimiento obsceno: el deseo sexual, en la mente de Blanche, está unido a la vergüenza. Es difícil para ella comprender que su propia hermana pueda vivir eso como algo digno de orgullo, de felicidad.

STELLA: Pero entre un hombre y una mujer suceden en la oscuridad ciertas cosas que… cosas después de las cuales todo parece carecer de importancia.

BLANCHE: De lo que hablas es del brutal deseo…, simplemente… ¡del Deseo!... el nombre de que tranqueteante tranvía que recorre ruidosamente el barrio, por una de las angostas calles y luego por otra…

STELLA: ¿No has viajado alguna vez en él?

BLANCHE: Ese tranvía me trajo aquí… Donde estoy de más y donde me avergüenza estar.

STELLA: Entonces… ¿no te parece que tu aire de superioridad está un poco fuera de lugar?

Acto I, escena 4

Las hermanas discuten sobre el tranvía Deseo como una metáfora del tipo de deseo que lleva a una persona hasta otra, que motiva la unión. Stella refiere al deseo como motivo suficiente para unirse a alguien, e incluso como motivo para perdonar otros problemas. Blanche se presenta como una romántica e intenta esconder esa parte de ella misma, la que se deja llevar por el deseo. Quizás lo hace porque, en su historia, el deseo no llevó a ningún buen lugar y la memoria de épocas recientes le produce vergüenza y desesperación. Ella insiste en que el deseo por un hombre como Stanley no tiene por qué implicar enlazarse en matrimonio con él. En este sentido, pareciera que es Stella quien tiene una visión más romántica del deseo.

BLANCHE: No quiero realismo. Quiero... ¡magia!

MITCH (riendo): ¡Magia!

BLACHE: ¡Sí, sí, magia! Trato de darle eso a la gente. Le tergiverso las cosas. No le digo la verdad. Le digo lo que debiera ser la verdad. ¡Y si eso es un pecado, que me condenen por él!

Acto III, escena 3

Mitch acaba exponiendo a Blanche a la luz artificial, al “realismo” que todos parecen preferir y que los empuja a querer desnudar los trucos detrás de la magia. Esta crudeza parece aniquilar la poca estabilidad, la ínfima paz que Blanche conservaba. Desde entonces, revela sus recuerdos más dolorosos, aquellos con los que aún sigue librando una batalla. Blanche no puede lidiar con lo que vivió y mantenerse estable al mismo tiempo. Esto es lo que los demás personajes no pueden comprender y por lo que la señalan, simplemente, como a una mentirosa. Incluso el mismo Mitch, que había acusado a Stanley de no “comprender” a Blanche, tampoco puede hacerlo. Como Blanche declara ante Mitch, ella no miente; el asunto es que no dice la verdad, sino “lo que debiera ser la verdad” (p.134). Pareciera que la forma de catalogar el mundo que tiene el resto de los personajes difiere con el modo en que Blanche lo ve: los demás oponen “verdad” a “mentira”, mientras que ella distingue “verdad” de “lo que debiera ser verdad”. Es decir, Blanche apuesta a la ilusión, al arte, a una realidad embellecida. La oposición entre ambos modos de ver el mundo, el realista y el romántico, es el tema central de la obra.

BLANCHE: ¿Qué quiere?

MITCH: (Tratando torpemente de abrazarla) Lo que he estado echando de menos durante todo el verano.

BLANCHE: ¡Entonces, cásese conmigo, Mitch!

MITCH: ¡No! ¡Usted no es lo bastante pura para llevarla a casa de mi madre!

Acto III, escena 3

El accionar de Mitch al enterarse de la “verdad” de Blanche le da la razón a esta en los prejuicios que la motivaron a mostrarse ante él del modo en que lo hizo al conocerlo. Blanche le había confesado a Stella que temía que Mitch, si sabía que ella no era una jovencita inocente y casta, no fuera a respetarla ni a casarse con ella. Efectivamente, eso es lo que sucede: Mitch no solamente intenta forzar a Blanche a tener relaciones, sino que, además, cuando Blanche le pide que se case con ella si la desea, Mitch se niega diciéndole que ella “no es lo bastante pura” (p.139). De ese modo, la escena desnuda a Blanche pero también a Mitch. Quien se había mostrado como un muchacho respetuoso, tímido y bueno cambia su comportamiento al saber que la mujer a la que cortejaba tuvo relaciones sexuales con muchos hombres. En ese instante, revela todo su machismo: pareciera que el hecho de que la mujer haya “pertenecido” a muchos hombres le diera automáticamente derecho a él de poseerla sin más. Y lo mismo que la hace deseable sexualmente la hace indeseable como esposa: es demasiado promiscua para ese rol, demasiado impura.

¡Tenemos esta cita desde que nos conocimos!

Stanley (Acto III, escena 4)

Este es el momento más comprometedor de Stanley. La violación acaba con la poca estabilidad que Blanche conservaba, y él actúa aprovechándose de la fragilidad física y mental de su cuñada. Esta acción devela una faceta no tan previsible de Kowalski. Si bien se mostraba como un hombre violento, parecía que su único deseo en relación a Blanche era tenerla fuera de su casa para volver a vivir en paz con su mujer. Hasta entonces, él se había presentado como un hombre disgustado por la presencia de una mujer a quien consideraba una embustera y cuyas mentiras buscaba desenmascarar. Pero Stanley evidencia, en este momento, que su deseo no es solamente que Blanche se vaya (ya tenía un viaje programado para pocos días después). Con la frase citada, en conjunto con la acción inmediatamente posterior, Stanley demuestra que siente por Blanche una mezcla de rencor y deseo, y que, además, la acción ha sido premeditada. Blanche resulta víctima de un hecho traumático que, sumado a los anteriores, le produce un colapso definitivo.

¡Yo no podía creer en lo que me contó y seguir viviendo con Stanley!

Stella (Acto III, escena 5)

Stella le confiesa a Eunice, mientras esperan la llegada del médico, que no sabe si ha hecho bien. Sin embargo, en la frase se evidencia que no actuó en consecuencia de lo que creía, sino de lo que necesitaba: conservar su familia, su hogar. Entre la escena cuarta y la escena quinta de este último acto pasan varios días. El texto de Stella evidencia una elipsis: Blanche le contó que Stanley abusó de ella y Stella eligió no creer en ese relato. Si lo hacía, debía enfrentar las consecuencias: separarse de su marido. Decide, en cambio, pensar que su hermana lo inventó todo y enviarla a un hospital psiquiátrico. De algún modo, Stella acaba relacionándose con la verdad de un modo similar al de su hermana, es decir, negándola, eligiendo no verla, porque de aceptarla se volvería insoportable.

(...) yo he dependido siempre de la bondad de los extraños.

Blanche (Acto III, escena 5)

Es quizás la frase más célebre de la obra, y es el último parlamento de Blanche antes de salir definitivamente de escena. De algún modo, la expresión condensa, con gracia, el doloroso destino de la protagonista de la obra. Blanche siempre fue forzada a depender de extraños porque nunca obtuvo ayuda de los suyos, sus seres cercanos. No pudo tener sexo con su marido, y entonces se entregó a extraños. No pudo sostenerse a sí misma como una mujer soltera, así que apostó a que extraños la proveyeran. Y cuando tuvo problemas en Laurel, fue en busca de su única pariente viva, su hermana, y su hermana le dio la espalda. Al final de la obra, Blanche es nuevamente rechazada por los suyos y entregada a manos extrañas que la llevarán a un asilo para enfermos mentales. Blanche dirige esta línea al doctor de cuyo brazo camina, en parte consciente de lo que está sucediendo y en parte intentando creer, con todas sus esperanzas, en la bondad de los extraños.