Robinson Crusoe

Robinson Crusoe Ironía

Robinson se refiere a los salvajes como sus amigos (Ironía verbal)

En el capítulo XXXIII, cuando el protagonista identifica quién ataca su embarcación, se refiere a ellos como sus “viejos amigos” (p. 245), cuando, justamente, se trata de sus enemigos, con quienes ya se enfrentó tiempo atrás.

Las riquezas que acumula Robinson al final del libro no son producto del arduo trabajo que él elogia, sino de la explotación de las plantaciones que otros han hecho en su nombre (Ironía situacional)

Puede leerse como una ironía de la obra, aunque el narrador no la destaque y acaso no la reconozca como tal, que Robinson elogie el esfuerzo personal como la base para la generación de riquezas, pero que se haga rico gracias a la explotación de sus plantaciones que otros realizan en su nombre. El relato de Robinson promueve una moral del esfuerzo individual como motor del progreso, por lo que cabría esperar que las riquezas que acumula al final de la historia fueran producto de su trabajo. Sin embargo, esto no es así, sino que son sus plantaciones en Brasil, dejadas en manos de un capataz y explotadas por mano de obra esclava, las que han generado sus riquezas.

Siendo esclavo, Robinson solo desea escaparse y recuperar la libertad, pero cuando tiene un esclavo a su servicio, espera que este le jure sumisión absoluta hasta su muerte (Ironía situacional)

Al principio de la novela, Robinson es hecho esclavo por un pirata turco y sometido a su servicio por un largo tiempo, durante el cual solo puede pensar en fugarse, algo que eventualmente logra. Muchos años después, ya náufrago en la isla, salva a un nativo, lo convierte en un esclavo y lo llama Viernes. Puede leerse como irónica, aunque el relato no se percate de ello, esta forma de actuar del narrador, que considera normal escapar de la esclavitud, al mismo tiempo que da por natural que un esclavo le jure sumisión absoluta.

Robinson ansía salir de la isla a toda cosa, pero cuando lo hace obliga a otros a quedarse allí (Ironía)

Puede leerse de forma irónica el accionar de Robinson hacia el final del relato, cuando logra escapar de su isla tras mucho empeño, pero obliga a permanecer en ella al español y al padre de Viernes, sin contemplar en ningún momento sus deseos al respecto. A pesar de que él anhela irse y no puede parar de pensar en ello, no se preocupa por el deseo de sus súbditos y los somete a la vida de la que él mismo está huyendo.