República

República Resumen y Análisis Libro VII

Resumen

En el Libro VII, Sócrates continúa elaborando su concepción del bien y, para ello, recurre a la Alegoría de la Caverna, uno de los pasajes más célebres y productivos de la filosofía occidental. El filósofo propone a sus interlocutores imaginar una caverna subterránea con una gran abertura por donde entra luz exterior. Dentro hay unos prisioneros que viven allí desde su infancia y, por lo tanto, no conocen otra realidad. Están encadenados de manera tal que no pueden moverse y solo pueden mirar hacia una dirección, por lo que contemplan una misma pared durante todo el día. Gracias a un pequeño fuego, sobre esa pared se proyectan las sombras del movimiento de unos hombres (que también mueven objetos y animales) por afuera de la caverna. Sócrates explica que estos prisioneros creen que esas sombras son lo verdadero, la realidad, ya que nunca han vivido fuera de la caverna.

Un día, uno de los prisioneros es liberado. Lentamente, va descubriendo aquello que no podía ver en la caverna. Su vista debe adaptarse de a poco a la luz solar, puesto que el cambio es muy abrupto: en un primer momento el sol lo enceguece, pero luego sus ojos se van acostumbrando. Así, logra ver el mundo exterior y se aproxima a un conocimiento más verdadero de las cosas. Percibe entonces que las sombras proyectadas en el interior de la caverna son meras apariencias.

Finalmente, este prisionero "iluminado" por la verdad del mundo exterior vuelve a la caverna. Al llegar, sus ojos pasan por el proceso inverso y deben acostumbrarse a ver en la oscuridad de la cueva. Cuando les relata a los demás lo que ha visto y conocido, ellos se ríen de él; creen que está loco. Estos prisioneros no desean salir de la cueva, creen que no vale la pena o incluso que puede ser peligroso.

Después de presentar la alegoría, Sócrates la explica: los hombres –particularmente los guardianes– deben actuar como el prisionero liberado. Deben salir de la caverna oscura de la ignorancia, ascender al conocimiento y, finalmente, volver a la cueva para gobernar a los demás. Los interlocutores del filósofo le preguntan por qué querría volver, y este responde que se trata de una cuestión de responsabilidad. Los guardianes tienen no solo el mérito sino también el privilegio de ascender al conocimiento gracias a la organización de la ciudad, y están obligados a cumplir su rol como gobernantes. En la polis de Sócrates, volver a la caverna es una obligación moral.

Una vez terminada la explicación, Sócrates vuelve al tema de la educación, ya que ese es el medio de ascender al conocimiento. Entonces sostiene que la educación musical y física que ya ha defendido en el Libro II es insuficiente. La élite de los guardianes deberá completar sus estudios de aritmética (o cálculo), geometría, astronomía y finalmente, dialéctica. El filósofo explica la relevancia de cada ciencia y sus interlocutores concuerdan con él. Cada disciplina parte de una naturaleza dual: lidian con lo abstracto y con lo concreto, por lo cual son muy valiosas. La dialéctica es el estudio más importante; se trata de la ciencia más rigurosa y fundamental.

Finalmente, se explica cómo serán elegidos los mejores guardianes para ejercer el gobierno. El sistema para seleccionar a los hombres que demuestren las mejores aptitudes y sean los más virtuosos se basa en su educación y entrenamiento. Desde niños son familiarizados con las ciencias ya mencionadas; a los veinte años inician estudios profundos en esas materias; a los veinte, solo aquellos que han demostrado los mejores desempeños son formados específicamente en la dialéctica durante cinco años. Luego, se convierten en funcionarios o guerreros de la polis, es decir, descienden a la caverna para ganar experiencia. En esas actividades son evaluados nuevamente para comprobar su compromiso, fuerza y aptitud durante quince años. A los cincuenta, quien haya demostrado excelencia en todos los aspectos se convierte en gobernante de la ciudad, en el guardián perfecto.

Análisis

La alegoría más famosa de esta obra no solo sirve para explicar el modo en que serán seleccionados los gobernantes entre los mejores guardianes de la ciudad, sino que también encapsula la Teoría de las Ideas de Platón. El relato y su explicación dan cuenta de la genialidad filosófica, así como de la creatividad narrativa de este autor. El propio Sócrates enuncia una interpretación perfectamente resumida del significado de esta alegoría: "equiparando el espacio que se ve por medio de los ojos con esa morada que es una prisión y la luz del fuego que hay en ella con la fuerza del sol; y si comparas la subida hacia arriba y la contemplación de lo que allí hay con la ascensión del alma hacia el mundo inteligible, no defraudarás lo que yo espero, puesto que es lo que estás deseando escuchar" (517b, p. 459).

El sol en esta alegoría, así como en otros segmentos de la República, es un símbolo del bien y forma parte de una cadena semántica que relaciona la vista, la visión y la luz con el modo de alcanzar los conocimientos. Es preciso recordar, en ese sentido, que la idea del bien es la causa de todo lo correcto, lo inteligente, lo bello, lo justo y lo verdadero. Además, así como es la idea más valiosa, es también la más difícil de alcanzar.

Por otra parte, esta alegoría le permite a Sócrates elaborar su noción de la responsabilidad y las obligaciones de los guardianes. Glaucón se pregunta por qué aquel que se ha liberado de la caverna y ha visto la verdadera luz y las cosas del mundo querría descender nuevamente a la cueva. El protagonista responde que los guardianes de su ciudad ideal serán alimentados y educados, es decir, conducidos por el camino de la libertad, por el propio sistema de la polis. Es por ello que le deben su compromiso y, por obligación, deben volver a la caverna para gobernarla de manera buena y justa gracias a sus conocimientos elevados. Estos hombres no reciben una educación de élite para disfrutarla de manera individual, sino que deben aplicarla para el beneficio generalizado de la ciudad.

En este Libro, a su vez, hay un énfasis en las matemáticas, disciplinas fundamentales para el pensamiento platónico. Estas son integradas a la educación de los guardianes para garantizar la elevación de sus almas hacia el conocimiento. Así, por ejemplo, el cálculo les permitirá comprender la abstracción de la unidad; la geometría básica sirve para el arte de la guerra, y la geometría elevada es el conocimiento de verdades inmutables. Con esta selección de ciencias se subraya la importancia de los conceptos abstractos, que también es crucial en la Teoría de las Ideas. De hecho, a lo largo de esta parte del diálogo, Platón establece las líneas fundamentales de la pedagogía llevada a cabo en su Academia, que, en última instancia, es la base de la educación en muchas universidades contemporáneas.

La última y más importante de estas materias es la dialéctica, que se impartirá con profundidad solo a aquellos guardianes que hayan sido excelentes en su formación previa. La dialéctica es superior porque no se prende a hipótesis ni a presuposiciones, y permite "ofrecer y aceptar razones" (531e, p. 482). Es el medio a través del cual es posible contemplar las cosas en sí mismas, los conceptos abstractos, las ideas. Tal como afirma el protagonista, "sólo el método dialéctico avanza por ese camino, eliminando las suposiciones, hasta llegar al principio mismo para asentarlo firmemente" (533c, p. 484). Los guardianes deben dominar la dialéctica y aplicarla para avanzar hacia el bien.

De esta manera, la extensa y ardua carrera para convertirse en gobernador de la ciudad comienza con estímulos intelectuales que van desde los juegos informales en la primera infancia hasta entrenamientos rigurosos y estrictos en la juventud y adultez. Tal como comenta Sócrates, las primeras aproximaciones a las ciencias deben darse a los niños en forma lúdica para que no se sientan obligados –y, por tanto, esclavizados– a estudiar.

Por otra parte, cabe destacar que este sistema educativo está plagado de instancias de prueba y evaluación para detectar quiénes son los guardianes más excelentes. Es un proceso escalonado, y solo aquellos que pasan las pruebas pueden continuar avanzando para formarse como los gobernantes ideales. La educación y el entrenamiento de los gobernantes combinan diferentes tipos de conocimientos y experiencias humanas, desde disciplinas académicas enfocadas en la abstracción hasta el arte concreto de la guerra. Es interesante observar, a su vez, que este largo camino de formación también implica que los gobernantes ideales sean siempre adultos, personas con al menos cincuenta años que han dedicado la mayor parte de su vida a educarse. La figura ideal del filósofo-rey caracterizada de esta manera coincide con un principio general del pensamiento griego: la sabiduría suele ir de la mano de la vejez.