Poemas de Francisco de Quevedo

Poemas de Francisco de Quevedo Resumen y Análisis Poemas filosóficos y morales

Resumen

En esta sección, partiendo de 4 sonetos representativos, analizaremos la producción de la poesía filosófica y moral de Quevedo. Un soneto es una composición poética de 14 versos endecasílabos (de 11 sílabas), distribuidos en 2 estrofas de 4 versos cada una, y en otras 2 estrofas de 3 versos cada una. Su rima es consonante.

“Muestra el error de lo que se desea y el acierto en no alcanzar felicidades”: el yo lírico se lamenta por haber obtenido durante su vida las riquezas que deseó ya que terminó siendo un esclavo de estas. La voz del yo lírico, en primera persona, es la única que aparece en todo el poema.

“Muestra con ilustres ejemplos cuán ciegamente desean los hombres”: el yo lírico comienza afirmando que hubiera sido mejor para Pompeyo (político y general romano) morir cuando enfermó que sobrevivir e ir perdiendo en vida sus trofeos. Luego reflexiona acerca de lo que se desea y cómo es inevitable, precisamente, desearlo. A continuación, el yo lírico da otro ejemplo histórico: el de Mario, quien también sobrevivió a su gloria militar y terminó encontrando el destierro y la cárcel. El poema finaliza con otra reflexión acerca de cómo el deseo arrastra a los hombres hacia la oscuridad. La voz del yo lírico, en tercera persona, es la única que aparece en todo el poema.

“Enseña cómo no es rico el que tiene mucho caudal”: el yo lírico, hablándole a un tal Casimiro, comienza afirmando que la verdadera riqueza se obtiene teniendo menos codicia y no teniendo más dinero, ya que se puede tener riqueza material pero carecer de verdadero descanso. Luego continúa diciéndole que lo ve como un esclavo de sus ansias y prisionero de sus culpas. Termina con otra reflexión acerca de cómo la riqueza no está realmente en el oro. La voz del yo lírico habla en segunda persona del singular durante las dos primeras estrofas y finaliza el poema en tercera persona del singular.

“Por más poderoso que sea el que agravia, deja armas para la venganza”: el yo lírico comienza advirtiéndole a un ministro que tenga cuidado cuando aplique su poder en contra de cualquier persona ya que, aunque le saque todo, siempre le dejará la posibilidad de la venganza. Concluye afirmando que la venganza es aún más simple para aquel al que le quitaron todo, ya que está atravesado por la furia. La voz del yo lírico habla en segunda persona del singular durante las dos primeras estrofas y finaliza el poema en tercera persona del singular.

Análisis

En primer lugar se debe diferenciar la poesía filosófica y moral de Quevedo de su poesía burlesca. En ambas el autor es quien dictamina qué es y qué no es moral, qué es lo que se debe y lo que no se debe hacer, pero la principal diferencia está en el punto de partida: en la poesía burlesca, el castigo moral a los personajes o las costumbres nace, precisamente, de la burla; mientras que en los poemas que analizaremos en esta sección, el punto de partida es una reflexión filosófica que contiene, a la vez, una enseñanza moral. He aquí otra diferencia: en la poesía burlesca, la moral aparece como castigo; mientras que aquí, la moral es una enseñanza, más precisamente, una moraleja.

Esa idea didáctica de Quevedo de educar moralmente a través de estos poemas puede verse inmediatamente en los títulos de estos poemas: muchos de ellos comienzan con la palabra “muestra”, lo que expone, claramente, que el autor pretende demostrar algo en los versos que componen al poema (los títulos de 2 de los 4 poemas aquí trabajados comienzan así); mientras que otros tantos poemas tienen en el título, directamente, la palabra “enseña” o “enseñanza”. Ahora bien: ¿qué quiere enseñar Quevedo en estos poemas?

La respuesta es sencilla y compleja: todo. Así como su poesía burlesca se burla de todo, sus poemas filosóficos y morales pretender reflexionar y enseñar acerca de todos los temas: la codicia, el amor, el deseo, el poder, la venganza. Estos temas habían sido trabajados de manera exhaustiva en las civilizaciones clásicas, sobre todo en la romana, por autores como Séneca y Horacio. Recordemos que Quevedo se inscribe dentro del Renacimiento, movimiento histórico que busca recuperar la esencia de dichas civilizaciones, y, por lo tanto, es lógico que Quevedo recupere los temas que fueron tratados por los autores clásicos.

Veamos algunas citas:

· “Si me hubieran los miedos sucedido/como me sucedieron los deseos/los que son llantos hoy fueran trofeos:/¡mirad el ciego error en el que he vivido!” (“Muestra el error de lo que se desea…”, p. 34).

· “Si Mario la alma espléndida exhalara/opima con los triunfos de la guerra/lagos, destierro y cárcel ignorara” (“Muestra con ilustres ejemplos…”, p. 51).

· “Quitar codicia, no añadir dinero/hace ricos los hombres, Casimiro/puedes arder en púrpura de Tiro/y no alcanzar el descanso verdadero” (“Enseña cómo no es rico…”, p. 52).

· “Quien ve su perdición cierta, aborrece/más que su perdición, la causa della/y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece” (“Por más poderoso que sea el que agravia…”, p. 53).

En la primera cita, el yo lírico quevediano, en primera persona, les enseña a sus lectores lo perjudicial que puede ser conseguir lo que se desea. Este es un poema en donde aparece el costado más conservador de Quevedo, quien ve en el deseo individual, que es el deseo renacentista (luego de la sumisión absoluta durante la Edad Media), una gran amenaza. ¿De qué? De desorden social, de corrupción de los valores. Ante esa amenaza, Quevedo retoma la perspectiva de la Edad Media, de la moral católica, acerca del deseo, en donde era una acción o fuerza negativa, ya que las personas debían recibir lo que Dios les deparaba por mandato divino, y no desear algo por cuenta propia.

Ahora bien, en este primer poema, lo que desea y obtiene el yo lírico es riqueza. Podría pensarse que la moral quevediana va en contra solamente del deseo material, pero la segunda cita deja en claro que no, que lo negativo es desear cualquier cosa, ya sea material o espiritual.

En esta segunda cita, el yo lírico toma a Cayo Mario (militar romano que realizó grandes conquistas) para demostrar que desear la gloria también es negativo, ya que es arrogancia. La idea de Quevedo aquí es que Cayo Mario debería haberse conformado con sus éxitos militares y no seguir buscando conquistas cuando ya no tenía las fuerzas para obtenerlas. Su deseo arrogante termina siendo castigado con la derrota y la cárcel. La enseñanza es, en definitiva, que no se debe desear nada, ni material, ni espiritual.

En la tercera cita, el yo lírico le enseña a sus lectores que lo que hace rico a los hombres es no ser codicioso. Para llevar a cabo esta lección moral, Quevedo primero utiliza la antítesis entre “quitar” y “añadir”. La antítesis, recordemos, es un típico procedimiento del conceptismo quevediano, que consiste en oponer dos ideas. Luego, el yo lírico menciona a Casimiro. Esta referencia no es clara: puede hacer alusión a un duque polaco (Casimiro, el restaurador) que, por su posición noble, era rico. Sin embargo, la púrpura de Tiro es una tela griega. Por lo tanto, no hay una relación directa con el duque polaco. Es posible que Quevedo, como lo hace muchas veces, solo haya escogido un nombre para aprovechar su rima: “Casimiro” y “tiro”. La púrpura de tiro, precisamente, era una tela de gran valor. Por eso, la enseñanza final de la cita es que estar rodeado de riquezas no brinda paz espiritual.

En la última cita, el yo lírico filosofa acerca de la ira de aquellos que perdieron todo, y cómo estos odian mucho más la causa de la pérdida, que la pérdida en sí. Aquí la enseñanza de Quevedo se dirige a aquellos poderosos que no tienen en cuenta que pueden sufrir la venganza de aquellos que sufrieron grandes pérdidas por culpa de ellos. La idea fundamental es que aquel que no tiene nada material, de todos modos sí tiene una cosa: la posibilidad de vengarse de aquel que le quitó todo. Nuevamente aparece la antítesis en la idea de tener algo (la posibilidad de la venganza) cuando no se tiene nada.

Como puede verse en todas las citas, el estilo de estos poemas filosóficos y morales es mucho más elevado que el de los poemas burlescos. Aquí no se busca ningún efecto cómico, sino presentar la gravedad de los asuntos que se trata. Por lo tanto, el lenguaje es mucho más refinado, mientras que en los poemas burlescos se utiliza un léxico coloquial y vulgar.

Otro punto fundamental que se sostiene en todos estos poemas es el mandato de que la razón domine siempre sobre las pasiones. Quevedo considera que allí está la clave para que los individuos funcionen de manera armónica en la sociedad. Esta búsqueda del equilibrio también es muy importante en el Renacimiento, en donde se busca, precisamente, hacer renacer el modo equilibrado de vida de la antigua civilización griega y romana.

Ahora bien, desde el punto de vista renacentista de Quevedo, así como debe rescatarse lo mejor de las antiguas civilizaciones, también deben castigarse los pecados que han “renacido”, con la libertad individual del Renacimiento, después de que las personas hayan vivido durante siglos sirviendo solamente a Dios en la Edad Media.

La misantropía (odio a las personas) y el pesimismo de Quevedo le hacen pensar al autor que las personas del siglo XVII tienen los mismos defectos que las personas de las civilizaciones clásicas. Que las condiciones históricas no importan. Por eso, para aleccionar a las personas de su presente, el siglo XVII, toma como ejemplo (en repetidas ocasiones) a personajes históricos del clasicismo, como se ve claramente en el poema citado “Muestra con ilustres ejemplos…”, donde todos los “ejemplos” son de la civilización romana (más precisamente Pompeyo y Cayo Mario).