Plata quemada

Plata quemada La no-ficción: herramientas del género para pensar la verosimilitud en 'Plata Quemada'

Si bien es evidente que, en el caso de Plata quemada, Piglia hace uso de eventos ocurridos en la realidad; que ha investigado el caso mucho más allá de las simples crónicas periodísticas; que ha usado, inclusive, nombres reales para algunos personajes de la novela, no se trata esta de una novela testimonial. Plata quemada no es una transcripción de un evento. La manera en la que se dispone del material recabado en la investigación, la forma de ensamblar esos fragmentos, transforma el relato y produce una nueva realidad, con sus propias reglas.

En los años 60 se desarrolló un género literario en Estados Unidos al que se denominó non-fiction (no-ficción). Allí, autores como Mailer y Capote trabajaron en sus novelas este encuentro entre materiales periodísticos y recursos narrativos. Al mismo tiempo, en 1957, en Argentina, el escritor Rodolfo Walsh publicaba Operación Masacre, una novela basada en los fusilamientos ilegales de detenidos políticos en Argentina en 1956. En este texto, el narrador asume, a través de los cambios en la focalización, diversos puntos de vista. Este recurso narrativo es uno de los más polémicos si hiciésemos el intento de pensar a la no-ficción como una mera transcripción de lo real. A su vez, a través de este recurso, entre otros, la no-ficción se ocupa de la verosimilitud, es decir, del efecto de verdad del texto. En este sentido, podemos pensar que su mera existencia pone en jaque la idea de poder contar algo “tal cual sucedió”, algo que, por el contrario, el periodismo objetivista sostiene. En estos textos se expone el hecho de que siempre se está narrando desde algún lugar en particular, desde una identidad determinada.

Más que una literatura de datos verdaderos, entonces, podemos hablar aquí de un realismo verosímil. No es posible leer Plata quemada solo como una novela de ficción, pero tampoco podemos decir que Plata quemada es un texto de no-ficción, ya que ciertos hechos narrados están completamente trastocados con respecto a lo que en realidad sucedió. Al mismo tiempo, evidentemente hay un anclaje con la realidad que el lector no puede eludir. La cuestión es que el valor documental del relato no reside en su capacidad de constituirse en un documento de confirmación de lo real. Estas características ponen en contacto a la novela de Piglia con el non-fiction, y pensar este contacto ayuda a reflexionar con respecto al vínculo entre realidad y ficción que se da en el relato.

Uno de los recursos más sobresalientes del género de no-ficción tiene que ver con poner el foco en los actores principales de los hechos reales. Se tiende a humanizar a los sujetos en los relatos al convertirlos en personajes principales o narradores. En las crónicas periodísticas, no es usual que se ahonde en la psicología de las víctimas o de los criminales, más que para un análisis pericial. En el caso de la no-ficción, la humanización es fundamental. El lector entra en sintonía con los pensamientos, los sentimientos, los puntos de vista, la cotidianeidad, las actividades mundanas, todo aquello que transforme a los actores principales de un hecho en personajes cercanos al lector. En el caso de Plata quemada, el narrador nos acerca no solo a los pistoleros y sus historias, emociones y reflexiones, sino también al comisario Silva y al cronista Emilio Renzi. Como si esto fuera poco, incluso hay una aproximación a testigos circunstanciales de los hechos relatados y víctimas accidentales de los tiroteos. La humanización de los sujetos es uno de los procedimientos principales con los que Plata quemada reelabora los materiales que brinda lo real.

Por otra parte, el cronista Emilio Renzi, en Plata quemada, aparece en diversas escenas de escritura componiendo, con recursos discursivos, una historia en base a los hechos observados. No hay en él una pretensión de objetivismo periodístico: en todo momento, su relato está minado de recursos retóricos e incluso cierto lirismo. Como en un juego de cajas chinas, podemos pensar que Emilio Renzi hace en esas escenas lo que a su vez hace Piglia en la escritura de la novela.

Es importante resaltar el gesto filosófico que reside en el género. La no-ficción no reniega de los procedimientos narrativos y la construcción de una verosimilitud en base a herramientas que exceden los “datos duros” recabados en una investigación. A través del hecho de evidenciar que su realismo verosímil construye un efecto de verdad, cuestiona las categorías de “verdad” y “realidad” en todo discurso circundante, incluso aquellos que se presentan como verdaderos.

Según Ana María Amar Sánchez, estudiosa del género, el texto de no-ficción se juega en el cruce de dos imposibilidades: no puede mostrarse a sí mismo como una ficción, ya que los hechos que narra ocurrieron en la realidad (aunque solo sea parcialmente, como en el caso de Plata quemada) y el lector lo sabe. Por otra parte, el texto tampoco se presenta como un reflejo fiel de esos hechos: se asume esta idea fuerte, que es la de la imposibilidad de contar algo “tal cual sucedió”.