Plata quemada

Plata quemada Resumen y Análisis Epílogo

Resumen

“Esta novela cuenta una historia real”. Así comienza el epílogo de Plata quemada, que busca hacer un comentario sobre las condiciones en las que se compuso la novela. A pesar de la contundencia de esta primera frase, el narrador explica cómo, desde su punto de vista, este hecho se le presenta a la memoria como una leyenda.

El narrador repone las diferentes versiones con respecto a qué puede haber pasado con Malito luego del tiroteo. Este es un hecho que ha permanecido inconcluso en el texto. Además, aclara qué fue del destino del Gaucho Dorda, que muere en la cárcel de Caseros, al año de volver a Argentina, en una rebelión de presos. Antes de morir, Dorda le dio entrevistas al cronista del diario El Mundo (Emilio Renzi), y estas fueron consultadas por el narrador.

Luego, el narrador enumera las fuentes que usó: testimonios volcados en expedientes policiales; las transcripciones del telegrafista Roque Pérez de las escuchas de los micrófonos policiales; las declaraciones de Silva, Blanca Galeano, Fontán Reyes; el archivo de los diarios de la época, especialmente el archivo con las crónicas de Emilio Renzi, que estuvo presente durante todo el evento, tanto en Buenos Aires como en Montevideo.

El narrador del epílogo dice tener la primera conexión con el relato a través de Blanca Galeano, en 1966. La conoce en un tren a Bolivia y ella le cuenta que acaba de salir de la cárcel, que está embarazada del Cuervo Mereles y que está huyendo. En el trayecto que comparten en el vagón, Blanca relata toda la historia y luego sigue viaje. El narrador del epílogo se baja en San Salvador de Jujuy y nunca más la ve, pero queda de alguna forma fascinado con la historia: una versión argentina de una tragedia griega.

Finalmente, se pregunta por las razones por las que algunas historias se resisten durante un tiempo a ser contadas, ya que abandonó el proyecto de escribir esta novela en 1970 y lo retoma recién treinta años después. Esa lejanía hace que haya escrito esta novela como si se tratara de un sueño.

Análisis

El corte del epílogo con respecto al tono en que termina la novela es abrupto. “Esta novela cuenta una historia real” (p.221) es la oración inicial de esta coda, en la que se explica un poco el cómo de este texto. Resulta sorpresivo leer “historia real” inmediatamente luego del viaje introspectivo que emprende el lector con Dorda en el capítulo 9. Pero el narrador del epílogo se explica: esta historia real se ha ido transformando, a lo largo de los años, hasta adquirir el valor de una leyenda: “En el verano de 1995 comencé a escribir de nuevo por completo la novela, tratando de ser absolutamente fiel a la verdad de los hechos. Los acontecimientos estaban ahora tan distantes y tan cerrados, que parecían el recuerdo perdido de una experiencia vivida. Casi los había olvidado ya y eran nuevos y casi desconocidos para mí luego de más de treinta años. Esa lejanía me ha ayudado a trabajar la historia como si se tratara del relato de un sueño” (p.226).

En el epílogo, el juego entre realidad y ficción se complejiza aún más que en los capítulos anteriores: hasta ahora teníamos un narrador con focalización cambiante que, por momentos, era Emilio Renzi intentando componer con todos los fragmentos de información un relato coherente. Podemos decir que no se sabe con seguridad en todo momento quién está narrando en Plata quemada, incluso al final. Pero aquí, en el epílogo, se presenta un narrador externo a la acción, que menciona las crónicas de Renzi como una de sus fuentes principales, y que cuenta el modo en que dio con la historia: un viaje casual con Blanca Galeano, su primera informante. De este modo construye lo que aparentemente es un narrador fiable.

“Esta novela cuenta una historia real” dice el epílogo y, sin embargo, a pesar de que el robo al Banco Provincia de San Fernando en 1965 existió, e incluso existió la exhaustiva investigación de un Ricardo Piglia de carne y hueso, el epílogo es, también, parte de la ficción. Basta decir, para sostener esto, que Emilio Renzi es, como ya vimos, el alter ego de Ricardo Piglia; que el escritor jamás viajó en tren con Blanca Galeano; que no hubo en el departamento un telegrafista escuchando y realizando grabaciones secretas de lo que conversaban el Cuervo Mereles y los mellizos. Todos estos datos recabados que menciona en el epílogo no son menos ficcionales que los recuerdos del Gaucho Dorda contados en la novela. Nuevamente, como en un juego de cajas chinas o matrioshkas, Plata quemada agrega una capa más de información en el epílogo que, a pesar de tener un anclaje en hechos reales, no deja de ser parte del relato ficcional.

Por otro lado, el narrador dice que abordó la historia “como si se tratara del relato de un sueño”. Es importante recordar esta tensión con la primera frase del epílogo, sobre todo al pensar la relación entre los hechos reales que motivaron la historia y la historia que finalmente se decidió contar. Esta historia se ordena bajo las leyes de la ficción literaria, a pesar de sus fuertes efectos de verdad. Esto último, el hecho de que el relato sea una ficción literaria ante todo, es lo que argumentó la defensa de Piglia en el juicio que Blanca Galeano le inició al autor (para más sobre esto último se puede ver la sección “Acerca de Plata quemada”).

En relación al tema de la muerte en Plata quemada, es interesante este giro dramático en la coda. Todo indicaba que morir en el departamento, acribillado por la policía o linchado por la turba furiosa, era el destino de Dorda. Sin embargo, tiene una muerte bastante menos espectacular, un año después, en un episodio confuso en el que, se sospecha, participó un policía infiltrado. Dorda ha sobrevivido al tiroteo y es asesinado en la cárcel de Caseros, a pesar de que el final del capítulo 9 constantemente nos prepara para el espectáculo de su muerte. Paradójicamente, el verdadero Dorda sí murió en el tiroteo junto con los otros pistoleros en 1965; casi como si la realidad viniera a abonar la esperada muerte de Dorda en Montevideo y el Epílogo, que en teoría aporta datos verídicos, negara esto mismo. La realidad y la ficción son un tema clave en Plata quemada, un problema filosófico complejo que Piglia nos muestra como espejos enfrentados que deforman infinitamente lo que reflejan.