Plata quemada

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El dinero

El dinero en Plata quemada disuelve ciertos lazos sociales, haciendo aparecer la traición, la delación y el abuso, pero también establece otros: reúne, de hecho, a un coro de personajes de procedencias completamente dispares. El dinero rige una comunidad cínica, en el sentido de que el cinismo conoce el precio de todas las cosas, pero desconoce su valor.

¿Qué pasa cuando se quema el dinero, que es el que produce la ley, regula los vínculos, organiza las relaciones sociales, genera los tratados sobre la moral y las buenas costumbres? Los mellizos y el Cuervo Mereles provocan con la quema una fisura sobre las normas y creencias que hacen posible el funcionamiento de la maquinaria social. Si su motivación no es el dinero, ya que lo prenden fuego, el suyo es un acto criminal completamente disruptivo, ya que abre un vacío en la lógica que ordena el mundo.

Finalmente, a los delincuentes, cuando queman el dinero, la prensa los llama nihilistas. El nihilismo es una doctrina filosófica que niega el sentido y la existencia de las cosas, a la vez que, en su sentido positivo, abraza el absurdo de la condición existencial. El apodo impuesto irónicamente por la prensa se refiere más bien al carácter amoral de estos hombres. Se refiere a que estas personas no reconocen ni mucho menos respetan los cimientos que sostienen el orden social. Pero, si hacemos foco sobre el término nihilismo, podemos encontrar que no está tan alejado de la realidad. Si la quema del dinero es un acto nihilista, y por ello abraza el absurdo de las cosas, es posible interpretarlo como un gesto positivo de rebeldía y libertad. Es aquí donde se alcanza el punto crítico: los delincuentes son todos locos amorales según la prensa, la policía y el público; a su vez, los espectadores de la quema no son monumentos morales especialmente, y esas contradicciones tienen que ver con lo que provoca el dinero. Cabe recordar, en este sentido, que en el segundo capítulo el texto se detiene especialmente en los sueños de robar el camión de caudales que tiene el propio tesorero del Banco, Martínez Tobar.

La locura

A pesar de que todos los delincuentes son tildados de locos por la prensa, el público y la policía, la locura ingresa al texto en toda su dimensión a través de la figura del Gaucho Dorda. Hay algo del positivismo de fin de siglo en la voz del Dr. Bunge en Plata quemada. Estas ideas, propias de Cesare Lombroso, bajo las cuales se podía explicar la conducta criminal en base a predisposiciones genéticas, innatas, que incluso podían ser rastreables en las características físicas de los delincuentes, ya habían sido prácticamente abandonadas para la segunda mitad del siglo XX. El Dr. Bunge resalta en Dorda su “estrabismo convergente”, que “le daba ese aspecto de tipo obsesivo, muy peligroso, que es lo que es (...). Dorda tiene entonces la cara perfecta de la clase de sujeto que representa, un lunático criminal que actúa con una sonrisa nerviosa, angelical y sin alma” (66).

Dorda mismo da cuenta de su historia, de los abusos que sufrió en el pasado y el abandono de su madre, pero estos datos no son suficientes para explicar el origen de su padecimiento. La voz de la madre irrumpe: “La maldad, decía la madre, se le dio con la misma obstinación y la misma fuerza que sus hermanos y su padre usaban para trabajar la tierra” (68). Entonces tenemos este cruce de voces: por un lado, la del mismo Dorda intentando dar cuenta de lo que le pasa, de las voces que escucha en su cabeza. Por otra parte, el Dr. Bunge, que atribuye la locura del Gaucho a su configuración psíquica y hasta fisionómica: describe la forma de su cara para dar cuenta de su psicopatía. Otros personajes, como el comisario Silva, el cronista Renzi o la voz del Nene Brignone complementan la descripción de esta locura. Finalmente, su madre, quien le advierte contundentemente que va a “terminar mal”, atribuye su maldad, con sencillez, al destino, otro de los temas importantes en el texto.

La corrupción

La corrupción no aparece mencionada en estos términos en toda la novela. Su presencia es sutil, solapada. Algunos personajes secundarios que ayudan a los pistoleros tienen contactos con la policía o conexiones políticas. Es gracias a estos contactos y conexiones que el robo se lleva a cabo; la primera filtración de la información sobre el traslado del dinero la hace un político de San Fernando. La trama de la corrupción gira, como la trama del policial negro, en torno al crimen y al dinero.

A pesar de que, en el asalto, aparentemente todo "sale mal" porque se dejaron cabos sueltos, en realidad lo que sucede es que hay una traición a estos contactos y conexiones cuando los protagonistas se fugan a Uruguay, y es por eso que la policía los asedia del modo en que lo hace. Emilio Renzi nota, en Montevideo, que la policía tiene intención de recuperar el dinero y matar a los delincuentes.

La relación entre ficción y realidad

A pesar de que solo se aborda explícitamente en el epílogo, el tema del juego entre realidad y ficción es uno de los subtextos más fuertes de la novela. Cada capítulo se ensambla como una reconstrucción de un hecho real en base a fuentes dispersas de información. Cada escena, cada situación determinante en la trama, es "reconstruida" por diferentes voces. La aparente búsqueda es de objetividad. Decimos "aparente" porque, a su vez, hay un juego con la ficción: el narrador, siempre escondiéndose tras las voces de los involucrados, se interna tanto en el punto de vista de algunos personajes que inevitablemente ficcionaliza las escenas y va mucho más allá de las pruebas que se tienen. Es por eso que aparecen los sueños, los deseos ocultos y, sobre todo, los recuerdos. En otras palabras, el registro periodístico se interrumpe para dar lugar a eventos imposibles de verificar.

“Esta novela cuenta una historia real”, dice el narrador del epílogo de Plata quemada. Para asegurar cierta verosimilitud, en el epílogo se abandona el recurso del relato coral y la multiplicidad de voces y puntos de vista. En este momento de la novela, toma la palabra un narrador que busca ser confiable al punto de exponer de qué modo compuso el texto y explicitar las fuentes a las que recurrió para escribirlo. Así se hace explícito el tópico realidad/ficción.

En todo caso, hay toda una construcción ficcional alrededor de hechos que realmente sucedieron: el asalto, la fuga a Montevideo, el sitio policial a los ladrones en el edificio Liberaij, la quema del dinero. Y más allá de las especificidades, necesariamente ficcionales, que se narran alrededor de estas circunstancias, el narrador no cuenta las condiciones reales de escritura del texto sino que, en relación a esto, arma un relato de ficción: en un tono periodístico que simula una reconstrucción de los eventos y explicita las fuentes usadas, el narrador cuenta el encuentro en un tren a Bolivia con Blanca Galeano (que jamás sucedió), el uso de las crónicas de Emilio Renzi (que no es más que el alter ego de Piglia) y el testimonio de Dorda en la cárcel (Dorda en realidad murió en el edificio Liberaij en el tiroteo). De este modo, Piglia pone en crisis un pacto de lectura y todo un sistema de convenciones literarias. Pensándolo de este modo, los hechos reales que sí podemos constatar vienen a dar un marco de verosimilitud a la novela, es decir, a hacer verdadera una ficción.

El destino

La cuestión del destino está presente en Plata quemada desde el primer momento. El Gaucho Dorda parece no tener voluntad propia, sino que se encuentra conducido inevitablemente hacia un destino preasignado desde su infancia. Esta característica se encuentra muchas veces en el arquetipo del héroe trágico, que es uno de los recursos que emplea Piglia para el personaje de Dorda.

Por un lado, en relación al relato trágico, el destino es inevitable como designio divino. En este sentido, Dorda es, desde chico, conducido como por arte del destino al delito y el mal; es un criminal nato. Eso dicen su madre, su médico y hasta él mismo. A su vez, Emilio Renzi habla del destino hilando el muthos, la historia irracional, de trama conducida por el capricho de los dioses. Para los héroes trágicos, el destino de sangre es ineludible.

Sin embargo, cuando, en el epílogo, el narrador dice que los héroes eligen este destino, podemos hacer una relectura de Plata quemada, sobre todo atendiendo a los últimos capítulos. Allí las figuras del Nene y, sobre todo, de Dorda se describen ya no tanto como héroes trágicos sino como mártires religiosos. Los mártires comparten, por supuesto, muchas características con los héroes trágicos: mueren solos y abandonados, o rodeados de espectadores sádicos, y su muerte es un espectáculo. Pero no hay que olvidar la filosofía del libre albedrío, por la cual los caminos se eligen y el mártir elige este destino. Es decir, diferencia de los héroes trágicos, los mártires hacen de su muerte, el evento que los define, en última instancia, como tales, una elección.

Entonces, ¿es este destino trágico de los héroes-mártires preasignado e ineludible o es una elección? Esta tensión no se resuelve, y no debe verse esta contradicción como un problema sino como una tensión que aporta riqueza al texto: las imágenes propias de la liturgia cristiana de los últimos capítulos dialogan constantemente con las imágenes del héroe trágico que tiene el final catastrófico como destino ineludible.

La violencia

Podríamos decir que Plata quemada es casi un "museo" de la violencia. Aparece tematizada la venganza (Malito viola a sus torturadores, la turba iracunda intenta linchar al Gaucho Dorda luego del tiroteo); la violencia política (torturas a presos políticos en Sierra Chica); la violencia de las instituciones hacia los adolescentes (las instituciones psiquiátricas y los correccionales de menores, en los casos de Dorda y Brignone); la tortura policial (hacia Blanca Galeano en su declaración).

Los actos violentos en la novela se describen con minuciosidad, y muchas muertes son incluso macabras: agujas de tejer que perforan pulmones hasta que se desinflan, hombres violados ahogados en el barro. Sin embargo, el ojo crítico está puesto en otro lugar. Es la violencia del dinero, en todo caso, la que se cuestiona desde el epígrafe hasta la quema del dinero y la furia que desencadena en el público.

Hay diversas reflexiones sobre el origen de la violencia: el crimen es para algunos un destino inevitable, producto de su conformación psíquica. Para ciertos policías, la violencia es un instrumento con el cual operar. En otros, es una cuestión metafísica; el "impulso del mal" arrastra a una vecina a asistir a la muerte de un hombre en la calle sin prestarle ayuda. No hay una síntesis en Plata quemada, sino más bien un retrato de los modos en que se manifiesta la violencia.

La muerte

La muerte es un tema particular en Plata quemada. No es un tema unívoco que se aborde del mismo modo a lo largo de todo el texto.

Hay muertes trágicas representadas con liviandad, como la de un joven fruto de una bala perdida en el asalto, o la muerte de una niña alcanzada por una ráfaga de metralleta. Malito lee al pasar esta noticia en el diario y, sin embargo, su atención está puesta en encontrar indicios en la nota de lo que la policía sabe sobre ellos. La mirada del narrador, focalizada en Malito, pasa casi sin pausa por el dato de las muertes.

En contraste con esto, la muerte del Nene Brignone es un momento en el cual el relato se detiene por completo, abunda en detalles, en movimientos mínimos, en pensamientos de Dorda. Como si el tiroteo se hubiera interrumpido, ellos se besan y se despiden; se trata de una muerte completamente humanizada, a pesar de que el público haya tratado a los pistoleros de "inhumanos", en contraste con la muerte de la niña.

Si Plata quemada es una "tragedia argentina", como dice el narrador del epílogo, la muerte catastrófica de los héroes es un desenlace esperado. Si, además, pensamos en el Nene y Dorda como mártires, esta muerte es una elección.