Moby-Dick

Moby-Dick Temas

Realidad vs. lenguaje

Desde los capítulos iniciales, Ismael escribe comentarios acerca de la propia narración que demuestran su conciencia como narrador de una historia escrita. Por ejemplo, enuncia: "En la época de la que escribo, el padre Mapple atravesaba el duro invierno de una sana ancianidad" (91), y se refiere a las partes de su historia como "capítulos". Además, en varias oportunidades se dirige al lector para explicarle sus decisiones. Por ejemplo, explica por qué cree importante estudiar a las ballenas y clasificarlas. De todas maneras, con frecuencia pone en duda las posibilidades del lenguaje para dar cuenta de la realidad. Cuestiona la eficacia de la escritura para expresar el mundo. Cree que sus explicaciones científicas no serán lo suficientemente completas ni precisas y, en cuanto a las historias de ficción, afirma que "Las cosas más maravillosas son las que nunca se mencionan" (178). Además, reflexiona sobre las exageraciones, los errores y las falsedades que abundan en las historias sobre las ballenas, como si el lenguaje solo pudiera acercarse a los objetos y nunca capturarlos verdaderamente.

La venganza

La venganza es uno de los temas principales de esta novela, y se encuentra en el centro de su motor narrativo. Toda la acción y la travesía de los personajes está motivada por la obsesión de su protagonista, el capitán a Ahab, que busca como un loco a Moby Dick. Esto se debe a que el monstruoso cachalote le ha quitado la pierna en un combate anterior, y desde ese episodio traumático Ahab tiene una sed inagotable de revancha. El capitán usa una pierna ortopédica en lugar del miembro mutilado y esto le provoca grandes dolores, tanto espirituales como físicos. Pero además, es un hombre solitario, gruñón e iracundo: está enojado con el mundo y concentra todo su odio en la ballena. Por otra parte, Ahab está convencido de que enfrentarse a Moby Dick es su destino y vive la persecución del animal como una misión personal. Nada puede detenerlo ni hacerlo cambiar de opinión. Sin embargo, no viaja solo: hace jurar a todos los miembros de su tripulación para que lo ayuden en esta fatal cacería. Los marineros, así, se subordinan al capitán y toman su venganza como propia. Este compromiso vengativo lleva al desenlace trágico de la novela, donde todos los personajes, menos el narrador, mueren ahogados por Moby Dick.

Sociedades civilizadas vs. sociedades salvajes

Moby Dick es una obra compleja, formada por distintos tipos textuales e inspirada en fuentes muy diversas. En ese sentido, algunos críticos especializados han reconocido dos grandes líneas en el libro: la explicación de la caza de la ballena como información histórica, por un lado, y la narración ficcional de la travesía del Pequod, por el otro. La primera línea tiene un fin didáctico y se basa en la realidad histórica del período en que escribe Melville: la explotación económica de los mares llevada a cabo por Estados Unidos y el pensamiento puritano y protestante de la sociedad de ese país.

En esa clave histórica es posible reconocer el contraste que Ismael, el narrador, marca constantemente entre su propia cultura y sus costumbres, que considera "civilizadas", y las de personas de otros pueblos a los que considera "salvajes". La figura más destacada en este punto es Queequeg, amigo íntimo de Ismael, que proviene de un pueblo indígena de Nueva Zelanda. Su aspecto físico, sus creencias, su modo de hablar y de comer y su visión del mundo son vistas como incivilizadas, como bárbaras, ajenas al conocimiento, contrarias a la ciencia, ignorantes y hasta demoníacas. Si bien al conocer las buenas cualidades de este hombre Ismael reflexiona sobre sus propias concepciones y determina que todos los humanos son iguales, nunca deja de resaltar las costumbres "salvajes" de su amigo.

La desmesura

Otro tópico central de Moby Dick es el exceso, la desmesura. Este tema se despliega en muchos aspectos de la novela. En primer lugar, se destaca la inmensidad de los océanos que recorre la tripulación del Pequod. Los mares son tan vastos que parecen infinitos. En segundo lugar, las ballenas, y específicamente los cachalotes, son los animales más grandes del planeta tierra. Y estos marineros persiguen a una legendaria ballena, monstruosa debido, sobre todo, a su gran tamaño: es el más grande de su especie. Moby Dick es maligna, destructora y, tal vez, incluso inmortal; todos esos rasgos se potencian porque es un cachalote gigante, enorme, desmesurado. En tercer lugar, es desmesurada la locura del capitán Ahab, que está dispuesto a perderlo todo con tal de darle rienda suelta a su obsesión. Su sed de venganza es ilimitada y ni siquiera el peligro de morir y llevar a la muerte a toda su tripulación lo hace cambiar de opinión.

Las creencias y supersticiones

Este tema se relaciona de manera profunda con la cuestión de las sociedades civilizadas y las consideradas salvajes. Ismael se encarga de construir un marco narrativo inicial con una fuerte presencia de los valores cristianos dominantes en la región norte de la costa Este de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Así, por ejemplo, se destaca la figura del padre Mapple, su sermón y la capilla de Nantucket. A su vez, Ismael convence a los dueños del Pequod (ambos hombres protestantes) de aceptar a Queequeg como miembro de la tripulación diciéndoles que es tan cristiano como cualquiera. El narrador reflexiona permanentemente sobre sus creencias al encontrarse con otros hombres que considera "salvajes". Cuando observa la devoción de Queeuqeg por sus dioses indígenas, cree que también es un modo de adorar al Dios cristiano —que para él es el único verdadero y válido—.

Ahora bien, otra dimensión de las creencias tiene que ver con las supersticiones típicas de los marineros. Los hombres de alta mar buscan y encuentran señales, augurios y premoniciones a lo largo de su travesía. Por ejemplo, algunos animales que aparecen en su camino, como el gran calamar y el halcón, son interpretados como signos de buena o mala suerte dependiendo de las creencias de cada hombre. Esto también se pone de manifiesto cuando cazan una ballena franca (que no es parte de su objetivo), solo para izar la cabeza enfrentada a la del primer cachalote que han capturado, porque la leyenda cuenta que esto trae buena suerte.

Finalmente, Ahab es dirigido por sus creencias diabólicas. Así como Fedallah es visto como encarnación del mismísimo diablo por Stubb y Flask, el propio capitán bautiza el arpón con el que pretende matar a Moby Dick en sangre y en honor al diablo.

El destino y la fatalidad

Esta novela es un relato trágico y, por lo tanto, la fatalidad está presente desde el comienzo. Ismael percibe signos trágicos antes de embarcar, como las lápidas en memoria de marineros muertos en alta mar que decoran la capilla de Nantucket. Esa fatalidad es el destino que ha abrazado Ahab y que conduce a la destrucción del Pequod. La cabina del capitán es "como un sepulcro" (205), y él mismo se reconoce como "teniente del Destino" (783). Es consciente de que darle rienda suelta a su obsesión, a su sed de venganza, es encaminarse hacia la muerte, porque Moby Dick es invencible. Al prestar juramento, toda la tripulación del Pequod se identifica con ese destino fatal. A pesar de los razonamientos sensatos que presenta Starbuck, el capitán no cambia nunca de opinión.

El hombre vs. la naturaleza

Esta novela también presenta la lucha del hombre contra la naturaleza como tópico central. Su trama ficcional se relaciona directamente con la caza de ballenas como industria fundamental para aquel período histórico de los Estados Unidos. La tripulación del Pequod se enfrenta a la naturaleza de diversas maneras. Por un lado, combate y se defiende de diversos animales en alta mar, desde los propios cachalotes a los que persigue, hasta los tiburones y el gran calamar que encuentran en el camino. Por el otro, la naturaleza se manifiesta en aspectos meteorológicos como la potencia del sol, la violencia de los vientos, las tormentas y el tifón que azota al barco hacia el final del libro. El océano en sí mismo, por último, es un espacio desafiante y peligroso para los hombres.