Moby-Dick

Moby-Dick Resumen y Análisis Capítulos 61-80

Resumen

Capítulo 61: Stubb mata una ballena

Al ver el calamar, Queequeg reacciona de un modo particular. Cree que es una señal de que hay un cachalote cerca. Al día siguiente, Ismael está de turno como vigía y avista un cachalote gigante que da movimientos ondulantes en el agua. Ahab ordena que los botes bajen al mar y la ballena se da cuenta de que la persiguen. Stubb logra clavar su arpón en el animal. De la herida sale una cantidad impresionante de sangre, que tiñe toda el agua alrededor. Finalmente, el cachalote muere.

Capítulo 62: El disparo

Ismael comenta las habilidades de un arponero. Es necesario tener un brazo fuerte y fibroso para acertar el primer arpón de hierro en una ballena. También ese brazo usa la fuerza para remar hasta las proximidades del animal en los botes más pequeños. Si el arponazo, que funciona como un disparo, logra dañarlo, el cachalote intentará escapar de inmediato. Entonces el arponero y el jefe del bote deben perseguirlo en una carrera arriesgada para toda la tripulación. Ismael cree que los arponeros, dada la importancia de su tarea, no deberían cansarse remando para no perder precisión a la hora de disparar.

Capítulo 63: La horquilla

El narrador se extiende en este capítulo para explicar las funciones de la horquilla del bote. Se trata de un palo bifurcado de una forma peculiar que mide unos dos pies de largo. Se inserta cerca de la proa y sirve para apoyar los arpones.

Capítulo 64: La cena de Stubb

Ismael retoma la narración tras dos capítulos explicativos. Los tres botes que se han acercado a la ballena para cazarla regresan al Pequod. Ahora se dedican a remolcar la ballena que lograron matar hasta el bote. Es una tarea muy ardua que demora muchas horas, ya que el animal casi no se mueve. Ahab parece poco satisfecho, como si al ver este cachalote muerto recordara que Moby Dick sigue viva y que, sin importar cuántas ballenas logren subir al barco, no se sentirá satisfecho hasta no cumplir con su objetivo. Stubb, por el contrario, está pleno de regocijo, porque él mismo ha matado a esta ballena. Tiene una extraña costumbre: le gusta comer un bistec de ballena para celebrar su conquista, como un trofeo. Cerca de la medianoche, el cocinero, Fleece, se lo ha preparado. Stubb cree que no está bien preparado y maltrata a Fleece. Su arrogancia parece relacionada con la exaltación que le ha generado cazar esta ballena.

Capítulo 65: La ballena como plato

Ismael comenta que tres siglos antes la lengua de ballena era estimada como una exquisitez en Francia y costaba mucho dinero. También se comía en la corte de Enrique VIII, y en la época de la expedición del Pequod todavía se preparan albóndigas con su carne. Entre los balleneros se la considera un plato noble, pero Ismael no lo ve así. Cree que el exceso de grasa hace que no califique como un plato civilizado.

Capítulo 66: La masacre de los tiburones

Cuando se remolca hacia el costado del barco una ballena capturada durante la noche, no es frecuente cortarlo de inmediato, porque es una tarea ardua y es preferible hacerla con luz. Sin embargo, a veces es imposible esperar hasta que salga el sol, pues se junta una cantidad enorme de tiburones alrededor del animal muerto. Los tiburones comienzan a atacar a la ballena que el Pequod logró cazar y Queequeg casi pierde una mano tratando de ahuyentarlos.

Capítulo 67: El descuartizamiento

Starbuck y Stubb perforan el cuerpo de la ballena para insertar un gancho justo sobre la aleta lateral más cercana. La tripulación eleva al animal a la altura del barco para poder cortarlo. Es una tarea arriesgada e intensa; entre los marineros hay una tensión generalizada.

Capítulo 68: La manta

La superficie visible del cachalote es uno de sus aspectos maravillosos. Esa piel casi siempre se encuentra atravesada por marcas misteriosas que Ismael observa como un código indescifrable. La ballena está recubierta por esa capa fina como si fuera una verdadera manta o cubrecama, o un poncho indígena colocado a través de su cabeza. Ismael compara la estructura de la ballena con la construcción de la cúpula de la catedral de San Pedro.

Capítulo 69: El funeral

Ismael observa el cachalote elevado a la altura del barco. El cuerpo blanco de la ballena decapitada brilla como una lápida de mármol. No ha perdido nada de su volumen: aún es una imagen colosal. Sus restos se alejan flotando en la superficie, y los tiburones los devoran. Ismael concibe esta escena como un funeral triste y burlón. El cuerpo está muerto, pero un fantasma vengativo lo sobrevuela. Es imponente, aunque ya no tenga el poder de dañar el barco ni a su tripulación.

Capítulo 70: La esfinge

Ismael narra cómo se decapita a un cachalote después de cazarlo. Es una tarea difícil, practicada por cirujanos de los balleneros, ya que este tipo de ballena casi no tiene algo similar a un cuello. Luego de cortar esa cabeza, la tripulación del Pequod la coloca al lado del barco. Es negra y parece la cabeza de la Esfinge en medio del desierto. Ahab la contempla cautivado y luego le dirige algunas palabras.

Capítulo 71: La historia del Jeroboam

El Pequod se cruza con un barco de Nantucket llamado Jeroboam, que se encuentra infectado por una epidemia. Su capitán, Mayhew, no quiere hacer un “gam” para evitar contagiar a la tripulación del Pequod. Sin embargo, ambos barcos logran comunicarse a la distancia. Stubb conoce este barco y recuerda una historia que ha sucedido en él. El capitán Mayhew la cuenta: hay un “shaker” en la tripulación, es decir, un hombre que pertenece a un culto protestante conocido por temblar o sacudir el cuerpo durante las ceremonias religiosas. Este shaker ha sido profeta en Nantucket, y a bordo del Jeroboam se anuncia a sí mismo como el arcángel Gabriel. Le ordena al capitán que se tire por la borda. La tripulación del barco se amotina para evitar que castiguen a Gabriel y comienzan a obedecer sus órdenes. Luego, Ahab le dice a Mayhew que no teme su epidemia y lo invita a visitar el Pequod, porque quiere obtener información sobre Moby Dick. Mayhew cuenta una historia tenebrosa sobre el legendario cachalote; ha matado a un miembro de su tripulación. Ahab le entrega una carta destinada a un hombre llamado Macey, pero este ha muerto.

Capítulo 72: La cuerda del mono

Ismael regresa a la descripción del cortado de la ballena recién cazada. Por lo general, un arponero debe mantenerse parado sobre la ballena hasta que termina la operación. En este caso, es Queequeg quien cumple esa función, e Ismael lo ayuda a sostenerse con una cuerda semejante a la que usan los organilleros italianos para asegurar a un mono que baila. La situación es tan humorística como peligrosa. Ismael piensa en los lazos que conectan a las personas entre sí, y cómo dependen las unas de las otras.

Capítulo 73: Stubb y Flask matan una ballena franca, y luego mantienen una conversación sobre ella

Aunque el Pequod no tiene como misión cazar ballenas francas, la creencia entre los marineros indica que cazar una inmediatamente después de capturar un cachalote es un muy buen augurio. Varios signos revelan que hay ballenas francas cerca. Stubb y Flask logran cazar una. Flask menciona que un barco que lleve izadas una cabeza de cachalote y una cabeza de ballena franca nunca naufraga. Es Fedallah quien ha afirmado esa creencia. Stubb y Flask conversan sobre ese extraño marinero oriental que Ismael describe como un fantasma. Creen que es el diablo disfrazado de humano, y dicen que esconde su cola entre las piernas. Consideran que Ahab puede haberle vendido el alma al diablo para que lo ayude a atrapar a Moby Dick. También contemplan la posibilidad de que Fedallah secuestre al capitán.

Capítulo 74: La cabeza del cachalote: vista contrastada

En este capítulo, Ismael observa y describe la cabeza del cachalote izada en el barco. A diferencia de la cabeza de la ballena franca, el cachalote es inmensamente más digno. El narrador considera cómo una criatura tan vasta puede ver el mundo a través de un par de ojos tan pequeños y escuchar los truenos por unas orejas más pequeñas que las de una liebre.

Capítulo 75: La cabeza de la ballena franca: vista contrastada

Mientras que la cabeza del cachalote se puede comparar con un carro romano, la de la ballena franca se parece a un zapato gigante. La desafortunada ballena que ha cazado el Pequod tiene labio leporino; la fisura es aproximadamente de un pie. Este tipo de ballena no provee una gran cantidad de spermaceti, no tiene dientes de marfil, ni un gran hueso en la mandíbula inferior.

Capítulo 76: El ariete

Los cachalotes suelen nadar en una posición que ubica la parte frontal de su cabeza en un plano casi vertical al agua. Entonces, desde la superficie parece plana; no se perciben órganos ni protuberancias. Por ese motivo, Ismael la compara con un ariete.

Capítulo 77: El gran tonel de Heidelburgh

En este capítulo, Ismael explica la anatomía interna del cráneo del cachalote. Hay dos partes fundamentales: una es la “jarcia”, llena de tejidos fibrosos; la otra es la Caja, que puede considerarse como el gran tonel de Heidelburgh del cachalote, porque es como un gran barril donde se encuentra la cetina, sustancia principal del esperma de ballena.

Capítulo 78: Cisternas y baldes

Los marineros trabajan en la extracción del esperma de ballena. Tashtego se sube a la cabeza del cachalote y dirige la tarea con agilidad, pero en un momento se resbala y cae dentro del tonel de Heibelburgh. Se hunde tan profundo que los demás lo pierden de vista. Esto genera un gran tumulto. Daggoo sostiene los aparejos y Queequeg logra rescatar a Tashtego.

Capítulo 79: La pradera

Ismael cree que es necesario hacer un análisis fisonómico o frenológico de la cabeza del cachalote, porque es una criatura extraña. Esto se debe a que no tiene una nariz propiamente dicha. Esa característica le da un aspecto sublime, majestuoso; pone de manifiesto su magnitud y su poder. La falta de nariz no es una imperfección, sino que aumenta la grandeza del cachalote. De acuerdo con el narrador, la genialidad del cachalote reside en su falta de esfuerzo por mostrarse grandioso; tiene el silencio de las pirámides.

Capítulo 80: La nuez

Ismael continúa analizando la cabeza del cachalote y explica que su aspecto exterior no permite tomar dimensión de su verdadero cerebro, que en realidad es pequeño. La ballena muestra una frente falsa ante el mundo.

Análisis

En estos capítulos se relata la primera caza exitosa del Pequod. Ismael narra y describe las arduas tareas que implica capturar y cortar al cachalote cazado para extraer el esperma de ballena y otras sustancias valiosas. Estas tareas requieren de mucho tiempo, son cansadoras, peligrosas e implican conocimientos muy específicos. El narrador mantiene su defensa de la industria ballenera como profesión noble y dificultosa; los hombres balleneros son valientes, trabajadores, esforzados, productivos. Además, Ismael aprovecha estos episodios para obtener información y compartir mayores conocimientos sobre la anatomía del animal, a partir de la experiencia: puede ver por sí mismo el cachalote y el modo en que se segmenta su cuerpo y se obtienen los productos valiosos para los humanos.

En ese sentido, Ismael crece como figura de autoridad sobre el tema de las ballenas. Por un lado, sigue exhibiendo sus amplios conocimientos, como ha hecho desde el inicio del libro. Pero, por el otro, también se muestra crítico sobre algunos aspectos. De esa manera, su voz explica pero también analiza, evalúa y opina. Por ejemplo, el Capítulo 62 es una pequeña pausa dedicada al modo en que trabajan los arponeros, que deben realizar la "actividad sobrehumana" (435) de remar, y también deben usar la fuerza y precisión de sus brazos para lanzar el arpón contra las presas. Ismael cree que se trata de un desgaste innecesario: estos hombres, tan importantes en la industria, no deberían agotarse remando antes de atacar a las ballenas. Así, afirma con seguridad:

me tiene sin cuidado quién opine lo contrario, pero todo esto es tan tonto como innecesario. El jefe del bote debería permanencer en la proa desde el principio hasta el fin; él debería lanzar el arpón y la lanza y no remar en ningún momento, salvo en circunstancias obvias para cualquier cazador de ballenas. Sé que esto algunas veces puede ocasionar una disminución de velocidad en la caza, pero una larga experiencia con diversos balleneros de más de una nación me ha convencido de que la vasta mayoría de fracasos en la caza de ballenas no ha sido causada por la velocidad del cetáceo, sino por el agotamiento del arponero (436-437).

La experiencia le ha permitido obtener conocimientos y, gracias a ello, expresa opiniones contundentes.

En la misma línea crítica, también opina sobre el modo en que la ciencia debería encarar su estudio de las ballenas. Sostiene que sería preciso un análisis frenológico de la cabeza del cachalote. La frenología es una disciplina muy extendida en la época, que pretende explicar cualidades espirituales o mentales de los seres vivos interpretando las caracterísitcas físicas de sus cabezas. En el análisis de Ismael, el aspecto físico del cachalote se relaciona directamente con sus cualidades más destacadas: su grandeza y su poder. Tiene dos rasgos destacables: la ausencia de nariz, que no es una imperfección, sino que "aumenta su grandeza" (507), y la parte frontal de la cabeza, donde "no se descubre ningún rasgo nítido: ni nariz, ni ojos, ni orejas o boca; tampoco cara, propiamente dicha; nada, salvo ese ancho firmamento de la frente plegada de enigmas, muda, abatida por la condena de botes, y barcos, y hombres" (508). De este modo, la ballena se presenta como un ser desmesurado y monstruoso.

Antes de cazar la primera ballena, hacia el final de la sección anterior, la tripulación se encuentra con un calamar gigante. Este monstruo tiene significados simbólicos relacionados con las supersticiones típicas de la vida en el océano. Para muchos marineros es un mal augurio, pero Queequeg piensa lo contrario: cree que el calamar indica la presencia cercana de un cachalote. Este episodio sirve para presentar un nuevo monstruo marino, pero también habla de las diferentes interpretaciones que pueden tener los signos de buena o mala suerte en alta mar. Así, vuelve a presentarse la cuestión de las supersticiones, característica de toda la novela y del pensamiento de los marineros, que pronto cazarán una ballena franca solo porque creen que es de buen augurio colgar su cabeza enfrentada a la cabeza del cachalote que acaban de capturar. La tripulación del Pequod está dispuesta a pasar por los arduos trabajos que implica la caza de esta ballena franca, aunque no forma parte de su verdadera misión (es un barco cazador de cachalotes exclusivamente), ya que todos comparten la creencia de que traerá buena suerte.

El episodio en el que Flask y Stubb matan a la ballena franca da pie a la consolidación de Fedallah como figura maligna. De hecho, es Fedallah quien expresa la creencia de que tener las dos cabezas izadas sobre el barco es una señal de buena suerte. En esta oportunidad, Ismael no se detiene demasiado en la narración de las acciones relativas a la caza y la captura del animal, sino que se focaliza en la conversación que mantienen estos dos oficiales justo después. Flask y Stubb conversan de manera privada sobre este misterioso hombre "parsi"; destacan su relación con la brujeria y lo sobrenatural, y lo describen como un ser sumamente extraño: "Fedallah, ese espectro amarillento, y él parece saber mucho sobre brujería de barcos [...]. No me gusta ese tipo, Stubb. ¿No has visto que ese colmillo que tiene es una especie de talla de una cabeza de serpiente?" (481). Rápidamente, llegan incluso a considerar que se trata del mismísimo diablo disfrazado de humano: "Flask, yo creo que ese Fedallah es el diablo disfrazado. ¿Te has tragado esa patraña de que subió a bordo como un polizón? Te digo que es el diablo. La razón por la que no se le ve la cola es porque se la dobla y la esconde. La lleva enrollada en el bolsillo, supongo" (481).

En ese punto, hay un claro desvío de la tragedia hacia lo demoníaco, y también comenzamos a percibir que las explicaciones sobrenaturales del destino fatal de Ahab, el Pequod y su tripulación cobran más fuerza. Fedallah siempre acompaña al capitán, y se presenta la posibilidad de que Ahab haya hecho un pacto con el diablo para poder matar a Moby Dick. La fatalidad presente desde el comienzo en la narración de Ismael se potencia con esta figura diabólica presente en el barco casi como un consejero del capitán. Es importante destacar que este hombre es árabe o proviene de una nación ubicada en la antigua Persia (el libro no es claro en este punto, pues confunde algunas características de distintos pueblos en la figura de Fedallah). Es decir que la encarnación del mal es extranjera y contrasta con los hombres blancos, estadounidenses y cristianos que comandan la tripulación.

Por otra parte, la secuencia narrativa posterior a la caza del primer cachalote permite volver a resaltar el tema de las jerarquías a bordo. Cuando Stubb ha matado a esta ballena, se muestra excesivamente arrogante y pide que le cocinen un bistec. Se encuentra en un estado de excitación, como un conquistador tras una victoria. El bistec de cachalote es un premio, un trofeo que simboliza su conquista, su superioridad en esa lucha contra la naturaleza. Y esa arrogancia sin moderación se traslada al modo en que trata a los otros miembros de la tripulación. En primer lugar, le ordena a Daggoo que corte el bistec y luego le da instrucciones a Fleece, el cocinero, para que lo prepare. En el intercambio con este hombre, Stubb es excesivamente irrespetuoso y maltratador. Lo último que le dice, al cerrar el Capítulo 64, es: "Cocinero, sírveme croquetas para la cena mañana en mi guardia de media, ¿me oyes? Puedes irte ahora. ¡Un momento! ¡Detente! Haz una reverencia antes de retirarte. ¡Detente y al pairo otra vez! Albóndigas de ballena para el desayuno. No lo olvides" (448). Fleece, un anciano de noventa años, se muestra malhumorado por el maltrato que le dirige Stubb, pero no puede defenderse demasiado, porque debe obedecer al segundo oficial respetando su jerarquía como autoridad.

En esa línea, se destaca también la historia relatada después del encuentro con el barco llamado Jeroboam. Es la segunda embarcación que cruza el Pequod en su travesía. Ya en el Capítulo 54, tras el cruce con el barco Albatros, Ismael narra la historia del Town-Ho, que casi desata un motín a bordo. El encuentro con el Jeroboam permite contar un segundo relato en el mismo sentido: un hombre de la tripulación se presenta como el arcángel Gabriel y desplaza al capitán como autoridad del barco. En esta oportunidad, sí se produce un motín a bordo. Ambos encuentros permiten narrar situaciones en que la tripulación deja de respetar las órdenes del capitán. Estos relatos se conectan con la situación a bordo del Pequod, porque Ahab sabe que no puede focalizarse exclusivamente en su obsesiva persecución de Moby Dick, sino que debe cazar cachalotes para obtener riquezas, porque, de lo contrario, sus marineros pueden darle la espalda y dejar de obedecerle. Una parte importante de la tensión narrativa, que nos mantiene atentos como lectores, se debe a ese delicado equilibrio: si bien las jerarquías explicadas en los primeros capítulos son firmes, siempre existe el riesgo de que se derrumbe esa estructura de obediencia.