Las uvas de la ira

Las uvas de la ira Resumen y Análisis Capítulos XIV-XVII

Capítulo XIV

Resumen

Los Estados del Oeste de Estados Unidos están nerviosos por varios factores nuevos, que incluyen el aumento de la influencia del gobierno, la creciente unidad laboral y las huelgas. Sin embargo, estos Estados no se dan cuenta de que estos factores son los resultados del cambio y no las causas del mismo. La verdadera causa es el hambre de la gente. El peligro que enfrentan los poderes establecidos es que la perspectiva de la gente sobre los problemas sociales ha pasado del "yo" al "nosotros".

Análisis

Este capítulo hace una declaración política explícita sobre la migración a la costa oeste. Los propietarios y poderes de control temen los cambios, que son inminentes y que amenazan sus intereses. Paradójicamente, los propietarios son los causantes de dichos cambios. Al expulsar a los agricultores de sus tierras, los intereses comerciales han creado el hambre que aflige a los agricultores.

Steinbeck vuelve a considerar la definición y función de un hombre. Según él, un hombre se define por lo que crea, el trabajo que hace y, lo más importante, su capacidad de mejora. La narración advierte la posibilidad de que las personas se resignen frente a las circunstancias adversas y dejen de luchar para mejorar. En ese sentido, Steinbeck es tajante: lo que distingue -o debería distinguir- a la humanidad, desliza en el capítulo, es la capacidad de entender esa exigencia vital de sacrificar lo individual en pos de un bien colectivo.

Asimismo, este capítulo también señala la relación de confrontación entre los propietarios y las clases trabajadoras. Los propietarios explotan los intereses individuales para frustrar el bien colectivo. Al obligar a los hombres a considerar solo el interés propio, los propietarios impiden la posibilidad de que el interés colectivo pueda formar y fomentar la revolución.

Capítulo XV

Resumen

Este capítulo comienza con una descripción de los puestos de hamburguesas y cafeterías en la ruta 66. La cafetería típica está a cargo de una mujer a menudo irritada, que, sin embargo, se vuelve amigable cuando entran los camioneros, clientes constantes que siempre pueden pagar. Los viajeros más ricos sueltan nombres con aire jactancioso y compran productos innecesarios. Los dueños de los comedores se quejan de los trabajadores migrantes, ya que no pueden pagar y, a menudo, roban. Una familia entra en un restaurante designado y quiere comprar una barra de pan. La dueña, Mae, les dice que su negocio no es una tienda de comestibles, pero Al, el otro, es más receptivo. Por su parte, Mae eventualmente vende dulces a la familia a un precio más bajo de lo normal. Mae y Al se preguntan qué harán esas familias una vez que lleguen a California.

Análisis

En lugar de describir la difícil situación de las familias migrantes desde la perspectiva de los Joad, este capítulo ofrece otra perspectiva, un tanto antipática, sobre la situación de los migrantes. Para los dueños de los comedores y otros pequeños negocios a lo largo de la ruta 66, los trabajadores migrantes son poco más que una carga, ya que ellos les piden a los trabajadores de los comercios, que simplemente intentan ganarse la vida, limosnas y caridad. Los hombres y las mujeres que trabajan en los comedores de la ruta 66 tienen sentimientos encontrados respecto de estas familias migrantes; una mezcla de odio y compasión. Ven a estos viajeros como vagabundos, pero se apiadan de ellos. Mae y Al venden una hogaza de pan a un grupo de migrantes, y Mae incluso vende dulces a los niños a un precio muy reducido. Sin embargo, parte de esta compasión proviene de la impaciencia. Es más fácil darles a las familias migrantes lo que quieren y sacárselas de encima rápidamente, antes de que pidan más cosas.

Asimismo, está claro que este recelo que tienen las personas que atienden en los comedores para con los trabajadores migrantes favorece los intereses de los poderosos: si los pobres se miran entre sí con recelo, jamás podrán organizarse y unir sus fuerzas para hacerle frente a las injusticias del sistema capitalista. Este recelo que existe entre los pobres irá desapareciendo paulatinamente, a medida que el hambre y la desesperación crezcan.

Capítulo XVI

Resumen

Los Joad y los Wilson continúan el viaje. Rose of Sharon habla con su madre sobre lo que harán cuando lleguen a California. Ella y Connie quieren vivir en un pueblo, donde Connie pueda conseguir un trabajo en una tienda o en una fábrica. También quiere estudiar en casa, posiblemente tomando un curso de radio por correspondencia. En un momento, se escucha un traqueteo en el auto de los Wilson, por lo que Al se ve obligado a detenerse; resulta que hay problemas con el motor.

Sairy Wilson les dice a los Joad que deben seguir adelante sin ellos, pero Madre Joad se niega y les dice que ahora son como una familia y que el grupo no abandonará a ninguno de sus miembros. Tom dice que él y Casy se quedarán con el camión si todos los demás se adelantan; arreglarán el auto y luego seguirán adelante. Sin embargo, Madre se opone. Ella se niega a irse porque lo único que les queda a los migrantes son ellos mismos, y ella no romperá la familia ni siquiera momentáneamente. Cuando todos los demás se oponen a su argumento, toma una llave en cruz y los amenaza.

Tom y Casy intentan arreglar el auto, y este último comenta que ha visto muchos autos moviéndose hacia el Oeste, pero ninguno hacia el Este. Casy predice que todo el movimiento y reunión de personas en California cambiará el país. Los dos se quedan en el coche mientras el resto sigue adelante. Antes de que la mayor parte de la familia se vaya, Al le dice a Tom que Madre está preocupada de que haga algo que pueda romper su libertad condicional. Y este no es el único motivo de preocupación: la abuela se ha vuelto loca; grita y habla sola. Al le pregunta a Tom qué sintió cuando mató a un hombre. Tom admite que la prisión tiende a volver locas a las personas.

Tom y Al encuentran un depósito de chatarra, donde localizan una pieza de repuesto para la biela rota en el auto de los Wilson. El tuerto que trabaja en el depósito de chatarra se queja de su jefe y dice que podría matarlo. Tom regaña al tuerto por culpar a su ojo de todos sus problemas y luego critica a Al por su constante preocupación de que la gente lo responsabilice por la avería del auto. Muy pronto, Tom, Casy y Al se reúnen con el resto de la familia en un campamento, no muy lejos. Sin embargo, para permanecer en el campamento, los tres deben pagar un cargo adicional, ya que serían acusados ​​​​de vagancia si durmieran al aire libre. Tom, Casy y el tío John finalmente deciden seguir adelante y reunirse con todos los demás por la mañana.

Los Joad también aprenden más sobre sus perspectivas en California. Un hombre harapiento en el campamento, cuando escucha que los Joad van a recoger naranjas en California, se ríe. El hombre, que regresa de California, declara que los volantes son fraudulentos: en ellos piden ochocientas personas, pero atraen a varios miles de personas más que quieren trabajar. Esto hace bajar los salarios. El propietario del campamento sospecha que el hombre harapiento está tratando de causar problemas.

Análisis

Rose of Sharon ofrece un marcado contraste con el resto de los personajes de Las uvas de la ira. Ella es el único personaje adulto que conserva cierto sentido de esperanza para el futuro de los Joad; cree en la posibilidad de vivir una vida digna con su esposo y su futuro hijo. Mientras que los otros personajes esperan poco más de California que una escasa supervivencia, Rose of Sharon espera vivir el tradicional "sueño americano". Ella es el único faro de esperanza dentro de la familia Joad. Ni siquiera su hermano menor, Al, posee un optimismo similar. Es defensivo y combativo, y está constantemente preocupado de que otros lo culpen por los problemas con el automóvil.

Madre Joad, una vez más, se revela a sí misma como el centro de la familia cuando exige que no dejen atrás a Tom y Casy, ni siquiera temporalmente. Ella no deja a la familia otra opción que permanecer unida, incluso amenazando con violencia contra cualquiera que se le oponga. Al hacerlo, reitera la idea de que la fuerza de las personas desfavorecidas como los Joad depende de la unidad.

Steinbeck deja bastante claro, al final del capítulo, que los Joad podrían no encontrar trabajo en California. Casy menciona que ha visto a muchos otros viajar hacia el Oeste, pero no ha visto a nadie viajar de regreso al Este, y el hombre harapiento con el que los Joad se encuentran en el campamento confirma este temor. Incluso peor que un mercado laboral abarrotado es el hecho de que las supuestas oportunidades de empleo son engaños, que los volantes han inducido a demasiados trabajadores para reducir los salarios. El hombre harapiento incluso sugiere que los Joad enfrentarán un destino peor en California del que tenían en Oklahoma. Por revelar esta información, el hombre es automáticamente catalogado como un agitador laboral, una etiqueta burlona que se le da constantemente a quienes denuncian las injusticias sociales en la novela de Steinbeck.

El tuerto proporciona otra perspectiva de la experiencia que viven los trabajadores estadounidenses. Es llamativo y grotesco, y su presentación casi desafía ese realismo tan contundente que ofrece la novela. En ese sentido, el tuerto revela que podría matar a su jefe, un arrebato que está lejos de ser creíblemente realista, aunque, quizás, aporta una nueva capa psicológica a este tipo de personajes. Es uno de los muchos trabajadores con los que se encuentran los Joads, pero no es insignificante. Steinbeck le da algo de personalidad e historia para enfatizar la importancia de todos los trabajadores, ya sea que ocupen o no roles centrales en Las uvas de la ira. El episodio del tuerto también demuestra, una vez más, que Tom Joad es franco y directo. No se asusta al enfrentarse a una persona; una cualidad que le da un aire de autoridad, pero que, al mismo tiempo, puede resultar peligrosa.

Capítulo XVII

Resumen

Un importante patrón de comportamiento surge entre los trabajadores migrantes. Durante el día, mientras viajan, sus autos van separados, pero por la noche sucede algo extraño: en los campamentos donde se hospedan, las diferentes familias se convierten en una sola. Sus pérdidas y sus preocupaciones se vuelven comunitarias. Las familias son al principio tímidas, pero poco a poco construyen pequeñas sociedades dentro de los campamentos, con códigos de conducta y derechos que deben ser atendidos. Para las transgresiones, solo hay dos castigos: la violencia y el ostracismo. Surgen líderes, generalmente los ancianos sabios. Las diversas familias encuentran conexiones entre sí.

Análisis

Este capítulo se centra en la sociedad de los trabajadores migrantes, una comunidad algo idealizada que se forma espontáneamente, con reglas que favorecen un comportamiento amable y que permiten a las diversas y dispares familias encontrar intereses comunes. En esencia, Steinbeck utiliza la vida del campamento para representar un orden utópico en el que se evitan las demostraciones ostentosas de riqueza, donde reina la igualdad y no surge una clase dominante real. La aproximación más cercana a una clase dominante es el grupo de ancianos, que gobiernan desde la sabiduría y la experiencia.

Por otro lado, está claro que este sentido de comunidad que se afianza entre los trabajadores constituye la plataforma sobre la cual ellos podrán organizarse para hacerle frente a los abusos de poder de los terratenientes. Asimismo, ese fuerte sentimiendo de desesperanza que viene acompañando a los trabajadores migrantes a través de la ruta 66, ahora, al menos, pueden compartirlo con sus semejantes, y esto hace que no se sientan, además de desesperanzados, solos. En ese sentido, en la medida que los trabajadores comiencen a tomar conciencia del potencial que tienen unidos, esa desesperanza mutará en ira, y esa ira, en acciones concretas para luchar por sus derechos laborales.