La isla del tesoro

La isla del tesoro Resumen y Análisis Capítulos 28-34

Resumen

Capítulo 28

Dentro del fortín, Jim ve que los seis piratas que quedan vivos tomaron todas sus provisiones. No hay rastro de sus amigos y teme que hayan sido asesinados.

John “el Largo” Silver se dirige al muchacho y le habla de manera amistosa, proponiéndole unirse a ellos; le dice que los hombres del capitán Smollett lo consideran un enemigo. Esto entristece a Jim, pero se alivia al enterarse de que están vivos. Frente a la propuesta del pirata, Jim le pregunta, primero, qué ocurrió con sus amigos. Así, “el Largo” responde que el doctor les propuso un trato. Frente a la pérdida del barco, le dieron a los filibusteros el fortín con sus provisiones. Luego de esta respuesta, Silver presiona a Jim para que defina qué va a hacer. El muchacho le confiesa que él es el verdadero responsable de las desgracias de los piratas: escuchó sus planes, soltó La Española y mató a Israel Hands. Le promete a los criminales que, si lo dejan con vida, él será testigo a su favor para salvarlos de la horca. Morgan, uno de los piratas, intenta matar al muchacho, pero Silver lo detiene ya que, como capitán, piensa que nunca ha visto un chico tan bueno como Jim. En respuesta a este gesto, la tripulación decide deliberar qué hacer con ambos.

Mientras deliberan, Silver le dice al muchacho que decidió salvarlo porque reconoció su valentía. Así, le propone que se ayuden mutuamente: “el Largo” salvará al joven siempre que pueda si Jim salva al pirata de la horca al regresar a la civilización. El chico acepta el trato. El pirata le confiesa que el doctor le dio el mapa del tesoro. Jim reacciona con tanto asombro que el mismo Silver le comenta que seguro hay algo escondido en ese gesto de Livesey.

Capítulo 29

Cuando los bucaneros regresan al fortín, le dan a Silver la marca negra, arrancada de una página de la Biblia, y lo destituyen como capitán. Sin embargo, “el Largo” les explica que las reglas indican que primero deben explicarle los motivos y luego permitirle responder los agravios. Así, los piratas distinguen cuatro cargos. En primer lugar, o consideran responsable de la muerte de parte de la tripulación; en segundo lugar, dejó a los enemigos salir de la empalizada. Luego, les impidió a los piratas atacar a los buenos en su retirada y, finalmente, protegió a Jim.

Silver responde a estos puntos e indica que, en primer lugar, Anderson, Merry y Hands son los culpables de la debacle, ya que arruinaron todos sus planes. En relación a Jim, Silver lo considera un rehén. Finalmente, el pirata les recuerda a sus hombres que fueron ellos quienes reclamaron el trato con el bando rival, ya que el fortín cuenta con provisiones para paliar el hambre de toda la tripulación. Además, les muestra el verdadero motivo por el que los dejó irse; así logró que Silver les mostrara el mapa del tesoro. Los amotinados, absolutamente excitados, proclaman a “el Largo” como capitán nuevamente.

Silver le arroja la marca negra a Jim, que la conserva hasta el presente. Luego de un día tan agitado, Jim intenta dormir, pensando en la peligrosa situación en la que se encuentran junto con “el Largo”, intentando aplacar a los piratas y salvar sus propias vidas.

Capítulo 30

Temprano a la mañana siguiente, el doctor Livesey aparece en el fortín para atender a sus pacientes. Silver le informa sobre la presencia de Jim, pero el médico no dice nada y se dirige a curar a los hombres. Los trata de manera profesional, con respeto y sin temor. Finalmente, pide hablar con Jim, a solas; Silver le permite hacerlo a condición de que hablen a la distancia, y si el muchacho promente que no huirá. Cuando el doctor se retira, los piratas acusan a Silver de ser un traidor que sacrifica los intereses del grupo para salvarse él solo. El capitán los insulta violentamente y les recuerda que gracias a él tienen el mapa.

Una vez afuera, Silver acompaña a Jim al encuentro con Livesey. Al llegar a una distancia prudente, el pirata le cuenta al doctor que él fue quien salvó la vida de Jim y le pide una pizca de esperanza, ya que tiene terror de ser ahorcado. Luego de esta confesión, se retira para que Jim y Livesey puedan hablar solos.

El doctor reprende a Jim por haber escapado y abandonado el grupo, especialmente en el momento en el que capitán estaba herido. El muchacho empieza a llorar y le dice que teme ser torturado por los piratas. Entonces, Livesey intenta persuadirlo para que abandone la empalizada, pero el joven se niega: le dio su palabra a Silver. Brevemente, le cuenta sus aventuras y le comenta que La Española está en la Caleta Norte. Agradecido, el doctor le dice que salvó la vida de todos y jura no dejarlo morir.

En este momento, Silver regresa. El doctor le recomienda demorar la búsqueda del tesoro. Sin embargo, el pirata le dice que esta tarea es la única que puede salvarles la vida a él y a Jim. Finalmente, el doctor le advierte que, al llegar al lugar, pueden encontrarse con una desilusión. Desorientado, el pirata le pide una muestra de esperanza y Livesey le jura que hará lo posible por salvarle la vida, pero le aconseja mantener a Jim cerca suyo. Luego de este intercambio, Livesey se retira.

Capitulo 31

Luego de la partida del doctor Livesey, Silver le dice Jim que van a estar juntos para poder sobrevivir. Para recomponer el vínculo con sus hombres, Silver afirma que se llevará al muchacho atado y que, una vez conseguido el tesoro, podrán encontrar el barco y huir. Esta declaración preocupa a Jim, ya que por las dos caras del pirata no está seguro de qué pensar. A estas dudas se les suman las preocupaciones por el errático comportamiento de sus compañeros, el misterioso abandono del fortín y la inexplicable entrega del mapa.

Camino al tesoro, los piratas se dirigen en dirección al árbol alto que aparece en la nota de Flint en el mapa. De repente, uno de los hombre comienza a llamarlos a los gritos y todos corren hacia él. Encuentran un esqueleto humano dispuesto de una manera muy particular, ya que los pies apuntan a una dirección pero sus manos están en sentido contrario. Silver cree que el cuerpo fue puesto para servir como brújula, y lo reconoce como uno de los piratas del capitán Flint, llamado Allardyce. Uno de los hombres nota que todas las posesiones del difunto están intactas, y recuerdan que Flint no solía llevarse las pertenencias de los marineros. Silver piensa que nada de esto es normal ni anuncia buenos augurios; los hombres temen que el espíritu maligno del pirata aparezca repentinamente.

Capítulo 32

Finalmente, los filibusteros alcanzan la meseta y se sientan a descansar. De repente, oyen una voz temblorosa que canta la vieja canción del capitán Flint. Aterrorizados, los piratas empalidecen, convencidos de que se trata del pirata pero, repentinamente, la canción se interrumpe. John Silver intenta convencerlos de que no se trata de un fantasma, sino de alguien que quiere embromarlos. La voz reaparece y grita a toda voz las últimas palabras de Flint antes de morir. A pesar de todo, Silver no se desanima y clama que está ahí para conseguir el tesoro y nada podrá disuadirlo. Finalmente, el pirata reconoce ser Ben Gunn, y así los hombres pierden el miedo.

Los bucaneros deciden seguir su camino; ya están cerca del tesoro, llenos de entusiasmo. Sin embargo, de repente se detienen. Jim oye un grito ahogado; frente a ellos ven un hoyo profundo, con varias cajas rotas. Así descubren que el tesoro fue descubierto y saqueado.

Capítulo 33

Luego de comprobar que el tesoro no está, Silver le da a Jim una pistola para protegerlo. Los marineros, enfurecidos, saltan al hoyo y comienzan a cavar, en búsqueda de cualquier cosa que haya quedado. En este frenesí, Merry acusa a Silver de haber sabido todo sobre este fraude. Desafiante, el capitán enfrenta a su tripulación y, cuando empieza el enfrentamiento entre ambos, irrumpen tres disparos. Merry cae herido; Silver se acerca y lo mata. En ese instante, el doctor, Gray y Ben Gunn aparecen; Livesey exclama que tienen que correr para impedir que los piratas lleguen a los botes.

En el camino, el doctor les explica a Silver y a Jim lo que ellos no saben. Dos meses antes de la llegada de La Española, Ben Gunn encontró el tesoro y lo escondió en una cueva cercana. Cuando Livesey escuchó esta historia, le dio el mapa del tesoro a Silver, ya que era inútil. Pero esa mañana, al descubrir que Jim correría gran peligro cuando los piratas descubrieran la ausencia del tesoro, Livesey corrió a la cueva para buscar ayuda. Temiendo que los piratas se anticiparan, envió a Gunn al frente, a quien se le ocurrió la idea de imitar la voz de Flint para asustar a los piratas y demorarlos. El truco fue exitoso, y le dio tiempo suficiente al doctor y a Gray para llegar al sitio del tesoro.

Cuando llegan a los botes, destruyen uno de ellos y navegan con el otro rumbo a La Española. Allí, dejan a Gray como guardia para custodiar el barco mientras los demás regresan a buscar el tesoro escondido en la cueva. Allí, delante de un fuego y junto con decenas de lingotes de oro, el capitán Smollett los espera. Todos juntos, incluido John Silver, comparten una magnífica cena.

Capítulo 34

Al día siguiente, los hombres comienzan a transportar el tesoro a la goleta, aunque por la enorme cantidad de oro esta tarea lleva varias jornadas. La tercera noche, el doctor y Jim oyen las risas y los gritos de los amotinados. Silver acota que seguramente estén ebrios, pero Livesey piensa que pueden estar enfermos. Así, el médico quiere ir a ayudarlos, pero “el Largo” se lo prohíbe, ya que está seguro de que lo matarán. Finalmente, deciden abandonar la isla, no sin antes dejar comida, medicamentos y tabaco para los piratas.

Finalmente, La Española zarpa y la tripulación a bordo ve a los tres filibusteros arrodillados, implorando ser rescatados. Sin embargo, deciden dejarlos en la isla, por temer un nuevo motín. Ante la falta de marineros, deciden dirigirse a Sudamérica para contratar una nueva tripulación. Cuando anclan en un bellísimo golfo, son muy bien recibidos por la gente local, y, al regresar a la goleta, Ben Gunn informa que Silver escapó, llevándose parte del tesoro. La huida del pirata es un alivio para todos.

Finalmente, Jim y sus amigos llegan a Bristol. Cada uno de los integrantes recibe una parte del tesoro. Smollett entonces se retira, mientras Gray compra un barco. Por otra parte, Gunn gasta su dinero en tres semanas y se convierte en un mendigo; le ofrecen un puesto de guardián en una hacienda. Con respecto a Jim, cuenta que nunca más volvió a oír sobre John Silver, pero que aún tiene pesadillas sobre esa isla maldita, en las que aparece la voz del loro Capitán Flint chillando: “¡Doblones!”.

Análisis

Estos seis capítulos conforman la sexta y última parte de la novela, titulada “El capitán Silver”. Así, el título de este final anticipa la presencia decisiva del personaje más complejo de la novela, John Silver. Cuando los filibusteros capturan a Jim, “el Largo” le ofrece incorporarlo a su bando y así salvar su vida. Frente a esta propuesta, el muchacho los confronta: “no les temo más que a una mosca” (p. 227), les dice. En este punto, la reacción de Silver nos sorprende; no solo mantiene a Jim con vida sino que lo defiende por su valentía y coraje. En este gesto astuto, el pirata se garantiza su supervivencia; sabe que podrá utilizar como moneda de cambio el hecho de haber defendido al muchacho a la hora de pedir clemencia.

Sin embargo, esta actitud también le trae difíciles consecuencias. La imposibilidad de los piratas de cuidarse a sí mismos y su carácter temerario amenazan la estabilidad de su liderazgo. Cuando Silver protege al muchacho, la tripulación amenaza con amotinarse y destituirlo por su cobardía. Sin embargo, el capitán no duda en culparlos por el fracaso de la expedición y, frente a la recriminación de haber pactado con los enemigos, responde que “se hubiesen muerto de hambre si yo no lo hacía” (p. 238). Así, revela su personalidad persuasiva y poderosa que se opone a la de sus hombres, débiles y quejosos. Es interesante cómo la complejidad de Silver se revela en todo su esplendor; es un personaje protector y cuidadoso con Jim, pero que, al mismo tiempo, no duda en insultarlo si la coyuntura así lo exige.

Con el final de la novela accedemos también al desenlace de John Silver. A lo largo de estos capítulos, el personaje exhibe su dualidad en todo su esplendor: por momentos es amistoso y cuida a Jim, enfrentándose al resto de su tripulación. Así, frente a una situación desafiante, Silver se muestra pragmático y sabe adaptarse a las exigencias del momento. No duda en enfrentar la furia de los cinco piratas para salvarse a sí mismo y también a Jim; sabe que cuidar al muchacho es la única posibilidad de supervivencia que tiene. Este vínculo obligado entre ambos contra el resto de los amotinados nos obliga a sentir empatía por Silver. Sin olvidar sus acciones crueles, percibimos también que es capaz de ejercer un cuidado casi paternal sobre el joven Jim. Sin embargo, al llegar al tesoro, no duda en maltratar al muchacho: “De cuando en cuando se volvía, dirigiéndome una mirada asesina” (p. 263), comenta el joven. El dinero trae a la luz el lado oscuro del pirata; una vez más, la ambición y la codicia hacen relucir el aspecto más inhumano de las personas.

Al volver a estar bajo el dominio del capitán Smollett, Silver es humilde y obediente, como lo era al principio de la expedición. Su astucia le permite dejar de lado el honor y el orgullo para adaptarse a las exigencias de la situación. Sin embargo, el final no redime al personaje; el pirata se roba parte del dinero y huye de La Española para asentarse en América. Como lectores, la lección moral es, por lo menos, ambigua: de alguna manera, no hay castigo para los actos delictivos de John, que quedan impunes. El paradero desconocido del pirata permite que Jim afirme que “ese marinero formidable de una sola pierna desapareció de mi vida” (p. 279). Es interesante que el narrador, ya adulto, sea incapaz de trascender la influencia de Silver, en tanto sueña aún con los chillidos de su loro, el Capitán Flint.

En este pasaje final, Jim cuenta qué fue de la vida de los integrantes de la misión a la Isla del Tesoro. Sin embargo, excluye de su relato al squire Trelawney y al doctor Livesey. Este recorte particular exhibe que, de alguna manera, el narrador considera que sus devenires son intrascendentes para el lector porque lo son también para él. En este punto, podemos especular que ni Livesey ni Trelawney, dos representantes de la civilización y la ciencia, son inspiradores para el personaje, probablemente por su apego extremo a la razón y el raciocinio. En este sentido, es el carisma y espíritu aventurero de Silver el que lo convoca a pensar en él, aún a la distancia temporal desde la que narra el personaje.

También en estos capítulos los lectores percibimos los cambios más significativos en la personalidad de Jim. Cuando enfrenta a los piratas, nos queda claro que el protagonista ya es un adulto dueño de una voz propia, capaz de hacerle frente a los delincuentes que buscan asesinarlo. Esta valiente actitud del muchacho se sostiene gracias a los actos heroicos: haber matado a Israel Hands, así como el exitoso rescate de La Española le dan una estatura suficiente como para posicionarlo como el héroe de esta historia de aventuras. Sin embargo, si los lectores nos identificamos con el devenir del muchacho es justamente porque sus triunfos se deben tanto a su habilidad como a la suerte: “yo tengo el barco, en parte por suerte, y en parte porque me arriesgué” (p. 247), le dice, sin reparos, a Livesey. En este punto, la pericia del protagonista radica en saber aprovechar los momentos de buena fortuna y tener la osadía de llevar adelante su tarea, aún cuando es cuestionada por los adultos que lo rodean.

Así, el crecimiento de Jim como tema fundamental de la novela lo conduce de ser un muchacho pasivo, asombrado frente a los actos de piratería de Billy Bones, a convertirse en un experimentado líder. Esta transformación ocurre bajo la mirada del lector, que la entiende como el proceso más natural e inevitable bajo las circunstancias extremas que atraviesa el protagonista. Sin embargo, es necesario destacar que la adultez conlleva una dimensión física pero también una moral. En este punto, al matar a Israel Hands, el joven logra su máximo desarrollo como hombre de acción, pero su verdadera estatura moral se juega cuando cumple su palabra de quedarse con Silver, aún frente a la propuesta del doctor Livesey de huir y salvarse solo. En este sentido, cuando Jim se niega a escapar, no toma una decisión práctica sino ética, ya que se niega a traicionar la confianza del pirata. Si bien este gesto es altamente irónico, ya que el muchacho no dudó demasiado a la hora de abandonar al capitán Smollett, nos revela que comparte con Silver un vínculo particular, compuesto en partes iguales por admiración y temor. La propuesta de Livesey también exhibe su propia hipocresía; a pesar de su pertenencia nobiliaria y distinguida, no duda en sugerirle al muchacho que traicione a Silver. Con esta actitud, Stevenson nos muestra que los límites morales son ambiguos, y hasta la ética de la alta sociedad puede ser, por momentos, cuestionable.

El tema de la ambigüedad moral reaparece en el último capítulo, cuando los hombres deciden dejar abandonados en la isla a los tres piratas. Si bien esta determinación es dolorosa, ningún personaje se atreve a salvarlos: “lograron que nuestros corazones se apiadaran de su miserable suerte, pero no podíamos correr el riesgo de otro motín” (p. 276). En este sentido, la decisión es moralmente dañina, en tanto condena a los hombres a una vida inhumana, pero tácticamente acertada, ya que garantiza la supervivencia de la tripulación. Así, este balance cuidadoso entre ambas partes permite que el lector sea consciente de la dificultad de juzgar una actitud en estas complejas circunstancias.

En este balance final, Stevenson cuestiona el valor real del tesoro. A pesar de que es el motor narrativo de la novela, Jim apenas menciona el dinero al final. Así, los lectores desconocemos el monto o qué hizo el protagonista con el botín; en este punto, entendemos que el tesoro, en su dimensión monetaria, es insignificante para el narrador. En este sentido, cuando el grupo encuentra el tesoro en la cueva de Ben, el muchacho solo puede pensar en “cuánta sangre y cuántos pesares” (p. 271) hay detrás de la recompensa. Bajo la perspectiva del joven, el dinero es un símbolo de corrupción y destrucción; por el tesoro, hombres y navíos enteros fueron destrozados y condenados a una trágica desaparición. También es significativa la descripción de Jim del tesoro: el cofre de Billy Bones conforma “el más variado museo del dinero” (p. 274). La elección de la palabra "museo" no es casualidad, ya que, en esta institución, los objetos carecen de valor real en el mercado, y tienen importancia, en cambio, por su valor cultural. Así, el muchacho borra la dimensión económica del dinero y la destaca como un patrimonio significativo para la historia de la humanidad.

Además de la mirada de Jim sobre el tesoro, Stevenson profundiza sobre la dimensión material del dinero. Así, conseguir el botín implica un acercamiento con la muerte y el supuesto espíritu del capitán Flint. Si bien esto es un artilugio planeado por Ben Gunn, el esqueleto que es utilizado para señalar la dirección del tesoro cuestiona que el ser humano es capaz de sacrificar su integridad en pos de un botín. De manera literal y simbólica, el esqueleto es un humano destruido porque el valor del dinero deshumaniza a las personas. Así como el esqueleto es un humano destruido, los ambiciosos piratas están condenados también a su propia destrucción.

De esta manera, la novela deja en claro que, para Jim, lo verdaderamente crucial y transformador es la experiencia del viaje, que lo obligó a dejar atrás la comodidad de su espacio familiar y profundizar su complejidad humana. En la narración del muchacho, el viaje es una alegoría de su desarrollo personal y el abandono definitivo de la niñez; los riesgos y las aventuras de la isla se corresponden con los desafíos que implica crecer.