La isla del tesoro

La isla del tesoro Resumen y Análisis Capítulos 13-15

Resumen

Capítulo 13

Al día siguiente de haber llegado a la isla, Jim se siente molesto porque las expectativas del lugar no eran las esperadas. Se presta de voluntario para ayudar a remar en uno de los botes y nota que los marineros no cumplen de manera disciplinada con sus tareas. Esto lo inquieta, ya que teme por un inminente motín. Al anclar, notan un pestilente olor. El doctor Livesey sospecha que se debe a potenciales enfermedades. El clima entre los marineros es hostil; solo John Silver se ve animoso, como una táctica para ocultar la creciente tensión.

Frente a este panorama, el capitán les da a sus hombres la tarde libre para desembarcar. Sin embargo, Silver, que se revela como el líder del grupo, deja a seis de su bando en el barco para que los hombres honestos no puedan apoderarse del barco. En el último segundo, Jim toma una decisión impulsiva y salta al bote más cercano para desembarcar con los piratas. Cuando la embarcación llega a la orilla, el muchacho oye a Silver llamándolo, pero ignora sus gritos y corre tierra adentro para huir de él.

Capítulo 14

Jim logra despistar a John Silver y explora la misteriosa isla, que está absolutamente deshabitada. Sin embargo, el placentero recorrido se ve interrumpido rápidamente, ya que oye un rumor lejano de voces. Decide acercarse para conseguir algo de información sobre los planes de los filibusteros. Escondido, descubre que Silver está intentando convencer a un tal Tom de unirse a los piratas. Sin embargo, un grito de furia seguido de un profundo alarido interrumpe la conversación entre los hombres. Silver, sin inmutarse, cuenta que era Alan, un marinero que fue asesinado por haberse negado a formar parte de su bando. Frente a esta confesión, Tom se aleja, pero el pirata reacciona violentamente, lanzándole una rama que lo hace caer al suelo. Luego se acerca al hombre para acuchillarlo.

Después de presenciar este episodio, Jim se siente mareado y al borde del desmayo. Finalmente, decide salir de su escondite y se dirige a la zona más despejada del bosque para poder correr a toda velocidad, sin saber hacia dónde ir. Invadido por el miedo, el muchacho se da cuenta de que no tiene forma de regresar a los botes porque, si lo hace, será probablemente asesinado. En este momento, Jim ve algo que le paraliza el corazón.

Capítulo 15

Por la ladera del monte, Jim ve una extraña silueta oculta tras el tronco de un pino. Aterrorizado por la presencia de esta criatura, decide regresar a donde están los botes. Desafortunadamente, ese ser es muy veloz y le corta el camino. Así, el muchacho comprueba que se trata de un hombre y se acerca a él con una pistola en la mano. Arrodillado y suplicante, el señor cuenta que su nombre es Ben Gunn y que hace tres años que vive en la isla, abandonado por sus compañeros piratas. Se define como un hombre piadoso, arrepentido de sus pecados y ferviente cristiano. Excitado frente a la presencia de Jim, le aclara que es extremadamente rico y le pregunta por el barco de Flint. El muchacho le explica que el viejo pirata está muerto y le cuenta toda la historia de los amotinados y su líder, John Silver. Ben, intrigante, se ofrece a ayudarlos a cambio de mil libras y un pasaje de regreso a Inglaterra. Entusiasmado, Jim afirma que el squire no dudará en darle su recompensa.

Frente a esta respuesta, Gunn cuenta que él estuvo en la nave de Flint con Billy Bones y Silver y fue testigo de cuando enterraron el tesoro. Luego, tres años más tarde, Ben pasó por la isla con otros piratas y los convenció de desembarcar para conseguir el botín. Sin embargo, después de doce días de búsqueda, sus compañeros lo abandonaron a su suerte. Así, le insiste a Jim para que le hable al squire de su situación y se dispongan a ayudarlo. Sin embargo, el muchacho le comenta que no tiene forma de regresar a La Española. Afortunadamente, Gunn le ofrece un bote para poder volver a la embarcación. Un cañonazo interrumpe la charla; Jim se da cuenta de que comenzó la lucha entre los piratas y los hombres honestos. Ambos corren para esconderse y, de pronto, Jim ve una bandera inglesa flameando en el aire sobre el bosque.

Análisis

En esta tercera parte, llamada “Mi aventura en la isla”, la seducción que ejerce este mundo desconocido comienza a desvanecerse cuando La Española llega finalmente al lugar deseado. La mirada de Jim ya no se corresponde con una perspectiva soñadora o fantasiosa, sino que el muchacho percibe la lúgubre realidad de la isla. En este punto, Stevenson prioriza un lenguaje que enfatiza la desolación siniestra del lugar: “bosques grisáceos cubrían gran parte del paisaje” (p. 113), dice. De esta manera, la minuciosa descripción que lleva adelante el narrador permite que el lector se construya una vívida imagen mental de la geografía donde van a ocurrir los hechos más significativos de la novela.

Además, la elección misma de una isla como escenario principal de la acción genera en el lector un efecto muy particular. A la hora de leer la novela, la atención se centra indefectiblemente en un número limitado de personajes en un área geográfica delimitada. En este sentido, la eliminación de las influencias externas permite que los sucesos se desarrollen sin un anclaje específico, ni temporal ni espacial. De esta manera, el lector accede a un relato escindido de la vida cotidiana, monocorde y repetitiva.

Sin embargo, Stevenson deja en claro que la isla no es, en absoluto, un paraíso tropical, sino un paraje gris y melancólico que afecta el entusiasta espíritu de Jim y presagia calamidades y accidentes. No solo el narrador nota la desolación del lugar; también el doctor Livesey afirma que la podredumbre del aire augura fiebre y enfermedades. En este sentido, parece justificada la observación del muchacho, que afirma que “desde la primera mirada detesté el sólo pensar en la Isla del Tesoro” (p. 114). El hecho de que Jim odie “pensar” en la isla más que la visión que ella ofrece nos recuerda el grado de involucramiento de los personajes con los hechos narrados. De esta manera, la percepción del muchacho responde más a la imagen mental del lugar que a los hechos objetivos.

Los lectores podemos comprender la mirada de Jim, porque en estos capítulos presenciamos ciertos hechos traumáticos y violentos. Tal como se intuye en la parte II, la transformación de los marineros es absoluta una vez que llegan a la Isla del Tesoro. El salvajismo que representa el lugar comienza a ocupar un espacio fundamental en la estructura de la novela. En este sentido, el joven nota un creciente clima de tensión entre los hombres y las órdenes del capitán: “no cabe duda de que al llegar a la isla se habían aflojado las cuerdas de la disciplina” (p. 115), comenta el narrador. Este primer indicio anticipa que será el desacato lo que domine la acción de los insurrectos.

Frente a esta situación, ya casi intolerable, Jim toma decisiones autónomas que lo obligan a enfrentarse con las consecuencias de sus errores. En este sentido, es ejemplar su valentía cuando salta del barco para inmiscuirse entre el bando pirata. Si bien es una actitud impulsiva, y la recuerda como “la primera de las descabelladas ideas” (p. 118), también anticipa que esta actitud va a ser fundamental a la hora de salvar la vida de los hombres honestos de La Española. A diferencia del capitán Smollett, rígido y estructurado, la juventud de Jim le otorga una mirada flexible del mundo que le permite adaptarse a nuevas y desafiantes circunstancias.

A partir de esta arriesgada decisión, Jim se compromete a conseguir información trascendental para su bando. Sin embargo, se expone también a peligros mortales que lo obligan a cuestionarse los límites de la vida y la muerte. Si bien para ese entonces ya ha sufrido la muerte de su padre y de Billy Bones, ambos eventos fueron naturales; no dependieron de la decisión de otro ser humano. Sin embargo, con la cruel ejecución de Tom en manos de Silver, Jim comprende que su propia vida está en riesgo y que el cruel pirata no dudará en asesinarlo si lo encuentra. Asimismo, la propia isla constituye una amenaza. El protagonista, entonces, tiene dos opciones: “solo me quedaba morir de hambre en aquella isla o perecer en manos de los amotinados” (p. 126). Es significativo que Jim crea que la isla no ofrece ninguna perspectiva de vida, sino que es un lugar que mata.

La transformación de John “el Largo” Silver en este capítulo es total: para el protagonista, ya nada queda de ese amable cocinero al que tanto admiraba. Sin embargo, la verdadera perversión del pirata es su sangre fría: si Pew o Bones eran dos personajes irritables y grandilocuentes, Silver se maneja con calma. Es esta ambigüedad la que le permite camuflarse entre los demás y agradar; dos herramientas indispensables a la hora de seducir a jóvenes marineros a unirse al bando de los filibusteros.

Luego de haber presenciado el asesinato de Tom, Jim se desmaya de la impresión, pero se recupera rápidamente para huir de allí. En este punto, la aparición del personaje de Ben Gunn les ofrece un alivio cómico tanto a Jim como a los lectores, ya que irrumpe en esta atmósfera dominada por la violencia y los asesinatos.

Si bien es un personaje en cierto punto humorístico, que interrumpe la situación angustiante de Jim Hawkins entre los piratas y los asesinatos, Ben Gunn también dimensiona hasta qué punto llega la crueldad del mundo pirata. Luego de tres años abandonado por sus propios compañeros de misión como castigo, Ben tiene un aspecto animal: “aquella criatura se deslizaba de un tronco a otro cual gamo” (p. 128). En este sentido, Ben representa la muerte simbólica de la civilización, en tanto carece de cualquier práctica propia de una sociedad humana. Además, su particular sentido del humor es inentendible para Jim; en este sentido, podríamos decir que el hombre exhibe que la única forma de sobrevivir en la isla es perdiendo todo lo que nos hace humanos, particularmente la cordura.

Cuando Ben Gunn comienza a explicarle su situación a Jim, el muchacho descubre que la búsqueda del tesoro de Flint no es un desafío nuevo; también Gunn estuvo tan comprometido en descubrir el botín como lo están ellos ahora. En este sentido, la novela muestra hasta qué punto la codicia del ser humano conduce a la ruina; por volver a la isla a buscar el tesoro, el hombre se vio obligado a permanecer varado en la isla, sin ningún tipo de contacto humano.

La aparición del personaje de Ben Gunn es un ejemplo del recurso literario conocido como deus ex machina. Cuando la vida de Jim, el protagonista, corre peligro de muerte, el hombre irrumpe bruscamente, de manera repentina, sin que antes se haya mencionado o anunciado la presencia de algún ser humano en la isla. Ben ayuda a Jim a esconderse del ataque pirata y le ofrece un bote para permitir su regreso a La Española. En este punto, Ben Gunn garantiza la supervivencia del muchacho y es ahora el narrador quien está en deuda con el hombre.