La isla del tesoro

La isla del tesoro Resumen y Análisis Capítulos 1-6

Resumen

Capítulo 1

La novela comienza con el narrador, Jim Hawkins, explicando los motivos por los que contará la historia de su aventura a la Isla del Tesoro. A pedido del squire Trelawney, el doctor Livesey y otros distinguidos caballeros, Hawkins se remonta al inicio de la expedición.

Todo comienza cuando el protagonista es un niño. En la hostería de su padre, "Almirante Benbow", un viejo pirata busca cobijo, en un año sin especificar del siglo XVIII. Así, paga por adelantado su estadía por unos días y pide que lo llamen “capitán”. Hombre reservado y taciturno, cuando consume ron y se emborracha suele cantar una canción sobre un cofre misterioso. Durante el día pasa el tiempo espiando con su telescopio, y a veces le pregunta a Jim si algún marinero apareció en la posada preguntando por él. Le ofrece al muchacho cuatro peniques al mes para que le informe de la posible llegada de un marino con una sola pierna. Aunque esta imagen tenebrosa impacta al joven, Jim es uno de los pocos que no se aterroriza ante las historias y actitudes del forastero.

Una tarde, el doctor Livesey llega a la hostería para visitar al señor Hawkins. Cuando se sienta a tomar una bebida, el capitán comienza a cantar su canción y golpea la mesa para imponer silencio. El pulcro y educado médico continúa hablando, sin inmutarse, con voz clara. Así, el capitán repite el grosero gesto. Frente a esta afrenta, Livesey le advierte que, si sigue bebiendo tanto ron, eventualmente morirá. Estas palabras enfurecen al marino, que saca su navaja y amenaza al médico de muerte. Impasible, el doctor le sugiere guardar el arma y le advierte que también es juez y que, si llegara a cometer disturbios en la zona, será severamente castigado.

Capítulo 2

Pocos meses después de los hechos narrados en el Capítulo 1, un frío día de enero, un sujeto extraño, pálido y con un machete en la mano, entra a la hostería preguntando por un tal Bill, al que describe como un capitán con una cicatriz en la mejilla. El joven se da cuenta de que se refiere al marino que vive con ellos y le responde que está dando un paseo por los acantilados. Así, el misterioso hombre decide esconderse detrás de la puerta para sorprenderlo. Al verlo, Bill empalidece. Lo saluda, asombrado, sin reconocer que se trata de su camarada Perronegro. Luego de indicarle a Jim que se vaya, ambos marineros se quedan charlando en voz baja, animados con tragos de ron. Si bien el muchacho se esfuerza en oír la conversación, solo los oye cuando irrumpen horribles juramentos e insultos seguidos de unos golpes. Jim interviene y ve a Perronegro huir con sangre en el hombro. El capitán vuelve a atacar al hombre, pero yerra el golpe y rompe el cartel de la hostería.

Luego del enfrentamiento, Bill le ordena a Jim que le traiga un vaso de ron, pero, antes de poder beberlo, cae desvanecido al suelo. En ese momento aparece el doctor Livesey y diagnostica que el capitán es víctima de un ataque cardíaco. Se dispone a atenderlo y, al desnudarlo, nota que tiene un tatuaje que dice “Billy Bones es libre”. Todos asumen que ese el verdadero nombre del capitán. Finalmente, el tratamiento es exitoso y Bill despierta, preguntando por Perronegro. El médico le asegura que el hombre huyó y le advierte que, si vuelve a tomar, probablemente muera. Con ayuda de Jim, llevan al capitán a la cama, donde deberá hacer reposo por una semana.

Capítulo 3

Al mediodía, Jim se acerca a la habitación de Billy Bones con sus medicinas. El capitán intenta sobornarlo para que el muchacho le traiga ron, ya que sufre de una abstinencia tremenda que lo hace temblar. El joven acepta darle un único vaso. Al regresar con la bebida, el capitán afirma que no obedecerá las órdenes del médico, ya que si se mantiene una semana en cama, esos canallas marineros lo estarán buscando para ponerle una marca negra y llevarse su dinero. Bones afirma que están a su acecho porque quieren su viejo cofre. Así, le ordena a Jim que, en caso de ver a ese temible hombre de una pierna o a Perronegro, o si llegaran a ponerle la marca negra, debe inmediatamente contactar al doctor Livesey para capturar a toda la tripulación del viejo Flint. Bones le explica que él era el segundo a bordo de esta expedición y el único que conoce dónde está lo que buscan. Le promete compartir con él las riquezas si cumple con su palabra.

Luego de este encuentro, Jim queda inquieto, ya que teme que Billy Bones olvide su promesa y desee aniquilarlo. Sin embargo, sus miedos se desvanecen rápidamente; su padre muere de manera repentina y el muchacho olvida sus preocupaciones. Un día después del funeral, Jim ve que un hombre ciego se acerca, lento, a la hostería. Lleva una capa de marinero que le da un aspecto siniestro. Inocentemente, el señor pregunta dónde está, pero cuando Jim le responde que se encuentra en la posada del “Almirante Benbow”, el ciego le aprieta con violencia la mano, exigiéndole que lo lleve con el capitán. Amenazado, el joven lo conduce hasta Billy, quien, al verlo, queda atónito. Por órdenes del forastero, Jim acerca la mano izquierda de Bones a la mano derecha del ciego, que le da algo con disimulo. De pronto, el visitante suelta al muchacho y se va a toda velocidad de la hostería. Billy grita que solo tiene seis horas por delante para lograrlo. Luego de esta misteriosa exclamación cae al suelo, muerto por una apoplejía fulminante. Frente a este traumático hecho, Jim comienza a llorar, dolido por la segunda muerte de la semana.

Capítulo 4

Luego de la muerte de Billy Bones, Jim decide contarle a su madre todo acerca de esos dos extraños que visitaron la posada buscando el dinero del capitán. Si bien el difunto les debía dinero por su prolongada estadía en la residencia, tanto el muchacho como su mamá se dan cuenta de que corren peligro y deciden irse de allí para evitar encontrarse con Perronegro o el ciego. Se dirigen al caserío más cercano para pedir ayuda. Sin embargo, se sorprenden de que nadie quiera ayudarlos; la simple mención del nombre de Flint atemoriza a los vecinos. Enfurecida, la señora Hawkins les reprocha ser unos cobardes y decide volver a la pensión, armada, para recuperar el dinero que les corresponde.

Al llegar a “Almirante Benbow”, madre e hijo se encierran para evitar la llegada de forasteros. Billy Bones está aún tendido en el suelo; lleva en la mano la marca negra. Jim procede a buscar en el cadáver la llave de su cofre. Finalmente, la encuentra colgada de un piolín al cuello del capitán. Madre e hijo se dirigen al cuarto de Bones y abren el baúl. Encuentran diversos objetos: desde una bolsa con monedas de oro y un paquete con papeles hasta baratijas y caracoles. La señora Hawkins toma el dinero correspondiente a la deuda pero, de repente, oyen el ruido del bastón del ciego acercándose a la hostería. Aterrorizados, madre e hijo toman las monedas y el paquete de Bones y huyen a un caserío cercano. Sin embargo, a mitad del camino, la mujer se desmaya; para protegerla, Jim la arrastra hasta ocultarla debajo de un puente.

Capítulo 5

Jim abandona el escondite para espiar a los enemigos que se dirigen rumbo a la hostería. Son ocho hombres, incluido el mendigo ciego. Entran con violencia a “Almirante Benbow” y se sorprenden al ver a Bill muerto en el suelo. El ciego, que responde al nombre de Pew, les ordena que registren a Bones y que vayan a su habitación. Uno de los hombres le advierte que está todo desordenado y que alguien se les adelantó. Le informan que hay dinero pero que no encuentran el escrito de Flint. Enfurecido, Pew grita que hay que buscar al chico y a su madre, ya que ellos tienen, seguramente, lo que están buscando.

De repente, se oyen ruidos y estruendos, seguidos por un silbido que les anuncia peligro. Uno de los bandidos advierte que deben largarse, pero Pew se rehúsa a hacerlo sin el papel, ya que, afirma, tienen una fortuna al alcance de las manos, que se perderán por cobardes. Así, comienzan a pelearse entre ellos, sin oír el galope de caballos rumbo a la hostería. Finalmente, la detonación de un pistoletazo los obliga a escapar, dejando a Pew abandonado. En su intento de huir, el ciego cae bajo las patas de un caballo y muere.

Jim se pone de pie de un salto y reconoce a los jinetes: son gente enviada por el caserío y el superintendente Dance, junto con sus oficiales, que llegan para rescatarlos del ataque de los bandidos. Se llevan a la señora Hawkins a la aldea para que un médico la asista. Algunos de los hombres se dirigen a la embarcación de los delincuentes para atraparlos pero, al llegar, descubren que ya ha zarpado.

Al regresar a la hostería “Almirante Benbow”, descubren que los maleantes dejaron todo absolutamente destruido. Jim explica que estaban buscando algo que él tiene en el bolsillo y que quiere dárselo al doctor Livesey para que lo cuide. El señor Dance comparte la valoración del muchacho y ordena que lo lleven a la casa del doctor Livesey.

Capítulo 6

Al llegar a la casa del doctor Livesey, Jim y el señor Dance se enteran de que aquel está cenando con el squire Trelawney no muy lejos de allí. Los dos se dirigen entonces a la residencia del noble para encontrarse con los señores. El superintendente les cuenta los eventos tumultuosos ocurridos en el “Almirante Benbow” y Jim le da a Livesey el paquete de papeles de Billy Bones.

Luego de la partida del señor Dance, el squire Trelawney comienza a contar las peores fechorías del capitán Flint, el pirata más sanguinario que ha cruzado los mares. El hombre cuenta sobre las riquezas que ha dejado enterradas en algún sitio y asume que el motivo por el que los bandidos acechaban a Billy Bones es que él tenía la información para poder conseguir ese tesoro. Excitado, el doctor Livesey abre el paquete que le ha dado Jim; en su interior hay un cuaderno y un sobre sellado. Al abrir el cuaderno, encuentran decenas de páginas destinadas a la contabilidad del pirata y los navíos saqueados y asaltados por su tripulación. Cuando abren el sobre ven el mapa de una isla, con indicaciones precisas sobre su ubicación y con un mensaje manuscrito que indica dónde está el tesoro.

A pesar de que Jim encuentra incomprensible esta información, el squire y el doctor están muy entusiasmados. Trelawney declara que en diez días partirán rumbo a la Isla, con él como comandante, el médico como el profesional a bordo y Jim como ayudante. Livesey acepta la propuesta, pero le advierte al noble que tiene que ser capaz de guardar este secreto y no contarle a nadie acerca de la misión.

Análisis

Estos seis capítulos conforman la primera parte de la novela, que se titula “El viejo pirata”. Ya desde el primer párrafo, se presentan los elementos principales que atravesarán toda la narración. Accedemos al relato del narrador, Jim Hawkins, que explica los motivos por los que decide contar la aventura a la Isla del Tesoro. En este punto, Stevenson exhibe una economía notable de recursos: en el primer párrafo sabemos que el narrador se dispone a contar el origen de sus aventuras desde una situación adulta. Esto indica, entonces, que su percepción de la expedición a la Isla del Tesoro está inevitablemente consolidada desde una mirada adolescente. En esta tensión entre la adultez y la adolescencia se desarrolla la novela.

La acción se sitúa en un momento que no se precisa: “tomo mi pluma en este año de gracia de 17…” (p. 15), comenta Jim a la hora de empezar su narración. La decisión de enmarcar la historia en una temporalidad indefinida agrega un tono misterioso y oscuro a los hechos por contar. En este sentido, los lectores entendemos que nos embarcamos en una aventura que se plantea como enigmática. También el espacio físico en donde ocurren estos primeros capítulos refuerzan esta lectura; la posada “Almirante Benbow” se encuentra en una zona de alcantilados, aislada del pueblo y sin demasiado contacto con el resto de la sociedad.

La aparición del viejo pirata que da nombre a esta sección, el capitán Billy Bones, representa el ingreso de un mundo desconocido y desafiante a ese universo cerrado y protegido que es la hostería familiar de los Hawkins. La violencia y agresividad del personaje de Bones aterra a los adultos que frecuentan el establecimiento: "mi padre aseguraba que aquel hombre sería la ruina de nuestra posada, porque pronto la gente se cansaría de venir para sufrir humillaciones" (p. 19), acota Jim. Sin embargo, y a pesar del espíritu belicoso de Billy, la mirada del muchacho es la de un niño cautivado por las aventuras extraordinarias contadas por Bones. La irrupción del pirata rompe con la aburrida cotidianeidad de la posada y con su propia vida familiar. Frente a la rutina laboral de Jim, encargado de las tareas y la administración de la hostería, los relatos de Bones ofrecen una mirada del mundo atractiva y repleta de desafíos. "Era una fuente de emo­ciones, que rompía la calmosa vida en aquella comarca" (p. 19), comenta.

El rol de Billy Bones enciende en Jim la chispa de la fantasía y la imaginación, la posibilidad de buscar una vida apasionante lejos del cuidado y protegido ámbito familiar. Es ejemplar al respecto el relato del tesoro escondido: el pirata confía en el inocente muchacho antes que en los sanguinarios bandidos que quieren robarle el mapa. De alguna manera, al elegir a Jim como confidente lo incorpora al mundo adulto: es Bones el primero que ve al muchacho no solo como un chico digno de fiar sino como una persona con valores adultos a quien se le puede confiar un secreto de tales dimensiones.

En este sentido, desde el primer capítulo se plantea uno de los ejes fundamentales de la novela: el abandono de la infancia y el desafío que implica crecer. La elección de Stevenson de un muchacho como protagonista le otorga a los hechos contados un matiz benevolente e ingenuo, en oposición al perverso y cruel mundo de los piratas y sus delitos. Así, los lectores ingresamos a las historias de bandidos y bucaneros a través de la perspectiva del muchacho, repleta de asombro. Sin embargo, con la llegada de Pew y la muerte de Billy Bones, la novela nos recuerda que este mundo atractivo y emocionante es en realidad reflejo de una comunidad que legitima el crimen y la violencia. Es ejemplar al respecto la destrucción que llevan adelante los piratas en la hostería familiar para encontrar el mapa del capitán Flint y poder embarcarse en la búsqueda del legendario tesoro. A pesar de que Jim toma la decisión de guardarse el valioso plano, este gesto trae virulentas consecuencias que, de alguna manera, lo ingresan forzosamente a esta sociedad de códigos delictivos. En este punto, confrontar con piratas obliga a Jim a abandonar la candidez de la infancia. Por supuesto, este traspaso no es sencillo ni lineal, sino que está repleto de complejidades y matices. En palabras del muchacho, presenciar la muerte de Billy "hizo que las lágrimas inundaran mis ojos" (p. 40). De alguna manera, esta reacción nos recuerda que, a pesar de la intrusión de estos virulentos personajes en su vida, Jim no deja de ser un niño que sufre ante el padecimiento de los demás.

En esta transición de muchacho a héroe que sufrirá Jim, es fundamental la muerte de su padre. Con la desaparición de la figura protectora masculina, Jim se consolida como el hombre de la casa, capaz de cuidar a otros adultos y ofrecerles protección. Es ejemplar al respecto su reacción frente al terror de su madre: cuando la mujer se desmaya, impactada por el ataque de los piratas a la hostería, es su hijo quien la esconde en un lugar seguro para que los bandidos no puedan verla. Esta valentía no se ve únicamente en gestos sino también en palabras: el joven es dueño de una voz segura y confiada, capaz de expresar sus opiniones de manera taxativa y clara. Es ejemplar al respecto que se niegue a darle al señor Dance el mapa del tesoro: el muchacho le hace frente a un adulto que oficia como agente de la ley y opta por apelar a alguien cercano y de confianza.

En estos primeros capítulos, Stevenson anticipa la diferencia entre el mundo civilizado y moral de los doctores, funcionarios y comerciantes en oposición al siniestro, pero también apasionante, universo de los piratas. Las actitudes de Billy Bones, capaces de asustar a los padres de Jim y a los visitantes de la posada, sugieren que el mundo de la ley y el orden carece de poder frente a la fuerza bruta y el carisma del pirata. Sin embargo, en la escena en la que el doctor Livesey ignora las virulentas amenazas de Bones, da a entender que es posible pensar un balance entre el crimen y la justicia, pero que el límite es delicado y frágil. Este encuentro anticipa uno de los temas principales de La isla del tesoro: la tensión entre el carisma personal y la legalidad social.

En este sentido, ambos mundos, que parecen irreconciliables, se encuentran cuando tanto Livesey como Trelawney, honorables miembros de la sociedad local, aceptan con notable entusiasmo y excitación ir en búsqueda del tesoro del capitán Flint. En vez de devolver los documentos de Billy Bones a las autoridades correspondientes y así cerrar la historia de piratería y saqueo, deciden embarcarse en la misión. La mirada de Trelawney es fantasiosa e ingenua: "Encontra­remos el sitio, y después, habrá tanto dinero, que podremos revolcarnos en él. Viviremos en el mayor lujo por el resto de nuestros días" (p. 64), comenta. Para ellos, la imagen de la vida pirata no está ligada con el crimen y el asesinato, sino con la diversión, la aventura y la riqueza. En este sentido, la disposición de estos hombres, responsables y sensatos, a convertirse nuevamente en muchachos inquietos y entusiastas habilita una lectura sobre la adultez muy particular: internamente, todos tenemos dentro un pequeño pirata a la espera de nuevos desafíos. El rol de Jim, desde esta perspectiva, puede entenderse no como una excepción sino como representativo de todos los personajes. Al fin y al cabo, el ser humano siempre vive ansioso de aventuras, sin importar edad o jerarquía social.

Sin embargo, desear una vida nueva y apasionante no es tan sencillo como parece. No basta con solo desearlo; hay que tener en consideración la forma de llevar adelante la expedición. Así, el relato de Jim anticipa que habrá complicaciones. Es ejemplar al respecto la advertencia del doctor Livesey, que confiesa temerle a Trelawney por su incapacidad de guardar secretos. "No puedes sujetar la lengua" (p. 64), le comenta el doctor al squire, y en esta observación revela que ser un poderoso noble no significa tener la autoridad necesaria para la misión que van a emprender.

Es interesante destacar cómo la promesa de dinero aparece como una esperanza para todos los personajes de la novela. Si bien podemos pensar que tanto Trelawney como Livesey son sujetos poseedores de un distinguido estatus social, y que no están en una situación de vulnerabilidad económica, ambos se entusiasman ante la posibilidad de adquirir el tesoro de Flint. En este punto, la ambición es un tema fundamental en la novela, que motiva no solo a los piratas sino también a estos personajes privilegiados. Así, si bien queda claro que personajes como Pew son capaces de destruir y asesinar a quien sea necesario en pos de conseguir el mapa, La isla del tesoro muestra que la ambición es un motor intrínseco del ser humano. La diferencia entre ambos bandos radica, entonces, en las formas de intentar cumplir sus deseos personales. No es mala la codicia, parece decirnos la novela, sino cometer actos perversos en nombre de ella.