La isla del tesoro

La isla del tesoro Resumen y Análisis Capítulos 16-21

Resumen

Capítulo 16

Este capítulo es narrado por el doctor Livesey, que comienza su relato explicando que, a pesar de que los hombres querían atacar a los piratas, no podían hacerlo, ya que Jim estaba en la isla con los demás. El médico y Hunter deciden acercarse a la tierra en busca de noticias.

Explorando la isla, Livesey se encuentra, sobre la cima de una gran duna, con un fuerte capaz de albergar cuarenta hombres. Así, se da cuenta de que aquel que controle este espacio puede tener a su merced toda la isla, ya que cuenta con el beneficio de la altura. Otra ventaja de esta construcción es que cuenta con un manantial de agua fresca.

De repente, el médico oye un atronador grito, y supone que Jim fue asesinado. Sin perder el tiempo, corre hacia la playa y, junto con Hunter, regresan a La Española. Allí, Livesey le cuenta al capitán el plan de asentarse en el fuerte, y ambos piensan cómo llevarlo a cabo. Mientras el resto de los hombres honestos protegen y vigilan los botes, Smollett amenaza a Israel Hands, el líder de los amotinados, asegurándole que no teme matarlo ante cualquier movimiento sospechoso. Los piratas se quedan tranquilos. Finalmente, Livesey, Hunter y Joyce reman a toda velocidad hacia la costa. Sin embargo, los filibusteros que vigilan en la playa notan su presencia y uno de ellos desaparece. Joyce, encargado de aprovisionar el fortín, se queda vigilando mientras el doctor y Hunter regresan a La Española a buscar más provisiones. Finalmente, todos los hombres honestos abandonan el barco en un pequeño bote. Smollett convence a Abraham Gray de sumarse a la misión, ya que confía en su bondad. El muchacho acepta y ellos dos son los últimos hombres a bordo, camino a la empalizada.

Capítulo 17

Desafortunadamente, los hombres tienen un viaje muy difícil, ya que el pequeño bote está cargado en exceso y la marea los desvía del camino a tomar. Además de estos problemas, los hombres de Silver están preparando sus cañones. El doctor Livesey recuerda que olvidaron en el barco todas las municiones y granadas.

Desde el bote, Trelawney, el mejor tirador, intenta dispararle a Hands, pero el hombre se mueve y otro de los amotinados resulta herido. Cuando ya están llegando a la costa, la embarcación es hundida y se ven obligados a abandonar casi todas las provisiones y solo toman dos mosquetes. Camino hacia la orilla, oyen voces que provienen del bosque y temen que Hunter y Joyce, los dos hombres que quedaron en la estocada, sean incapaces de resistir el ataque pirata. Finalmente, logran llegar a la costa dejando atrás la embarcación hundida.

Capítulo 18

Los hombres del squire se lanzan a toda velocidad en dirección a la empalizada. Al acercarse al fortín, siete piratas los atacan. Les disparan; uno de ellos cae y muere. Pero antes de huir, uno de los piratas le tira a Redruth, que también muere antes de llegar al fuerte. Trelawney se arrodilla junto a él y llora amargamente. El capitán iza una bandera británica como señal de triunfo y consuela al squire, recordándole que Redruth ha muerto cumpliendo su deber.

Smollett le pregunta a Livesey en cuántas semanas llegará el barco a socorrerlos; están en un verdadero apuro por la falta de alimento. En ese momento, un proyectil cae dentro de la empalizada. Trelawney sugiere sacar la bandera, porque parece un objetivo para los enemigos, pero el capitán insiste en dejarla, ya que es un símbolo de su coraje y espíritu luchador.

Luego de que la marea baja, el capitán envía a Gray y a Hunter a recuperar algunas de las provisiones hundidas, pero la expedición no tiene éxito, ya que al llegar al lugar ven a los piratas llevarse sus suministros.

Cuando el capitán escribe en su bitácora el registro del día e intenta especular sobre qué será del destino de Jim, oyen la voz del muchacho, que los llama desde más allá de la empalizada. Livesey corre hasta la puerta y se encuentra con el joven.

Capítulo 19

Este capítulo retoma la narración desde el punto de vista de Jim Hawkins. Ben Gunn le indica al muchacho la presencia de la bandera británica, que es una señal de que sus amigos están allí, ya que los piratas ondearían una Jolly Roger. Jim decide unirse a sus amigos, pero Ben Gunn se niega, ya que desconfía de los hombres. Sin embargo, le comenta que estará disponible a cualquier hora para discutir planes con el doctor o el squire.

Una fuerte detonación interrumpe la conversación. Jim toma un gran rodeo alrededor de la empalizada, por miedo a que lo ataquen. Cerca de la costa, el muchacho observa a La Española, en la que flamea la bandera negra de los piratas, la Jolly Roger. Ve a algunos de los piratas destruir el bote pequeño y dirigirse en otra embarcación hacia la goleta. Por sus acciones y voces eufóricas, Jim se da cuenta de que estuvieron bebiendo ron.

Así, decide dirigirse al fortín a través del bosque. Los hombres lo reciben con entusiasmo pero, inmediatamente, el capitán los distribuye en guardias y le asigna a Jim la tarea de vigilar la puerta. De vez en cuando, el doctor Livesey aparece para respirar un poco de aire puro y conversa con Jim sobre la situación de Ben Gunn, al que decide regalarle un pedazo de queso.

Luego, entierran finalmente a Redruth y los tres jefes se retiran a deliberar en un rincón. Están muy preocupados por la falta de provisiones y resuelven que el mejor plan es eliminar a todos los piratas posibles, así se rinden o huyen de la isla. Calculan que quedan vivos quince de los diecinueve enemigos. Su única esperanza es contar con la ayuda de dos aliados: el ron y el clima. El alboroto hasta largas horas a la madrugada da cuenta del consumo abusivo de alcohol y, con respecto al segundo, el doctor piensa que la decisión de haber acampado en una ciénaga sin medicinas los dejará fuera de combate rápidamente.

Al día siguiente, Jim se despierta al grito de que John Silver en persona se dirige a la empalizada, con una bandera que indica necesidad de dialogar.

Capítulo 20

John Silver y un acompañante se acercan a la empalizada. Uno de ellos flamea una bandera blanca. Con cautela, el capitán les pregunta qué es lo que quieren. Uno de los piratas responde que el capitán Silver quiere proponerles un trato. Con ironía, Smollett comenta que no conoce ningún capitán con ese nombre. En consecuencia, “el Largo” le explica que, después de su deserción, fue elegido líder de la tripulación y que únicamente viene a pedir su palabra de que no será herido si ingresa al fortín. Smollett acepta a regañadientes y lo deja entrar.

Con mucha destreza física, John Silver salta la cerca y sube trabajosamente una duna para encontrarse con el capitán. Al llegar a la cima, ambos se disponen a negociar en la intemperie. El pirata afirma que no lastimará a nadie si le devuelven el mapa del tesoro y les ofrece un sano regreso a su casa. Disgustado con esta sugerencia, Smollett le presenta una contrapropuesta: si todos los piratas se presentan ante él, desarmados, los llevará a Inglaterra para ser juzgados. El capitán, enfurecido, añade que los filibusteros son unos inútiles, que no tienen el mapa del tesoro ni saben gobernar el barco. Así, indica que de ninguna manera se rendirán frente a ellos y se retira.

Luego de este enfrentamiento, Silver ruge las más atroces maldiciones y, antes de irse, jura destruir el fortín.

Capítulo 21

Luego de que el capitán regresa de su conversación con Silver, se enoja al comprobar que todos, excepto Gray, abandonaron su puesto. Les advierte que, tras la charla con el pirata, serán atacados a la brevedad. Así, prepara a los hombres para la batalla y asigna a cada uno un puesto específico. El doctor es el encargado de la custodia de la puerta; Trelawney y Gray se encargan de defender el lado norte, y Jim deberá cargar los mosquetes y las municiones. La tripulación está alerta, a la espera del ataque, que se demora más de una hora en llegar. Finalmente, llegan disparos al fortín, que, afortunadamente no los hieren, pero, de improvisto, un pequeño grupo de piratas sale de entre los árboles y se dirige a la empalizada. Si bien el squire y Gray disparan contra ellos, cuatro consiguen penetrar corriendo hacia el fortín. Así, luego de varios enfrentamientos, Jim y sus hombres matan a tres de ellos. Sin embargo, ellos también cuentan con bajas: Joyce es asesinado, y Hunter y el capitán son heridos. El doctor comenta que cinco de los piratas han caído en esta batalla. Smollett destaca que ahora quedan cuatro de su bando y nueve de los enemigos; una proporción más ventajosa que al principio.

Análisis

Estos capítulos constituyen la cuarta parte de la novela, denominada “La empalizada”. En estos apartados, aparece un nuevo narrador que reemplaza temporalmente a Jim: el doctor Livesey. Este cambio es necesario para asegurar un acercamiento de primera mano de los eventos de los que Jim no es testigo, ya que está en tierra firme. Además, la elección por otro narrador en primera persona nos permite contrastar las perspectivas de dos personajes tan distintos como Livesey y Jim. Así, cada uno incluye pensamientos y sentimientos propios de su subjetividad. En este sentido, el cambio de la voz narrativa también nos recuerda que la historia de Jim no es simplemente la reconstrucción de una serie de eventos, sino que da cuenta de su propio desarrollo personal y moral como adulto.

De esta manera, la narrativa de Livesey se limita especialmente a los hechos y excluye todo comentario emocional sobre los eventos vividos. El médico parece hasta superficial y apático; es interesante, en este sentido, el relato de la muerte de Tom Redruth, a quien el médico se refiere como un “pobre viejo” (p. 148). Si el squire rompe en llanto frente al trágico asesinato de uno de sus hombres, Livesey piensa que a Redruth le “tocó morir” (p. 149). En este punto, la mirada de los hechos del doctor Livesey lo exhibe como un personaje metódico y centrado, cuyo acercamiento a la situación está mediado por sus conocimientos como médico. “Haber sido un viejo soldado me sirvió, pero más aún ser médico, pues exige reacciones inmediatas” (p. 137), comenta el personaje. Es posible pensar que su perspectiva carece de toda sensibilidad o emoción debido a su importante trayectoria como médico; de alguna manera, Livesey está en contacto con la muerte más que el resto de los personajes.

Desde la mirada de Livesey, percibimos también el desarrollo de Trelawney y su participación en la toma del fortín. Hasta este momento, el squire es retratado como un personaje ingenuo y poco preparado, en tanto es incapaz de mantener el secreto de la misión y contrata a una tripulación desleal y criminal. Sin embargo, cuando comienzan los enfrentamientos enemigos, Trelawney es, sin dudas, “el mejor tirador” (p. 147). Así, la novela legitima su presencia en esta expedición, y se revela como un personaje heroico, que tiene razones para estar en la Isla del Tesoro más allá de la búsqueda del botín.

Con la desaparición física de Redruth, la muerte reaparece como tema fundamental de la novela. Sin embargo, por primera vez, este hecho incluye un rito de despedida a la altura del personaje. En este sentido, la muerte del hombre es la de un personaje inocente; ni un villano ni un líder, sino un simple ayudante obligado a acompañar a su jefe. A pesar de las circunstancias apremiantes y el constante bombardeo de los piratas, los hombres dedican un espacio y un tiempo a velar el cuerpo de Redruth, al que entierran envuelto en la bandera británica, como símbolo de su tierra natal.

En el fallecimiento de Redruth, también emerge el sistema de clases imperante en la Inglaterra del siglo XVIII. Cuando el personaje está en su lecho de muerte, el narrador utiliza un tono condescendiente, con el que lo retrata estereotípicamente como un sirviente fiel, sin más propósito en la vida que servir a su patrón. Aún más, el mismo Redruth sostiene este rol. Cuando el squire le pide disculpas por haberlo expuesto a esta situación, contesta: “-Eso no sería respetuoso de mi parte, señor” (p. 149). En este punto, el sirviente considera que ni siquiera merece unas disculpas genuinas, ya que su muerte forma parte del vínculo contractual entre ambos. Esta perspectiva es compartida incluso por el sensato capitán, que le dice a Trelawney que no debe lamentarse por el fallecimiento de Redruth, ya que ha muerto “cumpliendo su deber” (p. 150).

Esta mirada pragmática de Smollett reaparece cuando anota en su bitácora el nombre de los sobrevivientes y su rango en el barco. Así, la identidad de los hombres está dada por su función en la misión. Si bien, a la distancia, esto nos puede sonar extraño y frío, la preocupación del capitán con las tareas cotidianas exhibe su optimismo, al ser capaz de pensar en el futuro. En última instancia, esta característica de Smollett será vital para garantizar la supervivencia de toda la tripulación.

En estos capítulos, la lucha entre el bien y el mal se posiciona como un eje central de la narración. Así, si bien parece que Jim y “los hombres honestos” están ganando, en tanto fueron capaces de descifrar el plan de los adversarios y tomar el control del fortín con parte de las provisiones, estas tareas fueron difíciles y llenas de riesgos. En este sentido, la novela expone que la tensión entre ambos bandos es compleja e inestable; así, la narración avanza repleta de suspenso, ya que el lector está obligado a continuar para asegurarse cómo siguen los enfrentamientos.

Si bien queda claro que las diferencias entre los filibusteros y los hombres del squire son irreconciliables, es cierto que a ambos bandos los motiva lo mismo: el tesoro del capitán Flint. En este punto, el lector debe preguntarse qué los hace tan opuestos. En primer lugar, acceder a los pensamientos y la subjetividad de “los buenos” nos obliga, inevitablemente, a coincidir con su perspectiva de los hechos. Sin embargo, una de las disparidades más notables entre ambos es la forma en la que se vinculan con la muerte. Si Silver es, sin dudas, un asesino, la atrocidad del pirata radica en que no teme quitarle la vida a un muchacho inocente que se niega a formar parte de la banda de los delincuentes. Por otra parte, si bien ni Livesey ni Trelawney dudan en disparar y matar a un pirata, lo hacen obligados por las circunstancias, ya que se encuentran en pleno enfrentamiento y sus propias vidas están en juego.

La tensión entre el bien y el mal se ve simbolizada en las banderas. Cuando llegan al fortín, el capitán Smollett iza la bandera británica. Este gesto representa la llegada de la civilización a este espacio peligroso y en disputa. Asimismo, el hombre se niega a quitarla aún cuando su presencia trae riesgos; de esta manera, la bandera es símbolo de un amor inclaudicable por la patria, que desprecia el feroz bombardeo de los piratas.

Finalmente, la aparición de Jim Hawkins en el fortín le cede la voz narrativa al muchacho nuevamente. Este cambio de óptica permite que el lector acceda nuevamente a una mirada de los hechos mediada por el estado de ánimo e involucramiento en la misión del muchacho. Frente a la fría percepción de Livesey, Jim no duda en expresar sus temores y confiesa hasta sus propios deslices. Así, frente a la llegada sorpresiva de Silver, admite que “estaba demasiado interesado por lo ocurrido para cumplir como es debido con mi puesto de centi­nela” (p. 163). En este sentido, la narración de Hawkins se distingue por su sinceridad.

Con la llegada de Silver a la empalizada se profundiza la complejidad del personaje. En la conversación que mantiene con Smollett, ambos poseen el mote de capitán, lo que los coloca en una simbólica paridad de roles. En este sentido, los dos hombres son resolutivos y persistentes; no se dejan amedrentar fácilmente frente a las adversidades. Sin embargo, el armonioso aspecto del pirata, que aparece en el fortín “ataviado con lo mejor que tenía” (p. 163), es efímero. Luego de la negociación con el capitán, se revela agresivo y grosero. En este punto, Silver exhibe que su actitud equilibrada es simplemente un artilugio para lograr su objetivo. Cuando fracasa en llegar a un acuerdo con Smollett, muestra su peor faceta: “antes de que pase una hora habré acabado con este viejo fortín” (p. 167), les advierte a Smollet y a sus hombres. Nuevamente, Silver es un personaje de dos caras, capaz de adaptarse a las exigencias de la situación.

Sin embargo, si bien la personalidad de “el Largo” anticipa grandes calamidades, su bando carece del coraje y la fuerza moral necesarios para ganar esta batalla. Así, luego del primer enfrentamiento, huyen cobardemente entre los árboles. La desorganización de los filibusteros representa un alejamiento inhumano de toda regla social y moral: “los asaltantes trepaban como monos por la empalizada” (p. 172), describe Jim. En esta comparación, la impulsividad de los piratas y su incapacidad de anticiparse a los hechos los asemeja a animales desprovistos de toda humanidad. La novela atribuye gran parte de su fracaso a la falta de espíritu colectivo; Smollett, por el contrario, registra de manera minuciosa a cada uno de sus hombres y les asigna una tarea específica en relación con el propósito deseado. El único momento en el que los piratas se comportan como un conjunto es a la hora de beber ron y cantar animadamente a altas horas de la noche. En este sentido, mientras que el capitán Smollett facilita la cohesión social como un grupo, la actitud de los filibusteros favorece la anarquía y el descontrol. Así, hasta el mismo Silver parece incapaz de ponerles un freno y direccionarlos para ganar las batallas.